lunes, 27 de septiembre de 2010

Tor des Géants, in bocca al luppo


Es la puesta de sol sobre el Valle de Aosta la tarde del viernes. Estamos a poco más de una hora de finalizar el Tor de Géants. Sólo nos falta el descenso desde el Refugio Bertone hasta las calles de Courmayeur. Tengo los pies destrozados pero me siento pleno. He conseguido terminar el que es, sin duda, el mayor reto deportivo de mi carrera deportivo globeril. Son minutos para disfrutar. Cientro treinta horas antes, en esas mismas calles comenzó la aventura.

Antes de embarcarme con el recorrido propiamente dicho al que tampoco trataré de forma exhaustiva ya que se publicarán otras crónicas más detalladas, me gustaría hacer un pequeño balance acerca de lo que ha supuesto para mí esta prueba tan especial.

Esta carrera ha cambiado mi forma de entender el deporte. Ahí es nada. A día de hoy, sentado delante del ordenador, veo claro que Tor de Géants luce bien como punto final, bien como punto de partida. Durante los últimos años he ido subiendo escalones hasta llegar aquí. No creo que vaya más allá. A pesar de ser un entusiasta practicante de la anárquica filosofía jaramuguil, he de reconocer que he seguido el iter marcado como correcto, asimilando distancias y acumulando experiencia desde aquel lejano primer maratón de ruta y especialmente con mis carreras de montaña. Cuando corrí el Maratón de Galarleiz aquello se me antojaba majadería por su dureza. Años después entiendes que es una carrera muy suave. Los inicios en ultrafondo, aquellos infernales 100 kms. de Madrid, la Transgrancanaria.... la Hiru Haundiak, quizá el lugar donde comencé a descubri la magia del ultrafondo, donde me di cuenta de que increíblemente era una disciplina que se podía dominar, que moverse en el límite y volver vivo engancha sin remedio.

Para afrontar esta prueba con éxito, opino que debes lucir galones, haber completado varias carreras de ultratrail de entidad en distancia y desnivel con éxito. Saber qué es pasar una noche en vela sin parar de marchar. ¿Dónde queda ahora el mítico Ultra Trail del Mont Blanc? Nos preguntábamos durante la comida del sábado. Aquél que fuera sueño húmedo ha empequeñecido bastante. Como decía Salvador, flamante segundo puesto en carrera: "UTMB es un paseo comparado con TDG". De antemano conoces el desnivel pero hasta que no estás metido en faena no eres consciente de la mayor dificultad de la prueba. La distancia asusta, acojona pero el desnivel que sientes en tus piernas, en tus riñones, en tu corazón y pulmones es el verdadero enemigo. Algún GPS ha acumulado más de 26.000 metros de desnivel positivo. Demasiado. Esperabas montañas como las de UTMB. Esto es otra historia.

Lo que tengo claro es que soy hombre de espacios abiertos. Odio los gimnasios y las piscinas. Males necesarios. Después de Tor he descubierto que esencialmente soy corredor de montaña porque ningún lugar me hace sentir de esa forma. Supongo que se me irá pasando con el tiempo pero ahora mismo el mundo del asfalto se encuentra muy lejos de mis anhelos. Una prueba de ruta no me motiva lo más mínimo y de hacerla sería únicamente como método de preparación para otros objetivos.
A día de hoy todavía sufro secuelas. Mis pies aún no están recuperados lo que me ha impedido ir a rodar a la Media de Salamanca y igualmente me hará imposible competir en una prueba a la que tenía ganas el próximo domingo, el Maratón de Montaña de Torrejoncillo. Los que me conocéis ya sabéis que luzco tobillos femeninos de modelo de pasarela Cibeles. Aparte de esa uña del dedo gordo de aspecto extraño que está desprendida y que me arranqué de cuajo en el descenso a Donnas, los tobillos se me hincharon por la retención de líquidos además de un pequeño esguince y un dolor en la parte delantera de la pantorrilla que no acaba de ceder. Este blog se llama "Kamikazes enamorados". Tal vez nunca puedas encontrar mejor justificación para el nombre que viviendo, sufriendo y gozando en esta salvajada insana, cabalgando cada día, soportando dolores llevado sólo por una extraña e incomprensible pasión.


En la salida Jaume nos explico el significado de una expresión que escucharíamos a menudo a lo largo de los siguientes días: "In bocca al luppo". Se trata de una frase con la que en Italia se desea suerte a aquel que se encuentra en una situación peligrosa o comprometida. Acércate a la boca del lobo pero no dejes que te devore. Bonita forma de ahuyentar demonios y echarle coraje que desde ya hago mía para siempre. Nunca fue más apropiada que para el inicio de Tor de Geants. A muchos participantes el lobo los acabó devorando, aunque menos de los que pensé en un primer momento. Finalizamos alrededor de la mitad de los que partimos en Courmayeur. Durante la segunda etapa, pensé que ni un tercio conseguiría terminar.


Yo, por mi parte, acompañado de Vicky el vikingo, siempre presente en mis viajes, tengo cara de asustado. El reportero de Desnivel nos hizo una fotografía a todos los españoles pero no la he encontrado.
Respecto a la música de la salida, aquí tiran menos de épica que en UTMB. Riffs de guitarra implacables, infalibles, de los que te enchufan, el "Whole Lotta Love" de Led Zeppelin o el "Hells Bells" de ACDC, que bien podía convertirse en el himno de la carrera por su signifcado y por esas campanas doblando a muerte hasta que llega la guitarra de Angus, para marcar un ritmo machacón no demasiado rápido, el ritmo de una prueba de ultrafondo.


Nos introducimos en la carrera propiamente dicha. Somero análisis de cada etapa. Volando sobre cada una de ellas, como si cada minuto no hubiera sido una pelea contra el tiempo.

1ª etapa. Courmayeur-Valgrisanche. "Problemática toma de contacto". Lo descubriremos después pero Tor de Géants sólo podía haber comenzado así. Ascensión a Col Arp: 1441 metros en ocho kilómetros y medio. Salimos emocionados de las calles de Courmayeur hasta las primeras rampas. Por ahora el pelotón marcha compacto en una dura ascensión a buen ritmo. Desde el primer momento me acoplo con Valentín y comenzamos a charlar sin sospechar que no nos vamos a despegar en seis días. El descenso es fácil, y marchamos corriendo a buen ritmo hasta el primer avituallamiento. Aunque no se debe hacer, estreno mochila, la raidlight con bolsillo delantero. Todo un acierto. No me ha molestado nada, está muy bien pensada y resulta muy práctica. Sin embargo, al principio llevo colocados dos botes en la parte delantera que me molestan. Las posibilidades de la mochila son tremendas. Redistribución en unos minutos y ¡a correr!. También estrené bastones más ligeros de los que uso habitualmente. Otro acierto. No entiendo cómo se puede hacer esta carrera sin bastones. Tiene que ser bastante más complicado. Bajando hasta La Thuille, el primer avituallamiento sólido, se nos une el legendario Fali.

Allí enlazamos con Juan que marcha tocado por unas ampollas. Km. 20. Demasiado pronto. Finalmente varios días después, le obligarán a retirarse. La subida a Passo Alto a mediodía con calor me pone en mi sitio. Empiezo a pensar que quizá esto sea demasiada reto. Acabamos de empezar y no noto buenas sensaciones. El descenso charlando con Fali me anima.

Afrontamos la subida a Col Crossatie, una subida muy brusca y exigente. En poco más de dos kilómetros y medio asciendes más de ochocientos metros. Arriba hace frío. Primera noche. Creo que todos estamos un poco asustados pero mejor no darle demasiadas vueltas.




En el descenso me encuentro con uno de los míos. Amor a primera vista. ¡¡JARAMUGOS Y JUMENTOS EN TODUS LUS FRENTIS!!






LLegamos a Valgrisanche, la primera base de vida algo más tarde las diez de la noche. Decidimos ducharnos, comer y dormir una hora. Me ducho con agua fría y me pongo a hacer cola en un comedor de capacidad a todas luces insuficiente. No sé si fue el contraste entre el frío del agua y el calor de la habitación, la espera o el agobio pero de pronto me sentí completamente indispuesto. Me tuve que sentar medio mareado mientras empapaba de sudor en unos minutos la ropa seca que llevaba puesta. Por aquí pasan médicos, tal vez sepan ellos. No sé qué fue exactamente lo que me pasó. Sólo me había ocurrido en otra ocasión y no fue en una carrera, fue en una discusión con una ex novia. El caso es que en unos minutos pasé de tener un hambre voraz a que la comida me provocara naúseas. Me obligué a comer unos marcarrones y un yogur y marché a la cama a dormir poco más de media hora. "Joder, Abelín, -me decía-, estamos de cojones... y acabas de empezar". Tras enroscarme abrigado, ese pequeño sueño reparador cumplió su función. Me levanté mejor y más animado. Me comí dos yogures y nos pusimos en marcha en torno a las doce de la noche.

2ª Etapa. Valgrisanche-Cogne. "Objetivo: sobrevivir". Palabras mayores. La carrera nos pone en nuestro sitio. Abandonas todos tus planes e hipotéticos teatros de operaciones. Tres ascensiones terribles. Durante la noche, en medio de la lluvia intermitente, subimos Col de Fenetre, 1.300 metros en 10 kms. Arriba está nevando ligeramente. Bajamos corriendo hasta Rhemes. Aquí empieza nuestra desastrosoa gestión de los descansos. Casi gastamos una hora haraganeando en el avituallamiento sin saber muy bien por qué, ¿tal vez porque fuera hace frío y no apetece salir? Los atletas entran y salen y nosotros seguimos allí.








Comienzan dos de las montañas más difíciles de todo Tor, Etrelor y Losson. Etrelor, más de 1.400 metros en cinco kilómetros y medio. Amanece mientras ascendemos. Juan se va quedando con un ritmo más lento, tocado por las ampollas. Fali agarra una pájara de campeonato y lo dejamos totalmente desfondado a mitad de puerto. En esos momentos, quedarse con él no sirve de ayuda, más bien lo contrario, es una fuente de presión adicional. Es mejor que cada uno siga con su ritmo. El final es te-rri-ble. Os aseguro que no es de extrañar mi saludo a la montaña en la cima a más de 3.000 metros. Estoy de mala hostia.



Largo descenso de once kilómetros en carrera hasta Eaux Roses y comienzo de la ascensión del otro montstuo de Tor. Asensión a 3.300 metros, el techo de la prueba. Más de 1.600 metros en once kilómetos y medio. Me gustaría saber cuántas horas estuvimos subiendo. Después de una larga aproximación te encuentras con una pared tremenda cuyas cimas nunca se acercan. Los grupillos de atletas se convierten en una procesión de penitentes de triste estampa con un ritmo indigno. Siempre hay alguna excepción. Me quedé alucinado al ver como un "guiri" espigado con pinta de despistado prescindía de las "zetas" y subía "to tieso" en un alarde de fuerza intimidante. En plena subida alcanzamos a Elías que marcha tocado. Hacemos cima con él pero decidimos seguir adelante corriendo hasta Cogne, no sin antes hacer una parada en el refugio Sella para tomarnos una cerveza al sol con un trozo de queso, pensando por un momento que estamos allí para disfrutar del paisaje y que hoy dormiremos en una cama como Dios manda. El espejismo se desvanece. LLegamos a Cogne donde nos encontramos con Marga, la mujer de Juan. De verdad que las familias que han ido apoyando a los corredores de base en base no merecen más que elogios. Ahí incluyo a nuestra escolta, Robe, hermano de Oscar y Yosu, amigo de Txeroky que estuvieron con nosotros dándonos ánimos y apoyo hasta el final. En Cogne decidimos comer, asearnos y dormir cuatro horas. Aquí fijo el que será mi menú en las bases de vida, plato de macarrones antes y después de dormir, plato de sopa, cerveza, jamon york y queso, huevo cocido y yogures.



La foto de es de la cima del Col de Losson. En Cogne decido hacerle una foto a la que fue mi lectura durante una semana. Pegado en el bolsillo delantero llevaba la descripción de todos los sectores con puntos intermedios, distancias y desniveles. Qué despacio se quemaban las etapas.



En Cogne, las camas ocupaban la mitad de la pista de un pabellón, separadas de la zona de entrada y comida por una especie de biombo con lo que el ruido era continuo. De las cuatro horas previstas, no sé si llegamos a dormir tres. Me levanto antes de tiempo y antes de las doce, Valentín y yo estamos de nuevo en marcha. Fali y Juan llegaron después de nosotros y van a tratar de descansar algo más. También saludo a Anaime que justo llega cuando nosotros marchamos.


3ª Etapa. Cogne-Donnas. "Construcción y demolición de sueños y ambiciones". Es la etapa más fácil. Ya hemos decidido que no sólo queremos llegar. La hora límite para finalización de la prueba es el sábado a las cuatro de la tarde (150 horas). Nuestra idea es llegar el viernes. Para ello, tenemos que intentar hacer tres etapas en los próximos dos días (aproximadamente setenta kilómetros cada día) para poder encarar jueves y viernes más tranquilos con una etapa para cada día, cuando se supone que estaremos más agotados. Salimos de Cogne a las doce de la noche con esa idea. Hay una ascensión de salida de alrededor de quince kilómetros que hacemos rápido y fácil. En el descenso hacemos una parada en un pequeño refugio donde hay tres chavales. Se deben haber fumado unos "chirifús" porque sobre todo un nórdico está con la risa floja, sin parar de soltar lindezas tipo: "¡¡VIVA EL CALOR...JA, JA!!"


Valentín tiene problemas con la noche, ya que le entra sueño pero en cuanto amanece se le van pasando. Durante el descenso empezamos a elucubrar con la idea de ser más ambiciosos de intentar hacer las dos etapas en un día. Sin embargo, el terreno teóricamente fácil hasta Donnas se torna más complicado de lo previsto. Descensos técnicos que van machacando mis pies unido a pequeños repechos que retrasan la que varias veces estimamos inmimente entrada en Donnas. LLegamos con la moral más baja o simplemente más realistas. Descansaremos un rato y seguiremos adelante hasta donde podamos y despues pensaremos qué estrategia adoptar.

Tras charlar un rato con Santiago de Valencia, al que no veo desde el inicio y que ha salido a saco y acaba de dormir sus primeras tres horas después de 150 kms, hablo con los Teres. Ya me habían comentado los problemas de estómago del primer día de Jaume y del pajarón de Xesc subiendo el Etrelor. Que un atleta con la calidad y el curriculum de Xesc tenga problemas reales, da idea de la dureza de la prueba. Los veo bien. Nos despedimos porque ellos ya marchan. No volveremos a vernos hasta Courmayeur. Van lanzados. Después me contaron que, en un esfuerzo titánico, unieron las dos últimas etapas.


4ª Etapa. Donnas-Gressoney. "Nace la escuadra Montecha". Después de descansar tres horas entre comida, charla y algo de sueño, marchamos a mediodía, poco después de que lleguen Fali y Juan. Nos despedimos y afrontamos más de 2.5oo metros de ascensión en quince kilómetros hasta Refugio Coda. Subiendo con cabeza, tirando de algún gel y barritas, llegamos a un refugio en lo alto de la montaña, con vistas increíbles, como la mayoría del tiempo durante esta carrera. Está anocheciendo. Cuando entro en el refugio y me siento, se me acerca la señora del refugio y me pregunta si quiero comer. Respondemos sonriendo que SIIIIIÍ. Menestra y filetes. Soy el tipo más feliz del mundo. Calentitos repetimos "minestrone". Aun no son las nueve. En un principio hemos pensado dormir como una persona medio normal hasta las cuatro de la mañana. Sin embargo, Valentín, mejor planificador que yo, lo considera excesivo. Yo, como un dagalín, intento negociar algo más de sueño. LLegamos a un acuerdo. Nos levantamos a las dos y media. Vaaaale. Sin embargo, el muy perro me engaña. A las dos me despierta.



Quitar horas al sueño se demostró un acierto. La etapa es muy complicada. Dato importante en el discurrir de la carrera es que salimos de Refugio Coda acompañados de un vasco del mismo Bilbao que no para de charlar. Esta será la tercera pieza de la temible "Escuadra Montecha". Ya marcharemos juntos hasta meta. Descenso hasta Lago Vargno. Otra agradable sorpresa. La "montecha", el queso, el chocolate, las galletas están bien pero cuando llevas varios días comiendo lo mismo, acabas hasta arriba. Sorpresas como las que aparecen en la foto se agradecen de corazón. Comerse unos choricillos asados a las cinco de la mañana, mismamente como si llegaras de estar toda la noche de copas, es mano de santo, oiga.



Las ascensión nocturna abarca alrededor de 2.ooo metros positivos acumulados en varios tramos. Marchar de noche es duro. Todo parece el mismo tramo y no tienes referencia alguna. Cuando amanece nos encontramos con paisajes abrumadores. Sobre todo en las cumbres, te quedas sin palabras. No he querido poner fotos de paisajes porque el próximo post se lo dedicaré exclusivamente a esas imágenes.

Tras coronar el Colle della Vecchia, descendemos por la falda de una montaña. El helicóptero de la organización se nos acerca. Pensamos que nos están grabando así que componemos la estampa y nos ponemos a correr echando mano del mejor estilo que nuestras piernas pueden ofrecer a esas alturas. Sin embargo, el helicóptero, casi aterriza a unos metros de nosotros para evacuar a un atleta. Después nos enteramos de que probablemente se tratara de Santiago, aquejado de una tendinitis. Mala suerte.


Decido publicar una imagen del Cervino sólo para os hagáis una idea de la belleza de la que hemos sido testigos durante estos días.


El descenso a Niel, como no podía ser de otra forma, es muy técnico aparte de que tiene numerosos tramos de ascenso que no esperamos. LLegamos poco antes de mediodía. El final de etapa, Gressoney, todavía está lejos. Aún hay que afrontar un ascenso con el que los vecinos del pueblo nos asustan además de un largo descenso posterior. No hay nada mejor que esperarte lo peor para que después no te parezca tanto. Durante el ascenso comenzamos una charla de política que casi nos dura hasta la cima sin que comprometamos nuestro ritmo (en torno a 11/13 metros al minuto). Tras llegar a la cima, soy consciente de que aparte de los múltiples dolores de plantas, dedos y la uña que me he arrancado, el tobillo me está dando la lata más de lo normal. Valentín siempre comanda el descenso. De haber ido solo, habría tardado muchas más horas porque las bajadas, debido a los dolores, probablemente las habría hecho caminando. Sin embargo, ellos me obligan a lanzarme y lo agradezco. Al final, es mejor que la agonía dure menos. Aunque cuesta ponerse en marcha, cuando te calientas, parece que te engañas y todo marcha un poco mejor. Lo peor es parar. El tramo de asfalto hasta Gressoney lo decido hacer todo corriendo abandonando a mis compañeros porque sólo pienso en quitarme las zapatillas. Cuando llegamos,marcha Txeroky que se marcará un final de Tor prodigioso, llegando muy rápido y con mucha fuerza hasta el final. Aquí no dormimos nada. Comemos, arreglos de chapa y pintura para heridas y ampollas en los pies y para delante.
5ª Etapa. Gressoney-Valtournenche. "El momento más bajo". 1.500 metros de ascensión hasta Colle Pinter con un final muy complicado. A mitad de subida, noto que me voy quedando sin gasolina pero me alimento y me recupero. Por suerte, a lo largo de todo el Tor, nunca me he encontrado en una situación de desfallecimiento o falta de fuerzas alarmante. Creo que me he alimentado continuamente con cabeza y no he cometido imprudencias. Me conozco bien. Nuestra idea es llegar hasta St. Jacques para quedarnos a apenas siete kilómetros de la sexta etapa, en los albores del jueves, nuestro objetivo desde hace un par de días. Dudamos si descansar en el punto inmediatamente anterior, el Refugio Crest que parece ideal cuando lo vemos pero decidimos salvar los cuatro kilómetros que nos separan de Saint Jacques ya que aunque vamos ya muy tocados, en el libro de ruta no marca desnivel positivo. Es un error. Es lo peor que te puede pasar en este tipo de pruebas, encontrarte con dificultades con las que no cuentas cuando ya vas bajo de moral. La llegada a Saint Jacques es una tortura. Además el refugio es una mierda. Apenas hay de comer y hace un calor asfixiante. Está lloviendo y sólo nos dejan dormir un par de horas ya que no es una base de vida. Cuando me despiertan, me siento muy infeliz. Tengo el cuerpo dolorido y las rodillas al levantarme, las noto cargadísimas. Comenzamos a ascender en torno a las dos de la mañana, temerosos de la lluvia. Es en estos momentos cuando se agradece el buen humor de Oscar, capaz de sonreir y poner al mal tiempo buena cara. Dios aprieta pero no ahoga. Después de una subida de un par de horas en medio de la noche, llegamos al Refugio Gran Tournalin, donde nos ofrecen unos colchones y unas mantas maravillosas que a mí me parecen hotel cinco estrellas. Dormimos otro par de horas y cuando despertamos ya ha amanecido. La vida se ve de otro color y hasta los dolores duelen menos. Desayunamos junto a un ventanal con una vista tremenda y volvemos a la marcha con ganas. Ascendemos el pequeño trecho que nos restaba para coronar el Col Nana y corremos hasta Valtorunenche donde llegamos en torno a las once de la mañana del jueves. Nos faltan dos etapas, una para cada día. Casi, casi, donde queríamos. Sorpresa mayúscula cuando entro en el pabellón y me encuentro al Fali. Apenas ha dormido en toda la carrera y nos ha adelantado. Una bestia implacable. La leyenda del Fali sigue creciendo. Ilustre del ultrafondo al que todos conocen, para mí ha sido un verdadero regalo convivir con él estos días. Como atleta es una bestia, como persona, aún mejor.
6ª Etapa. Valtournenche-Ollomont. "Aquí no se regala nada". Descansamos un par de horas y seguimos adelante los cuatro juntos. Después de una larga subida, la etapa enlaza una serie de circos y montañas a cada cual más imponente con continuas subidas y bajadas, que te van desgastando a medida que transcurre el día. El Fali se queda atrás porque subimos un punto más rápido. Para terminar, acometemos un descenso realmente brutal hasta Oyace (Closé). Casi dos horas y media de bajada técnica ya en medio de la noche, que para mí y para todos parece la puntilla. No hay más que ver las caras de los atletas que van llegando al avituallamiento mientras nosotros descansamos. Aunque la meta está cerca y pocos ya plegarán velas, los corredores están muy quemados. En el puesto...¡¡hay pizza!! No nos cortamos y arrasamos con pizza y media. Hasta llegar a Ollomont, hay que ascender más de mil metros en seis kilómetros. Nos ponemos a ello. Una subida muy larga con pendientes muy pronunciadas cerca de la cima. Creo recordar que dos mil ochocientos metros. Ya he perdido la cuenta de los "cols" de más de dos mil quinientos metros que hemos coronado, siempre fuertes, siempre a buen ritmo. Más animados encaramos el descenso hasta Ollomont. Falta poco para el amanecer del viernes y para encarar nuestra última etapa.


7ª. Etapa. Ollomont-Courmayeur. "Tiempo de cosecha". LLegamos alrededor de las dos de la mañana. La base es de las peores. Esperar para entrar a la ducha, helado al aire libre, no es lo más recomendable. Dormimos un par de horas y marchamos, creo recordar que alrededor de las seis de la mañana. Como siempre, nos retrasamos. Una molestia que arrastro desde hace unos días se ha convertido en un problema serio. Estoy escocido en la entrepierna. Aquello cada vez tiene peor aspecto y me preocupa. Un médico, aparte de pincharme una ampolla del pie, me lo tapa con unas grandes gasas empapadas que hacen despararecer el dolor mientras subo o corro. Encaramos animados la última etapa aunque sabemos que Tor de Géants todavía nos tiene guardados dos grandes obstáculos, Col de Champillon, nada más salir de Ollomont, 1.600 metros en siete kilómetros y medio y el Colo Malatrá, el broche ideal que se merecía esta carrera.
Nuesto buen ánimo desaparece pronto. Cuando apenas llevamos una hora de ascensión, nos perdemos. Buscando el camino correcto, atravesamos en línea recta un peligroso pinar con zonas muy complicadas que seguro nos retrasan cerca de la hora. Cuando retomamos el camino correcto, seguimos con una subida muy dura. Aunque cada vez estaba más machacado, sí he notado que a medida que pasaban los días, cardiovascularmente me encontraba mejor, más fuerte. En algunas subidas he llegado a disfutar, porque además sentía que me quedaba cada vez más margen. Supongo que el hecho de llegar con poco entrenamiento en las últimas semanas y el estar moviéndose continuamente en torno a los dos mil metros, al final causa su efecto positivo. Tras traspasar la cima, afrontamos el descenso hasta St. Remy. Cuando ya casi hemos llegado a terrreno plano, descubrimos el mejor avituallamiento de Tor de Géants. Jamón, embutidos de la zona, quesos diferentes, una cervezita. Nos sentamos y nos ponemos hasta arriba. Oscar no se corta y se lía a cortar jamón con ganas. Habíamos hecho todo el descenso corriendo y los siguientes diez kilómetros hasta St. Remy, son, sin duda, la parte más fácil de todo Tor, un camino en gran parte llano y posteriormente en descenso no muy acusado. Sin embargo, después de la comilona, a la una de la tarde, con el calor, con lo poco que hemos dormido, lo único que apetece es echarse una buena siesta. De milagro seguimos andando hasta el pueblo, donde parece que ya nos vamos recuperando.
Uno de los momentos estelares de Tor ocurre a la salida de Sr. Remy. La familia de Valentín llega ese día a Courmayeur para esperar al "héroe". Por Ana, su mujer, somos conscientes de todo el revuelo que se ha preparado en el foro del Atleta siguiendo nuestras andanzas -gracias, dagales-. Cuando ya vamos camino de la Malatra, una furgoneta se para frente a nosotros y de ella sale nuestro ruidoso club de fans, las hijas y la sobrina de Valentín que hasta traen pancarta para la ocasión.



Después de desearnos suerte y citarnos en meta para sólo dentro de unas horas, seguimos a lo nuestro. La Malatra espera. Era de temer y era el puerto que demandaba la carrera y hasta nosotros mismos como cierre. A estas alturas, la última ascensión debería ser de las que dejan huella. Es un monstruo, largo, duro y con un temible paso final en fuerte pendiente donde se habían colocado unas cuerdas. En la foto no se aprecia pero había que pasar al otro lado en muy pocos metros (si os fijáis, se ve un corredor de rojo). Ahí me resiento del tendón de Aquiles -otro dolorcillo más para la colección-. Los Teres pasaron por aquí de noche con un pajarón del "quince". Máquinas.



Pero al final coronamos. El Tor está hecho. El último col. Sólo nos queda bajar hasta el refugio Bonati, llanear hasta Bertone y bajar a Courmayeur. La foto es de la cara del trabajo bien hecho. Detrás se intuye la cumbre del Mont Blanc.


Camino de Bertone nos cruzamos con Elías -retirado por ampollas- que en un gran detalle, marcha al encuentro del Fali, que nos pisa los talones a menos de una hora, para animarlo hasta meta. Lo dicho, incombustible Fali. Un blindado.
LLegamos fuertes, corriendo hasta el final. Me lo dicen hace unos días y no me lo creo. La entrada en Courmayeur es larga, nunca creí que el pueblo fuera tan grande. Poco antes de las diez atravesamos las calles solitarias donde piensas a toda velocidad en todo lo vivido. Cuando llegas al centro, los aplausos, los abrazos y felicitaciones de los conocidos te abruman. Es entonces cuando te das cuenta de que estás muy cansado y de que tienes una especie de nube en la cabeza que poco a poco se irá disipando. Las escasas horas de sueño durante tantos días además del esfuerzo continuado trastocan por completo el cuerpo. A mí me ha costado varios días recuperar el ritmo normal de sueño. Los primeros días, cuando me acostaba me dolían las plantas de los pies y supongo que debido a ello, no hacía más que soñar que teníamos que subir a tal o cual montaña.
En fin, ya no cuento más, que ya está bien. Barajé hacerlo en varias partes. Al final, un resumen de una semana, largo o corto, según se mire.
Creo que puesto 93, justo en la mitad de los 180 "finishers".
Aviso para navegantes que el próximo año los habrá y muchos porque esta es una carrera que enamora. Jaume lo expresó muy bien el día después. En Tor de Géants, no se puede salir a competir. Hay que salir a terminar. Hay que ser prudente, la carrera es demasiado inabarcable. Hay demasiados factores a tener en cuenta. Después la carrera te pondrá en tu sitio.

La foto final no podía ser otra: la "Escuadra Moncheta" en pleno. Valentín ya anda metiendo los perros en danza para nuevas aventuras el próximo año. ¿Habrá reencuentro? Todo se andará. Os quiero, amigos.


Ya sabéis que no llevé música. De haberlo hecho, probablemente uno de los discos que más hubiera escuchado hubiera sido el "Infinite Arms" de Band of Horses que me ha tenido enganchado todo el verano. Música que remite a espacios abiertos.
Hoy sí que sí.... "¡¡YO SOY ESPARTACO!!"



lunes, 20 de septiembre de 2010

Adolescentes alocados


Cuando el sábado me subí al autobús que me llevaría de Courmayeur a Milán, me inundó una sensación familiar pero hace tiempo olvidada. Momentos antes me había despedido emocionado de mis compañeros de aventura tras una larga sobremesa de historias y risas. Me recordó a la tristeza del último día de los campamentos y excursiones a los que acudía cuando era dagal. Tras aquellos días diferentes, compartiendo momentos y experiencias con personas nuevas, volvías a tu rutina y círculo habitual.

Aparte del aspecto puramente deportivo, esta carrera me ha aportado algo más. La convivencia con unas personas en principio desconocidas, muy especiales, cuyo contacto me ha enriquecido como persona. No se trata sólo de que sean atletas muy duros física y mentalmente. Son buena gente con una fuerza y un brillo especiales.

La Gazzeta dello Sport, el día antes de la prueba, nos calificaba de locos. Reportaje a página completa de "La strada dei folli" -con conexiones diarias de la RAI-. Estamos acostumbrados a que las personas ajenas al mundillo nos traten así. Siempre reconozco que tienen parte de razón pero quizá haya otra explicación. Tal vez nos negamos a crecer por completo, tal vez a veces nos guste seguir jugando igual que cuando éramos críos. No debe ser tan malo este tipo de locuras si te suministran tan buenos momentos y recuerdos como los de esta semana. Cuando me tachan de loco, miro a mis ojos de mi interlocutor y sé si es sincero o en el fondo simplemente siente envidia por no ser capaz de hacer lo que nosotros hacemos, por no tener la valentía de acometer esas empresas que no te aportan rentabilidad material, la única válida en el mundo real. Allá ellos. Yo no les digo cómo deben vivir su vida y no necesito que ellos se entrometan en la mía.

Cuando salíamos para Milán, sonaba "Teenage Kicks" de los Undertones por la radio, la canción favorita de John Peel, una de los locutores más famosos de las historia del rock. Fue el detonante para el post. Tal vez ni yo ni mis compañeros hayamos cambiado tanto con los años y a pesar de gastar ya demasiados años, seguimos teniendo sueños adolescentes, incomprensibles para la mayoría bienpensante. Y que dure.
"Are teenage dreams so hard to beat"

Os dejo la relación de todas las personas con las que compartí esa extraña aventura que es Tor de Géants (creo que no se me olvida nadie). Salva, el campeón, los dos Jordis, Elías, Luis, Ana, Juan y la siempre solícita Marga, Santiago y familia, Anaime, el siempre dispuesto grupo de apoyo formado por Josu y Rober, Fali, Jaume y Xesc, nuestro grupo de fans más ultra, la familia de Valentín y sobre todo a la temible "Escuadra Montecha" formada por Oscar, Valentín y un servidor

Acabo de leer el comentario en la anterior entrada de Jaume, una persona con la que siento una gran conexión espiritual por su forma de entender el deporte y la vida. Ahí él también expresa lo que yo quería decir.
La crónica propiamente dicha sigue cociéndose a fuego lento. Permanezcan a la escucha.

viernes, 17 de septiembre de 2010

Descomunal "Tor des Géants""


Recien acabado el Tor, es dificil tratar de resumir una prueba de estas caracteristicas que refleje el verdadero espiritu de la prueba. Como os imaginais, prometo cronica como Dios manda para la vuelta, probablemente estructurada en cuatro partes.
Es una carrera desmedida en todos los sentidos. Jamas volveria a correrla, es demasiado agresiva con el cuerpo humano. Es realmente sorprendente lo que le puedes exigir. Por otro lado, es la prueba donde he sido testigo de milagrosa acumulacion de belleza.
Estoy muy orgulloso de haber finalizado. Nunca habra otra prueba que valore mas. En el aspecto deportivo, nunca he terminado ni afrontare reto de semejante entidad. Se trata de una verdadera aventura humana inabarcable en muchos sentidos. Compartirla con otro cuantos "locos", no hace mas que enriquecerla. Aqui se han creado unos vinculos que perduraran para siempre.
Especiales gracias a todos los que habeis seguido nuestro periplo en la prueba, que me consta habeis sido muchos.
Un abrazo.
De musica, sigo dejando vigente la serie "stoniana" hasta la ùltima del domingo. Ya ves, Mick, sometimes, you can get what you want.
Perdon por las tildes. Ya sabeis, el teclado extranjero.


No tan satánicas (5)


jueves, 16 de septiembre de 2010

miércoles, 15 de septiembre de 2010

martes, 14 de septiembre de 2010

lunes, 13 de septiembre de 2010

miércoles, 8 de septiembre de 2010

Imprescindible

Algunas de las cosas que debo llevar en Tor:

Saco
Zapatillas
Gorro
Buff
Guantes largos y cortos
Chubasquero
Forro polar
Manta térmica
Calcetines
Camisetas de manga larga y corta
Frontales
Mallas cortas y largas
Pantalón impermeable
Vaso
Venda
Crema solar
Gorra
Bastones
Mochila
Vaselina
Silbato
Gafas
Carnet
Geles y barritas
Bolsas de plástico
Chaqueta
Cámara
Teléfono
Pantalón

Pero hay algo que no puedo olvidar y es esto


Papel y lápiz. Aunque no tenga ganas, escribiré cada día para no olvidarme de nada. No sé si haré cien, doscientos o trescientos kilómetros pero lo que sí prometo es una buena crónica de esta estimulante aventura desde tantos puntos de vista.
Quizá alguien eche de menos algo en la mochila, la música. Estuve dudando, sobre todo por el miedo a las noches donde inevitablemente y siendo tan pocos (alrededor de cuatrocientos), marcharemos solos, pero al final lo descarto. En UTMB llevé reproductor pero no se me pasó por la cabeza utilizarlo. No deja de sorprenderme que alguien tan apasionado por la música como yo, prescinda de ella en las pruebas de ultrafondo. Prefiero escuchar la montaña, prefiero escucharme a mí mismo.

La página de la prueba es ésta. No creo que finalmente se pueda hacer el seguimiento de los atletas pero por si acaso, os dejo mi dorsal por si a alguien le interesa. Es el 196.

Espero que "el tiempo esté de mi lado". Con esta canción inicio una serie "stoniana" que os dejo cargada para la próxima semana.



lunes, 6 de septiembre de 2010

Dejándome llevar a las puertas de Tor



Se acerca el día. Menos de una semana. ¿Cómo me encuentro? Pues bien, casi tan bien como Fanny, la chica que acompaña este parrafo. El de 2010 fue un gran verano. Aunque últimamente sufro menos de lo que debería. Deportivamente, en Agosto me encontré muy bien. Después de Boedo estuve más de una semana sin entrenar. Las piernas me pidieron descanso y se juntó la Feria de Teatro. Estos últimos días he hecho algunas salidas montañeras pero no gran cosa, lo justo. Sé que no debería haberme dejado llevar este último tramo pero son cosas que pasan. Un par de días para un par de entrenos y rumbo a Milán. Estoy un poco acatarrado pero no creo que la cosa vaya a más. Por lo menos llego descansado y sin dolor alguno. Fresco como una lechuga, con ganas y dispuesto a sufrir en el reto mas garrulón de mi vida. Excepto Sables, no creo que vuelva a estar tantos días embarcado en una aventura de este tipo. Ante un reto de estas características, todo son incógnitas: cómo soportará el cuerpo un esfuerzo tan exigente día tras día, cómo responderá mi cuerpo, como toleraré el dolor que progresivamente se irá apoderando de mi músculos y articulaciones, cómo asimilaré el escaso descanso. Ya se verá. Se hará lo que se pueda. Mi objetivo es llegar. Estoy delgado. Miedo me da pensar en el estado en el que voy a concluir. Probablemente espejo y báscula se constituirán en juez severo .






Aquí unas fotos de La Peña, con Roman, un encanto de chico ucraniano que pasa en Ciudad Rodrigo los veranos.





Alicia en la cima del Calvitero


En la Ceja.


Curro, el que más disfruta de todos.



¿A santo de qué las imágenes del principio? Son de "Bright Star", la última película de Jane Campion. Ayer por la mañana en Anaya, le hice a Alicia una fotografía al estilo Winona Ryder en "La edad de la inocencia". Por la tarde vi "Bright Star" y me pareció similar en muchos aspectos a la película de Scorsese. El cuidado de cada plano es enfermizo. Pocas veces los colores, la luz de cada estación inundan de una forma tan eficaz y sorprendente la oscuridad de una sala de cine. Hay momentos en que puedes sentir la brisa, el olor de los campos.
La película es una delicia. Trata el romance de John Keats, poeta romántico inglés con Fanny Brawne. No es para todo el mundo. La película es lenta y está llena de poesía tanto real como en imágenes. El amor puro, sin más. Personas a las que devora una pasión y a la que no le importa nada más en la vida. Hay un momento en que la protagonista vive enclaustrada en su habitación rodeada de mariposas que capturan los niños para ella. Una forma de tratar de encerrar la belleza. ¿Se puede guardar la belleza en un rollo de fotogramas de dos horas? Viendo esta película, casi diría que sí.

Gracias al presente de Joserra, últimamente escuchó a menudo a Big Star. Hoy os dejo a unos discípulos aventajados de ese pop luminoso y perfecto que practicaban los del recientemente fallecido Alex Chilton. Son los Posies de Keng Stringfellow y Jon Auer. Hace unos años, esta canción me tenía enganchado.


"You are the beautiful one"

There's no kiss, no kiss I'd trade for you
There's no kiss, no disciple I wouldn't betray for you
You're the beautiful one
Of course you knew
And the wind, it blew smoke circles around your eyes

I can't teach you
I can't tell you
I can't know you
But I want to
I can't sense you
I can't move you
I can't kill you
I can't stop you
There's no tailor making a four hundred dollar disguise (not this time)
Just an unhappy wind blowin' smoke in your eyes

There's no trust big enough for this room
And you know the certainty will be your doom
You're the beautiful one
You can take that home at night
Turn your body to the sun
And soak up what you can this life, (this life), this life


There's no backspace
There's no comma
There's no hyphen
There's no ribbon
There's no tab skips to the place where it writes out:
";All is forgiven";
There's no accusation that comes as a big surprise (not this time)
Just an unhappy tire throwin' dirt in my eyes

(instrumental bit)

Funny how you can cure yourself
But what made you sick's still there
Funny how you can detach yourself when you wanna show you care

(Overlapping vocal parts for the next few lines)
You're the beautiful one
You're the beautiful one
You're the one
You're the one
You're the one
You're the one
You're so far gone a distant planet is picking up your goodbyes on TV
What's so beautiful about you is you didn't have to explain it to me

"Amelie va a cambiar tu vida"