miércoles, 27 de marzo de 2013

Cien años de camino tras "Las Hurdes" de Unamuno


Enredada su existencia en describir el cotidiano bregar del hombre, paradójicamente, Unamuno pareció sobrehumano. Por su capacidad para desde puertos pequeños, recorrer océanos, para desde la rutina y el método, desde ese ansia de cosas pequeñas, abarcar las grandes. Dueño de la lucidez más contundente, la de la facultad de describir puede que todo con apenas nada, con un par de líneas capaces de noquearte, de atravesarte. Esas máximas que pueblan todos los géneros que cultivó.

 Un hombre tan lejano en tiempo y talla  que siempre sentí cercano, que se viene cruzando en mi camino desde mi adolescencia, del que siempre entendí su voz. Por su visión política incómoda, por el continuo e íntimo cuestionamiento, por no plegarse a lo fácil, por saber decir a qué no y no tener tan claro a qué si, por ser un "casero" viajero, por su desapego a las capitales,  por ser su Salamanca mi Ciudad Rodrigo, por su ajetreada relación con la experiencia religiosa, por su duda, por su lucha interior. 

Se vuelve a cruzar en mi camino por otro motivo. Sabía de un viaje a Las Hurdes;  poco más. Gracias  a que en 2013 se cumple su centenario, el Centro de Documentación de Las Hurdes organizó en Pinofranqueado una jornada para revisar con detalle el periplo del autor y aproximarse a su figura desde un punto de vista familiar. 

Dejo ahí esa ventana al interior de una casa de Salamanca. Asistir como testigo a íntimas escenas familiares, aunque no puedo negar que me estimule, me hacen sentir un espectador extraño, no sé si hasta legítimo. Voy con el viaje.

En 1913, con un guía privilegiado, Maurice Legendre, autor de los más ajustados estudios sobre la vida en Las Hurdes, Unamuno se adentra en una región entre legendaria y maldita para conocer la verdad. No le bastan opiniones apresuradas, no le basta el lugar común de leyendas sobre desdichados y salvajes. Y efectivamente, donde otros ven miseria, él ve dignidad, donde otros ven dolor, él coraje, donde otros ven vergüenza, él ve el "honor de España" que decía su compañero francés, donde otros sienten compasión, él   admiración. 

Viaja a las Hurdes para  reivindicar la verdad frente a un pasado que encerró a estas gentes en la reserva más difícil de desmontar, la inventada. Incluso para reivindicar la verdad frente al futuro de visitas ilustres de pequeños Grandes de España como Alfonso XIII, o grandes del arte como Buñuel, también culpables de borrones tramposos. No logrará sacudir la condena que tardará décadas en prescribir. Hoy es tiempo de reivindicar a los sinceros, a los pioneros que reivindicaron futuro para Las Hurdes. 

Como Unamuno, como el Catedrático de Geografía Eugenio García Zarza, último ponente de la tarde, apuesto por ese puente entre la Sierra de Francia, entre Batuecas y  Hurdes, entre Salamanca y Extremadura. Estoy tan enamorado de las piedras de mi ciudad, Ciudad Rodrigo, que me siento en deuda con unas calles y  paseos que me proporcionaron quietud y paz, que me consolaron cuando lo necesitaba hasta el punto de preguntarme cómo unas piedras muertas pueden obrar el milagro. También esa Sierra de Francia, habitual lugar de mis entrenamientos o paseos y mi Peña de Francia, un lugar tan especial para mí que hasta lo elegimos para casarnos en junio. 

Las Hurdes estaban al pie del balcón; no cabía otra a mis querencias mas que se despeñaran  Portillo abajo, haciendo parada en ese vergel fuera de lugar que es el Monasterio de Las Batuecas y siguieran su camino natural. Siguieran su camino a través de carreteras que  recorro a diario y que suplican a cada metro a mi al alma de caminante y montañero, detener el motor y sentir sus senderos abandonando el asfalto, a través de los verdaderos vasos comunicantes por los que mana el alma de la región de los cuatro valles. Cada camino una vena, cada alquería un latido. Imagínese el estupor del foráneo al escuchar que no hace tanto tiempo, Ministerios de despachos sellados a la realidad, barajaron la idea de parar ese corazón, de extirpar la vida de la región y destinarla al solaz del señorito.

"El paisaje es memoria" dice Julio LLamazares. Nunca lo será más que en una zona que se antojaba imposible de habitar, estéril e ingrata, tan difícil de de domar y donde se pagaba  precio a diario. "No hay vida donde no hay lucha", decía Don Miguel. Ese precio que además de regalarte la supervivencia,  ofrece la fortaleza del anacoreta, del que no se vende porque no necesita más, que ya venció a tantas plagas que no importa una más, la llames desamortización, repoblación forestal, golosa y segura renta al servicio del latifundista o la misma expulsión maquillada de expropiación. Pero cuando se pagan esos precios, no existe cantidad que abarque la palabra indeminización. El testimonio de una victoria, "Ni los holandeses contra el mar".

Y Unamuno lo puede entender mejor que nadie porque acaso su obra no verse más que sobre lo que cuesta ser hombre. Aquí y allí, a ti y a mi, porque aquí o en Chipre se sigue malcontando monedas y maldiciendo el precio de la aceituna que no deja de bajar, porque Aristóteles decía que el Mediterráneo es un charco de ranas y si hubiera sabido del mundo entero, también lo creería diminuto porque al fin, en todos los sitios duele ser. "El dolor es la sustancia de la vida y la raíz de la personalidad, pues solo sufriendo se es persona"

Planteaba Eugenio Zarza la idea de revitalizar y poner en valor la ruta de Unamuno para uso senderista. Alguno sabéis de mi intención de diseñar un Ultratrail de las Hurdes. ¿No cabría mejor excusa? ¿No sería el mejor itinerario seguir las huellas que  a pie y en burro  recorrió aquel extraño grupo durante unos días de un caluroso mes de agosto de 1913? Un ultratrail es lucha continua contra el agotamiento y la distancia. Qué mejor escenario que un tierra conquistada a base de pundonor y lucha, la que  sirve para conquistar una vida, para ganar una meta. 

100 años de un viaje. Otro viaje en el tiempo que recorrieron una Notas de excursionista  para explicarme algo de lo que yo siento y no podía expresar. Algo que ahora parece fácil entender:

"Si en todas partes del mundo, el hombre es hijo de la tierra, en Las Hurdes la tierra es hija de los hombres"

viernes, 22 de marzo de 2013

La tramoya de la Feria de Teatro de Ciudad Rodrigo


La Fundación Ciudad Rodrigo 2006, continuando con una magnífica iniciativa, organiza un ciclo de tertulias sobre el mundo del teatro para analizarlo desde diferentes puntos de vista. Ayer se celebró la primera: "El Teatro... desde la gestión". Otros días se tocarán  temas como actores, dirección, público o difusión.

La charla a cargo de Manuel Jesús González, Presidente de Civitas, vino a ser la celebración de un logro que luce en pie desde hace ya quince años. Abrir en canal la Feria de Teatro de Castilla y León solo puede aproximarnos al ingente trabajo y acuciante responsabilidad que durante muchos meses supone manejar de forma  ilusionada pero también profesional, tantos recursos y expectativas y cuya culminación estalla y se esfuma en un clímax de apenas cinco días de fiesta.

Transitamos tiempos extraños, habituados a convivir entre la decepción y la resignación, no está de más que alguien te recuerde que algo puede funcionar simplemente bien, que por mucho que busques, no encontrarás el lado negativo del asunto. Partir de un principio tirando de principios para conseguir unas metas lejanas y complicadas por lo difusas, no tiene por qué resultar quimérico.  Sin olvidar el necesario ánimo perfeccionista por mejorar, sólidas razones para salirse del guion al uso y felicitarse, para sentir lo reconfortante que es conseguir los objetivos construidos por unas pocas mentes preclaras y lúcidas a la cabeza de las cuales se encontraba  la prematuramente desaparecida Rosa María García Cano, en memoria de la cual se celebra este ciclo. 

Todas las cifras y el retrato del modo de operar de la organización son interesantes pero más allá de los logros medibles, brilla aquello que no se puede reflejar en un diagrama estadístico, haber convertido Ciudad Rodrigo en una comunidad implicada con una manifestación artística que a la mayoría le resultaba tan ajena en los inicios de la aventura y sobre todo seguir construyendo y formando adeptos a la causa con ese milagro llamado "Divierteatro"

Y es que el nombre de Ciudad Rodrigo es conocido un poco más por una razón más, por su Feria de Teatro. Ciudad Rodrigo también es Teatro.  En los comienzos se partía de utilizar el escenario histórico que disfrutamos a diario como ilustre cimiento para relanzar nuestro patrimonio cultural. LLega un momento que la propia Feria es parte importante de este patrimonio.

Gran enhorabuena a todos los que en mayor o menos parte, formaron y forman parte de la gran empresa.

miércoles, 20 de marzo de 2013

Mis mejores discos 2012 (tercera y última entrega)


MARK LANEGAN: "Blues Funeral".  Sigue siendo oscuro, sigue siendo la voz de Seattle, sigue dando miedo, sigue "sangrando barro". Quizá títulos demasiado explícitos. El peligroso no lo parece. A estas alturas no necesitas ir de nada, hombre.

CHUCK PROPHET: "Temple Beutiful". El otro lado, el rock que no necesita poses. Limpio, fácil. Un buen tipo que celebra la vida haciendo rock and roll. Han pasado tantos años desde el NRA y seguimos en la brecha.

THE TALLEST MAN ON EARTH: "There´s No Leaving Now" . Tantas buenas bandas desde Suecia, la mayoría más recias. A Kristian Mattson le gusta el folk, el que no admite camuflar una mala canción.

MC ENROE: "Las orillas". Entra por los pelos. Quizá de más de mustio pero reconocemos un puñado de grandes canciones.

THE XX: "Coexist".  Mis tres "modernos" comienza con los ingleses. Si sigo pensando que se parece demasiado a su sonado debut, ¿por qué sigo volviendo a ellos? Hay ratos que funciona la fórmula. Lo que  no sé es hasta cuándo.

ALT-J: "An Awesome Wave". Arriesgados y extraños, no sé muy bien qué es lo que hacen pero esa búsqueda funciona. Un disco lleno de matices.

BEACH HOUSE: "Bloom". Otros modernos aunque esto del "Dream Pop" sea más viejo que Matusalen. Un bonito disco para escuchar de una sentada... si no fuera por la bobada de terminarlo con un corte de 17 minutos. A propósito, alguno echará de menos en la lista el disco de Neil Young. Simplemente me niego a seguir con un disco que comienza con una canción de media hora -me parece una gilipollez fuera de lugar, así de simple-. 

DR.JOHN: "Locked Down". Y yo sin conocer a este zumbado. A los mandos, el "tecla negra" Dan Auerbach (como me gusta que los jovenzuelos afortunados de hoy apuesten por rescatar a viejas glorias en la onda de Jack White o Jeff Tweddy) para parir un disco festivo y vacilón que a cada escucha descubre algo más. 

ALABAMA SHAKES: "Boys & Girls". Otro de esos grupo sureño de alma bañada por el mismo Mississippi que no conocía. Si te gusta el palo, dales una oportunidad. Si ves el vídeo, te preguntarás si merece la pena perder el tiempo con algo que no sean raíces.

JACK WHITE: "Blunderbuss". Y no me acababa de entrar, y mira que le di oportunidades y sin embargo, lleva unas semanas creciendo. Como era de esperar, todo lo viejo filtrado por la pasión rockera de uno de nuestros eruditos favoritos.

JULIÁN MAESO: "Dreams Are Gone". Sin salirnos del tema, una lección magistral sobre los estilos de allí a cargo de uno de aquí. Mucho más que un ejercicio de estilo. Un disco doble perfecto, brillante en muchos momentos. Cuando la nostalgia no es triste.

Y se acabó. Seguro que si repensara, añadiría alguno más. Sé se me quedan mucho discos sin escuchar -la oferta actual es inabarcable-, pero si realmente merecen la pena, se asentarán, pervivirán y se cruzarán en mi camino Solo he de permanecer alerta. Ahora me viene a la cabeza  "The Seer" de The Swans, uno de esos discos raros que me lleva dando pereza escuchar varias semanas. Puede que le dé una oportunidad y me convenza aunque lo más probable es que me parezca insoportable -se me pasó la edad de querer parecer interesante-. El hecho de que Rock de Lux lo haya elegido como mejor disco del año se antoja más una señal de alarma que un estímulo, dada la inclinación a la boutade para su elección de obra anual tal que Joanna Newson o el "Roots" de Sepultura, un disco cojonudo, por otra parte. También se podría colar el soul iluminado de Cody Chessnutt con el que ando enredado últimamente pero es lo que digo, ando en ello y no tengo perspectiva. .En fin, corto. A ver si en los próximos días preparo una recopilación con canciones del año.

Vale.




lunes, 18 de marzo de 2013

Héroes sin glamour

Quique González, en la estupenda entrevista que le hace Fernando Navarro, sin dramas ni resentimientos nos da cuenta del reverso de un par de personajes públicos que él admiraba y que en mayor o menor medida, le decepcionaron. Por un lado Johnny  Cifuentes de Burning, por otro Antonio Vega. Son hombres, es lo que hay.

A cuenta de ello unos párrafos sobre esa extraña relación con los ídolos, con esos tipos a los que una mayoría admira de forma incondicional. Esa absurda forma de interiorizar la dimensión pública de un personaje, trasponer su vida pública a su intimidad y considerarlos de una pieza.

En los días que vivimos, es el deporte el campo más fértil del que se nutre ese imaginario colectivo de héroes fuertes e indestructibles, pretendida fuente de valores de ley para  la sociedad de un país,   espejo para las generaciones en formación. 

Por principio, considero más que discutible la afirmación . Si eres honesto y mínimamente reflexivo, si consigues permanecer por momentos ajeno a todo el ritual de consagración diario de los medios de comunicación, a medida que dejes de ser un chaval, tus años y experiencia restarán brillo a esa pátina que cubría a ciertos personajes y que en algunos momentos llegó a parecer sobrenatural e inextinguible. Por mucho himno y medalla que me vendan, sabrás que las banderas no son más que trapos que no significan una mierda.

Sin embargo, me reto a mí mismo y me salen nombres del mundo del deporte a los que sí admiro desde la distancia, que bien podrían ser modelos. Alguno de primera línea, otros casi desconocidos.

Superpaco, del que ya he escrito en alguna ocasión, el rocoso abuelo andaluz que  a punto de cumplir 75 años , sigue puntual a su cita con los kilómetros de montaña. Este fin de semana en Cádiz tuve el privilegio de asistir verlo en acción. No lo conozco personalmente pero imagino  la incomprensión de su entorno cuando comenzó con estas aficiones. Nosotros somos pocos pero de la gente de su generación, ya me dirás. Una pasión que solo puede volar sobre una personalidad y una seguridad pétrea. 


Si tuviera que elegir alguien del Olimpo, elegiría a Del Bosque porque precisamente me parece un tipo capaz de mantener la cabeza fría en el centro de un mundo donde todo es vanidad y tentación. Nunca le he escuchado una declaración que no esté inspirada por el sentido común; ni entrar al trapo en los momentos difíciles, cuando las hienas afilan los cuchillos, ni mostrarse arrogante y vengativo, ni siquiera mínimamente reivindicativo cuando bien podía, a la luz de incontestables e irrepetibles triunfos. Lo despidieron del Madrid por no ser suficientemente "moderno" y ahora allí disfrutan de su antítesis, el tipo más engreído y vanidoso del mundillo -y ya es difícil-. Al menos la justicia poética existe y nada le privará de convertirse desde la sencillez, en un tipo legendario.


No sé si cabe incluirlo en el mundo del deporte popular, pero leyendo este fin de semana acerca del documental estrenado sobre Albert Casals, el chaval catalán parapléjico que recorre el mundo en su silla de ruedas, me trajo a la memoria a un participante anónimo con el que coincidí hace años en el Medio Ironman de Buelna. Para los profanos, esta es una carrera muy dura: casi dos kilómetros nadando en el mar, un quebrado recorrido de 90 kilómetros de bicicleta y una media maratón para terminar. Bien, la peculiaridad de este chico era que tenía un solo brazo. A menudo me acuerdo de él y pienso en a todo lo que tuvo que vencer  a lo largo de su vida para lograr colocarse ese dorsal.


Vivimos cercados por la consigna de que siempre hay que ser positivos, de que en nuestras manos está la felicidad, que no necesitamos más que actitud..  A grandes rasgos puedo estar de acuerdo, aunque a menudo, tanta filosofía de mercadillo, me carga. Hay un tiempo y un lugar para cada estado y hay veces en que el lado malo de la vida debe doler para aprender y seguir adelante.. Sin embargo actitudes como la de Albert Casals o ese triatleta anónimo no pueden ser más que inspiradoras para nuestra vida diaria. Nuestra vida es un continuo bregar con problemas  que a veces parecen asfixiarnos. Sin embargo, asistir a los ecos de esas vidas, me hace preguntarme si disponemos de las medidas adecuadas para calibrar la magnitud de los obstáculos que nos rodean. Me pregunto si yo tengo algún derecho a quejarme, si lo tengo a quedarme sentado y no pelear para poder cruzar la mirada en una zona de transición con un tipo duro de verdad, de de los de tebeo, con casi un Guerrero del Antifaz. 

Puede que la respuesta a la pregunta sea simplemente un poco de fe, esa que todos podemos rastrear.

po

jueves, 14 de marzo de 2013

Sierra de Bandoleros, mi peor y mejor ultratrail


Después de sacudirme una amarga década de lastre, veía 2013 como una puerta de tiempo perdido  que comenzaba con dos citas importantes, dos citas trascendentales de muy distinta naturaleza en las que debía demostrarme qué soy, cuál es mi  verdadera naturaleza para seguir por mi propio camino. 

De la primera, la más temible, ya os conté en su día. Mejor que bien. 

La segunda consistía en  volver a  acometer un Ultratrail que se aproximara a las cien millas.

Había tiempo que no encaraba una carrera con tanta ilusión y temor al tiempo. El pertinaz catarro que me obligó a renunciar al Maratón de Sevilla y que únicamente me permitió acometer un único entrenamiento de montaña de 32 kilómetros una semana antes de la prueba, no constituía para mí síntoma de inquietud. La fuerza que yo trataría de encontrar dentro de mí no procedería de la adaptación que proporciona el entrenamiento sino de otro tipo de fuente interior. Sabía que lo pasaría mal, muy mal, pero mi único objetivo era terminar, no me importaban ni tiempos ni puestos. Por experiencia sé que para finalizar este tipo de pruebas, más en las condiciones en que se disputó esta, se necesita probar tu temple, el material del que estás hecho. Se necesita ser capaz de soportar todo lo que te arrojen encima. Tratando de disipar las dudas que trajo 2012 en Soplao y Tilenus, (atenuadas por el resultado del Desafío Cantabria)trataría de volver a encontrar la motivación y  dureza mental que me llevaron a metas por momentos impensables como Tor des Géants, Mont Blanc o Ehunmilak.

Bien, la respuesta fue  simple y contundente. Me enfrenté no solo a una carrera ya de por sí muy exigente, sino a un desafío agigantado por unas condiciones del terreno y climatológicas especialmente adversas que aún así no me hicieron desistir de mi empeño. Por ello, mi respuesta, ser uno de los 114 participantes que finalizaron la prueba, es aún más clara y  de más valor.

Tras la carrera, cuando me levanté después de dormir apenas dos horas en el gimnasio del instituto de Prado del Rey,  mientras veía a mi alrededor corredores descansando,  Superpaco  atravesó el pabellón en calzoncillos camino del saco y me emocioné porque sentí que sigo siendo uno de ellos. Porque volvía a entender  las razones de todos esos cuerpos doloridos agolpados a mis pies. Esas razones que te determinan a continuar a pesar de todo, ninguno de ellos podría explicarlas, y sin embargo son más fuertes que todas las de los demás.

Hay un sensor infalible para indicar si algo me gusta. Si mientras lo estoy viviendo, me muero por contarlo, por un folio para anotaciones, entonces es que algo es de ley y durante Bandoleros, eso me ocurrió en tantas ocasiones, que ya no me queda duda alguna.

(Edu)

Los habituales sabéis que no soy muy de crónicas al uso pero aquí, bajando a la tierra,  podría elegir como una buena forma de contar la película de la carrera, la de tirar de la suma de obstáculos que al fin y al cabo son las que vienen a suministrar la medida del reto o de cada aventura personal. 

Aquí los problemas comienzan desde los títulos de crédito. Llegando a Prado del Rey, mientras en la radio todo eran noticias alarmantes sobre la lluvia caída y por caer en Cádiz,  apenas a diez kilómetros del pueblo me doy de bruces con un cartel que indica "Carretera cortada". Empiezo a pensar que tal vez he recorrido demasiados kilómetros en coche para no hacer ninguno a pie, que quizá suspendan la carrera. Afortunadamente no ocurrió. Solo prescindieron de tramos peligrosos reduciéndola a 129 kms.

Lo demás, la verdadera historia de la carrera, muchos la sabéis porque lo habéis leído u os  la han contado y el resto la podéis intuir. Básicamente, un rosario de penalidades. Aunque soy perro viejo, las condiciones son las peores que he vivido, especialmente la primera terrible noche de la que verdaderamente eres consciente al ver las prematuras miradas de derrota en Villaluenga (Km 32). Aquí muchos comenzaron a retirarse cuando aún restaba todo lo peor. Antes de marchar de Villaluenga, sufrí otro percance estúpido, una caída que debió ser anecdótica pero que vino a convertirse un costalazo importante. No, no fue en un paso de montaña; fue en unas escaleras que resbalaban como la madre que las parió. En el edificio en el que guardaban las bolsas al que no sé para qué entré porque no tenía intención de cambiarme, me avisaron que se habían caído tres corredores, que tuviera cuidado. No acababan de avisar cuando yo ya marchaba escaleras abajo. Con el cuerpo helado, me golpeé el codo y la muñeca, temiendo durante algún tiempo que me hubiera hecho daño de verdad. Hoy el codo sigue dolorido pero en forma pero aquella noche tardó en esfumarse el dolor entre todo el  infierno que aguardaba.

Continúo. Me volví a perder -y van...- En lo peor del vendaval nocturno, cogí un desvío para una parte posterior de la carrera, me metí en un regato hasta la cintura al no ver una plancha que tenían para cruzar, seguí adelante contra un torrente de agua que golpeaba con saña el rostro y que impedía mirar al frente, costando horrores localizar las balizas, hasta que llegó un momento en que no encontré la siguiente. Justificada tanta blasfemia solitaria en el centro  de una noche intimidante y ausente pero ahora sé que fue una suerte. Tras errar sin sentido y sin tomar una determinación definitiva, decidí esperar a que llegaran más corredores. Toda mi ropa estaba empapada pero cuando estás en marcha no sientes frío; sin embargo, cuando me acurruqué contra una piedra para evitar la manta de agua que golpeaba de costado, me comencé a quedar congelado y me asusté, quizá como nunca me había ocurrido en una carrera. Al no llegar corredor alguno, decidí volver sobre mis pasos en un regreso que nunca acabé de ver claro, hasta que por fin apareció un grupo de luces a lo lejos, un pequeño vagón en medio de la noche, cuatro corredores destacados, imagino que cabeza de carrera que pararon junto a mí para, entre el ruido provocado por el aire y la lluvia, conseguir explicarme que me había equivocado de desvío, que debía volver atrás. Por lo que después me contaron, fueron ellos los que después también se perdieron, probablemente donde yo tampoco había encontrado el rastro correcto. 

Cuando por fin llegué al cortijo que servía de avituallamiento y al que debería haberme dirigido desde el primer momento y que no llegué a ver, ya me explicaron la situación con detalle. Me vine abajo. Había perdido cerca de dos horas sin avanzar ni un metro. Allí también había gente junto al fuego que habían decidido retirarse pero tenían que esperar vehículo o bajar a Montejaque siguiendo una sencilla pista de descenso de diez kilómetros. Decidí marchar hasta allí con ya rondándome la idea de dejarlo. Lo bueno de toda la peripecia fue que con el susto,   el cansancio se esfumó de golpe y bajé corriendo hasta el pueblo. A Montejaque (Km.50) llegué más animado porque comenzaba a amanecer y el arreón que te proporciona la luz solo es capaz de valorarlo el que lleva doce horas de noche en la mochila

TRas comer algo y comprobar que no existen visos de nuevos chaparrones, vuelvo templado a la guerra. Al tiempo que me cruzo con los "Pacos", padre e hijo, que bajan corriendo en una insólita y edificante escena hasta el pueblo,  me uno a una figura espigada y delgada, entrada en años, con barba y trazas de anacoreta. Es José Luis. Ya no volveré a separarme de él hasta meta. 

En esta historia de problemas y obstáculos que es esta crónica, os cuento el momento más difícil, por otra parte siempre amenazante y esperado. Le volvía a tener miedo a las dos noches sin dormir. En torno al mediodía del sábado, saliendo del avituallamiento de Cortes de la Frontera, me comencé a sentir agotado y haciéndoseme bastante penosa la larga ascensión de regreso. Por si fuera poco, el sueño me vencía mientras atravesamos los amplios y espectaculares "LLanos del republicano". LLegué al km. 90 (Villaluenga), en torno a las siete de la tarde completamente agotado y destemplado. A lo largo del día no había llovido pero se sentía que las temperaturas estaban descendiendo más que el día anterior además de anunciarse abundantes lluvias para la segunda noche. Todo ello me desanimaba. Tal vez si  hubiera estado solo, me hubiera retirado; la tentación era fuerte. En el avituallamiento me dijeron que me arrimara al fuego pero lo descarté; me costaría aún más partir de nuevo. Decidí ponerme todas las prendas que tenía y me metí al cuerpo una mezcla explosiva de café, caldo, Red Bull, pasta, pasteles, isotónico, bocadillo y toda la comida que pillé. No me sentó mal. A pesar de que justo al salir comenzaba de nuevo a llover, volvía a estar más animado, quizá porque había vencido a la tentación y estaba más cerca de vencer. Había olvidado que de los momentos bajos, con la estrategia adecuada, siempre se terminar por salir.

En estas aventuras casi nunca las cosas llegan a ir bien. Justo en el momento en que todo parece ir sobre ruedas, algo se tuerce. Siempre hay una dificultad más, siempre es más largo  o más duro de lo que pensabas ese último tramo. Yo siempre me digo: "Piensa siempre lo peor". Y efectivamente, precisamente cuando por primera vez desde la salida, comenzaba a generar pensamientos positivos sobre la llegada a meta, sobre la satisfacción de conseguirlo, sobre el descanso, lo peor aguardaba a la vuelta de la esquina. Nos despedimos por segunda vez de la luz del sol mientras descendemos a Grazalema a través de una sierra maravillosa , que ya me había encandilado cuando antaño corrí el Titán, un triatlón muy duro que se celebra en la zona.

LLevaba horas con los pies doloridos pero no le di demasiada importancia. Es lo normal. Sin embargo, al salir de Grazalema, me molestaban más de lo normal. Sobre todo durante un  largo descenso técnico lleno de barro en el que cada paso comenzó a convertirse en una tortura. Las casi treinta horas con los pies empapados estaban cobrando su peaje. No me había cambiado de calzado porque no le encontraba demasiado sentido. Es imposible luchar contra  un pesado terreno encharcado permanentemente embarrado o senderos que más bien podrían ser cauces de agua improvisados. En Benamahoma me quito las zapatillas y aprecio el desaguisado que sospechaba. Varias ampollas de varios tamaños y un aspecto general que verdaderamente da grima (lástima de foto). Trato de hacerme un apaño y tirar para delante. Restan dos segmentos, menos de veinte kilómetros teóricamente bastante fáciles que ya de ningún modo me apartarán de mi objetivo.

Esa última parte fue un lento avanzar cojeando tras José Luis aguantando el dolor, tratando de aliviarlo ayudándome de los bastones. Antes de llegar a meta, todavía nos tocó soportar esos periódicos diluvios que deben ser habituales en la zona. y una larga cuesta de entrada a Prado del Rey que, al fin y al cabo era el fin que se merecía la prueba. Una meta a la que entro sonriendo para ir directo a por esa cerveza que costó tan cara, con un tiempo de 34 horas y 43 minutos. Salimos 288. LLegamos 114. Puesto 91. 



Lllevaba dos días cojo pero hoy estoy mejor. Si aún con dolores, pensaba en el siguiente ultratrail en el que ya apostaré por hacerlo más rápido y entrenado, qué os voy a contar hoy, que ya estoy mejor.

Canción cogida por los pelos. LLegar a los pueblos de madrugada, atravesar calles solitarias, encontrarse con miradas de vecinos extrañados son esos habituales episodios que los conversos conocen. En todos estos pueblos blancos había algo en común: los carteles de Cruzcampo- 1904. "1904" es también una estupenda canción de The Tallest Man On The Earth, al que volveré en el proxímo artículo, el que será última entrega de mis   mejores discos de 2012. 

Una cierre ineludible: una gran enhorabuena a una organización que requiere de mucho esfuerzo y dedicación. Organizar una prueba de estas características es un asunto delicado. Si a la profesionalidad exigible, se le une la calidez de ánimo y la sonrisa, no le pediremos más. Venga, sí: que sigan en ello, que nosotros volveremos a estar ahí para comprobarlo.

P.S. A ver si consigo alguna foto medio decente. LLevaba la cámara pero no la utilicé. 

"¡¡YO SOY ESPARTACO!!"



Algunas fotos, la mayoría de Paco hijo.

 Ya me parecía a mí raro lo del saco.

 La sección Málaga siempre animada, también en carrera.











 Con Eduardo, del mismo Euskadi, pues.
Con José Luis, un diésel indestructible. Lo mismo le da ocho que ochenta. A por los doscientos de la Cerdanya. 


jueves, 7 de marzo de 2013

Mis mejores discos 2012 (segunda parte)


PÁJARO: "Santa Leone". Andrés Herrera se cansó de estar a la sombra de otros más nombrados y nos sorprendió con un pequeño gran disco, una anomalía, una mezcla de raíz hecha con criterio y clase con ecos de muchos palos.



JOHN HIATT: "Mystic Pinball". Dentro de ese selecto grupo de grandes que se extraviaron para siempre en pos del caprichoso éxito. Ahora que ya ni le importa, ni nos importa,  sigue suministrando sus periódicas dosis. Disco empapado de ese contundente y sentío rock americano que a menudo echamos de menos.



DEXYS: "One day I´m Going to Soar". En sus tiempos no los llegué a conocer. El regreso de un grupo de los ochenta con un sonido heredero entre lo mejor de aquella época, actitud punk, folk, toques horterillas y sobre todo mucho soul, el que supura el viejo verde de Kevin Rowland para marcarse dúos pimpinela con actrices de buen ver.  Si fuera tan fácil como parece, habría más bandas como ellos.  Una delicia de disco, una fiesta. A veces hacen falta. 



JAPANDROIDS: "Celebration Rock". Ahora que The Black Keys ya no nos gustan tanto porque los conoce todo hijo de vecino -no va en serio-, recurrimos a otra pareja de gañanes. Los canadienses solo necesitan media hora para hacer rock, gritar "OH! OH!" hacer ruido y molestar. Porque el verdadero rock siempre será estúpido, adolescente y difícil de explicar. Un puñetazo.



M. WARD: "A Wasteland Companion" o la facilidad para publicar grandes discos bajo la apariencia de canciones pequeñas. Tirando de lo de siempre, vuelve a marcarse otro disco acogedor y curioso. Para un "Monster of Folk" la tradición es importante pero siempre hay que avanzar.



BOB DYLAN: "Tempest". Pasarán diez años y no recordaremos ninguno de los demás discos de la lista. Entonces andaré yo todavía leyendo algún libraco con las letras de "Tempest". ¿Es fácil fusilar los estilos más rancios de la tradición musical americana y conseguir una canción reconocible, atractiva? No, no lo es. A veces olvidamos que con Dylan, el problema es el rasero. A él siempre se le pide más. Cumple.



LOQUILLO: "La nave de los locos". Un disco sospechoso en una lista enteraos pero qué le vamos a hacer; me gusta este disperso disco de retales, es lo que hay. Esas declaraciones de Loquillo siempre aspirando a trascendente lo convierten en un tipo entre ridículo y achuchable  y para mí hay demasiados recuerdos enredados. Unos temas de Sabino más que dignos, alguno a la altura de su legado.

Ahora soy consciente de la alta media de edad de esta segunda entrega. Continuará.

lunes, 4 de marzo de 2013

Antes de Bandoleros


Después de casi un mes de pertinaz catarro que me ha hecho funcionar en piloto automático en la vida diaria y que me obligó a renunciar al Maratón de Servilla, hace una semana volví  a la vereda arrastrándome el primer día y poco a poco recuperando sensaciones. Solo han sido cuatro días  para 69 kilómetros pero lo bueno de conocer el percal, es que tras encadenar apenas tres sesiones, parece que ya transcurrieron siglos desde el brasero por prescipción, desde el pañuelo y el Frenadol.


Para que veáis lo duro que es esto. Se nota que Manu está pasando las de Caín

Lo mejor de todo el final, el sábado. Tras una dura semana, por fin un bonito día de invierno, de sol y frío para algo más de treinta kilómetros. Madrugón para demasiados kilómetros a demasiado ritmo pero conseguí lo que buscaba: un buena paliza en buena compañía -un sorprendente José nos puso firmes-, de la que todavía arrastro, agradecido, secuelas. Ya repetiremos.

Tres días más y el trabajo está hecho para la dura prueba que se avecina. Allí solo cabrá ponerse bruto.

domingo, 3 de marzo de 2013

Mis mejores discos 2012 (primera parte)


3 de marzo y en estas andamos. Imposible llegar a todo, demasiada oferta.  De los que recuerdo, alguno de los discos que más me gustaron. En tres partes y sin orden que valga. 

BILL FAY: "Life Is People". Un disco perfecto lo mires por donde mires. Equilibrado, suave, fácil. Lecciones de la tercera edad. Y yo sin conocerlo. Gracias, Joserra.



LOVE OF LESBIAN: "Los días no vividos". Ahora que son famosos, las publicaciones que antes los encumbraban, los ignoran. En fin, lo de siempre, las tribulaciones del moderno. Un disco doble conceptual. Apuestas de otros tiempos para días en los que no se venden discos.  No será redondo pero tiene grandes momentos.



CAT POWER: "Sun". Qué malo es veces acertar. Grabar algo excelso como "The Greatest" puede ser una condena. Un salto al vacío, un intentar dejar atrás al pasado, un fracaso. Tras los postizos cachivaches electrónicos y el toque frivolo, consigo rastrear algo de la grandeza de Chan. 



REDD KROSS: "Researching The Blues". La vuelta de los hermanos Mc Donalds para demostrar que el power pop sigue estando vivo. Fresco, potente, ruidoso.



LIGHTSHIPS: "Electric Cables". Qué nos importa que Teenage Fanclub no cumpla con sus dosis si Gerard Love nos suministra de estrangis. Lo siento, pero hay que utilizar el gastado y único término válido : pop luminoso. Aunque alguno no sea capaz de verlo, detrás el mismo pop de REdd Kross pero en estado catatónico, suave, triste, bello.



LEONARD COHEN : "Old Ideas". Un disco consistente y austero donde mandan voz y letras. Sin nada  que demostrar, en alas de la pasión de un adolescente, arañando el tiempo para seguir entregando obras maestras y cantar sobre los escenarios hasta el desmayo. Hasta la sepultura. 



MUMFORD & SONS: "Babel". Es el que menos he escuchado. Les presté atención hace un par de años con Laura Marling dentro de esa escena -no sé si real o inventada-, del neofolk británico y no me acabaron convencer. Tanto parabién me ha hecho volver a ellos. "Babel" entra bien, demasiado fácil quizás. Puede que en un mes me aburra de su fórmula entre épica y folk. Por ahora, va para delante.

Continuará.