miércoles, 31 de julio de 2013

"Julio César". Una noche mágica en el Teatro de Mérida


El sábado  fue uno de esos escasos días en la vida en que se tacha un deseo de esa lista imaginaria y tan cambiante con los años, que todos guardamos bajo el título: "Cosas que me gustaría hacer en la vida".

El sábado asistí a una obra de teatro en el Teatro Romano de Mérida.



Aprovechando que Susana es una entusiasta del teatro, hace tiempo nos planteamos acudir y la fecha que cuadró fue este fin de semana. Menú de gourmet:  era Shakespeare, era "Julio César".

"Julio César" lo leí de chaval, en una época en que todo lo relacionado con Roma, ejercía un extraño magnetismo en mí. Muchos años después, sigo en las mismas, pero más selectivo. Admiro todo lo romano pero me interesa más el proceso que lleva a un pequeño pueblo, en apenas  quinientos años, a dominar el mundo conocido; no solo militarmente, lo que resulta más admirable. La etapa imperial -lo que casi todo el mundo entiende por romano- es un largo estertor de casi quinientos años de decadencia con sus etapas y personajes brillantes pero los cimientos vienen de mucho más atrás, de unas virtudes que proporcionaron a este pueblo una fuerza ineluctable, poco a poco erosionada por la tentación del placer y el abandono de la austeridad y los modelos de vida de sus antepasados republicanos.

Cuando leí la obra,  me voló la cabeza. Volví a ella mayor y más formado sin rastro de esa habitual decepción que acompaña al que revisita pasiones pasadas. Es más, la encontré aún mejor porque estaba más preparado para apreciarla. Es inevitable abusar del calificativo pero aquí no cabe otra: un clásico. La mejor prueba es su vigencia. Está tan vivo que tristemente asusta. La eterna lucha entre poder y libertad. 

No soy mitómano. A casi todos los grandes nombres de la Historia, como por otra parte es de sentido común, le encuentro sombras. Si tuviera que elegir, podría elegir a  Bruto, cuyo honor y virtud le obligan a convertirse en asesino, en asesino del que ama. Claro, es el Bruto al que pone voz Shakespeare. Al llenarlo de las dudas y  lucha interior que debería albergar un hombre decente, al inventarse un Bruto henchido de la bella dignidad que le proporciona la pluma de Shakespeare, puede que lo deshumanice para convertirlo en un símbolo irreal. Siendo su compromiso con el bien común absoluto, la naturaleza de su decisión es tan grave que él mismo duda sobre su procedencia, lo que da al personaje cierto halo de tristeza, motivo de compasión. La fatalidad que se adivina desde el principio de la obra.

El sábado por la noche todo cuadró. Un marco incomparable (sin que sirva de precedente, por primera y última vez utilizaré la dichosa expresión), todo majestad y elegancia. Un monumento a la cultura donde precisamente el día anterior se había abucheado a emisarios del Emperador, a esos a los que se le llena la boca de  "Marca España", pero que aparcan nuestra esencial seña de identidad, nuestra cultura, en una loca carrera por hipotecar nuestro futuro. 

Me pierdo. Continúo. El sábado todo encajó porque ahí estaban algunos de los mejores mimbres creados por el hombre: un teatro romano de dos mil años,  la voz de Shakespeare en los labios de Bruto, interpretada con convicción por unos magníficos actores que me abrieron las puertas de una de las historias más famosas jamás contadas. Un complicado lenguaje lleno de imágenes que disfruté con fruición, devorando cada línea con avaricia, como creo nunca me había ocurrido. Todo encajó en una mágica noche de verano extremeña.

Gracias. 



viernes, 26 de julio de 2013

"Un Dios salvaje", un divertido collejón


"Un Dios salvaje", de Roman Polanski, basado en una obra de teatro de Yasmina Reza, viene a ser un contundente y ácido toque de atención en ese sacrosanto muro que nuestra sociedad viene construyendo pieza a pieza en los últimos años, a base de una ingente cantidad de normas, convenciones o prejuicios antiprejuicios, donde ya no se sabe distinguir lo realmente valioso de tanta bobá; siempre excusa para señalar al bárbaro, viva en el piso de arriba o al otro lado del mundo.

El hecho de disfrutar de una eficiente red de alcantarillado, nos hace olvidar toda la mierda que somos capaces de generar. En ocasiones no es agradable mirarnos en el espejo, pero somos nosotros y por muchos compartimentos asépticos que nos empeñamos en construir, siempre seremos un poco o muy hijo putas, lo que puede que al final no sea tan malo.

Aquí basta una pelea entre críos y un hamster para desmontar todo el tinglado.

Por otra parte, por si a alguien le interesa, os dejo mi opinión sobre  "Un Dios prohibido", que publiqué hace unos días en el blog de Ciudad Rodrigo.

martes, 23 de julio de 2013

Caminando ligero



En lugar de más, viene a ser menos. Sin estridencias, sin ruido, sin dolor, sin remordimientos ni añoranzas. Sin pasado. Sin prisas, sin luces ni sombras. Lento, suave, fácil y delicado. El arte alejado de los fines de semana. Y era cierto todo lo que las páginas contaban de calma y silencio.  Cuando el trabajo no es trabajo. Cuando cada minuto es una ilusión o un proyecto y sin embargo, a nadie importa el futuro porque nos basta el hoy. Pendiente de que el presente no escape, pendiente de agarrarse fuerte a cada hebra del día. Un bobo mantra cíclico de rostro sonriente. ¿Por qué habrá de ser tan frágil si parece tan poderoso? La felicidad solo es caminar ligero, sin peso.

23 de julio de 2013


We're all walking lightly
We're all walking lightly

Let this moment last
Could become so fast
Keep walking lightly


Al sueco José González lo conocéis todos por esta versión de The Knife. Antes de que le tocara la lotería volando en solitario, Junip era su banda. Este año vuelve de nuevo al redil con nuevo disco
.

miércoles, 17 de julio de 2013

Biciteca, la mística de la bicicleta


Un manifiesto, una declaración de intenciones.

Dice la RAE que el sufijo -teca significa “lugar en el que se guarda algo; cajita donde se guarda una reliquia”.
La Biciteca aspira a ser eso: Una cajita llena de tesoros. Habrá libros, películas, canciones, pintura, fotografía, ropa, bicicletas míticas, piezas exclusivas, accesorios...
Y como la caja no tiene cerradura, estará abierta para que todo el mundo pueda aportar tesoros... o llevárselos!


Mi bicicleta habla de mí y yo hablo a través de ella.

Hablamos de libertad , nunca tan cercana como cuando casi siento amarrarla al pedalear con mis manos en el aire.

Hablamos de soledad, remediada al insuflar vida al metal.

Hablamos del silencio del esfuerzo honesto en busca de la cima.

Hablamos de miedos y problemas esquivados en cada curva del camino.

Hablamos de dolor y agotamiento, de la nieve de las montañas volviéndose negra.

Mas sobre todo hablamos del regreso y la sonrisa para contarlo.

Hablamos de Historia forjada por románticos campeones en blanco y negro en cimas de Alpes o Dolomitas.

También de  fugaces retazos de pequeñas  historias, de zumbidos de dinamos en carreras en noches de verano, de miradas perdidas de abuelillos fanfarrones contando aquel día que subieron en bicicleta la cuesta más dura del pueblo, dándole tan fuerte a los pedales que su recuerdo fue capaz de atravesar toda una vida

Hablamos de la aventura más audaz, sea  la vuelta al barrio o al mismo mundo.

 Si fueron y somos tantos sobre tantas bicis, todas distintas 

¿Por qué  nadie acertó a explicar esa desordenada pasión?


 Si buscas quien te muestre páginas de incunables o apresurados diagnósticos en libros, películas, fotografías, ropa, discos o accesorios sobre el extraño mal, si te tienta conocer todo lo que se cuenta en los bajos fondos sobre esa extraña relación con nuestras delgadas y tímidas compañeras,  prueba en el antro del "bicio",  Manu, soñador de vocación, al que le inventaron internet para compartir fotografías de chicas silenciosas, es camello de confianza, te suministrará material del bueno, del que engancha a un vivir malsano y feliz

martes, 16 de julio de 2013

Un sábado perfecto




Tras lesión, boda, exámenes y vacaciones, recién aterrizado en la vuelta al trabajo físico,  los entrenamientos duros se hacen más cuesta arriba de lo normal pero si me garantizan días tan completos y redondos como el sábado, no hay problema en repetir cada fin de semana. 


Si después a la ascensión al Travieso desde Béjar, que ciertamente se me atragantó porque no tengo yo todavía el cuerpo para ello, me engancho a jornada montañera al uso hasta las Lagunas ya en buena compañía; si después de los bañitos de rigor junto a los neveros de El trampal, en Candelario probamos el agua de la Poza del El Canalizo increíblemente aún más fría; si después toca disfrutar de la Feria del Pincho en Candelario, para terminar en el Festival de Blues de Béjar donde coincidimos en el integrismo rockero de Ciudad Rodrigo, me pregunto qué más se le puede pedir a un día perfecto.












viernes, 12 de julio de 2013

"Vida y destino" o el Siglo XX


Hace más de un año dejé este libro justo a la mitad. Me gustaba tanto y me parecía tan triste unirlo a la etapa más complicada de mi vida que decidí aparcarlo hasta que escampara, si eso era posible. Cuando comencé a caminar sobre esa  luz que descubrí en un interior que creía agostado, volví a él. Hace unos días acabé sus mil cien páginas.

Cuando yo comencé a leer el libro, mi día a día era un discurrir enredado en una maraña difícil de explicar, difícil de entender para mí mismo; años atrapado,  transitando caminos equivocados sin encararme a mí mismo y tratar de poner remedio. Probablemente las peores trampas son las que nos creamos nosotros mismos y las que peor salida tienen.

Los personajes de la novela deben enfrentarse no solo a pamplinas íntimas o a las circunstancias de la vida común  que probablemente intuimos más complicada de lo que realmente es. Ellos  sí se enfrentan a lo peor, se enfrentan a la guerra, a la peor de todas las guerras.

Utilizando la Batalla de Stalingrado como eje sobre el que bascula la obra, Grossman coloca el foco en una familia rusa separada y maltratada por su nefasto destino.

El gran tema de la novela es la LIBERTAD. El individuo frente al Estado todopoderoso en su doble vertiente: la que representa un Fascismo perverso por esencia y la de un Régimen Comunista, que aún teniendo un germen legítimo, deviene en hermano gemelo. Hay una frase muy buena de Hölderlin: "Siempre que el hombre ha querido hacer del Estado su cielo, lo ha convertido en un infierno". Algo así ocurrió en Rusia. Leí "Archipiélago Gulag" de Solzhenitsyn hace muchos años, tal vez demasiado joven, y rememoré ese extraño sacrificio de muchos de los rusos más valiosos, esos que habían consagrado su vida entera,  toda sus energías, a luchar por el bien común; su estupor incapaces de comprender cómo el Partido, su partido, el Estado, su Estado los marcaba, apartaba y eliminaba. 

En cada página puedes encontrar una apunte certero, detectar la lucidez del elegido para diagnosticar o describir los sentimientos humanos más básicos y reconocibles. Lo mejor de todo es que esa claridad y sencillez en el lenguaje utilizado. 

Si tuviera que explicarle a alguien qué fue el Siglo XX, le diría que leyera "Vida y destino" uno de los mejores libros que he leído en mi vida.

jueves, 11 de julio de 2013

Standstill. No hay dolor en el mundo de los sueños



"Poema nº 3"

Cada vez que oigo hablar 
de algo que podríamos denominar
triste y que consiste en explicar
algún detalle de una historia que se acaba,
entonces yo me callo y no sé qué decir,
¿qué puedo decir?

Que hacia dónde mira ahora el ángel,
ese ángel que nos puso juntos en la cama esa noche,
esa noche, ya mañana surreal,
en la triste discoteca cuando ya casi al final
te enseñé mi lengua seca y tú
reíste y me venciste.

Otro tiempo nace y el recuerdo se deshace,
el equipaje de los muertos es difícil de mirar,
de explicar, que vi el desastre avanzando lentamente
negociando con mi suerte y no lo pude esquivar.

Y si un día nos cruzamos la señora y el señor,
nos vendrá a la mente el accidente
planeado y subconsciente
para una noche cualquiera, sí,
la última borrachera para morir sin decirnos adiós.
con mi mano en tu rodilla y dando al acelerador.

Desde que saliste por la puerta, esta puerta,
con todos tus discos y algunas lágrimas mal escondidas
he estado olvidando, alguna vez fabulando
qué será de ti, qué será de mí.

Otro tiempo nace y el recuerdo se deshace,
el equipaje de los muertos es difícil de mirar,
de explicar, que vi el desastre avanzando lentamente
negociando con mi suerte y no lo pude esquivar.

Y si un día nos cruzamos la señora y el señor,
nos vendrá a la mente el accidente
planeado y subconsciente
para una noche cualquiera, sí,
la última borrachera para morir sin decirnos adiós.
con mi mano en tu rodilla y dando al acelerador,
no hay dolor, no hay dolor,
no hay dolor, no hay dolor,
no hay dolor, no hay dolor,
no hay dolor, no hay dolor...



Todavía no es tiempo de un artículo dedicado a Standstill. Un artículo que requerirá del mismo mimo, cuidado y documentación con que esta banda trata cada rincón de su obra. Procedentes de la escena hardcore de Barcelona, la evolución de un lenguaje personal, arriesgado e inconfundible, continúa. 

A los interesados en su música, un vídeo sin música. Un pequeño y valioso documental con textos y voz de su inquieto cantante, Enric Montefusco, que retrata una etapa difícil del grupo, lo que bien podía ser el fin de la juventud. Volveremos a ellos.

Vale.

miércoles, 10 de julio de 2013

Ritter y Landes, curando el desamor


Encontré a Josh Ritter, para ya no perderle la pista, con su anterior obra, "So Runs The World Away". Sabía que el disco publicado este año, "The Beast in Its Tracks", otro prodigio de calidad y esmero, estaba construido sobre ese sentimiento tan reconocible y humano que es el desamor. Abrir en canal una relación, describir los restos del incendio, explicar y explicarse el fin de un vínculo tan fuerte y extraordinario, es delicado y requiere valentía. El artista lo asume a menudo, con o sin red de seguridad; depende del carácter del personaje.

Lo que ya no sabía era que el motivo de sus desvelos,  el nombre de su ahora desierto, era Dawn Landes, también cantante americana, a la que descubrí el año pasado un poco por casualidad, por aquello de ir siempre con la antena conectada.



lunes, 8 de julio de 2013

"El olvido que seremos" de Héctor Abad Faciolince


El retrato de un médico que no se conformó con curar cuerpos sino que quiso curar almas; para ser preciso, la de todo un país, Colombia. Tarea titánica la que se impuso, empresa para la que se necesitaba esa fortaleza y valentía que solo pueden albergar los corazones más puros, los de los hombres sencillamente buenos. Tiempos extraños en los que la decencia necesita coartadas, en que el último y sagrado refugio que debería ser cada derecho humano, necesita explicación. En épocas convulsas, predicar la igualdad de oportunidades y condiciones mínimas de subsistencia para todos, se convirtió en anatema. El precio de la nobleza, su vida. 

Páginas que son el pago de una deuda de un hijo, una tierna venganza afilada, un avivar la llama de un recuerdo de un hombre que en mundo perfecto, no debería ser extraordinario, un reto al implacable e inmerecido olvido.

A cuenta del soneto de Borges, Rebeca me recomendó este libro. Ahora os lo recomiendo yo.

Vale.

lunes, 1 de julio de 2013

Regreso a la realidad


Antes que nada, nueva cara de la criatura, obra de la artista de la familia.


El Trastevere, nuestra casa a un lado y otro del río, mi rincón favorito de la ruidosa y excesiva Roma. A la sombra de Giordano Bruno, quemado vivo como tantos otros en esta plaza,  el Campo de Fiori acogió nuestras noches.


Roma. Las ruinas de la civilización que marcó y seguirá marcando gran parte de mi rumbo y tantas de mis lecturas se encuentra seriamente enferma de "nova sífilis", ese mal que  extendemos los turistas, ese mal necesario e inevitable, al fin y al cabo.






Todo elegancia, equilibrio y mesura, probablemente el edificio que más me ha impresionado en mi vida: El Panteón. Varios años después, lo volvió a hacer. Lástima no llenarlo de silencio.


Dos semanas fuera del mundo. Sin internet, sin móvil, ¿sin música? Agradecidos a toda la que se coló por rendijas de forma inesperada. Desde "El Mesías" en Roma hasta un concierto de los alumnos del Conservatorio de Venecia, desde el increíble ensayo de una pianista en la Capilla Calvinista de Ginebra hasta el alucinante Festival de Swing de Como (ni heavies, ni raperos, ni punkies; estos tipos sí que están locos, locos por lo suyo), sin desmerecer a algunos de esos geniales tipos, un poco fuera de lugar, que de vez en cuando, en alguna calle, nos obligaban a sentarnos y escuchar, desde el blues más añejo hasta la viola de gamba. Lástima no volver a disfrutar de la suerte de antaño, aquel ensayo robado en La Scala de Milán.





Florencia. Visita relámpago. Pensamos dormir una noche allí pero por razones de logística, hubo que marchar a última hora a Venecia -el estilo de viaje atalantiano es lo que tiene-. Se celebraba la "Semana de la Moda" y la ciudad estaba tomada. No os podéis imaginar la cantidad de mamarrachos -de los de verdad, de los pijos, todo dinero y superficialidad-, que pululaban por allí. Santa María de Fiore o la Plaza de la Signoria. La lectura de la excursión ha sido "La Divina Comedia". Con el florentino más ilustre era fácil viajar al germen de una de las etapas más alucinantes de la historia, la de un Renacimiento donde alrededor de esta plaza convivió lo más excelso y miserable del ser humano, se mezcló el anhelo de eternidad con la cotidiana y rastrera intriga por el poder.


Extraños "hoteles" con facturas acordes a la idiosincrasia del viaje.


Baño a las siete de la mañana en el Lago de Como. Un descubrimiento. Algún día habrá que volver y recorrerlo con calma, de principio a fin.


Montañas. Otra historia, se acabó el calor, se acabó el gentío. Italia, Courmayeur. Valle de Aosta, palabras mayores, uno de los lugares más bellos que conozco. Sobrecoge. Jamás una foto le hará justicia.







Para afrontar la pereza del año que aguarda, mandan las brujas que en la noche de San Juan, haya que bañarse en agua de la primera luna. Este año fue más difícil. Tentativa en  cascada. 


Recuerdos tan hondos que dan forma al espíritu, que imprimen carácter. En 2010, este fue el inicio de la gran aventura. Poco a poco fuimos conscientes de lo que significaban las cifras de cada uno de esos veinticinco carteles amarillos.



Tras un eterno túnel de más de 11 kilómetros que atraviesa el Mont Blanc de parte a parte, Chamonix, a los pies del gigante.



La Flegere. Tanto en Chamonix como en Courmayeur, no importa el camino que elijas. Encontrarás  balcones y paz por doquier. Hallarás lo que buscas.



Horas antes de volver, una apresurado postre en Ginebra que no transmitió demasiado; ni sus calles, ni sus gentes.


Venecia merece comentario aparte. Hay que madurarlo. A la altura de su fama el laberinto condenado. La noche cae mágica sobre trazados imposibles de repetir. Cada giro, un ángel. 






De regreso a España, me reconvertí a la religión del auténtico español. Bar castizo de Madrid, dos bocadillos de calamares, varias cervezas, comunión espontánea con la clientela viendo los penaltis del España-Italia. Si es que se me saltaban las lágrimas viendo lo barato que estaba todo.

Un buen final al día siguiente fue la Exposición de Dalí en el Reina Sofía que recomiendo con entusiasmo. Un chalado o un señor disfrazado de chalado, ejerciendo de genio o siendo genio. Quién sabe.


El verdadero viaje comienza ahora. "A tu lado, soy", rodea mi dedo. Juntos, todo será menos complicado. Seguro.