viernes, 21 de marzo de 2014

Richard Hawley y el golpe de suerte del CANTANTE



Si tienes una gran voz y talento para componer, lo más fácil es que acabes siendo cantante. Sin embargo, a Richard Hawley su oportunidad le llegó cuando no lo esperaba y un poco a lo tonto. 

Aunque se apunta siempre que se le mienta, su trayectoria como miembro de Pulp se reduce a tocar con ellos en alguna gira, lo mismo que tocó con otros, tal que Robbie Williams.

Músico currante de sesión, alejado del oropel que iluminan los focos, un día decidió ponerse al frente. Como señalaba antes, la vida cambió de carambola: al final de una sesión, sobraba tiempo y nadie quería hacer uso de unas horas de estudio pagadas. Dio un paso al frente y decidió grabar alguna de esas canciones que tenía guardadas, la primera "Coming Home". Y mira por dónde, aquello le fue gustanto a la gente hasta que llegó el éxito definitivo dos discos después, con "Cole´s Corner" que a él le conmovió sinceramente por lo inesperado.

Casi siempre en el trasfondo, el Sheffield natal que comparte con su amigo Jarvis Cocker; tras el paisaje posapocalíptico que dejan todas las crisis y que tan reconocible nos resulta -bien retratado en "Full Monty"-, se alojan añejos sentimientos y emociones reconocibles por todos.

Con maneras de otro tiempo, nadie en la actualidad encarna el papel  del elegante crooner rockero  con clase que ya interpretaron personajes de gran altura como Roy Orbison, el Elvis melódico, Walker Brothers, y en cierta forma hasta Sinatra o Johnny Cash con esos aires country que se cuelan en algunas de sus piezas. 

Por eso, y a pesar de todos los parabienes que recibió su último  y sorprendente disco de 2012, "Standing at the Sky´s Edge",  me cuesta aceptar que se escondiera su voz tras una música, para mi gusto y por momentos, demasiado densa.

Esperando a su próxima obra. Y es que siempre hay tardes nubladas tras ventanas donde Richard vuelve a ser el compañero ideal.

domingo, 16 de marzo de 2014

Mejores discos 2013 (VI)



Aunque ya estamos bien metidos en 2014, una última remesa de mis mejores discos 2013

1. QUEENS OF THE STONE AGE: "... Like Clockwork". Digno  disco de las "reinas". Iba a decir a la altura de lo mejor de su obra pero puede que nunca fueran tan buenos como pensábamos; tal vez una buena banda sin más, que nunca logró acercarse a Kyuss o puede que simplemente sea el recelo de saberlos el grupo de rock real que gusta a los indies.

2. JOSH ROUSE: "The Happiness Waltz". Me cae bien, me alegro de su reciente Goya por la música en la clásica pelicula española castaña. Nuestro valenciano de adopción sigue haciendo lo que mejor se le da, joyas de pop delicado olvidándose de aquellos experimentos más cercanos a la bossa y de su peculiar castellano.

3. BEN HARPER AND CHARLIE MUSSELWHITE: "Get Up!". Fructífero encuentro entre una de los tipos que más respeto de la música y una leyenda de la armónica. Un disco sin dobleces, rezumando fuerza y autenticidad.

4. THE NATIONAL: "Trouble Will Find Me". Nunca podía ser tan bueno como la "Violeta" pero  era mucho mejor de lo pensamos en principio, incluso con alguna canción ya inolvidable. 

5. DANNY AND THE CHAMPIONS OF THE WORLD: "Stay True". Ya no nos sorprende su disco redondo, sencillo y clásico. A reivindicar para que no se quede en el disfrute de unos cuantos. El milagro de lo bien hecho.

6. NEKO CASE: "The worse things get, the harder I fight". De haber sido más contenida la pelirroja, puede que hubiera sido el disco del año. Con unos cuantos nuevos clásicos de su repertorio.

7. LEE HARVEY OSMOND: "The Folk Sinner". El primer descubrimiento de fin de año. Mucho más que folk, plagado de influencias no solo musicales, también de fondo o tono oscuro. Discazo de principio a fin.

8. JONATHAN WILSON: "Fanfare". El segundo de fin de año. Disco ambicioso, arriesgado, lleno de matices, tratando de valerse de lenguajes difíciles que te pueden conducir a la ruina. Sale airoso con un disco excelso. Pervivirá.

9. UNKNOWN MORTAL ORCHESTRA: "II". Precioso disco de estos neozelandeses enamorados de la psicolelia, aunque de forma distinta a Jonathan Wilson.

10. BASIA BULAT: "Tall Tall Shadow". Un disco de pop bonito y agradable, nunca fácil de conseguir.  ¿Para qué más? A seguir.

11. VOLCANO CHOIR: "Repave". Nuestro idolatrado Justin Vernon ya marcó el camino de su proyecto Bon Iver en el último disco, el de la mística. En 2013 Justin se desdobló para mostrarnos sus dos caras, la más etérea  en Volcano Choir, la más pegada a la tierra y el pasado de The Shouting Matches. Y nosotros encantados con sus experimentos.
12. THE SHOUTING MATCHES: "Grownass Man"

13. JOHN GRANT: "Pale Green Ghosts". John Grant alcanzó cierto estatus con su anterior disco que se coló en muchas de los mejores listas de 2010, otro cantautor mustio con tonadas de calidad. Mira, lo dejo aquí porque, tras haber abierto la puerta,  le reconozco valor al tirar de tanta electrónica despistando al personal. Francamente creí que nunca volvería a escuchar algo como esto pero reconozco que detrás de algún "zumba zumba", hay algunas muy buenas canciones. 

Para terminar, una estricta recopilación con algunas de las que para mí han sido mejores canciones del año pasado: "2013. El regreso". 

P.S Para el que le interese, hoy también publico en el blog de Ciudad Rodrigo un artículo sobre nuestro cine Juventud, sobre el cine en general. 

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sábado, 8 de marzo de 2014

La gran belleza



Cada día más desengañado de esto de los premios, ya casi no les presto atención. Hace unos años eran una buena referencia, puede que la más importante. En música nunca significaron nada; en cine, enfilamos el mismo camino. Pero, he aquí que me gustó que le dieran el Oscar a la mejor película extranjera a "La gran belleza".

Un película difícil, que revisitando "La dolce vita" (película que vi una tarde de domingo de resaca y que se me hizo larguísima), busca algo más, busca conseguir ese concepto indefinible que podríamos llamar arte; más que un producto tras la habitual y transitada emoción del espectador. Pretende conmover, pretende la reflexión.

El absurdo papel de los intelectuales en nuestro mundo de decadentes costumbres, sobrevalorados por esencia,  puede que no más que ridículas y estériles figuras llenas de vanidad, a los que gusta sentenciar sobre la vida en un plano teórico, en juicios pretendidamente epatantes, prestos a discutir sobre grandes ideales que al final, poco tienen que ver con nuestras existencias, con el real bregar diario. Un mundo donde es difícil distinguir valor y precio.  

No es una película para cualquiera ni para cualquier rato; es lenta -puede que en algunos tramos demasiado-, pero valiéndose de un lenguaje y unas formas cuidadas al detalle, esconde meollo del bueno. Un gran obra de Sorrentino del que no he visto ni "Il Divo" ni "Un lugar en el que quedarse".

Recuerdo que poco después vimos otra película italiana de 2013 -ambas recomendadas por Elena-, "La mejor oferta" de Tornatore. Evidentemente más convencional, pero consiguiendo otra gran película llena de aciertos, una historia llena de líneas argumentales y matices de el autor de "Cinema Paradiso". También muy recomendable y entretenida -esta sí que para todos-. 

Y dentro de la forma, la música. A John Tavener lo descubrí hace poco, justo cuando se murió hace unos meses. Probablemente había escuchado música suya durante toda mi vida pero solo en "La gran belleza" me sorprendió reconocerlo. Como tantas veces ocurrió en mi vida, Tavener ha abierto una puerta a otros músicos y músicas que no conocía y que seguro pasarán por aquí.

Vale.

 

lunes, 3 de marzo de 2014

UMA PROJECT, mucho más que un documental sobre una carrera




“UMA PROJECT”,  LA CONQUISTA DEL OESTE

Hace tres años el documentalista Fran López Reyes se puso en contacto conmigo. Había presenciado la Ultra Maratona Atlántica; días después leyó la crónica de mi carrera en el blog, lo que le confirmó lo que ya había intuido frente al Atlántico: allí había materia prima para un documental. Hoy tengo el privilegio de ver la película.

Y sorprendido, advierto que el fruto de aquella lejana idea llega más lejos de lo buscado. Pretendiendo reflejar la idiosincrasia de una carrera especial, sus imágenes consiguen mucho más. De ritmo pausado y factura técnica impecable, buscando la reflexión tras cada zancada, partiendo de las íntimas razones que atesora cada corredor, se abre el plano hasta retratar qué es la Ultra Maratona Atlántica, el reto que los une. Colocando al foco en  cada luchador anónimo y solitario de pequeñas entrenos diarios sin gloria, nos ofrece un fiel fresco de la mística de la resistencia, de qué se aloja tras esa misteriosa religión llamada deporte de fondo.

Sus imágenes me traen recuerdos de una carrera entre la tierra y el mar.

Y recuerdo…

El oeste puede encarnar un sueño, una huida, un misterio, una esperanza, una nueva vida. Para correr la Ultra Maratona Atlántica no tienes más que marchar con decisión hacia el oeste y seguir hasta el final, hasta que la tierra termine bajo tus pies.

Al llegar al océano, desde Melides,  gira al norte, siempre hacia el norte, hacia una meta que nunca verás y que cuando al fin adivines tras levantarse la niebla, descubrirás que te engaña tramposa, un espejismo que puede que te anime por apenas un instante para golpearte durante horas al percibirlo siempre lejos, pareciendo que ni tus pasos, ni el tiempo, ni los kilómetros consiguen acercarlo.

La Ultra Maratona Atlántica no precisa de marcaje, basta una línea de salida y una línea de meta, lo que da fe de lo simple y auténtico de su propuesta, pura esencia del gran fondo, elixir de la resistencia, correr sin fin, correr hasta morir.

Fue natural  dormir la noche anterior al raso en una playa iluminada de estrellas, acunado por el canto de las olas. Como tantos otros aventureros, traté de invocar a los dioses del océano buscando su buena ventura para la travesía que me aguardaba tras el amanecer, corriendo empapado a su vera, sin cesar de escuchar su imponente voz.

Soy castellano, sin más mar y playas que las del intruso en verano. Tratar de aprender rápido, de adaptarme al medio, de buscar la forma más fácil de desplazarme sobre una superficie inclinada e inestable, una arena que te atrapa y que, terca, se empeña en tirar de ti para que pares, para que camines.

Una tierra que te cuenta que después de todo, en los tramos más duros y complicados, poca es la diferencia entre tu patético trote y el caminar. Pero tienes claro que eres corredor y sabes bien que por pequeña que sea, la diferencia sigue siendo un mundo. Porque puede que la victoria en esta carrera sea bien simple de enunciar, difícil de cumplir: vencer a la arena es no caminar, no detenerse jamás.  

Y sobre todo esquivar el disparo, despistar a ese falso amigo que siempre acompaña amenazante al maratoniano durante sus últimos kilómetros, el temible morirse, el habitual desfallecimiento  que en una playa infinita podría convertirse en aún peor condena.

A pesar de todo, terminar con la habitual sonrisa ascendiendo la única cuesta de la carrera, el repecho de arena que conduce a la meta de Troia. Si es tan corto…  ¿por qué cuesta tanto?

Yo que ya tengo otros especiales cuarenta y dos sobre arena, sobre un desierto, el de Sáhara, para más señas, te prevengo: la Maratona del Atlántico puede ser aún más traicionera y todos sabemos que cuando más se teme, más tienta.


Recuerdo. Mi recuerdo.

La película comienza su gira por festivales pero estoy convencido de que dará que hablar. Información y pequeño avance aquí.