viernes, 29 de julio de 2016

Jueces del arte degenerado


Tras el rastro de Shostakovich, sigo enlazando artículos. Ya comenté en alguna ocasión que el compositor, como tantos otros del gremio del arte, cayó en desgracia tras el estreno de su ópera Lady Macbeth, cuyo desencadenante fue un artículo, se dice que escrito por el propio Stalin en Pravda, titulado "Caos en vez de música". Shostakovich pagó el precio requerido por salvar el cuello: enemendalla y renegar de su libertad, adaptando su lenguaje a las directrizes políticas.  Y es que estos oficios de gente rara son campo fértil para la sospecha, de los considerados de alto riesgo en un estado totalitario.

Walter Benjamin, escribiendo sobre la relación del poder político y el arte, distinguía entre el fascismo y el comunismo, considerando que el primero practicaba la estetización del poder político -esas espectaculares manfiestaciones de la masa reconociéndose a sí misma y disfrutando de su poder-, mientras el comunismo abogaba por la politización del arte, instrumento al servicio de un ideal. No sé cuándo trató este tema, pero habiéndose sucicidado en 1941, creo que tuvo tiempo de confirmar que, aún a grandes rasgos vigente esa diferencia, no eran ni mucho menos compartimentos estancos, tirando ambos sistemas de prácticas comunes al servicio de sus intereses.


A cuenta de ello, recordé un episodio especialmente absurdo o peculiar: la Exposición de arte degenerado que giró por varias ciudades alemanas con millones de visitantes durante los años treinta; supongo que entre estos los habría espantados, pero también encantados con poder disfrutar de esas obras, tal vez por última vez. El contenido de la exposición era el previsible: movimientos de vanguardia de principios del XX,  afectando también al cine expresionista o la música atonal de Schonberg.

Si no fuera por las terribles consecuencias para muchos de los afectados, no dejaría de tener gracia que unos asesinos con gorra de plato -real o imaginada-, afines al"¡Muera la inteligencia!" de Millán Astray, se dedicaran a decidir qué resultaba edificante o estaba a la altura de la grandeza de un pueblo, en este caso el alemán. Sin embargo, estos índices de libros prohibidos o bochornosos episodios de censura son una constante de la historia; no hay que recorrer grandes distancias en avión para confirmarlo.

martes, 26 de julio de 2016

"Leningrado" en Leningrado




Al esribir sobre el ensayo de Pau Casals al inicio de la Guerra Civil,  enlazas sin querer con otro concierto famoso por más razones que las puramente estéticas. Una música compuesta específicamente para enfrentarse a los hechos que la inspiran. Me refiero a la sinfonía nº 7 de Shostakovich, "Leningrado", compuesta y estrenada durante la etapa más dura de la Segunda Guerra Mundial para la Unión Soviética, entonces guerra de signo completamente adverso y destino incierto para los compatriotas del autor. La música pretende inspirar y cantar a la resistencia de las rusias.

Se llegó a interpretar durante el cerco de Leningrado, uno de los más terribles de la historia, retransmitiéndose por radio en claro desafío al ejército nazi, mientras se bombardeaba la ciudad .

A fe mía, que el resultado perseguido se consigue con creces. Una de esas músicas que se interioriza rápidamente y se recuerda cuando se decide o se la requiere. Aquí parte del primer movimiento, ese crescendo que a imagen de yunque o martillo, resiste y golpea, resite y golpea, como el sufrido y rocoso pueblo ruso ha demostrado varias veces a lo largo de su historia, sea contra el invasor o contra sus propios gobernantes.


miércoles, 20 de julio de 2016

Simios humanos



"¿Qué queda del ser humano si se le quita el arte? Son muchos los pensadores que piensan que lo que distingue al ser humano es el arte. El simio que agarra una piedra para cascar nueces tiene efectivamente capacidad técnica. Todo lo que sigue a la evolución  de esa piedra nos lleva, a mi entender, al ordenador. El ordenador no es un artefacto mejor que la piedra del simio, tan solo es más evolucionado, de modo que el simio es capaz de usar una herramienta, pero dónde está el simio capaz de cantar una melodía conmovedora o pintar una imagen sobre una piedra. Ese simio sería el ser humano porque al fin y al cabo solo se puede aprender jugando"
(Nikolaus Harnoncourt, director de orquesta)

"Es inconcebible que un mero cerebro humano, apenas un desayuno para perros, un kilo y medio de esponja en sangre, pueda componer por sí solo Stardust y, mucho menos, la Novena sinfonía de Beethoven" (Kurt Vonnegut, escritor)

Hablando de simios y humanos, de guerra y Beethoven, a cuenta del ochenta aniversario del inicio de la Guerra Civil, estos días se recuerda el ya mítico ensayo de Pau Casals de la Novena en Barcelona el 18 de julio de de 1936, ensayo para un concierto que nunca tuvo lugar, el de apertura de las Olimpiadas Populares al día siguiente.

Comparto una divertida y conmovedora interpretación de su cuarto movimiento en la calle, donde más fuerza ha de tener. 

sábado, 16 de julio de 2016

Los veinte años de Deus a Taxiwars


El que el rock independiente de este siglo me parezca algo pobre e inofensivo tirando a castaña, honestamente se lo atribuía a la edad, al hecho de que cuando eres joven todo te parece más excitante y mucho mejor de lo que es. Pero he aquí que me encuentro con este artículo de Kiko Amat confirmando lo que yo pensaba y que casi suscribiría por completo, excepto su mención a Arctic Monkeys, que  a mí parecen una de las bandas más grandes que han parido las islas del norte en mucho años. Sin embargo, tal vez detrás de lo bien escrito y aparentemente sólido no haya más que el mismo amargo resentimiento del que dejó de ser joven.

Me sirve de pie para enlazar a uno de mis grupos favoritos  de aquel rock de peso de los para mí vibrantes noventa: los belgas Deus, con el nuevo proyecto de su líder, Tom Barman. El de Taxiwars puede que no sea un disco redondo pero la búsqueda del verdadero artista sigue ahí, encontrando nuevos caminos y parentescos, aquí con el jazz. El que tuvo retuvo y si no, prueben con este pedazo de canción.


lunes, 11 de julio de 2016

Jara, ¿lenta no es justicia?


"Cada vez me conmueve más lo que sucede a mí alrededor. La pobreza de mi propio país, de América Latina y de otros países del mundo. He visto con mis propios ojos la huella del horror de una matanza de judíos en Varsovia, el pánico de la Bomba, el golpe mortal causado por la guerra que desintegra al hombre y a todo lo que de él surge y nace. Pero también he visto lo que el amor puede hacer, lo que la verdadera libertad puede hacer, lo que la fuerza y el poderío del hombre feliz pueden hacer. Por todo esto y porque anhelo la paz, es que la madera y las cuerdas de un guitarra me hacen falta para desahogar algo triste o alegre. Alguna estrofa que abra el corazón como una herida o algún verso que quisiera nos diera vuelta de adentro hacia afuera para ver el mundo con ojos nuevos"
(Víctor Jara).

Hace unos días un tribunal de Estados Unidos condenó a uno de los autores de la ejecución de Víctor Jara al pago de una indeminización millonaria a la familia de la víctima. Su tortura y muerte fue especialmente miserable y repugnante, ya que antes de jugar la ruleta rusa con su cabeza hasta que se disparó el primer disparo y acribillarlo después, le machacaron los dedos a culatazos para que no volviera a tocar la guitarra. De nuevo la "sobrada fuerza bruta" que reconoce Unamuno a Millán Astray.

Este texto de Jara encontrado por casualidad y la noticia de la condena me hicieron pensar en nuestro Billy el niño, torturador con delitos prescritos. Qué difícil se me hace a mí, como ser humano y ciudadano, aceptar una institución como la prescripción para un delito tan execrable; qué será entonces para una víctima aceptar el razonamiento jurídico, la conmoción de llegar a cruzarte por la calle con alguien que tuvo sobre ti derecho de vida y muerte, poder para ejercer dolor sin medida,  del que efectivamente hizo uso, y que jamás pagó por ello. Es entonces cuando pienso y entiendo "La muerte y la doncella" de Polansky, basada en un obra de teatro, si no recuerdo mal.


miércoles, 6 de julio de 2016

Las nuevas cintas del sótano



Partiendo de letras nunca musicadas de Bob Dylan del mítico periodo de grabación de "The Basement Tapes", en 2014 el productor T-Bone Burnett, artífice de algunas de las propuestas más interesantes de los últimos tiempos, a veces no estrictamente musicales por su relación con cine y televisión, con unas claras señas de identidad resumidas en el olor a tierra húmeda de todo lo que toca, el de su propia tierra,  ofreció el lujo de grabarlas a ilustres de la talla de Elvis Costello, Jim James (My Morning Jacket) o Marcus Mumford. El resultado fue una superbanda para la ocasión y un disco estupendo : The New Basement Tapes y "Lost on the River".

Curiosidad o toque exótico: en el vídeo toca la guitarra Johnny Depp.

Blues a la última


Discazo el reciente tributo a Blind Willie Johnson, uno de mis favoritos de los bluesman de los tiempos duros. La lista de colaboradores lo dice todo: Tom Waits, Lucinda Williams, Tedeschi Trucks Band, Luther Dickinson de North Mississippi All Stars, Cowboy Junkies...

La extravagancia, voz y hasta aura de Tom Waits encajan mejor con la leyenda del homenajeado, cuya áspera voz da la réplica a la suavidad de Margo Timmins en este genial "Jesus Coming Soon". Recuerdos de los inicios de la banda canadiense, cuando se presentaron en sociedad con "Whites Off Earth Now!!", un disco de versiones del blues añejo y glorioso, además del "State Trooper " de Springsteen. Allí estaba este escalofriante "Crossroads" de Robert Johnson.
 
 

lunes, 4 de julio de 2016

Buscar América





Cuando una preciosa Zooey Deschanel con rulos se marcha de casa en la deliciosa "Casi famosos", se vale de "America", la canción de Simon and Garfunkel, para explicar las razones de su marcha a una desorientada madre interpretada por Frances McDormand.

Y es que cuando se es joven, se ha de buscar esa America inalcanzable, aliviar la comezón, confirmar que la búsqueda efectivamente era infructuosa, que el vacío que acompaña a todo hombre sigue estando ahí.
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viernes, 1 de julio de 2016

Strawhisky


Supongo que a estas alturas todo el mundo sabe o debería saber que esas citas más o menos bellas o inspiradoras que circulan en internet, probablemente no sean del autor al que se  atribuyen. Bien, pues hay que andar con tiendo casi con cualquier cosa ya que a todos resulta evidente que hasta los medios supuestamente serios, dada su dependencia económica, hoy son poco más que  perros de cada amo. 

A lo que iba: como en el último artículo hice mención a Stravinsky, se me ocurrió enlazar con un suceso que siempre había creído cierto -que supongo habría leído en esta bendita internet-, y que ahora, justo cuando me pongo a buscar alguna foto, descubro que no fue cierto. Me refiero a la detención del músico en Estados Unidos por una interpretación del himno  heterodoxa o poco respetuosa. Bien, pues no es más que un cuento; sí, existió la composición algo extraña y no, no sentó bien, incluso se le amenazó con un multa, pero no se le llegó a detener. La foto tan apropiada que acompaña estas líneas, en realidad fue tomada para trámites relativos a su renovación de permiso de residencia.

No creo que sea aventurarse demasiado afirmar que, conociendo el cariz del personaje, estuviera encantado con el pequeño escándalo y con el posterior equívoco. Aquí el amigo, gustaba de llamarse a sí mismo "Strawhisky" -fácil imaginarse por qué-, y según contaba Martín LLade en Radio Clásica, aparte del apodo que os decía hace unos días sobre Wagner, tenía otros como el de Verdi "La, la la" o su  juicio sobre la música de Vivaldi, que según el ruso, escribió quientas veces el mismo concierto. También relataba Martín como tras la muerte del padrecito Stalin, en un encuentro en Rusia del exiliado Stravinsky y el "domesticado" Shostakovich, el único tema de conversación que disfrutaron en común fue atizarle bien a Puccini, por banal y sentimental.

Ya de puestos, comparto ese otro himno sui generis que todos conoceréis, el de otro genio, que al igual que Stravinsky con su "Consagración de la primavera", fue un rompedor -no me refiero a que rompiera guitarras-, el Jimi Hendrix de Woodstock 1969