Asesorado por el maestro, llevo unas semanas entrenando de una forma nueva, cumpliendo planes. Me he encontrado con una reconfortante sensación extraña para mí. El objetivo es claro, cruzar la línea de meta en Niza. Sin embargo, con asombro soy consciente de una nueva, ajena y gratificante emoción, la que reporta en sí misma cumplir con el entrenamiento, con la planificación . En esto andaba yo y era consciente de que ya no pensaba sólo en triatlón sino en la vida misma.
En una ocasión habló Clemente de las “casualidades”. A veces dudo de si existen ciertas situaciones que podemos considerar extrañas o incluso “mágicas”, que guardan algún oculto significado. En este caso fue una extraña conversación en el Ayuntamiento sobre los años de estudiante. Dándole vueltas al tema de la satisfacción del entreno en sí, de cumplir con la obligación, con el trabajo, sin pensar en la meta, de pronto me veo empantanado en una extraña y amenazante imagen: en si toda mi vida nunca fue bien planteada. Nada menos.
Supongo que la vida me trató bien. Sé que desde crío no me costó esforzarme demasiado para conseguir logros académicos. Siempre fui dagal de sobresaliente en notas medias finales y con alguna que otra matrícula de honor. Sin embargo, tal vez por ello no soy afortunado porque al fin y al cabo se crean malos hábitos y llega un momento en que la entidad del reto requiere algo más que "buena genética." Paralelamente, en nuestra carrera deportivo-globeril hemos ido abriendo puertas y escalando muros cada vez mayores, y como buenos jaramugos siempre hemos llevado por bandera nuestro anárquico y escaso entrenamiento, pero como en la vida quizá ha llegado un momento en que para cruzar ciertas metas, hay que apostar fuerte y pelear más duro. Martin Amis en "Dinero" escribía una frase simple y contundente que me llegó al instante: "Sólo hay una forma de aprender a pelear, peleando mucho".
“Un hombre es el espacio que ocupa”. Es un proverbio japonés que utiliza uno de los personajes de “Mad Men”, la serie de la BBC que devoro con fruición y que recomiendo con entusiasmo. El mensaje se refiere a que lo que importa es lo que hagas a partir de ahora. Tal vez tu pasado lastra pero a quién le importa. Tú “eres” ahora.
Estoy a punto de dar un paso importante laboralmente. Arriesgamos buscando nuevos horizontes. La inestabilidad de los interinos se tornó pánico hace unos meses. Afortunadamente llegó la calma pero el aviso no se olvida. Necesitamos abrir otras puertas. Necesitamos esa fuerza para cumplir con la planificación diaria y que la cifras de mis “horas de estudio” comiencen a crecer. Ése es el objetivo tras el verano.
Y sigo caminando y sigo reflexionando sobre otras cosas y sí, quizá nunca fui lo bastante valiente para merecerme a la chica que amo. A día de hoy, sigo construyendo diques que continúan derrrumbándose con una mirada de sus “azules” pero, si soy sincero conmigo mismo, nunca me esforcé de verdad. Ahora todo ello ya no tiene sentido y es hora de pasar página.
En fin, a lo que quiero llegar es que tal vez no es el ironman, no es la oposición, no es ella lo realmente importante. Tal vez lo realmente importante es merecer ser “finisher”, cruzar esa línea de meta, conseguir esa nota o abrasarse en su pálida piel porque verdaderamente eres digno de ello, porque has peleado no un día, sino en silencio muchas horas en tu celda, en tu propio infierno.