Hoy es San Pedro. "San Pedro", uno de los mejores instrumentales rockeros que he escuchado en los últimos años. Los integristas postulados del post rock, con su estrecho margen de maniobra, condenaban el movimiento a muerte lenta. Parecía que el trayecto de estas bandas no podría ser largo. Sin embargo, ahí siguen los escoceses Mogwai todavía reinventándose.
viernes, 29 de junio de 2012
miércoles, 27 de junio de 2012
Ciudad Rodrigo, Palacio de Ávila y Tiedra
Los que me conocéis, ya sabéis que estoy enamorado de mi pueblo, para mi uno de los más bonitos de España. A cuenta de ello, ando dándole vueltas a un proyecto, el de ir enredándome entre sus piedras, en su Historia e historias para usarlo como pie para mis propias historias y sentires.
Ciudad Rodrigo es la ciudad de los palacios. Os dejo algo escrito sobre la fachada de uno de los que más me gusta desde crío, el Palacio de Ávila y Tiedra, también conocido como del Conde Montarco o de los Castro. Aquí solo me centro en el edificio, más en concreto en su fachada. Además de en el patrimonio artístico, en tantos edificios y rincones plenos de encanto, quiero entrar a fondo en lo sucedido entre murallas para explorar esa rica veta histórica. Todo ello, de llevarse a cabo, ya no aparecerá en el blog, de vocación temática menos local -si acaso se colará algún relato-. No es más que un comienzo, un propósito.
"Andan los años y ando la plaza. Dicen que el tiempo erosiona
cariños. Ni noches de invierno, ni
madrugada de soles. Mi veneración
permanece constante, tan sólida como su porte, sin más duda que el escaso
desgaste que quinientos años de asombro consiguieron estrellar contra sus
líneas. Esas líneas que parten frente a tus pies o sobre tu cabeza, para
perderse, siempre puras, tan allá.
Gigante rectángulo por fachada, reflejado en el limpio espejo
rectángulo que es la Plaza del Conde. Rectángulos por ventanas. Dentro de estas, otros rectángulos y dentro
de estos… un seguir, un llamar, un edificio que todo él es tender, querer, crecer.
El rojo color de los sillares
nacidos de la tierra, orgullosos de ser arrancados de las entrañas de ese orden
desordenado que es la naturaleza para, moldeados, poder seguir encarnando
perfección y armonía, como si el mismo palacio se hubiera alzado de las profundidades sin intervención de la poco fiable mano humana.
Esas pasiones humanas que te parieron y partieron. El afán de poder siempre arrastra la condena del temor a perderlo. Desmoche no parece palabra propia, se antoja vulgar y pedestre, poco ilustre para acompañar todos tus nombres. Si el signo no casa, cómo soportar la propia acción que encarna la voluntad del que un día se sintió invencible. Desmochado una mañana que parecía como cualquier otra. Sus ambiciones y miserables sueños pasaron. Tú permaneces bello, indiferente a las cicatrices, con el aplomo orgulloso del que perdió piernas y batalla en combate.
Esas pasiones humanas que te parieron y partieron. El afán de poder siempre arrastra la condena del temor a perderlo. Desmoche no parece palabra propia, se antoja vulgar y pedestre, poco ilustre para acompañar todos tus nombres. Si el signo no casa, cómo soportar la propia acción que encarna la voluntad del que un día se sintió invencible. Desmochado una mañana que parecía como cualquier otra. Sus ambiciones y miserables sueños pasaron. Tú permaneces bello, indiferente a las cicatrices, con el aplomo orgulloso del que perdió piernas y batalla en combate.
Todo elegancia y altivez no se conforma. Al frío y
austeridad del Renacimiento se le trata de insuflar vida. Ahí en el rincón de
esa puerta tan a desmano, dos
seres nacidos en el infinito mar calmo que es su fachada, dos serpientes de torso
fuerte, nervios del palacio, cabalgando
sobre el océano, remedando aquellas
terribles serpientes de la Eneida que sedientas de sangre se aproximaban a la
costa. Decapitadas, leones por cabezas cercenadas.
Todo perfección distinguida, vuelve a querer más. Y
muestra el arte de labrar la
plata. Y se tallan cornisas y ventanas cual orfebre. Ganchillo de flores y
ramas con lana que no se ovilla.
Animales inventados como los de aquellos maestros del Románico, aquellos que
enseñaron el camino de la maravilla y que inexplicablemente no dejaron sus
nombres escritos por doquier. Cuesta hoy comprender cómo el orgullo cedió frente al
testimonio de la obra en sí. Enigmática figura la de aquellos maestros perdidos
en el tiempo.
Bajo el escudo de la
casa sostenido por ángeles, porque de inspiración divina sería el mecenazgo de
esta obra, doy un paso y cruzo la entrada que no podía ser más que abrazo curvo, tierno y acogedor, rompiendo de
nuevo la armonía de la recta y penetro en un interior cuyas heridas lucen recién restañadas, como saludando su segundo milenio más fuerte y convencido que nunca."
Vale.
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lunes, 25 de junio de 2012
Nunca faltan motivos
Esta semana descubrí un disco excepcional, "We´ll Never Turn Back". La verdad que no sé cómo se me escapó en 2007, año de su publicación. Estaba escuchando el último disco de Mavis Staples y probé con este otro de portada tan bonita. Me atrapó desde el primer momento. Después investigué. Se trata de una recopilación de canciones de los años cincuenta y sesenta con un nexo común, el mensaje de denuncia y lucha por loss derechos de la población negra en Estados Unidos
A los mandos y a la guitarra, una de las figuras con más prestigio en el mundo del rock and roll, Ry Cooder; de esos tipos que parece que todo lo hace bien, tanto cuando produce o coordina proyectos como cuando graba -últimamente en esta categoría podría entrar T Bone Burnette-.
La protagonista es Mavis Staples. Nadie mejor que ella, cantante de gospel antes de pasarse el lado del demonio, para recuperar esos cantos, la mayoría tradicionales, a los que se aplica pátina moderna pero austera de resultado intenso. Tripulación ilustre: Jim Keltner a la batería, Ladysmith Black Mambazo a los coros.
Además del aspecto meramente musical, la carga emocional, testimonial, el valor histórico es indudable.El espíritu de una época, el anhelo de millones de personas reflejado en piezas de unos minutos, en versos llenos de fuerza. El mismo ímpetu que, de forma bien distinta, transmite "A Change Is Gonna Come" de Sam Cooke. Lamentablemente no son malos tiempos para recordar historias de lucha, los motivos siempre estarán ahí, canciones que nunca perderán vigencia.
A cuenta del tema, dejo un relato. Algunos conoceréis el episodio Rosa Parks en el autobús. Básicamente se trata de que un día de 1955, Rosa decidió sentarse en los asientos reservados para los blancos y se armó la marimorena, uno de los episodios más simbólicos de aquel duro, lento e ingrato periodo de lucha, lleno de tantas víctimas.
Bien, hace un tiempo le dije a Susana que eligiera una palabra para que yo desarrollara una historia a partir de ella. "Color" me dijo. Entonces decidí contar algo desde el punto de vista de una persona que hubiera estado presente durante el sucedido del autobús. Lo dejé aparcado porque el tiempo es poco y se van colando otros temas. Aprovechado el pretexto del disco, ayer decidí escribirlo.
Es totalmente ficticio, no tiene ninguna base. Un motivo para escribir un relato, no más. Creo que es la primera vez que utilizo la voz de un niño para construir una historia.
"Todo lo demás"
"Al
principio miré sin comprender. Me había parecido que Rosa se había sentado en
los asientos reservados para ellos, pero pensé que algo se me escapaba, que se
había equivocado o que a lo mejor habían cambiado las normas sin que yo me
enterara. Cuando después pensaba sobre ello, recuerdo que aquella mañana no la
saludé como siempre, me debí quedar con cara de tonto o mis ojos sólo me sirvieron
para preguntarle qué hacia, porque ella tampoco me saludó pero sí me respondió de
una forma extraña, con una última y pequeña sonrisa que solo yo pude ver.
Conocía a Rosa de toda la vida y mi madre me decía que siempre andaba buscando problemas, dando alboroto. Y le tengo que dar la razón, aquello fue el mayor lío que he visto en mi vida. Empezaron aquellos dos pasajeros gordos a insultarla mientras ella hacía como que no se enteraba, después el conductor paró el autobús y digo yo que si el conductor para el autobús y se levanta del asiento, algo muy grave tiene que estar pasando porque es algo que nunca he vuelto a ver. Imaginaos cuando subió la policía y se la llevaron.
Estaba
deseando contárselo a los amigos y hasta a mis padres. Por otro lado, me daba
pena porque Rosa me caía bien. Siempre le estaban riñendo cuando venía a casa aunque
de forma diferente a nosotros, como se riñe a la gente mayor. Aún no tengo muy
claro qué clase es la peor. Por eso me sentí bien y mal cuando se lo conté. Me sentí
importante con tanta pregunta pero también un poco culpable de que mis padres
se quedaran tan tristes. La verdad es que no entiendo cómo meten en la cárcel a
la gente que ni roba ni mata ni cosas así. Le pregunto a mis padres pero no me
hacen ni caso.
Ya
llevaba algún tiempo dándole vueltas a mi color, a lo de ser negro y todo lo
demás. Y ese todo lo demás yo sabía que
existía pero no acababa de entenderlo.
Sabía que en el mundo había gente de distintos colores y razas y mi mente no veía que eso fuera muy importante porque a
esas edades, lo que te rodea es como es, no buscas significados distintos a lo
que es como es.
Cuando creces, los mayores o los chavales que
saben, te cuentan que las cosas no son así y ahí empiezan todos los problemas. Te
dicen que lo que es de una manera, en realidad es de otra. El lío. Sé que
todavía tengo muchos años para vivir y acabaré entendiendo todo aunque hay
veces que cuando veo discutir a los mayores de mi familia sobre tantas cosas,
me da la impresión de que o no han aprendido bien porque no fueron mucho a la
escuela o a lo peor, es que todo es más complicado de lo que a mí me parece y hay que
ser muy listo para ser capaz de entender tantas normas y leyes que digo yo
estarán escritas en algún sitio, seguro que en alguno de esos libros gordos de
la biblioteca. Pero claro, deber ser difícil aprenderlo todo por mucho que lo
leas y muchos años que tengas.
Dicen que todavía soy un niño pero no soy tonto
y no soy tan crío como el verano pasado. De verdad que me da vergüenza recordar
algunas cosas que entonces me creía. Nacer negro será mala suerte, sin más. Hay
gente que se queda ciega o nace gordo o tiene enfermedades y nunca puede salir
de casa y montar en bicicleta. Todos conocemos cosas peores.
Rosa
a veces venía por casa y hablaba. Hablaba mucho
de noticias y periódicos y política. Mi madre le decía que se callara, que
no mareara. Ellos, los mayores, creían que yo no me enteraba pero yo empezaba
a darles vueltas a las cosas y hasta intentaba hablar con los amigos de ello, pero
no me entendían o a lo mejor era que yo no conseguía explicarme bien.
En general, yo me lo pasaba bien pero había
veces que pensaba que no estaría mal volver a empezar, volver a nacer y tener
la suerte de ser blanco, como cuando a veces piensas todo lo que harías si te
tocara un premio. Aunque un día leí en una revista que un señor de un sitio que
a mí me parecía muy lejos pero que, por lo que decían, no debía estarlo tanto,
se había suicidado unos años después de ganar un montón de dinero. Lo de
matarse ya es difícil entenderlo, imagínate después de tanta suerte. No estaría
mal tener tanto dinero para tener todos los juguetes de los niños del barrio
alto aunque cuando pasaba camino de la escuela y los miraba, tampoco me
parecían que fueron mucho más felices que mis hermanas y yo.
En esas andaba yo hasta aquella mañana que vi
sentarse a Rosa en el autobús. Sobre todo me hizo ilusión ver la foto en los
periódicos al día siguiente, la del autobús. Les contaba a mis amigos que yo
iba en la parte de atrás, junto a la ventana que se veía en la portada. Después
he pensado que aquel día entendí muchas de aquellas palabras que no paraban de
salir de la boca de Rosa y algunas más que encontré por mi cuenta y que también
me rondaban la cabeza. Mi madre dice que pienso demasiado, puede que tenga
razón.
Íbamos a la Iglesia, rezábamos, cantábamos. Decíamos
que éramos afortunados pero yo pensaba
que en todo aquello había como un sentimiento de culpa. Y yo pedía perdón
porque quería ser bueno y me gustaba cantar y escuchar al coro. Ya sé que
pedíamos perdón por otras cosas pero a mí me daba la impresión de que al final
todo era una especie de pena alegre. Cantábamos fuerte. A veces hasta me
entraba la risa por el barullo que se armaba, pero cuando estaba echado en mi
habitación pensaba que era una pena cantar encerrados, que me hubiera gustado
gritar a voces, que me hubiera gustado que Anne, la vecina blanca de enfrente,
viniera a vernos porque seguro que le hubiera gustado y se hubiera animado a
cantar y hasta a bailar como hacía a veces las noches de verano, aquellas en
que todo era tan divertido y el barrio entero se volvía un poco loco.
Y
yo sigo pensando que Rosa no era ni mala ni estaba loca. Otros decían que era
como una especie de héroe, como lo de los tebeos pero eso sí que no me acaba de
entrar en la cabeza. Muchos la llamaban rara y cosas que no entendía. Yo tengo mi opinión, creo que ella al crecer, quería que las cosas
fueran lo que parecían, que no cambiaran, que no vinieran con el cuento de que
tenía que aprender algo que no entendía pero que siempre había sido así. Que
todo fuera más sencillo, más simple. Cambiar la forma de ver el mundo para
deshacer todos esos cambios que tanto complican la vida.
De
alguna manera sé que ella tenía razón y todos los demás no. Ya sé que parece
tonto que esto lo diga un niño pero de alguna manera que no sé explicar, sé que
Rosa y yo tenemos razón. Pero no quiero decírselo a nadie porque tampoco quiero
que me metan en la cárcel. Yo solo sé que me gustaría jugar en el jardín de
Anne esta noche, aunque como siempre, no me dejarán, sin explicarme por qué.
Cuando crezca, quiero leer todos esos libros
que siempre lleva Rosa y que tal vez digan más verdades que los de la biblioteca. Aunque claro,
tampoco puedes tirar a la basura tantos libros como hay allí. No sé, puede que
cuando los haya leído, entonces sea capaz de explicar bien lo que quiero decir
y ustedes me entiendan".
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viernes, 22 de junio de 2012
Aquellos festivales
La foto me habla de otros tiempos. Antaño por estas fechas, seguro que habiendo disfrutado ya en Mayo del Festimad de Móstoles, ya tenía fijada la
agenda de festivales para el resto del año. Tiempos de muchos tiros al aire de
promotores arriesgados, muchas propuestas distintas en busca de un público y
una consolidación que en muchas
ocasiones, aún viviendo en una España rica, se mostró insostenible.
Mi pasión por la música sigue intacta, hasta diría que mejor
orientada, en una suerte de proceso
continuo en busca de los sonidos y voces que expresen lo que soy, ese eterno
encontrarse a si mismo, pero mi
afán por la música en directo y los conciertos se atenuó.
Ya, la edad. No, hay algo más. No os equivoquéis, no se
trata de la edad y de soportar las incomodidades inherentes al peregrinar del verdadero “festivalero”.
Debido a mis pintorescas aficiones, sabéis que estoy acostumbrado a pasarlas peor
que putas y según mi libro de estilo, un festival rockero no se puede vivir más
que desde el interior desde esa cámara de gas asfixiante en que se convierte
una tienda de campaña a las ocho de la mañana en Alburquerque, Benicassim o Jerez.
Supongo que simplemente soy yo, que cambié. Igual que hace
unos años estaba pendiente de los adelantos de nombres de bandas que se iban
filtrando mes a mes desde Enero para diseñar mis vacaciones, poco a poco ese
espacio fue sustituido por el calendario de pruebas deportivas. Y claro, no
había días ni dinero para todo.
A veces pienso que debo funcionar un poco a impulso de
décadas. Primero la música, después el deporte más bruto en el sentido de domar
distancias o dificultades, cuanto mas intimidantes mejor. Y ahora que he
corrido alguna de las pruebas más duras del mundo, noto que también voy
perdiendo “punch”, que estoy en otro cruce de caminos, que quiero seguir con el
deporte pero de otra forma, que me sobran muchos dorsales.
Es la vida. El equipaje sigue aumentando, la música y el
fondo extremo y por ello más puro, forma parte inseparable de lo que soy
pero necesito encontrar algo más.
Pero hablábamos de música. Como para todo lo que me gusta,
soy muy devoto y aplicado. Era de las pocas personas que estaba a primera hora
en todos los festivales para tratar de asistir a todos los conciertos posibles,
descubrir nuevas bandas o disfrutar de otras que trataban de abrirse camino y
de las que ya estábamos al tanto. Entonces casi no se te escapaba nada de lo
que se movía en el panorama internacional de la música popular. Era duro ir de
enteradillo en épocas “pre internet” o “pre spoty”
Presencié cientos de conciertos, algunos de ellos
inolvidables, de los que marcan, de los de levitar o de los que te infunden el deseo de romper con todo, de esos de los
que sales tan convencido como feligrés en procesión. Compartirlos junto a
amigos y novias los convirtió en aún más especial. Los primeros que me
vienen a la cabeza son Radiohead, Primal Scream, PJ Harvey, aquel fantástico concierto de Nick
Cave entre montañas, bajo una luna llena
maravillosa. Ahora he de reconocer que mi escenario favorito es un teatro sentado, como los de Sigur Rós o
Mark Lanegan. En Julio, Bon Iver.
Claro, todavía
seguiré yendo a conciertos y a algún festival esporádicamente;
probablemente Contempopranea en Alburquerque con la tropa de Felipe y Elena, aunque siempre
vienen los mismos grupos y apoyaría con entusiasmo la moción de que la mitad de ellos fueran ajusticiados en plaza
pública pero hay que reconocer que el peculiar ambiente se echa de menos.
Recuerdo el primer festival al que acudí, "Doctor Music" en Pirineos. Garbage, Pulp,
Portishead, Bob Dylan, Nick Cave, Iggy Pop, Beastie Boys… Excelente
material. Casi soy capaz de sentir mi
impaciencia mientras montábamos la tienda y se oía tocar un grupo a lo lejos.
Eran Embrace. No llegamos a verlos, pero realmente fue la primera banda que
escuché en un festival.
Os dejo su canción más famosa. Bien bonita aunque de corto
recorrido, de las que acaban cansando.
De letra simple, simple, tonta, tonta.
En onda Coldplay que seguro os gusta a la mayoría y que otros decidimos aparcar
para siempre.
martes, 19 de junio de 2012
Habitaciones en llamas
Apretada agenda de fin de semana en Madrid. El sábado, teatro. Especial y por partida doble.
En el teatro me gusta sentarme en las primeras filas, muy
cerca del escenario. Pierdo menos detalle y a pie de obra –nunca mejor dicho-, percibes
claro el brillo de ese extraño arte que, resultándome en principio tan ajeno, siento tan milagroso y embriagador.
Bien, si el sábado hubiera utilizado
medidor de intensidad de luz, quizá me podría haber abrasado.
Asistimos a dos
montajes, el primero en el espacio denominado “La casa de la portera”, siguiendo la recomendación de Joaquín y
Marga.
“Iván Off”, una adaptación de
Chejov. La obra se desarrolla
en dos habitaciones de lo que efectivamente, en tiempos, fue la casa de la
portera de un antiguo edifico céntrico de Madrid.
La extraña ubicación no responde más que al empeño de
trabajar y buscar soluciones imaginativas destinadas a hacer frente a época de
vacas flacas y el limitado acceso a otros espacios.
os actores y el texto son brillantes, condición indispensable
para que la magia y el engaño no se desvanezcan pero lo que convierte realmente la experiencia
en tan especial es la cercanía. Veintidós espectadores rodeando las dos
habitaciones donde se desarrolla la acción, tras sucesivos cambios de ubicación
y en las que, en ocasiones, se interpela al propio espectador.
Precisamente hace pocos meses leí un volumen de cuentos comentados de Chejov. Al principio no me convencían y no acaba de entender su grandeza. Sin embargo, acabé enamorado para siempre del autor ruso, de la sencillez con la que disecciona la naturaleza humana. Recuerdo alguna noche en que, en la cama, tras leer alguno de los cuentos más sencillos, me decía a mí mismo: “Joder, este perro, ¿cómo puede contar tanto y de forma tan pura, con tan poquito? El teatro no lo conozco, la verdad.
Ene esta obra Chejov retrata las miserias esa clase
acomodada en Rusia que, venida a menos, literalmente “se aburre”. El autor es
despiadado con todos los personajes, comenzando por los más frívolos e irresponsables, la mayoría.
Pero sorprendentemente también ridiculiza al crítico, orgulloso y pagado de sí
mismo, que constantemente denuncia los vicios de una casta con las horas
contadas y ni siquiera es más comprensivo con el atormentado protagonista que
reconoce la inutilidad y lo pernicioso de su existencia pero que tampoco hace
tampoco nada para remediarlo, una especie de estúpido Hamlet ocioso.
Tras dos horas de implicación emocional en la historia,
salimos noqueados por la experiencia al insano calor de las calles de Madrid.
He de ser honesto, cuando íbamos de camino de Fuencarral para ver otra obra después
de cenar y teniendo en cuenta lo expresado, me decía que iba a ser muy
complicado competir con la sesión previa.
La semana anterior me había encontrado en Ciudad Rodrigo con Luis Ferreras, un amiguete del baloncesto que hace años se fue
a vivir a Madrid y del que sabía dirigía y escribía teatro. Precisamente me
dijo que acababan de estrenar, así que aprovechando visita a la capital, no nos
lo podíamos perder. Sabía que era una sala de teatro alternativo y yo, que con
la edad me hago más clásico – o tal vez mejor sería decir cascarrabias-, tenía
un poco de miedo de que la cosa fuera un poco rara o demasiado moderna para mi
actual actitud – la definición de “Performance” de Juanjo Sáez me perseguía: “sale
alguien desnudo, hay un perro y nadie entiende nada”-.
En fin, para no extender demasiado. Sinceramente me
sorprendió y encantó. La historia se desarrolla a lo largo de varias etapas
históricas, teniendo siempre como protagonistas a una pareja de enamorados.
Retrato de cómo las circunstancias políticas, económicas o sociales impiden la
consecución de su amor. Todas esas pequeñas y trascendentales historias que hay
tras los grandes procesos que se
ventilan en los libros de Historia con mayúsculas o en el día a día de los
periódicos con unos párrafos. Atrapados en una España marcada por la tragedia desde hace demasiado tiempo, hasta en un hipotético futuro, finalmente
resuelto para bien. Sirviéndose de las emociones, se vislumbra con claridad el
mensaje de denuncia y llamada de atención al mismo tiempo.
También era una sala pequeña, junto al escenario donde
actuaban los dos actores, Raúl y Mónica.
Los dos están muy bien. A Mónica,
hermana de Ferreras, la conocía de vista del pueblo y por eso quizá, como soporte de la tensión dramática de la obra, me impactó más. Me pareció que estaba brillante, convincente y que manejaba con
solvencia todos los recursos para transmitir la intensidad de los sentimientos
de un personaje atrapado y fuera de lugar. Además imagino aún más complicado
sostener una obra con solo dos personajes. Gran responsabilidad que a veces se
podría intuir paralilzante.
Después estuvimos con ellos tomando unas cervezas y me quedo
con lo que nos contaba Mónica del oficio, con esa pasión desbordante de alguien
valiente para elegir vocaciones, de alguien que habla de forma torrencial sobre
qué es actuar, alimentarse del vínculo con su pareja en el escenario, de
alguien que relata problemas y sin embargo cómo compensa elegir caminos que te enriquecen y llenan por
completo.
Ambas obras tienen
ese nexo común de lo cercano. A veces tienes la impresión de que podrías tocar,
caminar entre los actores, abrazarlos, consolarlos, pedirles que reaccionen,
como uno más entre ellos. Sientes arder las vidas al chocar unas con otras en
el interior de una pequeña habitación y comprendes lógica esa combustión, en la
que hasta puedes llegar a compartir lágrimas con los actores. Ciertamente es
increíble y estoy agradecido por mantener esa capacidad para deslumbrarme ante
composiciones tan diminutas y gigantes a la vez, las de valor real, las que no
se ajustan a escala de medida.
A pesar del persistente mantra motivado por el general telón
de fondo actual, la cultura saldrá
adelante porque siempre habrá gente, iba a decir dispuesta, pero quizá la
expresión más ajustada sea “que necesita expresar”. Desde chavales necesitamos
escuchar historias. Es una necesidad
vital. Cuando somos críos, son mentiras; eso nos lo dicen después. Cuando somos
mayores, seguimos preguntándonos por qué si todas son mentira, reconocemos tanto
de nosotros mismos entre sus líneas. La
cultura es inherente al ser humano. No cabe apartarla y dejarla atrás, para
seguir adelante.
No os cuento más de un aprovechado fin de semana en Madrid porque esto se alarga demasiado. Prado –ya lo he visitado muchas veces aunque es distinto con pintora-, concierto de románticos del country en la onda de Hank Williams y del rockabilly –fauna peculiar de verdad- o la gran idea de las librerías de Lavapiés, repletas de libros, todos interesantes, que ojeas mientras te tomas un café.
En fin, soy un
enamorado de Ciudad Rodrigo pero aún así, de vez en cuando hay que meter
en vena todo eso que llena tanto y que te pierdes al estar fuera de las
ciudades monstruo, aquellas donde los raros siempre son menos raros.
Dudaba qué música compartir. Como últimamente estoy oyendo
mucho blues añejo, una de las esencias del rock, y el sábado entendí lo que
presencié como asistir a la simple esencia de un arte ya milenario como el
teatro, se podía trazar una especie de forzado paralelismo. Os dejo una canción
de Son House, epítome de aquellos
tipos que se arrastraban por el sur a principios del XX. De manual, ya sabéis: Mississippi, religión, mala vida,
asesinatos, cárcel. Maestro de la técnica del cuello de botella, incluso se
dice que fue él y no el diablo el que le enseñó a tocar la guitarra a Robert Johnson. Además la musculosa versión de ese gran
apasionado y erudito en estos palos nunca suficientemente valorados, que es Jack White, al mando de “White Stripes”, mientras aporrea Meg. "Death Letter Blues"
P.S. Para los madrileños o aquellos que planeer escapada al foro, hacedle un hueco, no os
arrepentiréis: “Iván Off” en C/ Abades, 24
y “Antes de la lluvia” en la Sala
Nudo , C/ Palma, 18.
Vale.
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viernes, 15 de junio de 2012
Susan y Derek
Sin tiempo, os dejo una canción para el fin de semana. Susan Tedeschi y Derek Trucks son pareja y les gustan las cosas a pares, como dos ingredientes de su música: el soul y el rock and roll, del sureño, por favor. En esta canción mecedora, cocinan a fuego lento los alimentos que ya echan humo desde el mercado. Otra vez dos pizcas, la de esa tremenda voz y la de la portentosa guitarra. Listo para servir. Intensidad de la buena, de la contenida, de la suave.
jueves, 14 de junio de 2012
Los blues del río
Dolido o furioso, con el mundo o contigo mismo, él siempre cumplirá su parte, reconfortarte en tu soledad. Cual viejo blues ajado cuyo lamento siempre alivia. Tantos años a su vera respetando la fuerza de lo que se percibe para siempre.
Los ríos no entienden de penas humanas, o tal vez lo entiendan todo. Pasamos, llegamos, le contamos todo lo que es tan importante y él sin parar de hablar y sin embargo, sin cambiar ni una palabra. Ambiciones, pasiones, culpas sin medida inundadas bajo sus aguas de tiempo, hoy no significan nada. Todo marchó, sólo él. A veces buscamos ese día extraordinario que nos salve. Y si nos sentáramos en la orilla y tratáramos de comprender el río de otra forma, si por una vez fuéramos conscientes del tremendo espectáculo que es ver la luz del sol reverberar sobre el agua o simplemente levantar la vista y ver pasar nubes a toda velocidad por el cielo, tal vez viviéramos de otra forma. Tal vez entonces no tendríamos que pensar en que el río rememore lo bueno o el tiempo pasado. Tal vez entonces aceptáramos que realmente nunca perdemos nada. Nunca nos bañamos en el mismo río pero él siempre es uno porque sabe conservar lo imperecedero de cada cual, lo que nunca marchará..
El post no lo motivó la llegada del verano sino una canción, El personaje de "A Tree By The River" de Iron and Wine habla sobre un pasado feliz, simbolizado por el árbol junto al río. Imagino que se trata de un guiño al "Rio" más famoso, el de Springsteen donde el protagonista identifica el río con lo mejor de su vida; un hombre atrapado como un títere por la presión social y el entramado económico, piensa en el río como lo único puro y feliz de su pasado. Además, el personaje de Sam Beam hace mención a una edad en concreto, los diecisiete años, los mismos que tiene el narrador de la de Springsteen cuando conoce a su chica, con la que se bañaba cada noche de verano en ese río mágico.
Vale.
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martes, 12 de junio de 2012
El asno ilustrado, cuaderno de jaramugadas.
Hace tiempo que andaba dando vueltas al tema de crear una página donde citar y relatar nuestras jaramugadas, donde fijar un calendario para que los posibles "quijotes" estuvieran al tanto de la próxima y se pudieran recoger ideas para nuevas disparatadas aventuras o simplemente para entrenamientos especialmente exigentes que merezca la pena sufrir-disfrutar en compañía. Ahora que cada día comulgo menos con dorsales, simplemente una forma de difusión, un lugar de encuentro.
No acababa yo de cuadrar el nombre y he aquí que hace unos días di con ello. Llevo unas semanas estudiando el papel de Ciudad Rodrigo durante la "Guerra de la Independencia" porque quiero escribir una historieta y encontré referencia a un extraño tratado escrito por un paisano, Manuel Pérez Lozano Ramajo, clérigo mirobrigense que debía ser hombre peculiar y a primera vista, ascendiente de la tradición arrabaliana del otro personaje ilustre del pueblo. Ese título, con todas sus acotaciones, a cada cual más disparatada y absurda, bien casa con la idiosincrasia jaramuga.
Dejo al margen el enlace al blog y ampliaré los autores para que puedan escribir otros miembros del club. No he puesto nada, sólo el título, la definición de David de una Jaramugada y un par de fotos.
He pensado que Chago podía montar una foto de algunos burritos con el título y que Manu o Felipe podían crear una página o perfil en facebook para difundir esos retos beodos que se nos ocurren de vez en cuando.
"El asno ilustrado"
Avance para el verano que seguro irá enriqueciéndose y del que se irá dando cuenta detallada y concretándose fechas:
Avance para el verano que seguro irá enriqueciéndose y del que se irá dando cuenta detallada y concretándose fechas:
JULIO
¡¡En todus lus frentis!!
(Senderismo y/o ciclismo y/o carrera o trail alrededor de la Peña de Francia)
AGOSTO
Travesía Mirriobrigense.
(4,5 o 10 kms. de natación en función de qué pantano se elija este año)
Desafío Elola 2.0
(Hoyos del Espino - Refugio Elola en el Circo de Gredos a la carrera)
SEPTIEMBRE
Ciudad Rodrigo - Peña de Francia
Por supuesto tras todos los retos, comida y/o cena
Todos estáis invitados a hacer los recorridos completos o a la parte que Dios os dé a entender como sensata.
Todos estáis invitados a hacer los recorridos completos o a la parte que Dios os dé a entender como sensata.
Una canción que vaya bien, de espíritu más gamberro y rockero. Los crudos Japandroids vienen de Canadá. En la onda Black Keys, guitarra y batería para las mejores interjecciones, los mejores "Oh, Oh, Oh" del momento.
miércoles, 6 de junio de 2012
Un buen día
Tras varios días de lucha sin adversario, la fiebre cedió.
Por primera vez en una semana, se sintió en paz. Al borde de un principio.
Buscó la luz que se filtraba a través de la ventana. El milano alto y libre,
eco de su infancia, por un instante le colmó de una tristeza inconsolable.
Después el vacío, el descanso. Inundado por el tacto y el olor de las sábanas limpias,
suaves, frescas. Y recordó aquel día lejano
que hoy no lo parecía tanto.
Aquel día que madrugó para correr río arriba
camino del sol naciente, el corazón galopando arrogante sobre el dolor de unas
piernas ahora ya muertas, el día que le
costó abandonar el estudio de una “Divina Comedia” insondable, el día en que
marchó a trabajar disfrutando de cada pequeña e ingrata tarea junto a sus compañeros,
investidos todos de un compromiso que por unas horas pareció tan lógico , el
día en que al sonreír a su anciana madre, ella le devolvió una extraña mirada
agradecida, el día en que dijo todo lo que quería decir, el día que supo ser valiente, pronunciar un no y contar todo
aquello que les dolió y renovó, el día en que echados en la hierba, sintió como
si la voz de ella junto a la del río envolvieran la noche entera, abrigando
todos sus temores y esperanzas, el día en que
antes de dormir, ya de madrugada, creyó entender y escribió el párrafo
que explicaba el secreto de nuestro eterno diálogo con la inevitable soledad,
el día en que pensó que aquel chico triatleta sin brazo era el hombre más
poderoso del planeta, el día en que buscó el bastón de mariscal en su mochila,
el día en que persiguió la dignidad que sostiene nuestra condición humana.
Y entonces,
expiró.
P. S. No, no son Planetas. Son Warren Ellis y Nick Cave.
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martes, 5 de junio de 2012
El día que sobraron los colegios
Un artículo que escribí la semana pasada sobre el incierto futuro del Colegio "El Puente" de Ciudad Rodrigo Ya se publicó en una página local y se utilizó en la protesta. No se trata únicamente de un exponente más de la política actual, hay otros factores. Cerrar la puerta de colegios debería ser un día triste. El verdadero problema para una sociedad, llega cuando a nadie le importa.
“El día que sobraron los
colegios”
No es
lo peor que un colegio se muera poco a poco, lo peor es la percepción de
que a nadie le importe. Ahí están las razones, todos las conocemos. Un poco
entre todos, lograremos que llegue el
día en que tras las puertas de unas aulas, solo haya silencio.
Ahora
nos reunimos y hacemos una llamada. Tiempo de reflexión.
No se
cierra, me dirás. No, se aparta. Allí están ellos, aquí nosotros. En las
sociedades occidentales, a cada paso más compartimentadas y esterilizadas,
nosotros lucimos más estilo. La centenaria muralla aún cumple su función, la de
separarme de la amenaza, el río como defensa, como frontera que me aparta de
todo aquello que no me gusta, que me estorba. Nosotros y ellos.
Nos afanamos por construir, por hacer tantas
cosas que no perdurarán. Carreteras, estadios, Torres de Babel de doscientos pisos. Todo, hasta
nuestras catedrales, un día retornarán a polvo. Cada pueblo a lo largo de la
Historia ha querido mostrar de qué es
capaz pero quizá lo único que perdure, lo único que diferencia al ser
verdaderamente humano, sea su capacidad
para contar historias, lo que nos ocurrió,
lo que aprendimos.
Sí,
parece que no importa demasiado restar material o profesores, sumar horas y
alumnos. Sí, nos dan a entender que en tiempos de tristes elecciones, de susto
o muerte, poco importa que cuando un
maestro se gire tras escribir en la pizarra, en lugar de veinte rostros, vea cuarenta. Lentamente vamos asumiendo que solo existen
tentativas de educar, que no hay formas, porque eso que llaman “calidad”, es término quimérico. Se da por hecho que todos esos recursos están
destinados al fracaso, tanto desde el punto de vista humano como desde el de la formación de herramienta laboral
para un sistema colapsado. Faltan alumnos en el “El Puente”, sobran en otros.
¿De verdad importa?
En el
colegio me construyeron, soy lo que aprendí.
Es de los pocos cimientos ciertos que sostienen mi existencia, que básicamente
definen mi carácter y forma de encarar la vida. Sin embargo, miro a mi
alrededor y duele entender que a la mayoría no le importaría que se cerraran
bibliotecas o ardiera Alejandría. Ya no se estila quemar libros, ahora se
cambia el nombre a los centros donde se enseña a leer, se crean ciclos, se
redistribuye. Una forma más aséptica y neutra de cerrar puertas al futuro.
Es triste
que una sociedad que se adivinó renovada y llena de vida tras el fin de
cuarenta años de yugo, en apenas tres décadas, dé por buenos estos
planteamientos. Creímos que este país, tras un impasse de varios siglos de enroscarse
en sí mismo, por fin se engancharía a los valores de la Ilustración pero, en
cierto sentido, es como si todas aquellas expectativas redujeran aún a menos lo conseguido.
Cerrar
colegios es romper cadenas, las que nos
unen a todo lo valioso del pasado, a
unos pensamientos y una tradición clásica que, dejando de lado matices de
planes de estudio sin sentido, deberían encarnar los de una verdadera sociedad
democrática.
Cerrar colegios es también crear cadenas, las que nos convierten en esclavos alienados
por fútbol y televisión, las que impedirán una sociedad de ciudadanos
verdaderamente interesados, libres, informados y responsables.
Un
colegio que se cerrará y esa culpable sensación de que ninguno de nosotros hizo
lo suficiente para tratar de impedirlo.
Una canción de chicos. El fin de semana del 15 vamos a Madrid. He visto que el viernes toca Paul Collins. Me gustaría verlo, disfrutar de impecable rock de corte clásico, enérgico y bien facturado. Otro gran talento al que se le robó el estrellato.
sábado, 2 de junio de 2012
Tertulia, "El perseguidor"
El relato es un homenaje a Charlie Parker, el genial saxofonista. Hace muchos años leí una biografía del músico a cargo de Ross Russell. Para introducir al personaje, cuatro letras. Charlie Parker es uno de los músicos más importantes en la historia del jazz. Junto a Dizzy Gillespie fueron los abanderados de un movimiento que revolucionó el jazz, el Bebop. Básicamente la cosa consistía en dejar atrás los patrones del jazz más lineal y clásico, representado, entre otros, por Louis Armstrong o las orquestas de Count Basie o Duke Ellington para buscar la libertad, saltarse las normas, improvisación tras un lenguaje más puro. Como es de rigor ante cualquier fenómeno de índole rompedora o revolucionaria, llegó la incomprensión y el desprecio. Después, el encumbramiento. Paso intermedio para las idas de olla de Ornette Coleman y demás alucinados del Free Jazz. A ver, no he consultado nada, oigo jazz de vez en cuando pero estoy a mil millas de ser un experto así que si aparece un verdadero aficionado militante al uso, como el Chulo, no me molestará y agradecido, tendré por bien merecida la colleja por entrometido.
Además Charlie Parker cumplió a rajatabla el manual de la autodestrucción, el del genio devorado por su arte del que conocemos tantos ejemplos en jazz y rock. Drogas, alcohol, noche, desorden moral y vital. Empeño en apartar de sí a todos los que sinceramente lo quisieron. Charlie Parker murió a los treinta y cinco años. El parte de la autopsia decía que su cuerpo parecía el de un hombre de sesenta. Supongo que muchos habréis visto "Bird", la película de Clint Eastwood sobre la vida del músico, interpretado por Forrest Whitaker.
Ya estáis en situación. El relato. Bien, el relato es maravilloso. Así, de entrada. Con eso debería bastar. Cualquier cosa que yo cuente, sobra. Tanto desde el punto de vista formal -por ejemplo, me sorprendió y conquistó ese cambio al tiempo futuro para hablar de pasado- como de fondo, me parece una pequeña pieza maestra. Siempre digo que la gente que escribe bien intimida. Esta pequeña obra no asusta, está llena de párrafos que son verdaderas hostias en pleno rostro.
Bruno, un crítico de jazz francés que ha escrito un libro sobre la vida del músico -aquí se llama Johnny Carter-, nos relata su ajetreada estancia en París. Es amigo y receptor de las absurdas disertaciones y diatribas del saxofonista, por momentos completamente fuera de la realidad, al borde de la locura.
Johnny persigue con su música algo que no entiende pero que sabe que está ahí. Lo que busca está al margen de la realidad, no puede aprehenderse mediante palabras, ni siquiera puede ser pensado. Bruno sabe que es cierto y se siente impotente y falso al intentar describir su música y su figura en palabras que nunca podrán retratar su talla real. Es consciente de su mezquindad frente al genio y eso le hace sentir miserable. Reconoce como egoístas a que le rodean que solo quieren "sacarle brillo a la estatua que hemos erigido entre todos", "salvar nuestra idea de él".
Atormentado por los recuerdos y por una insatisfacción imposible de calmar, da pie a reflexiones filosóficas sobre tiempo y realidad ¿Y si fuera un visionario? ¿Y si él fuera el único cuerdo y el resto del mundo fuera el loco? Embarcado en una tarea titánica, la de encontrar lo inencontrable, consigue atisbos en esa gloriosa grabación paradójicamente imperfecta.
"Comprendo que le enfurezca la idea de que vayan a publicar "Amorous", porque cualquiera se da cuenta de las fallas, del soplido perfectamente perceptible que acompaña algunos finales de frase, y sobre todo la salvaje caída final, esa nota sorda y breve que me ha parecido un corazón que se rompe, un cuchillo entrando en un pan ( y él hablaba del pan hace unos días). Pero en cambio a Johnny se le escaparía lo que para nosostros es terriblemente hermoso, la ansiedad que busca salida en esa improvisación llena de huídas en todas direcciones, de interrogación, de manoteo desesperado. Johnny no puede comprender (porque lo que para él es un fracaso a nosotros nos parece un camino, por lo menos la señal de un camino) que "Amorous" va a quedar como uno de los momentos más grandes del jazz. El artista que hay en él va a ponerse frenético de rabia cada vez que oiga ese remedo de su deseo, de todo lo que quiso decir mientras luchaba, tambaleándose, escapándosele la saliva de la boca junto con la música, más que nunca solo frente a lo que persigue, a lo que se le huye mientras más lo persigue. (...) Johnny persigue en vez de ser perseguido, que todo lo que le está ocurriendo en la vida son azares del cazador y no del animal acosado".
Os dejo unos fragmentos. Mejor que nada que pueda contar:
"Esto lo estoy tocando mañana" se me llena de pronto de un sentido clarísimo, porque Johnny siempre está tocando mañana y el resto viene a la zaga, en este hoy que él salta sin esfuerzo con las primeras notas de su música."
"Porque después del paso de Johnny por el saxo alto no se puede seguir oyendo a los músicos anteriores y creer que son el non plus ultra; hay que conformarse con aplicar esa especie de resignación disfrazada que se llama sentido histórico, y decir que cualquiera de esos músicos ha sido estupendo y lo sigue siendo en su momento. Johnny ha pasado por el jazz como una mano que da vuelta a la hoja, y se acabó".
"Que la música salve por lo menos el resto de la noche, y cumpla a fondo una de sus peores misiones, la de ponernos un buen biombo delante del espejo, borrarnos del mapa durante un par de horas".
"Este jazz desecha todo erotismo fácil, todo wagnerianismo, por decirlo así, para situarse en un plano aparentemente desasido donde la música queda en absoluta libertad , así como la pintura sustraída a lo representativo queda en libertad para no ser más que pintura".
Referencia a los músicos clásicos, a Armstrong: "Es como lo toca Satchmo, tan limpio, tan puro. ¿A ti no te parece que lo que toca Satchmo es como un cumpleaños o una buena acción? Nosotros... Te digo que he querido nadar sin agua. Me pareció... pero hay que ser idiota... me pareció que un día iba a encontrar otra cosa..."
Para terminas, ¿Un intento de Cortázar por describir la música que le apasiona a través de la voz del propio Johnny?
"Sobre todo no acepto a tu Dios -murmura Johnny-. No me vengas con eso, no lo permito. Y si realmente está del otro lado de la puerta, maldito si me importa. No tiene ningún mérito pasar al toro lado porque él te abra la puerta. Desfondarla a patadas, eso sí. Romperla a puñetazos, eyacular contra la puerta, mear un día entero contra la puerta. Aquella vez en Nueva York yo creo que abrí la puerta con mi música, hasta que tuve que parar y entonces el maldito me la cerró en la cara nada más que porque no le he rezado nunca, porque no le voy a rezar nunca, porque no quiero saber nada con ese portero de librea, ese abridor de puertas a cambio de una propina, ese..."
Ya estoy tardando en leer "Rayuela".
Para la próxima terturlia, "El nadador" y "Reunión", dos relatos de Cheever de los que hace tiempo que leo muy buenas referencias. Son muy cortitos. Ni siquiera los han colgado en PDF. Están escritos directamente por ahí. Buscadlos. 1 de Julio.
De música, Charlie y Dizzy, claro.
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