Una mañana soleada de verano, una mañana de domingo de resaca, Neddy Merrill nada en la piscina del jardín de unos amigos. Entonces decide que podría recorrer la distancia que le separa de su casa, nadando a través de todas las piscinas que abarcan esos 13 kms a lo largo de un peculiar río inventado al que llamará "Lucinda" en homenaje a su mujer. Un punto de partida extraño y absurdo para el relato.
Es la historia de un viaje que inicia un Neddy fuerte y confiado que se ve a si mismo como un peregrino o un explorador, casi una figura legendaria con un destino que cumplir. Realmente el relato es el brillante y original vehículo mediante el cual el autor retrata el tránsito del desorientado protagonista hacia la despiadada realidad que trata de evitar.
El viaje del sol al frío, de la fuerza al agotamiento, del verano al invierno, de la autocomplacencia al dolor.
Apenas 15 páginas magistrales donde muy lentamente va a asomando la verdad que al mismo tiempo que comienza a vislumbrar el protagonista, poco a poco va descubriendo el lector al que ya se avisa sobre la errada percepción del viajero con expresiones como "disciplinar la memoria" o "deteriorar el sentido de la verdad".
Con su paso se nos van describiendo distintos ambientes, "manejando con cautela las costumbres y tradiciones hospitalarias de los nativos".Una constante, el alcohol, que también contribuye a una visión distorsionada de la realidad.
La idea que nos parece tan ridícula al comienzo poco a poco también se va insinuando sin disfraz al artífice. Cuando tiene que cruzar una autopista en bañador y los conductores se burlan de él -"sin humor ni dignidad para afrontar la situación"-, se cuestiona su decisión y se plantea volver pero el recuerdo de la mentira que era la felicidad y el ánimo inicial es ya un espejismo inalcanzable.
Realmente huye de los demás, no quiere que le insinúen la verdad, el paso por la piscina pública con su "hedor de aceite bronceador y cloro" le espanta. No quiere ser vulgar como la mayoría, quiere regresar al inicio, a la primera piscina, junto a sus amigos frívolos y despreocupados.
Descripción de otros estratos de la sociedad acomodada, "La izquierda exquisita" que decía Tom Wolfe, tan ridícula en ocasiones por desubicada y que progresivamente nos proporcionan más pistas sobre esos sucesos que Neddy quiere ocultar ("talento para disimular los hechos dolorosos") y que lo deprimen por momentos.
O los nuevos ricos que solo hablan de dinero y son más claros; sin convenciones ni remilgos, lo acusan de colarse. Incluso los camareros lo tratan sin respeto. Ya lo sabemos: está arruinado, carece de dignidad.
Tras el encuentro con una antigua amante que tampoco nada quiere saber de él, a cada paso más cansado y aterido, descubre las constelaciones de invierno en la noche. A un paso de la revelación final, se echa a llorar.
Ya incapaz de nadar, de arrojarse de cabeza o salir por los bordes prescindiendo de las escalerillas, de ocultar la verdad de su vida, se topa con su casa cerrada hace tiempo. Intenta entender pero sabe que el lugar está vacío, que su vida nunca podrá volver a ser aquella.
¿El sino de cualquier existencia, de cualquier devenir vital?
El relato es uno de los más famosos de la historia de esa literatura menor que se sirve en tarros pequeños. Cuentan que la primera versión tenía más de cien páginas. Realmente es una maravilla, fama bien ganada. De verdad, no os lo perdáis, no se tarda en leer ni media hora.
El otro relato, "Reunión" es más corto aún, apenas un apunte, un esbozo. Encuentro entre padre e hijo que hace tiempo no se ven tras un divorcio. Grandes expectativas del chaval pero que ya auguran decepción: "mi propia sangre, mi futuro, mi condenación". Hastío que se filtrará a lo largo de un fugaz encuentro con un padre despreciable que no se elige y que jamás volverá a ocurrir.
"El nadador" es una curiosa materia prima para una película dirigida por Frank Perry y Sidney Pollack e interpretada por Burt Lancaster en 1968. Qué tiempos aquellos en los que grandes estudios apostaban por proyectos que no fueran secuelas o seguras nuevas versiones de éxitos pasados cada vez más recientes (sangrante el nuevo derroche en otro innecesario Spiderman)
Para el 7 de Septiembre, "El retrato de Dorian Gray" de Oscar Wilde (pinchad en el enlace), un libro que siempre he ido posponiendo.
5 comentarios:
Pues me has metido las ganas en el cuerpo; cuando leí tu sugerencia me lo pensé, pero ando algo distraído de lecturas estas últimas semanas y tiro a lo fijo, a lo que calma y sosiega. Voy a ello!!!
Pdta: "Dorian Grey" prometo releerlo y participar, que su autor es uno de mis favoritos; como no...
No puedo añadir nada a lo que has dicho, más que agradecerte habérmelo descubierto, aunque no me ha gustado tanto como a ti. La reunión mucho menos, que en un relato breve adivines el final antes de la mitad, no tiene mucho sentido.
Según iba avanzando en los largos que hacía el nadador, no podía sino recordar un lejano spot, mi cultura hasta hace poco era muchísimo más de televisión
http://www.youtube.com/watch?v=RgGfvkaoGpc
Fantástico... no la conocía. Abel, eres un pozo interminable.
Manu, te gustará.
David, el anuncio medio me suena. Claro, inspirado en el relato. Además muy bueno.
Nacho, es muy famoso. Se trata de ir apuntando las cositas que te recomiendan para que no se olviden y algún día meterse con ello y , en su caso, compartirlo. No hay más. A la gente rara, le suelen gustar :)
Para leer se necesita tener cierta disposición y hasta hoy no la había sentido. Había empezado en varias ocasiones a leer el relato como para quitármelo de encima, de modo que lo dejaba al rato porque no me enteraba de nada.
Un gran relato.
¿Qué hacer en un vacío domingo? ¿Qué hacer en una vida vacía de sentido? Inventemos un juego y juguémonoslo todo hasta el final. La vida como experimento que nos revela al final, en la derrota, la verdad.
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