lunes, 5 de noviembre de 2012

Tertulia: "El retrato de Dorian Gray"


Aunque creo que nadie se lo habrá leído, disculpas por el retraso respecto a la cita fijada inicialmente,  pero ando bastante liado y además se me fue colando otro material ajeno a la tertulia al que le tenía más ganas.

Dorian Gray es un chico singularmente guapo e inocente. La trama parte del retrato que de él hace Basil, un amigo pintor, consiguiendo una obra de extraordinaria belleza. Ante la inusual perfección del cuadro, Dorian piensa que le gustaría permanecer por siempre tan joven. A través de una suerte de pacto tácito y fantástico, se le concede su deseo. Él, para siempre conservará su juventud pero el cuadro reflejará los cambios de su alma, de su interior. Esto viene a cuento de que simultáneamente al nacimiento del retrato, Dorian conoce a Lord Henry, amigo de Basil, que aprovechando el magnetismo y la influencia que ejerce sobre un espíritu puro como el de Dorian, le convence de que lo único que importa en la vida es  seguir los impulsos, disfrutar mientras se pueda, experimentar sin el freno de cualquier barrera  moral, saciar todos los apetitos; no se ha de retroceder ante la posibilidad de conseguir gozar una pasión, ya que cuando pasen los años, se sentirá pesar por no haber caído en cada tentación."Solo los sentidos pueden curar el alma".

Despreocupado y fascinado,  Dorian, elige su cuerpo, prescinde de su alma. Pero, como era de suponer,  esa elección tiene un precio. A partir de ahí su vida será un despeñarse sin control, probando toda clase de placeres y pecados, arrastrando culpas y remordimientos que se verán reflejados en el progresivo deterioro del cuadro en un agobiante, progresivo e íntimo espanto. El cuadro representa realmente su conciencia y es consciente de que ya es incapaz de amar, de que la juventud, que él glorificó, no es más que un tiempo prematuro de superficialidad y pensamientos malsanos. Se da cuenta del error que fue su vida.La cita final pronunciada por un orador callejero y reproducida por Lord Henry, su mentor, el  responsable de su destino, resume su tragedia: "¿De qué sirve a un hombre ganar el mundo entero si pierde su alma?".

Aunque en un primer momento. la obra podría considerarse una exaltación de los sentidos, del arte, de la belleza como un valor en sí mismo,  cuando Dorian finalmente se arrepiente y ve la gran mentira que fue su vida, se podría pensar que es un libro moralista que apoya el sacrificio, el trabajo, la renuncia como medio para conseguir una vida plena. Sin embargo, a pesar de sus postreras intenciones, el retrato sigue deteriorándose lo que se explica en que en el origen de tantas buenas acciones no hay más que curiosidad, hipocresía o simple vanidad. No, no hay mensaje claro.

El estilo, en ocasiones,  me parece demasiado detallista y recargado, contando con un pasaje que verdaderamente sobra: en la  retrospectiva de la vida de Dorian, el autor se empeña en describirnos todo lo que ha experimentado y gozado durante esos años: religión, perfumes, joyas, tejidos, músicas... en una enumeración francamente aburrida que no aporta nada. Por otro lado, la construcción de los sórdidos ambientes de los muelles de Londres, está muy conseguida. Por momentos,  se da un salto a casi una novela de terror gótico. Sorprendente el mundo de la droga, no muy alejado del actual.

También es de destacar el retrato de la alta sociedad británica. Lord Henry disecciona de forma despiadada la forma de vida de la gente que le rodea. Misógino, misántropo,tan inteligente como cínico, tirando de continuas paradojas y dobles sentidos, desprecia todo lo que se valora socialmente. Critica con gracia y aparentemente sin sentimiento; parece no ser dueño de afectos reales. 

Entre continuos y brillantes giros, describe a gente inmoral y ociosa,  preocupada por apariencias hasta lo absurdo,  que le basta con no ser vulgar. Por supuesto, jamás se preocuparían de las estrecheces del mundo real, ajeno al suyo. Ahí la indiferencia ante la supuesta muerte de un ojeador ("me han estropeado el día").
"Puedo simpatizar con todo menos con el sufrimiento (...) Es demasiado feo, demasiado horrible, demasiado deprimente. Hay algo agudamente enfermizo en esta simpatía moderna por el dolor. (...) Cuanto menos se hable de miserias, mejor".

Termino con algunas de las curiosas sentencias de Lord Henry, un tipo lúcido y amargado, probablemente trasunto en muchos sentidos, del propio Oscar Wilde.

"El temor a la sociedad, que es la base de la moral; el temor de Dios, que es el secreto de la religión; Tales son las dos fuerzas que nos gobiernan"

"La puntualidad es el ladrón del tiempo"

"Hoy la gente sabe el precio de todo y el valor de nada"

"La experiencia no tiene valor ético alguno. Es simplemente el nombre que damos a nuestros errores".

"Las cosas superfluas nos son tan necesarias"

"El autoreproche es un lujo. Censurándonos, imaginamos que nadie tiene ya derecho a hacerlo".

"Siempre pesa una fatalidad sobre las buenas resoluciones: la de tomarlas demasiado tarde" (...) Son simples cheques que el hombre expide contra un banco en el que no tiene la menor cuenta".

"Cada éxito nos trae un enemigo. Para ser popular, es preciso ser mediocre".

"El conocimiento es fatal. La incertidumbre es lo que subyuga"

"Solo dos caminos conducen a la civilización, uno es la cultura, el otro el vicio".

La próxima tertulia, 2 de Enero, sobre un libro que me regalaron en mi cumpleaños, de uno de los escritores españoles que más me gustan, Javier Cercas, "Las leyes de la frontera" Teniendo en cuenta la desmedida campaña publicitaria del libro, imagino que quizá alguien lo tenga y se anime.

3 comentarios:

Javier dijo...

El cuadro sigue reflejando la decadencia moral, porque la moralidad de las acciones se puede juzgar según su conformidad con la ley, según sus consecuencias o según sus motivaciones. Y, en lo relativo a las motivaciones, cabe decir que nunca llegamos a saber cuáles son los verdaderos motivos. Interpretamos los motivos que nos impulsan a actuar como, cuando dormidos, soñamos e interpretamos las explosiones del bombardeo de nuestra ciudad como los fuegos artificiales de una fiesta. Los motivos son la ficción que nos creamos y creemos para autojustificarnos.

"Las cosas superfluas nos son tan necesarias"
El hombre no sólo aspira a vivir, sino a vivir bien. Sin ciertas cosas (lo superfluo) se puede vivir, pero no se puede vivir bien. Lo superfluo es quizá lo más necesario para una vida humana.

Javier dijo...

"Las cosas superfluas nos son tan necesarias"
Pero las cosas superfluas no son las cosas que son un lujo. Son las actividades que son un lujo, es decir, aquellas que realizamos no para vivir, sino para re-crearnos, es decir, para llegar a ser aquello que queremos ser.
En la vida hay que vivir de algo. Las actividades que realizamos para ello suelen convertirse en una rutina en la que somos anulados. Para salir de esas rutinas buscamos la diversión, la re-creación. Hoy, en la sociedad del ocio, sin embargo, la diversión parece algo prefabricado, organizado, administrado y uniformizador, algo que anula al individuo.

Atalanta dijo...

Es lo que más me gusta del libro, que al final, tras la decisión del cambio de vida de Dorian, cuando ya esperas el sermón, que hay que ser bueno y de más, el cuadro se sigue deteriorando, como si todos los motivos fueron bastardos o fuéramos incapaces de encontrar el camino correcto. Condenados a la búsqueda continua de la orientación "correcta".
Respecto a lo superfluo, bien me conoces,¿Qué sería mi vida sin todo ello? Sin mis libros o mi música, yo sería mucho menos yo. Es maravilloso ir avanzando por todos esos recovecos que al final no hablan más que de del hombre, de la vida, que ayudan a conocerte mejor. No comulgo con esa evasión continua y la diversión que hoy parece proclmarse desde tantos ámbitos. Aprovechar todo los superfluo también requiere esfuerzo. Lo mismo que el deporte, lo mismo que las montañas.