Puede que no existiera tal cascada, que solo me lo pareciera a mí porque andaba yo más receptivo de lo habitual, intentando enfrentarme a un artículo sobre la violencia; pero algo hubo en tantas noticias recientes para que al fin me decidiera a darle forma y así también poder comentar algo sobre un libro que leí hace un par de meses: "Palabras para la paz", una recopilación de textos de Gandhi.
Todo el mosaico del que hablo y que me da pie, está formado formado por teselas de imágenes como las de luchas en las calles de Madrid, donde la inevitable reacción emocional manda, pero cuya interpretación obedece no a la realidad sino a la representación de la misma que se decide varios planos por encima de las cabezas de los peones; por imágenes de gradas futboleras un domingo cualquiera, a través en actitudes que creí ya proscritas y que sin embargo, parecen seguir siendo habituales, donde se tolera que un imbécil arrroje un plátano a un jugador de otra raza o donde más de uno -es lo triste- insulten con saña a jugadores hasta desde butacas de gente bien, lo que me obliga a preguntarme por los niños que participan y maman de ese ambiente, puede que los mismos que aprenden de sus padres a insultar a sus entrenadores y árbitros en partidos de críos de sábado por la mañana; por imágenes de violencia empastadas en voces de micrófonos que paradójicamente, clamando contra la violencia en las calles, ejercen de violentos en cada palabra, azuzan, crispan insultando, incitan al odio en cada inflexión de voz; para rematar, ayer, el amigo Rouco al que no le cuadra el segundo plano y marchar en silencio, solo se le ocurre mentar la Guerra Civil, no se sabe a cuento de qué.
Algo bueno obtuve de presenciar mucho de ese sinsentido y fue la reflexión final sobre cualquier tipo de violencia de un concejal del Partido Popular de Rentería en "Salvados"; un tipo valiente como pocos han de existir, un hombre que durante muchos años decidió transformar su vida en algo completamente distinto de lo que pudo haber sido, en algo más sórdido y complejo, algo que hoy son recuerdos de miedos y quebrantos por compañeros muertos, arrastrando a una familia en su aventura, a la que no le quedó otra que ser comprensiva con su decisión, -trascendental para él, estúpida para la mayoría-: la de ser consecuente con su compromiso con la democracia. Ahora dice que quiere mirar adelante y construir un mundo nuevo, y lo expresa con claridad y facilidad, molestando, transmitiendo todo aquello que embrollan y simulan los políticos profesionales. Nadie habrá más legitimado que él para hablar del tema y cuestionar actitudes. Bien, pues cuestionando a este hombre de cojones tan grandes, habrá algún otro con galones, a cientos de kilometros de Euskadi, que los tenga aún más gordos para criticar desde su despacho a este soldado de trinchera.
Todo esto a cuenta de una recensión sobre un pequeño libro: "Palabras para la paz", una pequeña recopilación de textos de Gandhi. Se ha de ser un tipo extraordinario para, en un mundo esencialmente violento e injusto, dar un paso al frente para denunciar y al mismo tiempo, soportar. Gandhi consideraba que la no violencia es la verdadera posición de fuerza, que su "no" es contundente como un bate, que el violento pierde la razón desde el momento en que golpea para devolver el golpe. Él sabe que para valerse de su lenguaje y renunciar a la venganza, se ha de ser más duro y valiente que nadie. De ahí que para la mayoría, este hombre parezca más personaje más que persona, una figura capaz de conservar la calma en el centro de la vorágine de las pasiones que nos devoran a diario.
Como respuesta a las injusticias y abusos, la desobediencia en cualquiera de sus formas, acompañado siempre de la certeza de que esa actitud comportará dolor, también incomprensión. Esa forma de encarar el conflicto requiere de una disciplina y autoconocimiento extraordinarios, no al alcance de los mortales. Él no necesita el grito, sino un firme silencio, parte esencial de la estrategia de una persona tímida, acostumbrada al autocontrol, a la que acompaña, inseparable, la oración y la meditación y la creencia en la misericordia y hasta la providencia. No apartarse de su camino correcto, devolver bien por mal en sociedades opresoras nunca puede ser fácil, pero para él solo es valiente el que escoge la no violencia, a la que siempre se encuentra unida la verdad, la única, y el amor.
Las raíces de su mensaje llegan de muchos lugares, entre ellos Jesús y su "Sermón de la Montaña", tan alejado de lo que transmite la Iglesia, por otra parte. También de aquel Tolstoi cuestionado por unos jóvenes que requerían de su apoyo en una lucha cruenta contra un régimen autocrático y despiadado como el zarista, pero a los que aquel rechazaba porque, aun compartiendo fines, deploraba sus métodos.
Sus "palabras para la paz" suenan hermosas y poderosas, trascendentes, alejadas de nuestras miserias, puede que imposibles.
2 comentarios:
Lamentablemente el ejemplo de Ghandi no cundió, ni creo que su política sirva de mucho en un mundo en el que los más violentos y con menos escrúpulos siempre acaban consiguiendo lo que quieren... Mira lo felices que están últimamente los etarras y su entorno de mierda... joder, si ahora parece que los malos son las víctimas... Algo anda muy mal para que estemos así.
Por cierto las reacciones ante lo de Rouco fueron exageradas y completamente fuera de lugar, lo que pasa en este país es que hay un sector que se cree con el monopolio de hablar de la Guerra Civil, y lo hacen continuamente, por cierto, pero en cuanto lo hace alguien que a ellos no les gusta, montan todo este jaleo perfectamente calculado, me parece de vergüenza. Además, leyendo sus declaraciones textuales, alabando la figura de Suárez y lo que logró en una época muy difícil, estaba completamente justificado... quizá se pudo haber ahorrado esa coletilla en presente... pero, aun así, las reacciones que produjo... esos son los verdaderos guerracivilistas en este país, que no saben vivir ni progresar sin incitar al odio... Un asco.
Siento el tocho, pero ciertas cosas me tocan mucho los cojones...
Saludos
Ya lo veo, Lou, ya lo veo :). Mucho de eso hay, está claro, y es mucho de lo que no me acaba de convencer de ciertas opciones políticas -su inmovilismo maniqueo- pero entiendo que el tema de la "Memoria Histórica" (término esencialmente absurdo donde los haya)se debe afrontar dejando de lado partidismos y animadversiones heredadadas. Se debe llevar a cabo o al menos no entorpecer el registro de los hechos acaecidos durante la Guerra Civil - en Salamanca aún están en ello - además de respetar el derecho de los familiares a hacer con sus familiares represaliados lo que estimen conveniente. Tampoco me parece lógico que sigan existiendo símbolos que glorifiquen uan dictadura fascista fuera de tiempo o se permita la existencia de entes como la Fundación Francisco Franco, por ejemplo.
Pero yo he venido a hablar de la "violencia". Y lo ves en Venezuela, en Ucrania... y parece imposible pero el entorno de Gandhi era aún peor y él lo consiguió. En el único horizonte los derechos humanos y libertades. Los demás discursos, de patrias y bien común, me vienen sobrando.
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