El prestigio que otorga la altura de una obra, recubre al autor de una pátina de irrealidad, lo convierte en un personaje bendecido por una especial gracia sobrenatural, que parece ocultar sus rasgos más humanos, situarlo un escalón por encima de los demás mortales.
Sin embargo, el sino de muchos de estos hombres, es el de vagar por una vida que no entienden, encerrados en su propio mundo, en un lento viaje a la incomprensión y el fracaso. Thelonius tuvo la suerte de descubrir la música como vehículo de expresión de sus sentimientos -siempre a la primera toma- y vía de escape de unos demonios que, tramposos, lo guiaban entre la depresión y la euforia. De no haber sido así, aún más, de no haber tenido a su esposa Nellie siempre pegada a su lado, seguro hubiera terminado su camino antes de tiempo tras dormir demasiadas noches bajo la triste luz de salas de hospital; y solo, terriblemente solo. Sin embargo, tuvo suerte, tuvimos suerte.
Si te interesa el tema, apunta este documental producido por Clint Eastwood.
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