domingo, 10 de enero de 2016
Unknown Legend
Preciosa versión de aquella preciosa canción de aquel precioso disco llamado "Harvest Moon".
"Unknown Legend"
"She used to work in a diner
Never saw a woman look finer
I used to order just to watch her float across the floor
She grew up in a small town
Never put her roots down
Daddy always kept movin', so she did too.
Somewhere on a desert highway
She rides a Harley-Davidson
Her long blonde hair flyin' in the wind
She's been runnin' half her life
The chrome and steel she rides
Collidin' with the very air she breathes
The air she breathes.
You know it ain't easy
You got to hold on
She was an unknown legend in her time
Now she's dressin' two kids
Lookin' for a magic kiss
She gets the far-away look in her eyes.
Somewhere on a desert highway
She rides a Harley-Davidson
Her long blonde hair flyin' in the wind
She's been runnin' half her life
The chrome and steel she rides
Collidin' with the very air she breathes
The air she breathes."
viernes, 8 de enero de 2016
Siempre la misma guerra
Terrible e intersante fragmento del diario del soldado francés Nicolás Marcel, detallando su entrada en Salamanca en noviembre de 1812, cuatro meses después de la grave derrota de Arapiles.
"Nuestros dos ejércitos se unieron en las planicies de Alba, pero el grueso del ejército enemigo y sus bagajes estaban ya camino de Ciudad Rodrigo y de nuevo sentimos la rabia de ver cómo se nos escapaban los ingleses. Hacía varios días que la lluvia caía continuamente, los caminos estaban en un estado lamentable. A pesar de todo, una vez que hubimos vuelto y vivaqueado a los pies de los Arapiles, partimos a las siete de la tarde para tomar Salamanca, ya entrada la noche. Atravesamos el campo de batalla en la oscuridad: andábamos sobre los cadáveres, que ya eran esqueletos. Los cráneos rodaban, y los huesos que pisábamos hacían un ruido siniestro al romperse. A las nueve de la mañana estábamos delante de Salamanca pero no pudimos entrar hasta una hora más tarde. No había dejado de llover, estábamos calados hasta los huesos y, de repente, el cielo se aclaró, cesó la lluvia y comenzó a helar. ¡Menuda situación la nuestra!
Salamanca era una ciudad entregada al pillaje. Se abandonaron a manos de los soldados todas las casas donde no había oficiales alojados. La ciudad merecía este castigo. Júzguenlo ustedes mismos: la ciudad llevaba cinco años siendo el almacén de todos nuestros aprovisionamientos, todo lo que llegaba de Francia para el ejército se depositaba en Salamanca, todo el dinero que recibíamos era gasto que se hacía a los mercaderes de esta ciudad y, a pesar de los desolados caminos, ningún ciudadano fue nunca robado ni molestado. En recompensa, los habitantes se comportaron de una forma atroz con nuestros heridos en la batalla de Arapiles, arrancándoles las vendas y dejando las heridas al descubierto, mutilando de manera innoble a otros desgraciados y envenenando a todos los amputados que ingresaban en los hospitales. No había que tener ninguna piedad con tales salvajes. Había allí tiendas inmensas con grandes cantidades de galletas, carne salada y ron, de las que se dejó sacar a cada soldado lo que quisiera. Nuestros hombres no pudieron contenerse, y el desorden y la violencia tomaron proporciones terribles.
Al día siguiente por la mañana, después de una noche de gritos y ruidos producidos a causa del pillaje, fui a ver a mi antigua anfitriona, doña Sinforosa Martel, que estaba casada desde hacía poco con un "donjuan" de la ciudad. Me recibió muy mal y me hizo muchos reproches sobre mi ingratitud, diciéndome que debía haber ido a alojarme a su casa para evitarle la violencia de la soldadesca. Me confesó que había sido víctima de quince o veinte dragones. Estaba, en efecto en un estado lamentable, y ya no podía andar. A pesar de todo, no me dio mucha lástima de ella, porque, aunque me había hecho algunos favores últimamente, ella detestaba a los franceses y no podía ocultar su aversión por nosostros. Un día, después de haber pasado juntos los momentos más dulces, me puso un puñal sobre el pecho diciendo: "Mira cuánto te quiero, para mí eres lo más preciado que tengo, pero si pudiera eliminar a todos los franceses apuñalándote a ti, serías hombre muerto". Sus lamentos no produjeron gran efecto en mí por entonces, y la dejé para ir a ver a su amiga Juana González, que había hecho las delicias de mi camarada Labaith. Esta amable mujer había sabido prever la tormenta y ponerse a salvo acogiendo a un oficial en su casa. Yo no buscaba retomar el contacto con mis antiguas dulcineas, porque tenía en mi alojamiento una pequeña y encantadora morena que, gracias a la promesa que le hice de protegerla de la brutalidad de los soldados, compartía sin problemas mi cama. Era, según ella decía, para estar más segura.
El desorden llegó a ser tal que para pararlo hizo falta sacar todas las tropas de la ciudad. El rey José pasó revista a todo el ejército: tenía allí 90.000 hombres de infantería y 20.000 jinetes, de los cuales los más jóvenes tenían cuatro años de servicio. ¡Qué desastre hubiera resultado para el ejército anglo-portugués si nos hubiera esperado en las planicies de Castilla!"
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jueves, 7 de enero de 2016
La risa de Billie Holiday
"Olvidemos por un momento -precisamente por tratarse de algo inolvidable, imposible, imborrable- a su madre dando a luz a los trece años. Olvidemos a su bisabuela, que vivia en una cabaña en mitad de un plantación cuyo dueño, un guapo irlandés que acudía a beneficiársela siempre a la misma hora, le hizo diecisiete hijos, de los que solo sobrevivió uno: su abuelo. Olvidemos a su abuela, que murió abrazando a su hijo con tanta fuerza que tuvieron que romperle un brazo. Olvidemos las violaciones a los catorce años y a la puta adolescente. Olvidemos el rechazo generalizado, la miseria, la inmundicia de los hombres, el talego, las clínicas para rehabilitarse, la pasma y una mezcolanza de polvos blancos regados con whisky. Billie Holiday supo lo que es tener suerte. Ganó más dinero que todas las negras de Estados Unidos juntas. Llevó diamantes y vistió abrigos de piel. De ella recordamos su risa, una risa de niña y de mujer mimada, una risa inteligente o una carcajada: la risa de la vida".
(Francis Marmande)
Lady Day ya había pasado por aquí tras la lectura de su autobiografía "Lady Sings the Blues". Los Reyes me dejaron "Billie Holiday", relato gráfico de Muñoz y Sampayo, cuyo inicio es buen motivo para una nueva visita.
sábado, 2 de enero de 2016
De repente Abril (VIII): la lectora de mapas y el poder del no
(Se reitera ADVERTENCIA: Material inflamable. Si te
exasperan los niños o aún peor, los padres hablando de niños, sentimiento muy
comprensible y razonable por otra parte, mejor no sigas leyendo)
Tarea de arquitecto o urbanista, la de diseñar casas,
calles, ciudades y el mundo alrededor. Abril también está construyendo su
mundo, es ya consciente de lo que le rodea y aunque mucho sigue
sorprendiéndole, creo que ya es menos
que lo que reconoce, que lo que vuelve a conocer cada día, que sabe que volverá
a estar ahí tras cada despertar. Por eso se apresura a fijar sus referencias,
dibujar sus mapas y diarios en los que aparecen accidentes geográficos, pasos
estrechos en forma de malos ratos y muchas corrientes favorables, por mar y
aire, en forma de personas, episodios, cosas y sentimientos.
Para trabajar con esa información y sobre todo para que le
sea útil, ha de saber transmitirla. De ahí esa frenética carrera por intentar
nombrar todo a su alrededor. Su mente es
algo así como un campo limpio hasta el horizonte en el que han comenzado a
elevarse afloramientos ya permanentes de naturaleza variada. O como
una enorme caja donde se acumulan sus recuerdos, experiencias que ella traduce
en palabras y algo que deben ser como
bocetos de conceptos. Comienza a descubrir, además de los colores, las letras y los números, ese milagro humano, esas armas que le servirán
para mucho más de lo que imagina, casi para construir vidas enteras acercándose
al rumor de su fuego. Es entrar en una habitación o salir a la calle y
despertar su dedo índice para señalar a cada cosa y decir qué es, como si con
su mirada se obrara un conjuro y todo se iluminara recitando en voz alta su
nombre o algo parecido a su nombre.
Últimamente Abril ha descubierto un gran poder: el poder del
no. Hay ratos en que el proceso es simple y automático: pedirle o decirle algo
e inmediatamente desencadenarse un
resorte interior, con o sin amago de ira, en la que se niega por principio, sin
más. El tema u objeto es lo de menos, ya
que puede tratarse de algo que desea realmente, por lo que la estrategia a
adoptar es tratar de distraerla y que
olvide su inicial actitud de cerrazón, muralla que a veces parece infranqueable
y que, sin embargo, a menudo se derrumba en un instante, lo que no deja de
resultar sorprendente.
Es imposible no acordarse de esa magnífica película de
dibujos animados de Pixar ,“Del Revés”,
cuya protagonista, Riley, de niña, se nos parece un montón a Abril. Obra que creo solo es disfrutable por los adultos, que a los
niños se les debe antojar un galimatías
indescifrable, donde se adopta el punto de vista interno de la niña, donde la verdadera estrella es su mente,
asumiendo el protagonismo unos pequeños seres que gobiernan a Riley y que
representan la ira, la tristeza, la alegría, el miedo y el asco, y donde tienen
importancia conceptos de la psicología como la memoria a corto y largo plazo. Y al que veo más veces de
las que quisiera al mando, es al tipo de color rojo, el que en determinadas circunstancias convierte
a Abril en un pequeño ser exasperante.
Pero toda va bien, siguiendo el curso previsto, sin más
incidencias e incidentes que los relativos a su integridad física, siempre
precaria, siempre al borde del descalabro, situación que espero con el tiempo vaya atenuándose, porque es algo que yo llevo
francamente mal por mi facilidad para detectar fatales riesgos a cada paso,
para cierto regocijo de Susana.
Desde que pasé aquellos malditos años de angustia y exilio
interior, algo que ahora creo estaba en mi destino, una especie de purga para tratar de acercarme a
qué soy realmente a todos los niveles, ostento una gran virtud: la de disfrutar
de las cosas que me gustan que es muchísimo y son muchísimas. En esa escala,
evidentemente hoy Abril ocupa el primer lugar y cada día que pasa es un
privilegio el poder ser testigo de lo
extraordinario que ofrece una niña de cerca de dos años a mi vera, enredándose
en mis piernas y exigiendo atención de continuo. Lo curioso es que a esos sentimientos y momentos de
plenitud, les acompaña inseparable la consciencia de su fugacidad, de que pronto añoraré esta vida o forma
de vivir, porque la presencia de Abril lo mediatiza todo, porque convivir con ella
convierte la vida en algo muy distinto.
Sí, a veces estorba, molesta y cabrea, más por mis gustos y
querencias, pero está por encima de toda duda que Abril marcará estos años, sin
que pueda haber experiencia , logro o problema personal durante los mismos, que
se superponga a lo que es nuestra vida
con Abril, lo más importante de nuestra vida, lo que dentro de unos años solo
será un recuerdo del que quedará como símbolo Lola –curiosa relación, casi
enfermiza, la de los niños con sus muñecos de apego- como testigo mudo. Ojalá
también que, de alguna forma, en la memoria oculta, guardada en un escondido archivo
del que ella en el futuro casi ni sea consciente, como en la película, Abril
también atesore algo de su relación con Lola, de su vida con Lola, también de
su vida con sus padres antes de convertirse ese alguien diferente, lo que
también aguardamos con ilusión y esperanza.
Otra de las canciones favoritas de Abril.
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