Hace unos años, cuando cada verano completábamos la
travesía de cuatro kilómetros y medio desde el risco de Martiago hasta el
pantano, lo que llamábamos el Descenso
Mirriobrigense, ya nos planteábamos recorrer algún día los casi diez
kilómetros justos que separan el castro de Irueña de la nueva presa.
Al que firma le parecía que el proyecto tenía más de
quimérico que de serio. Pero he aquí que al amigo CiegoSabino, lo mismo que mi
idea de “Los 500 de Asís” le pareció una estupenda forma de pasar una calurosa
semana de agosto cruzando Portugal, también ayer transformó lo rifado en barra
de bar en realidad.
Uno de los elementos a partir del cual se construye
el fondista de grandes distancias, puede que el esencial, es el de saber
mantener una forma diálogo interior que necesariamente se expresa en soledad,
que a pesar de las circunstancias adversas, las previstas e imprevistas, se ha de
desarrollar con serenidad, al ritmo acompasado y constante, en momentos
agónico, de tu propia respiración.
En natación
en aguas abiertas, ese aspecto se manifiesta de forma especialmente cruda
porque no hay nada que alivie la fatiga y el aviso del umbral de la resistencia.
Nadando el deportista carece de estímulo externo alguno, atrapado entre la
oscuridad que sugiere la gran profundidad y el cielo, las lejanas referencias que atisba a través
de las gafas siempre resultan demasiado lejanas y difusas, sin ni siquiera
escuchar los gritos e indicaciones de los que le animan y alientan a su lado.
En el deporte de fondo las referencias son la vida,
y estas fueron llegando ayer tras la mitad del recorrido, los cinco kilómetros
que otro día parecían mucho, que ayer no eran nada para lo que se pretendía.
Tramos de río eternos hasta llegar el siguiente recodo surgiendo entonces un
puente, después otro puente, finalmente la presa, pero siempre tan lejanas… todo
a cámara demasiado lenta. Nadando, las referencias siempre tardan demasiado en
llegar; cuanto más avanzado el reto, más lejos parecen, porque cuando llevas
casi cuatro horas nadando, y además se ha levantado aire en contra con un ligero
oleaje que molesta, ya casi todo estorba, duele el cuerpo entero y los amagos de calambres
son continuos.
Fijar los retos, sueños o metas, esa capacidad
propiamente humana que nos da la vida en cualquier ámbito, no necesariamente
deportivo: ser de lo que eres capaz. Después toca ponerse a ello, a la faena. Para
nadar los al final once kilómetros, para nadar casi cinco horas, evidentemente
se ha de tener un gran corazón, trabajado a lo largo de muchos años además de
contar con dos condiciones más, dos alas en forma de ilusión pura y entrenamiento cotidiano oscuro,
imprescindible para aquel que, aun despreciando la competición, anhela medirse
con el reto pensado. Además CiegoSabino
tiene algo aún más importante que a muchos con más condiciones le falta: tiene
una cabeza muy dura, sin nunca tomarse muy en serio ni a él mismo ni lo que
hace. A cuento de qué, pensaría él. Pero para eso ya estamos nosotros, para
reconocérselo, todos los que sabemos que Agus tiene un gran corazón, todos los
que sabemos que ahora ya no estoy hablando ni de pulsaciones.
2 comentarios:
Un tío excelente Agus, además de un deportista excelente, y un tanto loco por las cosas en las que a veces se mete.
Las referencias deportivas y circunstanciales pueden ser difusas, pero las referencias personales, lesase los amigos que tiene, son muy reales, y seguro que esas las conoce y no las pierde nunca.
Salu2
Exacto retrato, Juan Luis. ¿Cuál será la razón de tantos amigos?
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