jueves, 1 de febrero de 2018

Qué bien que ya se murió Delibes


Una de las joyas de mi humilde biblioteca es el regalo de un amigo, el discurso de entrada de Miguel Delibes en la Real Academia de la Lengua en 1975, dedicado por el propio autor. Bajo el título de "El sentido del progreso desde mi obra" se articula un poderoso manifiesto ecologista de exaltado amor a la naturaleza. 

Después de leerlo, pensaba yo cómo en estos tiempos el cada día más poderoso comisariado político de lo correcto, cercenador de libertades, especialmente vigilante en el campo de cualquier manifestación artística, le hubiera negado el salvoconducto no solo de expresión, sino del casi existir a un castellano serio algo rancio, de bella y profunda prosa mas carente de glamour, y además cazador. 

Comparto estas inspiradoras líneas sobre la educación, seguro formadas a la luz del faro de Montaigne que contaba aquella gran verdad de "Lo más maravilloso del mundo es saber pertenecer a uno mismo". En ello estamos.

"La felicidad no consiste en ganar mucho dinero, sino en que la tarea que se hace se haga con gusto. El día que cada niño, al llegar a hombre, pueda llegar a ser aquello que desea y para lo que está dotado, habremos conseguido un  mundo feliz. El niño no perderá su alegría al transformarse en hombre si ante el haz de oportunidades que se le ofrecen, acierta a elegir la buena, esto es, la adecuada a su manera de ser.

Claro que para poder acertar tenéis que informaros antes de lo que es una cosa y de lo que es otra cosa. Formar a los niños debe ser un sucesivo despertar de curiosidades que luego, a lo largo de la vida, se irán saciando con la lectura y la experiencia"

Yo ya no soy un niño, pero insisto: en ello estamos.

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