viernes, 23 de septiembre de 2011

Tempus fugit

Poca gana de escribir. Cansado y sin tiempo. No soy hombre que envidie nada material. A cada paso me conformo con menos. La envidia no se cuenta entre mis pecados. Sólo algo anhelo de verdad, más tiempo, más horas cada día, más trecho para completar las tareas de mi agenda, la obligada y la mía, la que es más yo que yo. Milagros ruego, milagros no tengo.

Bien es cierto que el tiempo da y el tiempo quita. Aunque si paras y mueres por un instante, miras a tu alrededor,  hacia atrás -muy importante- y hacia adelante, cierras los ojos y eres honesto, lo que pierdes siempre es más valioso. Quevedo decía que sólo lo fugitivo permanece y dura. Pessoa que sólo se tiene lo que se ha perdido. ¿Quién para rebatir mentes preclaras? Voilá, quiero conseguir para perder para tener.


Estoy generoso y os voy a contar un sencillo remedio para todos los males, los de verdad y que nos obligan a inventar cada día. Receta de Cioran, "Vaya veinte minutos a un cementerio y verá que sus preocupaciones no desaparecen, desde luego, pero casi son superadas. Es mucho mejor que ir a un médico. Un paseo por el cementerio es una lección de sabiduría casi automática". 

Yo te susurro: "No protestes, no postergues". Te digo algo tan sencillo que dos mil años no han cambiado, te  cuento palabras de Horacio, "Aprovecha el día, desconfía del mañana".

Y si lo quieres de otra forma, de otra forma te lo doy, en versos que amontonan palabras de las hermosas y de las vulgares, aunque disfrazadas para fiesta. Melosa cantinela del uruguayo.

"Después"

El cielo de veras que no es este de ahora
el cielo de cuando me jubile
durará todo el día
todo el día caerá
como lluvia de sol sobre mi calva.
Yo estaré un poco sordo para escuchar los árboles
pero de todos modos recordaré que existen
tal vez un poco viejo para andar en la arena
pero el mar todavía me pondrá melancólico
estaré sin memoria y sin dinero
con el tiempo en mis brazos como un recién nacido
y llorará conmigo y lloraré con él
estaré solitario como una ostra
pero podré hablar de mis fieles amigos
que como siempre contarán desde Europa
sus cada vez más tímidos contrabandos y becas.
Claro estaré en la orilla del mundo contemplando
desfiles para niños y pensionistas
aviones
eclipses 
y regatas
y me pondré sombrero para mirar la luna
nadie pedirá informes ni balances ni cifras
y sólo tendré horario para morirme
pero el cielo de veras que no es éste de ahora
ese cielo de cuando me jubile
habrá llegado demasiado tarde.

Y para postre del menú, no tenemos a elegir. Sólo nos servía Justin, la belleza del misterio.

Poetas, fotografías, filósofos y músicos parieron un post que casi es aborto y del que yo sólo ejercí de alquimista. 

Agradecido a Salieri, Santo Patrón de los mediocres.

4 comentarios:

davidiego dijo...

ay amigo, las mejores cosas, las que anhelamos desde nuestro interior, no se compran con dinero.

Espíritu González dijo...

Yo suelo pasar casi todos los días por el cementerio, reflexiono y le digo a mi madre que algún día vendré y me quedaré para toda la vida... Reflexión... (pero espero que eso pase dentro de muchísimo tiempo...)

Miguel dijo...

Siempre nos queda el Carpe Diem. Bonita entrada.

Atalanta dijo...

David, en esta sociedad, eso mucha gente no lo entiende.

Espíritu, lugar especial, no tiene por qué ser tan lúgubre. Tendemos a apartar al mayor, a la muerte, a todo lo que incomoda nuestro hedonismo. Es algo que siempre está ahí, sin más. Un estímulo para vivir.

MIguel, toda la razón. Gracias.