martes, 6 de septiembre de 2011

Lo que hay que tener

Unas notas sobre uno de los últimos libros que he leído,  “Lo que hay que tener .Elegidos para la gloria”. Siempre me ha atraído la carrera especial. Es algo que aún no ha perdido magnetismo para mí. Creo que fue y seguirá siendo la última gran aventura, la última gran frontera. Ésa es la razón por la que en este blog siempre luce un astronauta operando en el exterior de su nave mientras a sus pies todo el planeta tierra continúa en su empeño autodestructivo. ¿Qué no daría por tener esa sensación sólo unos instantes?


Recordaba la película de los ochenta –nunca la vi- pero no sabía que se basaba en un libro de Tom Wolfe. Creo que es el sexto libro que leo del autor. Máximo representante del “Nuevo Periodismo”, Tom Wolfe a veces parte de hechos y personajes reales para crear un fresco en el que desentraña las situaciones, el verdadero motor de la acción o disecciona la sociedad de una etapa histórica concreta. Es entretenido, muy gráfico, divertido y a veces despiadado.


El contexto es muy importante. Plena “guerra fría”. Mientras el lanzamiento de cohetes de Estados Unidos fracasa reiteradamente, la Unión Soviética sigue rompiendo  barreras, lanzando el primer satélite y colocando a Gagarin  en la órbita terrestre.

En los años sesenta, en el albor de la era de los misiles balísticos, el efecto intimidante sobre la población americana de las proezas de los rusos es simplemente devastador. La gente tenía miedo de que si los comunistas dominaban el espacio, acabarían con ellos de una forma casi sobrenatural. El secretismo soviético agiganta la leyenda. No se conoce la identidad del “planificador jefe” (más tarde, después de su temprana muerte, se sabrá que era Korolyev, un antiguo represaliado de Stalin) y eso no hace más que aumentar el poder de un mito que se imagina invencible. Su rivalidad con Von Braun, el responsable alemán del proyectos americanos también da para una buena novela.



En esa situación, los astronautas son elegidos como adalides para enfrentarse en desigual batalla contra el "Imperio del mal". Aunque sus dotes de pilotaje importen poco en una cápsula colocada sobre un cilindro repleto de miles de toneladas de combustible que casi siempre estalla, son elevados a la gloria mucho antes del primer vuelo. Su valentía y el valor de su misión así lo demanda.

El libro parte de quiénes eran los astronautas, extraordinarios pilotos de caza. La mayoría de ellos venían de las pruebas de vuelo de prototipos donde trataban de “forzar el envolotorio”, buscar las posibilidades últimas de cada nuevo aparato. El índice de mortalidad en los años cincuenta en esta profesión era asombrosa o lógicamente alto. Chicos de alrededor de treinta años que prácticamente cada mes acudían a entierros de compañeros. Los jinetes de caza eran chavales de ego enfermizo que vivían la vida al límite, siempre a la búsqueda de un nuevo record de velocidad o altura.

Se veían a sí mismos como una casta  portadora de un don especial. No sólo era valor. Cualquier idiota podía ser un suicida. Se trataba de algo más. Una mezcla de valor, destreza, ambición y el temple necesario para dominar la situación en los momentos críticos.

El mítico “Houston, tenemos un problema” del Apolo XIII lo explica muy bien. Es la tranquilidad del que camina por el alambre. Cuando alguien tiene “lo que hay que tener”, nunca se pone nervioso. No hay lugar al pánico. Se trata de probar alternativas hasta que el problema desaparece o hasta que mueres. Así de simple.

Si estudias con detalle algunas de las primeras misiones, te asombras de las ocasiones en que todo estuvo a punto de acabar en tragedia y sin embargo concluyó como aparente misión de éxito sin contratiempos.

La presión política por vencer en la carrera espacial, ponía a los miles de personas participantes en los proyectos contra las cuerdas y sin embargo salieron airosos del reto a base de grandes dosis de trabajo, compromiso y algo de suerte. Mi reconocimiento y admiración para esa especial estirpe de pioneros, para los "yankees" y para los rusos.

De banda sonora los hombres del espacio, Spacemen 3. Yo tenía mis cintas del Pleistoceno pero nunca los había visto. Esto del Internet es fantástico. Si hubiera visto este vídeo hace diez años me hubiera quedado alucinado. Ahora me gusta, pero no me vuelve loco. Cuando era joven e impresionable, las imágenes de esas guitarras, ese cóctel de ruido y psicodelia simplemente me hubiera noqueado. 

7 comentarios:

Unknown dijo...

Voy a echar las becas postdoctorales para el instituto de Astrobiología de la NASA. No me cogen ni de coña... pero soñar es gratis, como supongo que les pasaba esos colgados en los aviones de prueba o a los primeros conejos de indias del espacio.

ser13gio dijo...

Me encanta todo lo que vuela, y si sale de la atmósfera (y diversas -feras), mejor. Leí este libro hace una pila de años, muy heroico, como corresponde, pero engancha; sí, hay que ponerse en la situación, las coordenadas de tiempo que ocurrió todo, y así se disfrutas, si no los ves como una panda de gilipollas que no son capaces de hacer despegar un cacharro con seguridad que no sirve para "nada".
s

Miguel dijo...

Es de admirar su valor y heroicidad en esos tiempos, como la de todos los "pioneros", los primeros navegantes, exploradores, alpinistas. La punta de lanza de nuestra civilización desde tiempos remotos.

Michel dijo...

Me resulta curioso todos los años que han pasado desde que el hombre pisara la luna por última vez.
Se esperaba hacerlo de nuevo en 2020, ahora se retrasa la cosa, por lo visto.
Todavía queda gente que dice que es mentira y que fue un montaje.

¿Vas a ir a la Subida Pico del Águila? ¿Irías el mismo día desde Miróbriga?

Un abrazo, dagal.

Atalanta dijo...

Popi, pues que tengas suerte. Seguro que contabas historietas muy intersatnes. Hay un capítulo dedicado a los monos que enviaron al espacio. Wolfe cuenta con mucha gracia las putadas que les hacían a los bichos para que se convirtieron en grandes astronautas.

Sergio, es lo bueno del libro que te coloca en una perspectiva totalmente diferente a la actual y lo que supuso para la población mundial. Es un gran libro de historia. Para nada, efectivamente. Interesante cómo algunos pilotos rechazaban los primeros experimentos que querían hacer los científicos.

Miguel, bienvenido. Lo bueno o lo malo es que entiendo perfectamente a todos estos chalados. Algunos quemamos la comezón haciendo ultras, otra pequeña aventura.

Michel, tengo algún conocido que tampoco se cree lo de la luna. Me hubiera gustado vivir ese momento. Antes de la crisis la meta era Marte. Creo que todo eso ha pasado a al historia. Estoy apuntado pero me iré a dormir a la Sierra el sábado. Bienve y me imagino que Manu Santis también irán aunque Bienve a lo mejor si viene conmigo el sábado porque quiere subir la Covatilla.

Mildolores dijo...

noqueado quedo.

Atalanta dijo...

Sé que ese vídeo lo le puede gustar a mucha gente pero sabía que a ti sí.