miércoles, 14 de enero de 2015

Cualquier sábado de rebajas


Es un mundo raro. Un mundo en el que compramos sin parar cosas que no necesitamos, cosas de una calidad ínfima por un precio de risa, cosas que no duran apenas. Nuestro dinero contribuye a que unos trabajadores del otro lado del mundo consigan unos sueldos de mierda soportando condiciones miserables.

A este lado, cada día a un trabajador, a un dueño de una tienda, se le van acabando las salidas y oportunidades. Es lo que hay, el tinglado que sostenemos entre todos y del que ¿es imposible salir?

Pagar algo más por un producto mejor, vendido por un vecino, cultivado en una tierra a nuestro alcance, realizado por un profesional al que pueda llamar por su nombre, incluso invitar en una barra; hombres que consiguieran un medio de vida, un sueldo digno para construir su propia vida y encadenado, todo un mundo más razonable y justo alrededor.

Si es fuerza mayor, si no me siento culpable, por qué un día me costará explicártelo, si yo mismo no acabo de entenderlo.

(Conversación imaginada con una niña de nueve meses mientras esperamos a su madre recorriendo los pasillos del Centro Comercial "El Tormes", un sábado de rebajas a mediodía)

4 comentarios:

ramonet dijo...

Increible, estoy por contarlo como un cuento a los chavales de mi tutoria en el Insti, si me das permiso

Atalanta dijo...

Gracias, Ramónet, puede que sirva de pequeño pie para una explicación más detallada, dando lugar a otros puntos de vista.Lo curioso es que otra amiga profesora también se lo va a pasar a los alumnos. Eso sí que es increíble :)

Juanjo Mestre dijo...

Más de una vez me he sentido así. Tremendo post, de una grandeza superior. Abrazo.

Atalanta dijo...

Me alegro de que te gustara. Gracias, Johnny, de verdad.