sábado, 22 de agosto de 2015

El asfalto de mi calle



Dos tremendas canciones de vocación algo costumbrista para retratar un mundo cuyos estertores llegué a conocer. Lo mismo que hace una semana mi crítica al concierto de Loquillo estaba traspasada por el poderoso recuerdo de la trascendental etapa de iniciación al rock en un adolescente, a estas músicas y músicos llegué más tarde, de una forma menos visceral, digamos más racional -a la de Lone Star por una enérgica versión de una ya viejísima cinta de Desperados, el grupo del crítico Fernando Martín-, por lo que nunca podré llegar a comprender su verdadero trasfondo, el de sentirse algo atrapado en una sociedad asfixiante, el de encontrarse al borde de algo nuevo y mejor, el de tener por delante una tarea titánica: un mundo por destruir, otro por construir.

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