10,75 Kms de carrera, 96 de bicicleta y 21,5 de nueva carrera. Una buena paliza.
Exactamente cinco salidas en bici desde el 18 de Junio en Quebantahuesos. 258 kms. Además atrás quedaba mi momento de esplendor en gran fondo entre Junio y Julio con Ehunmilak, Quebrantahuesos, Travesera y Freita. Esta vez tengo excusa. Trabajo. Poco más que alguna carrerilla en Agosto para mantener cierta chispa.
Conforme se iba acercando la fecha de la carrera, tenía dos opciones. Bien no hacer nada y llegar completamente descansado a la prueba, lo que no es política descartable en una fecha marcada con la cruz de la larga distancia o comenzar mis entrenamientos esta semana y tomarme la prueba como una etapa más, como un gran entreno de fondo cara a próximos objetivos. Elegí la segunda alternativa. Semana de tres días de carrera, dos de bici y de aperitivo y ya que corríamos cerquita, ascensión al Angliru la tarde antes de la prueba.
Visto que no era objetivo prioritario, algo sí tenía claro. Tenía reciente el recuerdo del Medio Ironman de Buelna del año pasado. En mi primera participación en 2008, llegué muy fino y acabé en 5:22. En 2010 me presenté después de estar sentado un mes en el despacho sin entrenar y me fui a las seis horas y media, padeciendo sensaciones muy desagradables durante los tres segmentos. Era algo que no quería repetir. Si en Laviana, al bajarme de la bici, no andaba y creía que no podía hacer una media digna, simplemente, plegaría y me iría a casa.
Al final todo salió bastante bien. Completé la prueba a un ritmo lento y bastante uniforme, sin llegar a grandes alarmas. Acabé contento. He llegado a la conclusión de que mi cuerpo, por mucho que lo abandones, ya no es capaz de olvidar alguna de mis soberanas palizas y sabe moverse en situaciones difíciles, aquéllas en que le exiges más de lo que te puede dar, más de lo que está preparado para ofrecerte. Sé que con quince días de entrenos me podía haber metido bastante más adelante pero con lo que tenía, lo considero un resultado mucho mejor de lo esperado.
En familia para la primera edición. Había un límite de participantes de cien atletas que imaginé se habría cubierto. Durante el desayuno un corredor de Burgos me dijo que sólo éramos cuarenta. Al más puro estilo Maratón del Boedo. Quedarse solo iba a resultar inevitable y eso en larga distancia es otro hándicap al que sobreponerse.
Primer sector. Tranquilo, suave, fácil, a un ritmo cómodo. Falta demasiado y además no me siento bien del estómago –he comido demasiado- y me noto algo cansado lo que no vaticinaba nada bueno. 51 minutos.
Segundo sector. Bicicleta dura en continua ascensión hacia el Puerto de Tarna. Un molesto aire de cara no hace más que complicar las cosas. No llevo cuentakilómetros. Como he hecho a lo largo de este año, me muevo por sensaciones. A lo mío. La carrera discurre por el Valle del Río Nalón, con el marco de un precioso encajonado entre paredes que realmente me encanta. Es lo bueno de no ir “atacao”, que te puedes fijar en las cosas. El puerto es suave, alguna rampa al principio pero nada de entidad (alrededor de 10%). No hay nada como haber subido unas horas antes el Angliru para que hasta el Tourmalet te parezca una tachuela. Me gustó subir el puerto. Durante momentos disfruté de verdad. Eso sí, noto que en la bici, sobre todo subiendo, se me van los kilos. Tres atrapé en Agosto y se me van a ir en poco más de una semana. A veces me da la sensación de ir derramando gramos de Abelín sobre el asfalto. Momento clave. La vuelta. Es cuando tengo que decidir si corro o no. Voy bien, con algo de hambre pero correré. Gozando de un bonito recorrido en bici en ASturias una mañana de domingo.
Tercer Sector. Complicado, muy complicado ponerse a correr una media a estas alturas, más si no estás en forma, más si lo tienes que hacer en solitario. Cuarenta personas no dan para más. Tiro de dureza mental. Durante la primera vuelta, todo se antoja demasiado lejano, el fin del suplicio, la meta, la cerveza después de la ducha. Hace calor y voy sudando a mares. Corro en torno a 5:10 hasta que alrededor del km. 10 sufro una crisis seria. Camino unos metros mientras me atiborro de comida que imagino penetra en mi flujo sanguíneo para llevar energía a mis hambrientos músculos. Poco después me entono aunque sólo para moverme en torno a los 5:30. Sin embargo voy animadillo porque sé que éste nadie me lo quita. Hace más ilusión ya que si hubiera tenido que apostar me hubiera quedado en un 50 % de posibilidades de éxito. Penúltimo kilómetro tirando sólo de pundonor, sacando fuerzas de donde ya no hay nada e intentando un patético y descacharrante cambio de ritmo para entrar en meta con algo de estilo en siete horazas. Todavía no hay clasificaciones pero imagino que si se retiraron cinco atletas o algo así, y quedaron otros cinco detrás de mí, ocuparé el puesto 30 o similar.
Mañana os cuento algo del Angliru. Como adelanto sólo os digo que llevaba muchos años con ganas de subirlo. A día de hoy, ya se me han quitado todas las que puediera albergar de volver.
Con Rafa "Ráfagas", lector del blog, otro buen tipo que he conocido aquí y al que me unen inquietudes deportivas y musicales. Me hubiera gustado saludar al final a Quico, un chaval asturiano con el que compartí parte de la carrera y que finalmente se retiró.
“¡¡YO SOY ESPARTACO!!”