A la expedición mirobrigense no se le auguraba nada bueno en Donostia. Dadas las circunstancias, el balance no puede ser más que positivo. Para mi sorpresa, CiegoSabino completó el maratón en 3:33 sin que su gemelo se resintiera, yo hice 3:24 (Creo que puesto 1080 de algo más de 2.200 atletas que completaron la prueba) con unas sensaciones malísimas pero con mi gemelo aparentemente entero cara a las tres semanas que me restan para los cien kilómetros de Barcelona y sobre todo Sole quedó encantada de su primera experiencia atlética, completando la carrera de 10 kms. en 54 minutos.
Poco que contar. Los habituales ya sabéis que desde Oporto (Mejor marca personal – 2:58), no había entrenado nada por una lesión de gemelo que sufrí unos días después. Prácticamente tres semanas sentado. De 100 a 0 en veinte días. Tengo un recuerdo de Oporto de una carrera rápida, sin problemas, sin agobios, fácil. La de ayer fue una carrera complicada, trabada, larga, llena de dolores y de sacar fuerzas de donde no había.
Me he movido en los ritmos que pretendía –algo menos de cinco minutos el kilómetro-, durante prácticamente toda la carrera pero sobre todo la segunda media la he gestionado a base de coraje porque no tenía más que ofrecer.
El gemelo me empezó a molestar en el km. 7. Pensé que el dolor iba a seguir incrementándose hasta que no pudiera correr, tal y como sucedió en la Casa de Campo. Sabía que si me volvía a romper, no podría correr en Barcelona así que durante varios kilómetros medité si merecía la pena continuar y arriesgar o trabajar a más largo plazo. En el Km. 11, cuando pasaba delante de la Concha, llegué a ponerme a caminar pensando en darme un baño en la playa y después marchar caminando a meta. Un espectador me animó a que siguiera. Le hice caso. Un poco más y decidiría.
Llegando al km. 17 tenian instalados unos bafles con música a todo trapo. Muchos de los que pasáis por aquí sois corredores y conocéis las sensaciones. En el fondo de verdad, el cercano al maratón, cuando vas bien "tostado", se dan sensaciones comunes. A veces parece que la sangre no te riega bien el cerebro –un día escribo un post sobre algunas curiosidades que me han sucedido durante mi carrera globeril- y te encuentras especialmente sensible a estímulos, bien puede ser un recuerdo, un pensamiento motivante o una simple canción.
Como contaba, al acercarme al punto de vuelta en la parte más alejada de meta, escuché el amenazador inicio de “You shook all night long” de ACDC. Literalmente se me eriza el vello, un escalofrío me azota la espalda, sonrío y me digo que este maratón se va al bote como me llamo Atalanta. Ése fue el momento clave, ése en el que se unieron dos de mis grandes pasiones, el deporte y la música.
A partir de ahí, a partir de de la media que pasé en 1:40, todo fue penar. Eran tantos los dolores que llevaba en las piernas, consecuencia de la falta de entrenamiento, que apenas notaba el del gemelo. No me sentía corredor, no tenía fuerza para mover las piernas. Ya me lo notaba en casa y las fotos me lo han confirmado, que efectivamente he perdido masa muscular estas semanas. Me dije a mí mismo que Oporto fue muy fácil, que éstos son los momentos en que un verdadero ultrafondista descubre su temple, si tiene o no carácter para aguantar el chaparrón y seguir adelante. Lo que me sorprende es que a pesar de ir hecho una piltrafa es difícil que borre la sonrisa de mi cara. ¿Me estaré convirtiendo en un "jonkie" de las endorfinas? En mucho peores me las he visto y me las veré en el futuro así que un maratón llano de asfalto simplemente es otra lección, más cursos, másters en pos de la graduación cum laude. Así que así, piano, piano y tirando de la tercera “c” llegué a mete en 3:24.41. Buen entreno para los cien de Barcelona. Ahora a recuperar porque tengo unas agujetas TE RRI BLES, todas las que no tuve tras Oporto.
Una lástima no poder aprovehar un maratón perfecto para hacer una gran marca. Perfil plano como un balsa y temperatura ideal. Salimos a seis grados y poco más se incrementó la temperatura durante la carrera.
Lo mejor del fin de semana no ha sido la carrera, ha sido compartir San Sebastián. En el mundo hay mucho "joputa", hay buena gente y hay muy buena gente. De éstos últimos he conocido unos cuantos en este extraño mundo entre bloguero y atlético. Asís y Silvia son de lo mejorcito Nos acogieron y ejercieron de guía por su ciudad y sobre todo nos permitieron disfrutar de su compañía. Una abrazo muy fuerte. Ya sabéis que quedáis emplazados para una visita a Ciudad Rodrigo.
Algunas fotos del fin de semana. Unos minutos antes parecia que aquello no estaba para mucho baño.
Pero una preciosa de luz de tempraña mañana inundó la Concha y nos decidimos a acompañar a los habituales. No hay que ser muy valiente, el agua no estaba especialmente fría.
Ambientazo el sábado por la mañana en La Concha llena de niños jugando al fútbol.
A los mirobrigenses, esto les resultará familiar.
Ruta de pinchos guiados por Asís y Silvia. Nosotros os llevaremos a algo más básico, los pollos de Ivanrey.
Surfistas en la Playa de Gros. Mundo atractivo aunque peligroso.
Foto tramposa. No era una para cada uno -estamos flojos-. Ya se nos habían unido alguno más, Montse y David que también corrieron al día siguiente.
El domingo por la mañana, antes de la carrera, justo después de hacerle al CiegoSabino un control de alcoholemia mientras el policía nos preguntaba si habíamos consumido EPO -lástima de foto-, nos encontramos con otros dos tipos de los más grandes y queridos en el mundillo del ultrafondo, Josu y Albertxo. Siempre digo que Euskadi es mi el mejor sitio para correr. Es gracias a gente como ellos.
Antes de la carrera con Piera Andrea, británica nacida y residente en Barcelona, a la que reclutamos en el albergue y que ya se quedó a comer con nosotros tras el maratón.
Con el incombustible Riki, acercándose al final de su increíble aventura. Creo que hoy le toca el maratón 424 consecutivo.
La foto que mejor resume el fin de semana. Gracias, amigos.
¡¡YO SOY ESPARTACO!!