Un pequeño cuento de Tolstoi sobre las ambición puramente material y la insaciable avaricia del ser humano.
Una constante en el pensamiento de Tolstoi es la llamada a la trascendencia del lado espiritual del hombre. He visto que está escrito en 1866, antes de la profunda crisis personal que sufre a los cincuenta años, cuando tras haberlo conseguido todo, ser un hombre rico y enormemente respetado y admirado, no le encuentra sentido a la vida, llegando a pensar obsesivamente en el suicidio. Busca infructuosamente las respuestas en la ciencia y la filosofía pero acaba encontrando su camino en el Cristianismo. Este es un episodio refelejado en su obra "Confesión".
Tolstoi es ciertamente un cristiano peculiar, tanto que la Iglesia Ortodoxa rusa lo termina por excomulgar, llegando a escribir un Evangelio propio. En ese "Evangelio abreviado" selecciona lo que él considera esencial del mensaje cristiano, deshechando todo lo que considera contaminaciones posteriores y rechazando cualquier rastro de naturaleza divina de Cristo.
La palabra que más se repite en ese evangelio es "espíritu", como esa parte divina del hombre a la que se ha de tender para intentar alcanzar la plenitud. Nada más opuesto al tema de este cuento: ese reconocible ansia por tener, por ser más que los demás -tan respetado socialmente, por otra parte-, siempre creyendo que tras ese nuevo escalón, al fin se encontrarán la seguridad y felicidad completa. Sin embargo, al otro lado no hay más que una nueva frustración.
Tolstoi puso en práctica mucho de lo que predicaba. En su época llegó a ser algo muy parecido a lo que hoy consideramos una estrella de la música mundial, y siguiendo sus consignas, nació una suerte de movimiento tolstoiano que le seguía en la sencilla vida en el campo que eligió al final de su existencia. También, en arrebato o decisión reflexionada, cedió los derechos de toda su obra al pueblo ruso, lo que motivó un duro enfrentamiento con su esposa.
Supongo que nadie lo habrá leído pero, como muchos imaginaréis, la tierra que realmente necesita un hombre es que precisa para enterrarlo. El final del relato se podría contar de otra manera bastante más graciosa:
Anoche emitieron "Margin Call", una película sobre la ambición por encima de todo y a costa de todos, sobre la que ya escribí en su día. Ahí hay una canción, "Wolves", de Phosphorescent, uno de mis grupos favoritos.
Para la próxima tertulia, "EL COLOQUIO DE LOS PERROS" DE CERVANTES. 31 DE JULIO.
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