Antes de comenzar con mi carrera, unos apuntes sobre
la organización, mejor sobre lo malo de la organización, a las que solo hago
mención si me parecen extraordinarias como el Northwest Triman o si me parecen
malas. Hay muchos aspectos que están bien, que pasan con el aprobado, pero eso
se le supone, porque además aquí la inscripción me parecía algo cara: 25 euros.
Malos detalles que dicen mucho como el anuncio de
una estupenda zona de acampada sin que se menciones el importante dato de que
te será imposible dormir, ya que se
encuentra a 100 metros del emplazamiento de la verbena –son las fiestas de
Noceda- y posterior carpa de músical infernal para los ultrafondistas de la
fiesta. Malos detalles como el retraso, sin comunicación ni razón alguna a los
participantes, de más de cuarenta minutos en el inicio de la prueba, en un
jornada en la que se preveía mucho calor. Malos detalles como que un
avituallamiento de los anunciados no existiera. Se especificaban cinco puntos –uno de ellos,
el de meta- pero la realidad es que del km. 16 al 35, corrimos en autosuficiencia.
La justificación no me sirve; la fuerza mayor de un pinchazo del vehículo
previsto, unido a la falta de cobertura para avisar a la organización, para mí,
no es tal. El incidente no me parece tan extraño, se ha tener a la gente en su
puesto con tiempo de antelación suficiente para hacer frente a imprevistos. Es
algo que nunca me había ocurrido y creo que no se obró con la diligencia
exigible.
Ya en materia, sigo con un tema para el que tenía
pensado un artículo más meditado, pero que soluciono con un párrafo. Ya me ha
pasado en otra ocasión este año y aquí en el Bierzo, regresa la percepción de
cierta imprudencia por parte de los organizadores a la hora de acometer este tipo
de pruebas. Si decides meterte en estos líos, no basta con la ardua labor de un
buen marcaje. Algo que parece que se tiende a olvidar es que los atletas, tus
atletas están en zonas de complicado acceso, y deberías tener el conocimiento
más ajustado y actual posible de la ubicación y estado cada uno de ellos, especialmente
en condiciones extremas, como pueden ser
las de calor o mal tiempo.
A veces tengo la inquietante sensación de que de pasarnos algo
grave, pueden pasar muchas horas, no hasta que alguien te venga a ayudar, sino
hasta que alguien de la organización se entere de qué ha ocurrido. Pienso
sinceramente que los controles de paso no deberían demorarse durante distancias
tan largas, no solo buscando la limpieza en la competición, sino sobre todo en
previsión de accidentes y desfallecimientos.
Dicho lo cual, remato con mi clásica y apresurada
crónica de carrera.
Me he pasado dos tercios de la carrera pensando que
no iba nada bien, recordando la retirada en la Verracada de unos días antes y
llegando a la conclusión de que me tenía que hacer unos análisis, no porque me
sintiera especialmente mal sino porque estaba cansado, porque tenía la difusa
impresión de que todo el mundo estaba más fuerte que yo. Solo hubo dos momentos
en los que no fue así: al principio y al final.
El maratón es duro: dos mil metros de desnivel
positivo. El inicio es una continua ascensión de más de mil metros, que
partiendo de Noceda, en su primera mitad discurre por un sendero que atraviesa
un bosque hasta que se llega a una bonita zona de cascadas especialmente
exigente, donde nos ayudamos de las cuerdas dispuestas en el margen del camino.
Una vez fuera del bosque, enlazamos varios cortafuegos de extrema dureza, por
distancia, desnivel y lo inestable del terreno. A mí no se me dan mal estas
paredes; sufro, pero los hay que lo pasan peor y lo sé sobrellevar, lo que no
quita que no le encuentre gracia alguna a estos tramos. Pocas vías más feas que
los bastos cortafuegos.
Somos pocos y arriba llego bastante adelante, casi
sin pretenderlo. Tengo claros mis ritmos y estos no van a variar en función de
los demás. Algo que queda muy claro cuando después de coronar el punto más
alto, comenzamos a descender. Mi ritmo es
conservador y los corredores me empiezan a adelantar y dejar atrás. Somos pocos
–no llegamos a 30 - y temo quedarme el último. Voy con camiseta chusca de
algodón y no llevo nada, ni botes, ni mochila –supongo que parezco un novato
que pasaba por allí- y un participante me “reprocha” que no lleve gorra, ni
líquido, le faltó decir que si estoy bobo. Dudo mucho muchísimo que ese fulano
tuviera tantas carreras en el zurrón como para ir dando consejos en ese tono al
personal –en fin, pequeño placer culpable, disfruté dejando atrás su cadáver
kilómetros y horas después- Puedo ir más deprisa pero no quiero. Queda
demasiado –no estamos ni siquiera en el km. 10- y va a hacer calor. Aunque temo
derrochar fuerzas que después necesitaré, también tengo dudas sobre mi estado.
¿No será que estoy demasiado flojo?
Tras un suave cresteo por los caminos fáciles que ofrecen
el atractivo de las cumbres de un Bierzo infinito, se desciende hasta casi el
km. 20. A partir de ahí, una larga subida de muchos kilómetros, algunos de ellos
muy duros, por pistas. Es durante esta ascensión cuando comienzo a pasar
corredores, lo que me anima a ir un poco más rápido, un poco más rápido,
siempre caminando muy ligero. Los últimos que adelanto, cuando llevamos varias
horas bajo un sol de justicia, van muy tocados, lo que motivó algo de mis
reflexiones iniciales.
El descenso se hace también por pistas, terminando
fuerte y rápido, como en teoría se debería terminar un maratón, animado por el
puesto y aún adelantando algún corredor en las calles de Noceda. Corrí todo lo
corrible, acabé quinto para entrar con un tiempo de 5 horas y 45 minutos, lo
que da idea de la dureza de la prueba. En meta me esperan Fernando Alvárez y
familia, hijo del pueblo, que aunque vive en Ciudad Rodrigo, pasa allí muchas
de sus vacaciones. Me colman de atenciones y ofertas para ir a comer, pero como
tantas veces ocurre tras un maratón, tengo más ganas de vomitar, que de ingerir
alimentos.
Respecto a la carrera, creo que, si se vuelve a
hacer, deberían plantearse un recorrido puede que algo más corto, pero con
algún tramo de caminos más técnicos y con más encanto, porque todos sabemos que
la zona es preciosa y seguro ofrece muchas posibilidades. Al Bierzo, sea esta u otra carrera, seguro
volveré.
2 comentarios:
Como siempre, estupenda entrada. Coincido totalmente contigo en lo de la organización de carreras, se están aventurando mucho, aunque me temo que ya han encontrado la solución: el número de carreras en "autosuficiencia" ha subido como la espuma , para descargarse así de muchos líos como avituallamientos, etc...
Personalmente, en montaña, prefiero las carreras con avituallamientos y bien controladas, por aquello de no correr con mochila,etc..y dedicarme sólo al placer del esfuerzo.
P.D: Me hubiera gustado ver la cara del menda al verte en el podium jjj
Gracias, Ramonet. Coincido contigo, para autosuficencia, las que nosotros nos inventamos. El problema aquí viene porque crees que va a haber y después no hay, y en un día de tanto calor, la pueden preparar. Al final me comentó que porque no había existido el avituallamiento, que si no... como si las condiciones no hubieran sido las mismas para todos.
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