martes, 28 de enero de 2014

Mejores discos 2013 (V): españoles

Seguimos la misma forma de exposición. Dejando de lado los tres del podio, alguno de mis mejores discos españoles

NEUMANN: "By Fear/Hi Love" Acompañados de la leyenda pop Posie Ken Stringfellow, un mini que no necesita más para reivindicarse que seis canciones brillantes de algo así como powerpop puesto al día. 

ERIC FUENTES: "Copper and Gold". Si su antigua banda, The Unfinished Sympathy, nunca recibió lo que merecía, qué le vas a contar a estar alturas a Eric Fuentes. Hace lo que le apetece sin pararse en más. Una curiosa e intensa apuesta de solo guitarra y piano. Entre otras, lectura de una de las mejores canciones de la historia: "It was a very good year". 

QUIQUE GONZÁLEZ: "Delantera mítica". Dato a no olvidar: solo Quique González puede grabar discos de Quique González. A partir de ahí, se le puede pedir más. Entre perlas, otras que aprueban con lo justo, poco más que recitados, que unas letras más o menos afortunadas a la que habría que exigirle las formas, giros o planteamientos que convierten un buen texto en una gran canción.

EXTREMODURO: "Para todos los públicos". Un disco digno, a la altura del legado de una de las mejores bandas de la historia del rock and roll español. El single irreprochable, con factura de clásico.

IVÁN FERREIRO: "Val Miñor-Madrid: Historia y cronología del mundo". Iván vuelve por sus fueros y compone un disco con mejor material de lo que estilaba últimamente. Sus referencias y variado universo personal consiguen que lo comercial no esté reñido con la calidad.

CAPSULA: "Solar Secret". No solo de aquí, uno de los mejores discos de rock que he escuchado este año. Mucho más que una colección de riffs afortunados. De la contundencia concentrada al encanto de un horizonte inasible.

JOSÉ IGNACIO LAPIDO: "Formas de matar el tiempo". Todos esos textos de alta escuela conseguirán algún día un estribillo, una canción que se colará en un anuncio o en una película y al fin se hará justicia con el granadino.

martes, 21 de enero de 2014

Mejores discos 2013 (IV)


Antes de visitar con calma los que para mí  fueron los seis mejores de 2013, comienzo con la retahíla de otros grandes discos del año: 

PHOSPHORESCENT: "MUCHACHO". Todos los que caímos a los pies de su anterior trabajo, "Here´s to taking it easy", torcimos el morro con las primeras escuchas de "Muchacho". No había razón, la cacharrería no esconde su alma, la de la frágil belleza que solo es capaz de fabricar Mathew Houck.

JOSH RITTER: "THE BEAST IN ITS TRACKS". En otros discos de Josh Ritter siempre destacaba alguna canción excelsa por encima de las demás. Aquí me ha resultado difícil elegir una. El amargo disco fruto de su ruptura matrimonial carece de altibajos, se ha de tomar de un trago.

BILLY BRAGG: "TOOTH AND NAIL". Tristemente serían tiempos propicios para Woody Guthrie o Pete Seeger. Vuelve el rock protesta de un inglés más viejo y sabio, igual de tocapelotas. Hoy más que nunca, su mensaje cobra sentido pero más allá de de la forma, dadle una oportunidad a un disco sencillo y redondo. En plena forma; para mí, uno de los grandes ignorados de las listas de fin de año.

SAVAGES: "SILENCE YOURSELF". Todo recuerda tanto a Siouxie... pero el disco, a pesar de su imperfección, vale. Lo que hay dentro no es más que, una vez más, la historia del rock: el inocente y puro debut de cuatro pipiolas vestidas de negro. Lo asocio al gran debut de las Elastica de Justin Frischmann en los noventa. Esperemos que la historia de algo de más de sí.

IRON AND WINE: "GHOST ON GHOST". ¿Dónde el cantante folk? ¿Qué fue de la Americana? A cada paso, a cada disco, Sam Beam enriquece su lenguaje con nuevos aires e influencias. El alarde tocando palos, en principio ajenos, para un disco precioso.

YO LA TENGO: "FADE". Aunque aprovecharon su fugaz momento de gloria, ya estaban antes de los días de vino y rosas de la Independencia en el fin de siglo. Cuando aquella burbuja llena de tanta basura explotó, ellos siguen aquí, contando lo mismo de siempre, igual o mejor que antes. Entrañables, grandes.

FOXYGEN: "WE ARE THE 21ST CENTURY AMBASSADORS OF PEACE AND MACIC". Estos tipos con pinta de atontaos parecen de otro tiempo, parecen de California. No, son de ahora y sí, son de California. Un disco riquísimo, lleno de matices y de todo lo que nos gustaba de los grandes discos clásicos. Olvidaos de todo lo que rodea este absurdo paseo por París y fijaos en las canciones; son tremendas. A seguir la pista, estos pueden llegar a crecer de verdad.    

sábado, 18 de enero de 2014

Correr o morir


LLegué al libro más que por casualidad, casi por obligación. Recuerdo haberlo ojeado sin interés hace unos meses en la FNAC de Madrid. Soy corredor, soy deportista, el deporte ocupa un papel muy importante en muy vida pero lo mismo que no veo deporte televisado, tampoco leo libros sobre el tema. Me basta con mantenerme al tanto a través de internet. Mi tiempo es el que es y mis libros, en general, o son de gente que sé que escribe muy bien o son de música. No hay espacio para más. 

Sin embargo, el hecho de que un amigo, Manu, lo tuviera, y otro amigo, otro Manu, me lo recomendara con entusiasmo, me obligó a reparar en él. Reconozco que no comencé con la predisposición más adecuada; no me gustaba el título, para mí una declaración demasiado radical, no me gustaba una portada acorde con aquel, no me gustó el "excesivo" y malamente recargado manifiesto con el que comienza el libro, que más que emocionarme en el buen sentido, me provocaba cierta vergüenza ajena, aunque después lo he venido a situar en su momento y lugar: el momento vital de unos chavales apasionados por los suyo -probablemente todos hemos escrito o pensado cosas parecidas en esa etapa llena de sueños, ganas e inseguridades-.

No me cae mal Kilian; alguna vez ha pasado por aquí. Deportivamente es un gigante que sinceramente admiro, en ocasiones más parecido a un pequeño Hércules que a los simples mortales. A partir de la distorsionada imagen que recibimos de un personaje público y que damos por buena, parece un buen tipo. Me gustan sus espectaculares vídeos aunque reconozco que escuchar sus reflexiones en voz alta, aún identificándome con la mayoría de lo que cuenta, puede llegar a cargarme por ese papel de "maestro zen" impartiendo sus lecciones sobre el sentido de la vida.  Me parece una deriva peligrosa pero también entiendo que no debe ser fácil ser Kilian, no deber ser fácil ser famoso y admirado por el mundillo; hay que tener la cabeza bien amueblada para ser capaz de relativizar tu importancia.

Cada vez es más habitual que se publiquen libros de gente famosa o famosilla, más siendo el mundo de la montaña terreno fértil para la mística, honesta o de gran superficie. No puedo evitar percibirlos como simples productos comerciales y oportunistas para hacer caja, sin demasiado interés para mí. 

Y he aquí que, a pesar de todo lo que he escrito hasta ahora, con este artículo simplemente quería contar que sí, que el libro me ha gustado. Sobre todo la primera parte, los primeros capítulos me parecieron muy buenos, que me atrapó esa búsqueda de imágenes para desentrañar la esencia de correr en montaña, ese tratar de encontrar las claves de la única forma de vivir válida para Kilian, que me sentí muy cercano a mucho de lo que cuenta, que ahora entiendo por qué varios de vosotros me dijisteis, después de leer la crónica del Anillo Vindio, que le recordaba a su libro. 

Peculiar este Kilian, dentro de la categoría que yo denomino "élites humanistas", hombres físicamente privilegiados, dotados de un talento natural que no hay que olvidar requiere de una disciplina brutal para brillar y que además disponen de las armas, de la facultad para mostrarnos algo de un interior caleidoscópico lleno de misterios, inquietudes y matices. Me gustaría conocerlo algún día.

Este verano, al final de la luna de miel, Susana y yo pasamos de Courmayeur a Chamonix bajo el Mont Blanc, a través del impresionante túnel de más de 11 kilómetros. Kilian realizó el mismo trayecto, pero  haciendo cima  en el gigante en algo más de lo que echas una mañana. Uno de sus vídeos más asombrosos. 

sábado, 11 de enero de 2014

A propósito de Llewyn Davis



Cita obligada para mí y muchos como yo, gente para los que la música es mucho más que un simple telón de fondo en nuestras vidas y para los que la filmografía de los hermanos Coen está a la altura de los más grandes del cine.

A pesar de centrarse en uno los lugares y momentos decisivos de la historia de la música popular - el Greenwich Village neoyorkino de principios de los sesenta-, a pesar de estar llena de canciones, en mi opinión, la película se ha de juzgar al margen de esa ambientación, no más que una excusa para contar.

Es una gran película, pero por otras razones. No viene a ser  más que la historia de un hombre, de un hombre perdido, de un desgraciado en sus dos acepciones, la de hombre que soporta desgracias, la de un perverso miserable. Llewyn es un cretino engreído que tiene lo que se merece, una vida en el filo, una vida de mierda, dicho menos poéticamente.

Es un gran cantante, domina lo suyo, pero paradójicamente, el dueño de un arte que trata sobre las emociones y sentimientos que cualquiera debiera reconocer por el simple hecho de ser hombre, es incapaz de tener una relación medio normal con un semejante. Era de esperar, desprecia como inferiores a todos sus colegas -no llega a juzgar a un Dylan en la sombra-  pero también al resto de hombres que únicamente se dedican a "existir". Carece por completo de empatía y jamás llegará a entender qué le ocurre  o mueve a los demás o las razones y raíz de todos sus problemas, especialmente su responsabilidad en la traumática forma en que finalizó su anterior grupo. Sorprendentemente, el único rastro de humanidad del antipático personaje lo tiene con un gato, al que termina por abandonar y dejar renqueante, como a todos los que se atreven a acercarse. En su triste periplo nuevamente aparecen referencias a La Odisea (tras la peculiar versión de "O Brother"): él fue y volverá a ser marino, el gato se llama Ulises.

A pesar de que la película es el retrato de un  impresentable que se dedica a joder la vida a los que le rodean, ahí están sus avisos: la pintada en el servicio, su hermana, sus amigos y sus oportunidades para reengancharse a la vida: el cartel de la ciudad donde está su hijo, tocar en una banda, en un ofrecimiento que le hace Frederick Murray Abraham en una pequeña intervención memorable.

Leí en la crítica de Boyero que no entendía el viaje a Chicago, que le sobraba. A mí más que el viaje, me sobra el personaje de John Goodman -genial, como siempre-. Lo interpreto como un gesto a esa audiencia que espera sumar algún chalado más a la inigualable galería de locos hilarantes que han parido la mente de los hermanísimos. 

El día de Reyes vimos "Qué bello es vivir" (sí, adoro y me sigue emocionando el cuento de Capra) y pienso que LLewyn Davis podría ser el amargado y cínico reverso del George Bailey de James Stewart, que si decidiera suicidarse, nadie iba a echarlo de menos; más bien sería un alivio.

"A propósito de LLewyn Davis" es gran película de los Hermanos Cohen pero creo que hay que colocarla en esa parte de su filmografía más austera, más seca, que hace menos ruido, pero que es igual de buena, mejor o complementaria en muchos momentos, donde yo tengo colocadas "El hombre que nunca estuvo allí" o "Un tipo serio".

Vale.

martes, 7 de enero de 2014

Ardiente manifiesto de un corredor veterano al borde de quemarse



Hasta yo puede que pensara en algún momento que todo comenzó con mi primera media en 1994 o mi primer maratón en 1996, pero la verdad es que todo viene de mucho antes, de la inocente fascinación de un niño por historias de romanos conquistando el mundo, de la admiración por la voluntad de un joven Marco Aurelio durmiendo en el suelo de su habitación. También de algo más tarde, de un hombre ya maduro entendiendo las razones por las que, implacables, conquistaron ese mundo: por su orgullo y convicción, por su forma de pensar, de preparar, de enfrentarse a la realidad, por la ausencia de duda, en fin.  Ahí reside todo realmente.

Casi 20 años corriendo, 50 maratones son buena excusa para hacer balance, para cerrar y abrir puertas, para encontrar la forma de seguir adelante, para una declaración de intenciones o propósitos sui generis, para encarar el futuro.

La experiencia como única forma de conocimiento verdadero, miles de kilómetros manejando un brújula para encontrar el rumbo correcto, para encontrarme, para reconocer donde encaja mi espíritu, qué soy yo. Todos tenemos algo de divino, de Dios todopoderoso constructor de nuestros mundos y mi mundo corriendo se podría reducir a pocas líneas:

1.  Era verdad: 100 son más que 1.Distancia o tiempo siempre acabarán por destruirte pero qué poético resulta llevar un poco más allá la falsa creencia de haberlos vencido por unas horas.
2.  El asfalto quema. No queda otra que rastrear tierra a cada paso.
3. Se busca silencio.
4.  De no ser posible, se acepta el agua o el viento como locuaces compañeros.
 5. Se busca cielo, milano en el cielo, cuervo en el árbol
6. Un soldado de trinchera lucha contra el hielo o el sol hundido en la tierra.
7.  La vida es inversamente proporcional a todo lo tocado por el hombre.
 8.  De ser posible, no se ha de pagar por correr o se pagará lo que nuestra balanza marque como justo.
9. Es bueno que el hombre esté solo.
 10. No es bueno que el hombre esté siempre solo. Se correrá con amigos o acompañado de los que serán o podrían ser tus futuros amigos.
11. Todo lo que me cuentas de material y equipamiento no es más que la gran milonga.
12. No solo soy hombre de blanco o negro, también de fotos en blanco y negro.

Toda norma tiene una excepción:

13. En un puerto, la carretera arde pero no quema; no es más que el  juez riguroso de esperanzas alimentadas  al ritmo de cada brazada nadando. El sueño del triatlón continúa brillando inmaculado.

Cualquier corredor sabe que  la última meta no llega nunca.  Y el mejor criterio para saber qué batallas merecen ser ganadas son mis ganas de contarlo; y hay tanta emoción pasada que hoy no entiendo, que serían terreno baldío del que no nacería ni una palabra.

La amenaza sigue ahí, todos lo sabemos. Llegará el día en que el monte parezca ciudad o peor aún, que los que lo recorran, lo hagan tal que en una ciudad, sin apenas entender un destello de su magia; pero siempre existirá ese camino solitario que aún no recorrí. Con eso me basta.

Hoy puede que no necesite un dorsal, pero aún no estoy seguro de ello. El día que sea así, entonces sí, entonces seré mejor corredor que nunca.