Mostrando entradas con la etiqueta Economía. Mostrar todas las entradas
Mostrando entradas con la etiqueta Economía. Mostrar todas las entradas

viernes, 30 de noviembre de 2012

Atrapados en la rueda




No se trata de amigos o amiguetes de facebook compartiendo fáciles y previsibles  consignas o mensajes que de reiterados,  dejaron de ser incendiarios hace tiempo. Son inspectores de hacienda, doctores  y profesores de economía cuestionando lo que cada día nos llega a través de los grandes medios, lo que me cuentan los políticos al mando.

Deslavazados apuntes que deberían dar pie a la reflexión acerca de y a cuenta de la jornada "Otra economía es posible" para la presentación de ATTAC Castilla y León en Salamanca. Instantáneas de la tramoya de la crisis y lo inevitable de la tragedia.

Hemos interiorizado que el capitalismo se comporta de esta forma. No hay que alarmarse. Sus crisis son cíclicas y aplicando las recetas adecuadas, todo volverá a funcionar. ¿Funcionar para quién? Es curioso que históricamente solo se hable de crisis cuando afecta los países ricos. Sin embargo, el sistema capitalista, tal y como está planteado, no puede más que calificarse como una condena endémica para la mayor parte del planeta.  Nuestros instrumentos de dominación han sido y siguen siendo eficaces.

Vuelta la burra al trigo. Todo regresará a su cauce cuando volvamos a crecer. Se nos dice que la solución es el crecimiento económico pero ello tiene sus evidentes límites ecológicos y sociales. Hasta el tipo más cerril o el político más obtuso, si se parara a pensar por un instante, habría de reconocer que el crecimiento económico continuo no es viable a largo plazo además de no ser un modelo exportable por el seguro agotamiento de los recursos naturales. El crecimiento del PIB se nos presenta como el objetivo de una sociedad, no como un medio. Deberíamos plantearnos qué, cómo,  para quién podemos producir. La energía fósil barata es historia.  Es necesario un cambio de modelo de producción y consumo. Debemos asumir renunciar a parte de lo nuestro para que el resto pueda vivir.

De  los 27 países de la Unión Europea, España es el que mayor diferencia tiene entre el 20 % más rico y el 20 % más pobre. Con la crisis,esas diferencias aumentan y aumentarán. Una de las funciones del Sector Público es corregir esas desigualdades pero son tiempos en los que  lo público ha sido proscrito. Se culpabiliza al Sector Público de ser el causante de la crisis cuando es una sentencia falsa. El déficit realmente se disparó con la crisis. Se nos dice que la única solución es la austeridad, cuyo único objetivo es garantizar el pago a los acreedores. Mientras, no se apuesta por nuevas vías de ingresos o soluciones como la puesta en práctica de un sistema tributario más progresivo -en lugar acudir a la vía fácil e injusta de la imposición indirecta- que grave la verdadera riqueza y luche contra el  fraude, la aplicación de tasas a las transferencias internacionales para evitar los movimientos de índole exclusivamente especulativo o  la liquidación definitiva de los paraísos fiscales.

Se nos vende que el problema de la banca es de liquidez – problema momentáneo para cumplir sus obligaciones-, cuando realmente es de insolvencia, con el carácter definitivo que ello conlleva, el de una quiebra. Vamos por la octava reforma del sistema financiero. Se comenzó a inyectar dinero con Zapatero y  comenzamos a perder la cuenta. Curiosamente, la solución es la intervención del denostado Sector Público. La Banca se ha convertido en adicta al dinero público demostrando una identificación total entre poder económico y público.Si el flujo es constante, qué nos separa de dar el paso al establecimiento de una rígida normativa que impida desmanes y facilite el crédito, en las puertas de una banca pública.
.
El neoliberalismo, reticente al establecimiento de cualquier tipo de regulación, era -¿es?- la nueva religión. El capitalismo financiero en el origen de la crisis; en el que, a diferencia del industrial, no hay riqueza palpable detrás, solo apuntes contables. Se nos decía, aún se nos cuenta que el mercado se autorregula pero no fue así. Se estrelló con el mundo a rebufo.

No estaría mal ponerle rostro a lo que ocurrió. Ninguno mejor que el de un tipo con clase, el de Jeremy Irons, en una gran película sobre el tema que ya pasó por aquí, una suerte de tragedia shakesperiana sobre el estallido de la crisis.

martes, 25 de octubre de 2011

Margin Call, realidad inventada



2008, el año de inicio de la crisis. Después de los documentales explicando el colapso, llega la ficción. "Margin Call" es la primera que yo conozco.

Focos sobre una espacio tan reducido como el escenario de un teatro en el que un puñado de grandes actores desentrañan las horas de un día, de otros "idus de Marzo" que cambiaron el mundo para siempre. Los entresijos de una tragedia anunciada para ellos, inesperada para todos los demás.

Retrato de personajes con traje que casi adivinamos clones pero que no lo son. Despiadados y sin principios. Sí, la mayoría. "Trepas" y abducidos por un mundo absorbente y cerrado que demanda el hambre de éxito continuo nunca satisfecho, el ascenso, el poder, el dinero en una espiral de tensión y ansiedad imparable. Sin embargo el cliché tiene fallas. Los hay con escrúpulos, aunque finalmente claudicarán. No les queda otra opción. Son los que tratan de buscar la felicidad en un mundo paralelo, en la pureza de las emociones reales.

Son los reyes de la montaña imaginaria. La cima del zigurat. Respetados socialmente y económicamente privilegiados.

Montañas de dinero que se difuminan en nada. Un personaje describe en un instante en qué se gasta más de dos millones y medio de dólares al año y te da la impresión de que es cierto, el dinero no llega para nada. Entendible su pánico a perder sus tronos. Recordé  un reportaje que leí el año pasado sobre la influencia de la crisis en el mundo de los ejecutivos de la "city" londinense y la incapacidad para hacer frente a desorbitadas deudas a las que se esclavizaron durante los años de bonanza. 

Su trabajo es extraño. Varias veces lo describen y ellos mismos se hacen preguntas. Un apestado, un expulsado del sistema recuerda con nostalgia que en una ocasión construyó un puente y lo entiende como algo que da sentido a su vida, que sirvió para algo, que sirvió para alguien. Ahora no tiene claro a qué se dedica y a quién ha beneficiado todo su trabajo y esfuerzo.

La empresa, una especie de banco de inversión, un trasunto de Lehman Brothers se dedica a ganar dinero y tienen claro qué va a pasar, el cataclismo que se avecina y que se llevará por delante a todos, clientes y colegas. Conocen la secuencia de la cuenta atrás del terremoto. Lo único que importa es la supervivencia y adelantarse a todos los demás. No importan los métodos. Los valores no existen.

El discurso final de Irons a modo de coda, es clarificador. El capitalismo sufre crisis periódicamente. Enumera crisis desde el Siglo XVII. No hay que dramatizar. A a un lado están los poderosos, al otro todos los demás. Nada va a cambiar.

No es una película redonda pero si te interesa el tema, te gustará.

"La situación es catastrófica pero no seria" (Puesto austriaco en el frente durante la Primera Guerra Mundial)

miércoles, 29 de diciembre de 2010

Macroeconomía en Navidad


Aprovechando la vinculación de Julio Anguita con nuestra ciudad por razones sentimentales, el pasado domingo, en lo que parece va a convertirse en un lujo periódico e inesperado cada navidad, volvió a impartir una conferencia en Ciudad Rodrigo. En esta ocasión el tema elegido fue la crisis, “Reflexiones en torno a una crisis económica”. Teniendo en cuenta el éxito de ambas convocatorias, creo que la organización debería plantearse cambiar la ubicación ya que en las dos ocasiones me he encontrado entre las muchas personas que les ha tocado seguir la charla de pie. Independientemente de tus ideas, escuchar a una persona de su carisma y claridad mental, es todo un placer. De la misma opinión son gente no precisamente de izquierdas que pululaba por allí. Ambos años he tenido la misma sensación al abandonar el Palacio de los Águila, la de acabar de asistir a la charla de un maestro en el sentido más pedestre, antiguo y romántico del término, capaz de compartir, mantener la atención y hacer reflexionar a todos los que aquella noche, a pesar de ser ya profesor jubilado, fuimos nuevamente sus alumnos.

La charla no trataba realmente de buscar respuestas sino de que tratásemos de ver desde otro punto de vista diferente a los contaminados y todopoderosos grandes medios qué está ocurriendo. Últimamente, una de mis lecturas favoritas son los artículos sobre economía. Refrescando mis ya lejanos conocimientos de Economía y Hacienda Pública, es difícil de entender pero me resulta apasionante descubrir las distintas explicaciones, análisis y previsiones. Debido a ello, poco de lo que escuché me sorprendió pero no deja de asustar descubrir el interior de la bestia. Cómo detrás de la una de las mayores crisis económicas de la historia, cuyas consecuencias todavía no se nos alcanzan, no hay más que espurios movimientos de capital y cómo la soberanía popular está más mediatizada y secuestrada que nunca por organismos e instituciones, que bajo la apariencia de imparcialidad y rigor, no son más que representantes de la ideología que interesa a las grandes fortunas.

No voy a aburriros; sólo me gustaría dejar unos apuntes de los temas tratados aparte de reflexiones mías:

Hay algo que me llamó la atención. Supongo que hace poco más de un mes, algunos de vosotros habréis leído el artículo de Stiglitz, premio nobel de economía, en el que, analizando la situación económica española, llegaba a la conclusión de que el euro, a día de hoy, era una rémora paralizante para el devenir de la economía española. En un hipotético teatro de operaciones más grave, España, como en anteriores ocasiones, podría haber acudido a la devaluación de la moneda para favorecer la exportación. Sin mencionar que dentro de las funciones de nuestro Banco Central Europeo, a diferencia de la Reserva Federal Americana, no está la de estimular la economía sino únicamente la del control de la inflación. Ante un agravamiento de la situación, una salida del euro parece altamente improbable. Creo que es la primera vez que se planteaba seriamente el tema. Bien, me resultó curioso escuchar como Julio rememoraba los tiempos en que él se manifestaba en contra de la moneda única, tiempos en que muchas señorías se le reían en la cara por el disparate. Esto me hace recordar algo muy de actualidad. Uno de los criterios de convergencia para entrar en el euro era el control de la inflación. Uno de los modos de contenerla fue establecer normativamente unos precios de la energía eléctrica por debajo de su coste. Es ese déficit “tarifario” que hoy por desgracia todos conocemos y cuyo enjuague sufrimos cada año –una subida del ¡10%! nada menos pasado mañana-.

La pérdida de peso del tradicional movimiento obrero trae consigo, sin que apenas nos percatemos de ello, otro fenómeno: la proletarización de las clases medias, constreñidas por crecientes servidumbres y peores condiciones laborales que aceptan porque no queda otra, porque no hay trabajo y “la cosa está muy mal”, sin que exista una conciencia de clase o grupo. Nos quieren separados e individualistas y a fe mía, que lo están consiguiendo.

Frente a un sistema que adora o tiene como dogmas la santísima trinidad del mercado, la competitividad y el crecimiento sostenido, se plantea la idea de un crecimiento sostenible. Si el panorama actual es preocupante, pensar a largo plazo produce vértigo. ¿Qué ocurrirá cuando las imparables clases medias de países emergentes como China, India o Brasil demanden vivir como nosotros? Los recursos del planeta son limitados y llegará un momento en el que no se pueda ir más allá, colapsándose el sistema. Esto lo sabe la gente de a pie y los gobernantes. ¿Por qué no se actúa? Es difícil plantear sacrificios y soluciones a largo plazo. Se irán poniendo parches hasta que sea demasiado tarde y no haya vuelta atrás.

¿Se puede ser apolítico? ¿Es posible hacer algo? ¿Es la economía la que gobierna el mundo, un fin en sí mismo o debería ser una ciencia auxiliar? ¿Dónde queda la soberanía popular de los gobiernos democráticos? ¿Es posible otra forma de vida?

En un post sobre política y economía y sobre la charla de un marxista, quería poner algún cantante “rojales”, de los de la vieja escuela. Pensé en Billy Bragg. Después me acordé de esos dos discos compartidos con Wilco en los que rescataban textos de Woody Guthrie, el cantante protesta por antonomasia (“Este arma mata fascistas” se leía en su guitarra) para ponerles música. Y sí, os dejo una canción de “Mermaid Avenue” pero poca lucha social se percibe en los versos de “California Stars”, una de las canciones que yo llamo achuchables, por lo bonitas que son. El vídeo es “ultrachochi” pero es que venía la letra y sonaba bien.