viernes, 30 de septiembre de 2011

Travesuras


La teoría dice que antes de las carreras hay que descansar. La luz de este veranillo tardío me lo impide. Ascensión a un puerto que recorro varias veces al año en coche. Bonito, más durillo de lo que intuía y con alguna rampa interesante. La próxima vez que me acerque por allí, que no será a mucho tardar, lo subiré corriendo.



La semana pasada se celebraron los Campeonatos del Mundo de Ciclismo. ¿Para cuando la modalidad "con mochilón a la espalda"? Casi 90 kms con mi inseparable amiga. Eso sí, mis ruegos a Eolo surtieron efecto. Sus invisibles manos me posaron en Salamanca en apenas un instante. Os cuento un secreto...esto no lo repito.



A Candelario, uno de mis pueblos más queridos, voy varias veces al año. Sin embargo, había un lugar cercano  al que no volvía desde hace más de veinte años. Entonces, cuando acampábamos allí los dagales del "deporte", antes de que construyeran la piscina, nos bañábamos en una poza oculta.


No sé si será cosa de los neutrinos y los viajes en el tiempo que llenaron páginas estos días pero si me concentraba, casi, casi podía ver sobre esta piedra a un Atalanta, a un Txero, a un Plato53, a una Ana Cristina con apenas diecisiete añitos. Nostalgia agradecida, de la que saboreas con gusto. Recuerdo perfectamente que entonces escuchábamos allí mismo "Temporary Thing" de Lou Reed, de su disco "City Lights". Parece una broma que sólo recuerde un título tan apropiado para el post.


El reflejo del espejo ha cambiado bastante.


El día que, cuando acabe un concierto de los que me marcan, no trate inmediatamente después, de subirme al escenario para hacerme con la lista de canciones, seguro que habré perdido mucho por el camino. 

Ya sabéis, "a mi manera". No es la mejor ni la más prudente pero es la mía. La canción de Frank era demasiado previsible. Os dejo la divertida y potente versión, además de muy apropiada para el personaje, de Sid Vicious.

miércoles, 28 de septiembre de 2011

Quique González en el Liceo



Quique es menudo, de pinta descuidada, algo  bohemia, de sonrisa triste y cercana. Entre canción y canción cuenta sus cosas de forma atropellada y desconexa. Parece un buen tipo para charlar entre cervezas hasta el amanecer.

Quique siempre se ha movido entre dos mundos. A Quique a se le considera un cantautor pero también le gusta el rock. Quique puede editarse un disco, más independiente aún que los “indies” o tachársele de comercial. Quique puede tirar más de su raíz americana o de su vena de cantautor. Puede atronar al frente de una banda de rock o marcarse un “conciertazo” improvisado en un bar con sólo su guitarra. En este país, en ciertos ambientes, parecen mundos excluyentes. No se me alcanza el porqué. Sin embargo, los temores a moverse en tierra de nadie hace tiempo que quedaron superados.  Con la confianza del elegido, cruzó  la frontera y dejó atrás rémoras absurdas para encontrar su propio camino. Contando con una audiencia fiel y creciente, entre cuartos crecientes y menguantes, la luna es su único norte.

Brad Jones, el ilustre el productor de “Daiquiri Blues”, su último disco, contaba que lo más importante en la obra de Quique eran las letras. Es la locomotora que tira del resto de vagones. Cuando trabajas con ese material hay algo claro, no se debe pervertir  o distraer el mensaje.

Con una gira como la de “Desbandados”, cada verso te llega más claro y sincero que nunca.  Lo que nos cuenta es lo que importa y utilizando muchas de las canciones que no toca habitualmente, las somete a una dura prueba, la de demostrar que si una canción es buena, no necesita más aliño del imprescindible. 

Todo el concierto del sábado  me lo he pasado con una tonta sonrisa en la cara, la sonrisa del convencido de antemano. Digo más, desde antes del concierto. La música elegida para sonar antes del comienzo de la actuación y la que se volvió a escuchar justo después de que se encendieran las luces fue la de Bon Iver, música de cabecera atalantiana y que curiosamente, he compartido en el blog un par de veces la semana pasada. Era un buen augur, era un buen augurio.

“Desbandados” es una gira diferente. Acompañado únicamente de Jacob Reguilón, revisita temas menos trillados de su obra  valiéndose de guitarra, contrabajo  y ocasional piano a armónica. Sí, tocó “Salitre” y “Rompeolas” pero faltaron muchas otras de las más conocidas o emblemáticas.

He visto a Quique un par de veces en formato rock, acompañado de banda. Será la edad la que de un tiempo a esta parte me hace preferir la butaca de un teatro a la brega del concierto al uso. Quién me ha visto y quién me ve. En esta ocasión, sentado en la platea del teatro, a oscuras, tienes la impresión de que habla personalmente a ti.  Hay tantas canciones con las que me identifico, tantas letras que me hablan a mí que a veces es difícil digerir las emociones o quedarme con un tema.

Gran parte de su cancionero gira alrededor del  perdedor al que la vida no deja de dar hostias,  que pierde las grandes o pequeñas batallas de cada vida. Ascendencia "country". Sin embargo, muchos de estos perdedores no temen girar el próximo recodo para seguir adelante. Siempre encuentran la razón para seguir. Seguro que la próxima saldrá bien.  Siempre hay otra oportunidad para hacerlo bien.

Versiones  de Serrat y Sabina, homenajes y referencias a Enrique Urquijo, Tom Waits o Jackson Browne nos marcan los faros de su obra. Maestros del alumno aventajado que se permite arriesgar en apuestas a las que sólo los grandes se atreven. Quique hace tiempo que ganó la partida, hace tiempo que es un grande.

Os dejo una canción de la gira y otra joyita escondida que pasa desapercibida en su obra. Coincido con Joserra en que esa pequeña canción es muy grande. Cómo decir tanto con tan poco, "Anoche estuvo aquí"

lunes, 26 de septiembre de 2011

Media Maratón de Balbilafuente, "I´ve got the flow"


Representación mirobrigense más pequeña de lo normal. Con Bienvescribe, Michel y Arturo

No miento si afirmo que después de quince años en el mundo del deporte popular, probablemente ha sido la media maratón en la que más he disfrutado de mi vida. Precisamente en esta carrera debuté en el deporte de fondo cuando se corría hasta Alba de Tormes.

Estoy en una etapa de crecimiento, de buscar algo de chispa, para como decía el Doctor, soplarla entre mis manos y mantenerla encendida hasta fin de año. Tras unas semanas de algo de entrenamiento corto y un par de palizas, no me veía capaz de mantener un ritmo alto en una media completa, por lo que decidí correr a algo más de cuatro minutos el kilómetro para intentar llegar en 1:30 o algo menos.

Así se desarrolló la carrera, tal y como había previsto. Por debajo de mis posibilidades, me he movido muy cómodo a todos los niveles, disfrutando de la carrera. LLegando al Km. 15, cuando comienza la parte dura en la entrada a Salamanca, decidí cambiar. Y qué bonito es correr de esta forma, acabar fuerte, sin dejar de pasar atletas, marcándome un sprint largo y sostenido que no me permitió alcanzar 1:30. Me quedé en 1:31. Sin secuelas, sin cansancio, sin ningún tipo de molestia.

Uno de esos días en las que sabes por qué corres y lo importante que es para ti. Esos días en que la carrera fluye, sin estridencias, fácil, suave, días en los que parece que vuelas, en los que sientes que podrías seguir corriendo hasta que acabara el día. Espero que si dentro de veinte años puedo seguir dedicándome a esto, me tome todas las carreras así, con prudencia y disfrutando con avaricia.


Contaminación. Fichamos al Doctor que estrenó dorsal Jaramugo y yo me hice con el buff de Triatlón Salamanca.

El sábado vi a Quique González en el Liceo. Mañana publico la crónica. Os dejo un adelanto con pequeño homenaje a Tom Waits. 

domingo, 25 de septiembre de 2011

R.E.M., uno de los nuestros


Aunque probablemente muchos piensen lo contrario, no soy muy mitómano. No me afectan especialmente las noticias de muertes o separaciones de grupos. Sin embargo, hoy sí le quiero dedicar una recuerdo a especial a R.E.M. que hace unos días anunciaron su separación.

Casi se debe más a que percibo la noticia como si se cerrara una etapa en mi vida. Desde que me empecé a formar de verdad, a elegir caminos o a identificarme con algunos semejantes, R.E.M., siempre estuvo ahí. 

Recuerdos de instituto, cuando escuchar música "diferente" te hacía sentir especial, cuando básicamente te comportabas como un engreído. Su música, torrente de recuerdos de borracheras y carnavales, de besos y berrinches, de baloncesto y chapuzones, de ilusión y confusión.

Te pasabas la vida proclamando las virtudes de bandas como la de Athens hasta que un día, una mañana de sábado en Salamanca, te despertaba una canción suya, puesta a todo volumen por el vecino pijo de al lado. Era entonces cuando en un mecanismo mental extraño pero muy común entre los "veinteañeros" de la parroquia indie, te sentías traicionado, descolocado. Ibas al supermercado y allí sonaba esa canción horrible, tan alejada de su ideario como era "Shinny Happy People" (que según tengo entendido jamás tocaron en directo). Pero tenías que reconocer que el resto del material era tan especial como antes. Tenías que reconocer, con todo el dolor de tu corazón, que seguían sonando de puta madre.

Hacías de tripas corazón y seguías en la brecha. La pérdida de la virginidad del "indie vendido" fue dolorosa pero necesaria para crecer como melómano y como persona. Seguí comprando y disfrutando sus discos como antaño. Ya no era un tesoro escondido, ya no eran sólo nuestros pero... Qué demonios, durante algunos meses fueron la mejor banda de rock del planeta. Partiendo de las raíces tradicionales de folk y rock, bañadas en actitud arty y de compromiso social, encadenaron discos variados y perfectos. Nadie entendía qué cantaba Stipe pero parecía que eran incapaces de publicar nada mediocre.

Hasta que llegó la tristísima trinidad, "Up", "Reveal" y "Around the Sun". Tenían algún tema memorable pero no era lo mismo. Al principio pensé que tal vez era yo, que me había hecho mayor y ya no los entendía. Después me di cuenta de que los que estaban mayores y lánguidos eran ellos. Los di por perdidos. "Accelerate" fue una débil razón para creer pero no sólo era cuestión de velocidad y decibelios. Faltaba algo. Algo que consiguieron este año con"Collapse into Now" el disco que me los devolvió tal y como eran, dueños de un lenguaje personal e intransferible. Testamento inmejorable. Hasta siempre, amigos.

Os dejo uno de mis canciones favoritas de mis años mozos. Canción de pasillos de instituto.

viernes, 23 de septiembre de 2011

Tempus fugit

Poca gana de escribir. Cansado y sin tiempo. No soy hombre que envidie nada material. A cada paso me conformo con menos. La envidia no se cuenta entre mis pecados. Sólo algo anhelo de verdad, más tiempo, más horas cada día, más trecho para completar las tareas de mi agenda, la obligada y la mía, la que es más yo que yo. Milagros ruego, milagros no tengo.

Bien es cierto que el tiempo da y el tiempo quita. Aunque si paras y mueres por un instante, miras a tu alrededor,  hacia atrás -muy importante- y hacia adelante, cierras los ojos y eres honesto, lo que pierdes siempre es más valioso. Quevedo decía que sólo lo fugitivo permanece y dura. Pessoa que sólo se tiene lo que se ha perdido. ¿Quién para rebatir mentes preclaras? Voilá, quiero conseguir para perder para tener.


Estoy generoso y os voy a contar un sencillo remedio para todos los males, los de verdad y que nos obligan a inventar cada día. Receta de Cioran, "Vaya veinte minutos a un cementerio y verá que sus preocupaciones no desaparecen, desde luego, pero casi son superadas. Es mucho mejor que ir a un médico. Un paseo por el cementerio es una lección de sabiduría casi automática". 

Yo te susurro: "No protestes, no postergues". Te digo algo tan sencillo que dos mil años no han cambiado, te  cuento palabras de Horacio, "Aprovecha el día, desconfía del mañana".

Y si lo quieres de otra forma, de otra forma te lo doy, en versos que amontonan palabras de las hermosas y de las vulgares, aunque disfrazadas para fiesta. Melosa cantinela del uruguayo.

"Después"

El cielo de veras que no es este de ahora
el cielo de cuando me jubile
durará todo el día
todo el día caerá
como lluvia de sol sobre mi calva.
Yo estaré un poco sordo para escuchar los árboles
pero de todos modos recordaré que existen
tal vez un poco viejo para andar en la arena
pero el mar todavía me pondrá melancólico
estaré sin memoria y sin dinero
con el tiempo en mis brazos como un recién nacido
y llorará conmigo y lloraré con él
estaré solitario como una ostra
pero podré hablar de mis fieles amigos
que como siempre contarán desde Europa
sus cada vez más tímidos contrabandos y becas.
Claro estaré en la orilla del mundo contemplando
desfiles para niños y pensionistas
aviones
eclipses 
y regatas
y me pondré sombrero para mirar la luna
nadie pedirá informes ni balances ni cifras
y sólo tendré horario para morirme
pero el cielo de veras que no es éste de ahora
ese cielo de cuando me jubile
habrá llegado demasiado tarde.

Y para postre del menú, no tenemos a elegir. Sólo nos servía Justin, la belleza del misterio.

Poetas, fotografías, filósofos y músicos parieron un post que casi es aborto y del que yo sólo ejercí de alquimista. 

Agradecido a Salieri, Santo Patrón de los mediocres.

miércoles, 21 de septiembre de 2011

El árbol de la vida


Si tres días después de ver una película, sigues recordándola y reflexionando sobre su mensaje, no es mala señal. Me es complicado escribir sobre ella. Precisamente por eso, se merece un post.

Es una película arriesgada. Hay que tener un par de huevos para decidir contar una historia de este modo. Me pregunto si el autor, a lo largo del proceso creativo, no albergaría dudas, no se preguntaría si por ambicioso, no estaría pariendo un pastiche críptico y pretencioso. Hay que estar muy seguro o llamarse Terrence Malick.

Malick es un tipo raro. Hace muy pocas películas, casi no hay fotos de él, no concede entrevistas. Gasta aura de genio y todos quieren trabajar con él. Filósofo de vocación y profesión a la búsqueda de respuestas. Siembre a la caza de esa dimensión espiritual que supuestamente nos rodea y que tan bien retrata en las dos películas suyas que he visto: “Malas tierras” (de la que ya escribí algo) y “La delgada línea roja”.

La película se desarrolla en dos planos. Uno general que trata el origen de la vida en el mundo. Otro a ras de suelo, colocando el foco en una pequeña chispa de esa vida que nació hace millones de años, en las miserias de un autoritario padre de familia americano de mediados del siglo XX y la complicada relación con su hijo. Tan lejos y tan cerca. El mismo hálito, el que compartimos todos los seres de este planeta, la misma fuerza vital, la del árbol que crece frente a su casa y la que alimenta al lector de estas líneas.

Visualmente es un verdadero espectáculo. Las imágenes de la formación del planeta y del nacimiento de la vida junto al uso de la música clásica son tremendamente efectivas a lo largo de todo el metraje. Los planos más pedestres, los de la naturaleza y la familia están enfermizamente mimados. En muchos sentidos me recuerda al tratamiento de Jane Campion en “Bright Eyes” de la que ya hablé el año pasado. La película es pura poesía.

Es un canto a la naturaleza, a la vida. Sí, aquí también está la muerte, el fin y el dolor pero vence la capacidad de asombro ante el cotidiano milagro de la vida. Hay que ser un tipo duro para utilizar una voz en “off” casi al final de la película para soltar algo así como “ama, sorpréndete, ten esperanza” sin sonrojarte. Pocos lo podrían hacer sin que pareciera ridículo.

También es verdad que me he encontrado con esta película en el momento oportuno en mi vida, aquél en que precisamente trato de encontrar todo lo bueno que hay alrededor.

Aviso para navegantes. Sí, sí, Palma de Oro en Cannes y lo que quieras pero a estas películas hay que ir predispuesto –no todos los días apetece ver “2001” por muy buena que sea-. A muchísima gente le parecerá aburrida. De hecho, la mujer que tenía a mi lado se quedó dormida.

martes, 20 de septiembre de 2011

Subida al Águila, qué pena de pene


Pues ahí va la corta crónica de mi carrera más corta. La incidencia a la que hacía referencia el lunes fue que durante el maratón del sábado, cometí un error de pardillo. Varios factores se concatenaron para determinar la catástrofe. Nunca tuve claro que fuera a correr un maratón completo por lo que ni se me ocurrió darme vaselina en ninguno de los sitios comprometidos, utilicé un pantalón con braga muy recia, fui continuamente mojado. En fin, que como consecuencia me preparé un buen chaperón. Otras veces había tenido alguna heridilla en la punta o alguna rozadura pero esta vez tenía heridas por todo el glande. 

El sábado por la tarde caminaba con dificultad. El domingo intenté solucionar el problema poniéndome dos calzoncillos apretadillos para que no se meneara el amigo, pero no hubo manera. No llegué ni a subir dos kilómetros. Me molestaba mucho y me daba miedo el descenso. Me preocupaba despellejarme así que en menos de diez minutos decidí darme la vuelta. Una pena porque prácticamente no tenía secuelas de la paliza del día anterior y tenía ganas de hacer esta carrera, más que nada por conocer la ruta de ascenso. Ahora no tengo claro si volveré a intentarla porque me parece cara. 

A día de hoy, lleno de costras, mi pene tiene un aspecto horrible pero supongo que es buena señal, que se está curando. Además casi no me duele. 

Os dejo el vídeo que igualmente tenía pensado enlazar. Se lo descubrí a Xocas y ya lo había compartido en facebook. Una precioso vídeo de Kilian Jornet, el mejor corredor del mundo de ultratrail y al que ya dediqué un post. Como decía entonces y cómo nos pasa a todos los montañeros, a ver quién le encuentra el encanto al asfalto después de reventar entre bosques, después de vencer a las montañas.

Alrededor de la Quebrantahuesos


Hoy publico en Demonfit una visión a vuelapluma sobre la Quebrantahuesos.

lunes, 19 de septiembre de 2011

A lo tonto, a lo tonto... un maratón con Riki Abad




¿Es posible decidir correr un maratón de un día para otro? Algo así me ha ocurrido esta semana. El viernes me cuenta el CiegoSabino que Ricardo Abad corre uno de sus maratones en Salamanca y yo inmediatamente respondo que tengo que acompañar unos kilómetros. Cinco minutos me bastaron para pasar de mi intención de "unos kilómetros" al maratón completo. Lo que ya no tenía tan claro era si tendría el cuerpo para esos menesteres, dado mi nulo entrenamiento de fondo desde hace más de dos meses. Me dije a mí mismo que tal vez me vendrían bien las siete horas del Duatlón de Laviana de hace una semana.  

Para los que no conozcáis quién es Ricardo Abad, os cuento. Tiene el record mundial de maratones en días consecutivos, 365. Ahí es nada. Ahora está inmerso en un reto aún más descomunal. Pretende llegar a los 500. En Salamanca consiguió su maratón 352.   

Salida a las diez de la mañana

Sobre el maratón, contaros que fue una bonita experiencia, de las que me gustan a mí, que soy más de "jaramugadas" que de carreras organizadas. Una preciosa mañana en Salamanca, un circuito alrededor del río Tomes al que dimos algo más de seis vueltas y durante la que conocí a otros cuantos feligreses, a cada cual más buena gente. A Ricardo lo conocí en 2008 en el Maratón del Boedo. Hicimos toda la carrera juntos en 3:10 y me contó que pretendía hacer 30 maratones en 30 días. Entonces ya me parecíó una locura y mira dónde ha terminado. Recuerdo que me animó a mi Ironman en solitario,  que finalmente completé. Claro, a él le pareció una gran idea.

El sábado lo vi muy entero, muy fuerte, con ganas de saltar la primera a barrera a la vista, la de los 365 en Octubre en Madrid y de seguir, cual martillo pilón, hasta Febrero. Creo que sólo los que corremos podemos entender la magnitud de la meta que se ha impuesto. Supongo que para él, hacer una maratón como el del sábado es entretenido. Nuevo circuito, día soleado y con bastantes corredores siempre es más ameno que enfrentarse a la tarea cada día en solitario y luchando contra las frecuentes adversidades climáticas a lo largo de un año. Además de un físico privilegiado capaz de soportar esa ingente carga, hay que tener la fortaleza mental de un "panzer". Se ve que es un tipo fresco, positivo y con sentido del humor. Eso creo que es fundamental para enfrentarse a una aventura tan complicada.

De mi maratón, poco que contar. Mi intención era llegar al Km.  30 y a partir de ahí, a la vista de mis sensaciones, decidir parar o seguir adelante. En ese punto no es que yo estuviera para tirar cohetes pero tampoco estaba muerto. Progresivamente iba perdiendo fuelle pero a esas alturas, a punto de meter otro maratón al zurrón, ya no me planteaba plegar. Supongo que tampoco ayudó el hecho de que el viernes me acostara a las tres de la mañana tras ruta de cervezas por las calles de la capital. Durante los últimos cuatro kilómetros, mis acompañantes tuvieron que aflojar el ritmo para esperarme. Me cabreaba pero son muy buena gente -un abrazo para Pedro- y hay que reconocer que fue muy especial llegar juntos a ese marco incomparable -esta vez sí-, que es la Plaza Mayor de Salamanca.


Meta en torno a las dos de la tarde.

Durante la prueba se nos unieron corredores que hacían parte del recorrido y que no podéis imaginar lo que anima y se agradece. Sin embargo, el maratón completo lo hicimos Riki, Pablo y yo. Pablo ha acompañado a Ricardo varias veces durante el reto y el próximo fin de semana tiene cita importante en los 100 kms. de Bezana. Yo lo vi muy fuerte aunque  en esas carreras hay que ser prudente. Mucha suerte.

Al final acabamos en 3:54. Francamente creo que sufrí una deshidratación. Acabé destrozado y con amagos de calambres que jamás sufro.  Para valorar el reto de Riki nada como el mensaje del CiegoSabino cuando estaba yo cual "Ecce Homo" postrado en la cama recuperándome: "Eres un flojo. Mira Riki, 400 y como si nada".

En fin, otra para contar. Me gustaría hacer alguno más con Ricardo antes de que llegue a los 500, eso sí, algo más entrenado para no volver a ser un lastre.

Mañana os cuento lo poco que dio de sí la Subida al Águila. Todo se fue al traste por una "pijada".     Mañana os explico.

De música, 500 maratones no. Las 500 millas que recorrían los Proclaimers por su amor en la versión de Nawjajean.

"¡¡YO SOY ESPARTACO!!"

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viernes, 16 de septiembre de 2011

De letras


Normalmente disfruto con las charlas de política seria y con sesudos textos sobre el tema. Una buena tertulia política, con opiniones fundadas y de interés,  con mentes preparadas a la vez que reveladoras o arriesgadas, me parece la mar de  entretenida. Supongo que es una afición que me viene de mi gusto por la historia desde siempre y de mi formación jurídica.

Sin embargo no sé qué me ocurre en los últimos tiempos que el tema está perdiendo su atractivo. Mañana tras mañana todo está tan mal, la situación es tan caótica, todos los mensajes resultan tan desesperanzadores, todo es tan incomprensible que a veces siento la tentación de apagar la radio y olvidarme de los periódicos. Me gusta escuchar  ambos extremos de la escena y últimamente todo parece tan estúpido que siento que pierdo el tiempo.  En ocasiones me resulta hasta sonrojante formular una opinión sobre algún tema al recordar  determinados personajes que se expresaron de igual forma. Me siento tan mediatizado, tan carente de los verdaderos elementos de juicio que me da que ni al más avispado se le alcanzan, que simplemente prefiero callarme. Me intuyo tan impotente y utilizado que a veces pienso que no es mi voz la que habla, que me estoy convirtiendo en un ridículo títere.

Progresivamente voy soportando o deseando cada vez más frecuentes, cómodos y extraños periodos de aislamiento en los que  me aparto de la "vida real", que paradójicamente viene siendo  la que se emite a través de un monitor o se lee en artículo, obra de un asalariado con ciertas luces. Es entonces cuando me refugio en la música, en las películas, en los libros, sobre todo los libros por los que, a pesar de no tener tiempo, estoy recuperando voracidad. Desconecto de la actualidad, me marcho de la realidad.

Estoy empezando a sentir lo que me ocurrió hace unos años con el fútbol  y las retransmisiones deportivas. Yo era, como tantos millones de personas, futbolero militante; no me perdía ni un partido de mi equipo hasta que un día, de pronto, me olvidé del tema. Todo me parecía un ingente despilfarro de mi tiempo y energía al servicio de la nada. Ahora no es que no vea fútbol, es que no veo nada. A día de hoy, me parece increíble que yo, que jugué a baloncesto toda mi vida, no haya visto ni un partido del "Europeo".

Algo similar me está ocurriendo con la escena política y económica. Estoy entrando en un estado que básicamente se traduce en que casi todo me da lo mismo. Creo que ni siquiera votaré el 20 de Noviembre. Entre la "I" de “Indignados” y la "I" de “Interconomía” hay un trecho que yo ya no recorreré. Sé que es una actitud censurable en muchos sentidos pero cada uno es como es. Me siento fuera, ajeno a este mundo y a la mayoría de sus motivaciones.

No aspiro a gran cosa, me basta con sentir mi cuerpo sumergido en un río helado,  sentarme  melancólico frente al mar, buscar el horizonte en la cima de una montaña esperando a que mi cuerpo recupere el reposo tras una dura ascensión. Me basta con centrarme en mi gente, con intentar hacerlo bien con los que me rodean. Se me está acabando la capacidad para escuchar, para hablar en abstracto, para discutir sobre generalidades, para hacer afirmaciones de las que no estoy seguro.

Estoy de acuerdo en que la única revolución posible es la de uno mismo. Soy escéptico con los movimientos sociales, con la masa. No sé quién dijo aquello de “Que paren el mundo, que yo me bajo”. Me gusta. Cada vez tengo más claro que estoy a punto de ver el último telediario de mi vida. Creo que no tienen nada que ver conmigo. Definitivamente estoy por abandonar los asuntos de la "res publica". Cuando estudiábamos, yo siempre fui de letras. Tal vez ése sea hoy el único refugio sensato y seguro. Una especie de cabaña de cartón piedra fabricada con haces de versos y notas, a salvo del temporal.

Mi patria no es una bandera, mi patria está formada por todo lo que se expresa en esos pequeños hallazgos que nunca se agotan, que siguen apareciendo cada día, sean de ayer o de hace quinientos años y ésos casi siempre están en las páginas de los libros, en las líneas que expresaron las ideas de un autor.

Os dejo el último, la versión de “I can´t make you love me” de Bonnie Raitt a cargo de Bon Iver que me descubrió ayer Joserra. Lo mejor del desamor es que puedes componer, interpretar, entender, gozar o auto compadecerte sin pudor con una de estos tesoros.

El amigo Justin lo ha vuelto a conseguir –y van unas cuantas-. Me ha vuelto a emocionar hasta el tuétano.

Como sé que  muchos la ibais a volver a escuchar, os dejo también la misma canción con la letra. Era necesario que se la vierais tocar y cantar. Seguro que me comprendéis.

miércoles, 14 de septiembre de 2011

Angliru, bienvenidos al infierno





Otra muesca en la culata. Una que buscaba hace bastante tiempo pero que aún no se había terciado. Estuve a los pies del Angliru en Junio, el día después de la Travesera,  pero por razones que no vienen al caso de muy ajena índole, el intento se frustró. Ahora me alegro, porque tal y como tenía yo el cuerpo ese día, jamás lo hubiera conseguido. 

Lo conocía porque lo había subido algo así como hace diez años en una de las primeras ediciones de la ascensión a pie.  Entonces me pareció muy duro pero lo conseguí subir completo corriendo, metiéndome bastante adelante.

Subí el sábado por la tarde tras llegar directamente con el coche, bocata "bacon queso" y café, y sin pensarlo mucho ni darle muchas vueltas, me agarré fuerte a Suzanne y para arriba. Ya sabéis lo que decía Burning: "Es decisión".

La primera parte, la que parece un "puerto normal" me pareció más dura de lo que recordaba. Las pendientes medias alrededor del 9 % son un buen entrante pero vas tan asustado por lo que te espera que casi no les prestas atención. Sólo vas concentrado en ir suave y fluido.


Recordaba de mi ascensión a pie una gran pintada en el asfalto, en la zona de Via Pará, en el descanso que hay antes de lo bueno,  donde se leía "Bienvenidos al infierno". El sábado no estaba pero del canguelo que llevaba, fui capaz de leer donde no había letras. 


Supongo que a todos los que han subido en bici les ha pasado. LLevas seis kilómetros y te dices que ya no falta tanto. "Cabañes" te despierta del sueño. Es cuando eres consciente de lo que te espera. Rampas por encima del veinte por ciento. ¿En qué se traducen esos números en la práctica? En mi caso en que  inmediatamente pongo mi tercer plato -el único triatleta con esta anomlía- y el piñón de 27 que llevo expresamente para este día. Iba a venir con 25 pero Phaeton me convenció de cargar algo más. Agradecido. Creo que sin esos dos dientes no lo hubiera conseguido.

¿Veis la pulcra tortilla? El secreto del éxito.

Trato de no alterarme y tomármemo con calma pero aún no pudiendo ir más despacio, sólo puedo arrastrar la bici montaña arriba en un absurdo e inoperante ritmo de supervivencia. Me pongo de pie, me siento. Al hacerlo, cuando agarro con fuerza el manillar, noto que la rueda delantera se me despega del asfalto por la inclinación.Adelanto a un grupo que andando va un poco más lentos que yo. Ese primer tramo ya me avisa de lo que me espera.

Después de este primer mensaje alto y claro de la montaña, me adentré en la niebla a través de unas pendientes más suaves con un porcentaje medio de alrededor del doce por ciento. Duelen pero no matan y los metros -hablar de kilómetros parece excesivo, dado lo despacio que se descuentan-, van pasando. Cuando quedan poco más de tres kilómetros te dices que no va a ser para tanto, que lo vas a conseguir, que sólo hay que sufrir un poco más. Ay, amigo.

Aquí es cuando viene el menú principal. Picones, Cobayos y sobre todo Cabres. Sólo tiro de fuerza. La verdad es que me da que este entreno no sirva para gran cosa. Respirando como una locomotora, cayéndome chorros de sudor del casco y con el corazón desbocado.De lo mejor que tiene subir el Angliru es que con cualquiera que te cruces a esas alturas, a pie o en coche, siempre te anima.

Cabres es capítulo aparte. La recordaba de la carrera a pie. Aquel día también había niebla y no se veía el final. Es muuuuy larga. Nunca había hecho "eses" subiendo un puerto. Aquí, al final, practiqué una especie de "slalom"  que no sé si me sirvió de algo. Con el esfuerzo de apretar y tirar y los bandazos que daba, no sé qué hice que se me salió un pie del pedal. Porque ya estaba en el final de la recta y había algo así como cinco metros de curva más suave con lo que pude volver a encajar la cala. Si no, me da que no soy capaz de volver a montarme.De postre, el Aviru. Estás arriba pero toca aún ganarlo hasta el final. En los últimos kilómetros he notado que llevaba los riñones doloridos de empujar y los músculos de mis piernas también se quejaban. En lugar de bicicleta parece más un trabajo de pesas.Los metros de llano al final están diseñados para sonreír y celebrar que llegaste arriba.


El descenso es muy peligroso. En las zonas más empinadas, hay que echar el culo para atrás, como en montaña, porque da la impresión de que se te va dar la vuelta la bici.

Tardé en torno a 1:25. Qué pena que no tenga anotado mi tiempo de subida a pie pero estoy casi por apostar que tardé menos corriendo.

Conclusión. Santo Tomás. Ayer no me apetecía volver. Hoy, ¿quién sabe? Tal vez algún día, en forma y para acompañar a alguien que le tenga ganas.

Entiendo a los profesionales y a la gente del ciclismo, a los que lo han mamado de verdad que por regla general rechazan este puerto en el recorrido porque no hay ataques ni nada que se le parezca. Se va hasta que se revienta. Subir esta carretera en competición, llegando "tostado" después de una dura etapa sí que debe ser un verdadero calvario.

He estado viendo la altimetría de Zocolán y Mortirolo. El primero es más corto pero creo que algo más duro. El Mortirolo más suave. Algún día que haremos esa excursión a los míticos Dolomitas.

Hasta ahora, el puerto más duro que había subido era La Covatilla. Ni Lagos, ni Alpe D´Huez, ni Tourmalet... Eso sí mis puertos favoritos siguen siendo éstos.



Después de mi fin de semana asturiano os dejo un grupo de Gijón, Dr. Explosion, una de las bandas con las que más me he divertido en un lejano concierto en Potemkin. Jorge "Explosión" además de ser un enamorado de la pop y rock más añejo con toda la estética que conlleva, es uno de los tipos más divertidos e inteligentes de la escena musical española.

"¡¡YO SOY ESPARTACO!!"

martes, 13 de septiembre de 2011

Duatlón Extrem Laviana, la memoria de mi cuerpo


10,75 Kms de carrera, 96 de bicicleta y 21,5 de nueva carrera. Una buena paliza.

Exactamente cinco salidas en bici desde el 18 de Junio en Quebantahuesos. 258 kms. Además atrás quedaba mi momento de esplendor en gran fondo entre Junio y Julio con Ehunmilak, Quebrantahuesos, Travesera y Freita. Esta vez tengo excusa. Trabajo. Poco más que alguna carrerilla en Agosto para mantener cierta chispa. 

Conforme se iba acercando la fecha de la carrera, tenía dos opciones. Bien no hacer nada y llegar completamente descansado a la prueba, lo que no es política descartable en una fecha marcada con la cruz de la larga distancia o comenzar mis entrenamientos esta semana y tomarme la prueba como una etapa más, como un gran entreno de fondo cara a próximos objetivos. Elegí la segunda alternativa. Semana de tres días de carrera, dos de bici y de aperitivo y ya que corríamos cerquita, ascensión al Angliru la tarde antes de la prueba. 

Visto que no era objetivo prioritario, algo sí tenía claro. Tenía reciente el recuerdo del Medio Ironman de Buelna del año pasado. En mi primera participación en 2008, llegué muy fino y acabé en 5:22. En 2010 me presenté después de estar sentado un mes en el despacho sin entrenar y me fui a las seis horas y media, padeciendo sensaciones muy desagradables durante los tres segmentos. Era algo que no quería repetir. Si en Laviana, al bajarme de la bici, no andaba y creía que no podía hacer una media digna, simplemente, plegaría y me iría a casa. 

Al final todo salió bastante bien. Completé la prueba a un ritmo lento y bastante uniforme, sin llegar a grandes alarmas. Acabé contento. He llegado a la conclusión de que mi cuerpo, por mucho que lo abandones, ya no es capaz de olvidar alguna de mis soberanas palizas y sabe moverse en situaciones difíciles, aquéllas en que le exiges más de lo que te puede dar, más de lo que está preparado para ofrecerte. Sé que con quince días de entrenos me podía haber metido bastante más adelante pero con lo que tenía, lo considero un resultado mucho mejor de lo esperado. 

En familia para la primera edición. Había un límite de participantes de cien atletas que imaginé se habría cubierto. Durante el desayuno un corredor de Burgos me dijo que sólo éramos cuarenta. Al más puro estilo Maratón del Boedo. Quedarse solo iba a resultar inevitable y eso en larga distancia es otro hándicap al que sobreponerse. 

Primer sector. Tranquilo, suave, fácil, a un ritmo cómodo. Falta demasiado y además no me siento bien del estómago –he comido demasiado- y me noto algo cansado lo que no vaticinaba nada bueno. 51 minutos.

Segundo sector. Bicicleta dura en continua ascensión hacia el Puerto de Tarna. Un molesto aire de cara no hace más que complicar las cosas. No llevo cuentakilómetros. Como he hecho a lo largo de este año, me muevo por sensaciones. A lo mío. La carrera discurre por el Valle del Río Nalón, con el marco de un precioso encajonado entre paredes que realmente me encanta. Es lo bueno de no ir “atacao”, que te puedes fijar en las cosas. El puerto es suave, alguna rampa al principio pero nada de entidad (alrededor de 10%). No hay nada como haber subido unas horas antes el Angliru para que hasta el Tourmalet te parezca una tachuela. Me gustó subir el puerto. Durante momentos disfruté de verdad. Eso sí, noto que en la bici, sobre todo subiendo, se me van los kilos. Tres atrapé en Agosto y se me van a ir en poco más de una semana. A veces me da la sensación de ir derramando gramos de Abelín sobre el asfalto. Momento clave. La vuelta. Es cuando tengo que decidir si corro o no. Voy bien, con algo de hambre pero correré. Gozando de un bonito recorrido en bici en ASturias una mañana de domingo.

Tercer Sector. Complicado, muy complicado ponerse a correr una media a estas alturas, más si no estás en forma, más si lo tienes que hacer en solitario. Cuarenta personas no dan para más. Tiro de dureza mental. Durante la primera vuelta, todo se antoja demasiado lejano, el fin del suplicio, la meta, la cerveza después de la ducha. Hace calor y voy sudando a mares. Corro en torno a 5:10 hasta que alrededor del km. 10 sufro una crisis seria. Camino unos metros mientras me atiborro de comida que imagino penetra en mi flujo sanguíneo para llevar energía a mis hambrientos músculos. Poco después me entono aunque sólo para moverme en torno a los 5:30. Sin embargo voy animadillo porque sé que éste nadie me lo quita. Hace más ilusión ya que si hubiera tenido que apostar me hubiera quedado en un 50 % de posibilidades de éxito. Penúltimo kilómetro tirando sólo de pundonor, sacando fuerzas de donde ya no hay nada e intentando un patético y descacharrante cambio de ritmo para entrar en meta con algo de estilo en siete horazas. Todavía no hay clasificaciones pero imagino que si se retiraron cinco atletas o algo así, y quedaron otros cinco detrás de mí, ocuparé el puesto 30 o similar.

 Mañana os cuento algo del Angliru. Como adelanto sólo os digo que llevaba muchos años con ganas de subirlo. A día de hoy, ya se me han quitado todas las que puediera albergar de volver.


Con Rafa "Ráfagas", lector del blog, otro buen tipo que he conocido aquí y al que me unen inquietudes deportivas y musicales. Me hubiera gustado saludar al final a Quico, un chaval asturiano con el que compartí parte de la carrera y que finalmente se retiró. 

 “¡¡YO SOY ESPARTACO!!”