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viernes, 25 de diciembre de 2015

De mis tribulaciones con las divas del pop I


Comiendo una oreja ayer en el Mar del Plata con Ciego Sabino, sonaba en la televisión  el clásico canal con vídeos musicales de moda, el previsible desfile de tías buenas con elaboradas coreografías, cuando de pronto una canción me llamó la atención porque sabía que era importante para mí, aunque no recordaba la razón. De camino a casa, me di cuenta de que se trataba de la canción que sonaba en uno de los momentos más bellos de una de las películas que más me ha gustado en los últimos tiempos: "De óxido y hueso" de Jacques Audiard. Tan perdido ando yo en este mundo de las grandes ventas, que cuando llegué a casa puse en el buscador: "De óxido y hueso, Rihanna". No, no era Rihanna, era Katy Perry, y he encontrado el trabajado vídeo de una chica donde se mezclan los dos momentos en los que suena la canción, especialmente importante y clímax emocional de la película el de una Marion Cotillard, en la terraza de su casa y ya sin piernas, ejecutando sus órdenes  a las ballenas. Además acaba con el silencio de la brutal escena del reencuentro sin resentimiento con la orca como metáfora del hombre frente a la naturaleza, representando nuestra pequeñez y nuestro absurdo afán por controlar lo que nos supera. Palabras mayores.


Hay que reconocerlo, los estribillos de estas canciones se adhieren a tu cerebro cosa mala; difícil sacudírselas de encima, si además a Abril le encantan. 

La película sí acaba con una canción de, ahora sí, uno de los discos que más me han gustado en los últimos tiempos, de Justin Vernon, espíritu afín. Combinación explosiva, que ustedes lo disfruten.

domingo, 29 de julio de 2012

Crónicas de palacio: Capítulo II

  


Bilbao. Palacio Euskalduna. En clase de inglés podíamos elegir una canción y hacer una presentación del artista a los compañeros. Yo elegí "Holocene" de Bon Iver. La expresión francesa que da nombre a la banda viene a significar "Un buen invierno". Detrás del grupo solo un hombre maneja los hilos, Justin Vernon. Finalmente, por ajetreos laborales y confusión con el día, no pude llevar a cabo la exposición así que utilizaré algo de lo que escribí en su día para presentar al personaje que imagino muchos conoceréis y otros tantos no. La verdad es que me sorprendió que un recinto de más de dos mil personas se encontrará atestado de gente entusiasmada por la extraña música de este corazón solitario. Estoy seguro que en mi pueblo me costaría encontrar ¿cincuenta personas? que supieran quién es. Si ya cuando compito, Euskadi es otro planeta, otro tanto me parece su forma de acoger la cultura y la  música en particular. No es extraño que sea estación de tantas giras interesantes.  
Un músico, un disco con una historia detrás, de esas que marcan, las que suponen un punto de inflexión en una vida y en una carrera. Una banda que se rompe, una vida que se rompe, un amor que se rompe.  Esos terremotos vitales que a veces no ocasionan naufragios sino que paradójicamente, provocan renacimientos, detonan toneladas de energía para construir una vida mejor que de otra forma, siempre hubiera permanecido oculta. 
Las dudas sobre su existencia, sobre su orientación y destino, las consecuencias de una enfermedad y el desamor lo llevaron a encerrarse en una cabaña en Wisconsin ("solo quería estar solo en un lugar donde hiciera frío") para cumplir con su papel de crisálida y sanar en mariposa. Sus alas fueron las canciones compuestas durante el aislamiento. Lo que en principio sería la base para la producción de un disco al uso, decide publicarse tal cual. Los comentarios de quienes escuchan las maquetas, van tiñendo el disco de rojo y negro, del color de esa otra obra catártica y austera como el dolor. "For Emma, Forever Ago" sería   el primer "Nebraska" del siglo XXI.



Recuerdo que lo compré justo antes de un viaje a los Alpes. Me gustaba pero no acababa de entrar en su universo. Cuando volví una semana después con la mochila cargada de aventuras, no podía dejar de escucharlo una y otra vez, estaba atrapado Aquello no era folk, no era el lamento de un hombre abrazado al mástil de su guitarra como al de un barco durante el naufragio. Era diferente, era mucho más. Aquella música tan simple era extremadamente rica y llena de matices. Tan preñada de dolor, esperanza y verdad que asustaba. El boca a boca colocó la obra en órbita y los premios no tardaron en llegar.
Los que vendieron el primer disco como "neofolk" o similar, tuvieron que recular con su segunda obra. "Bon Iver" un fresco tan rico como su bella portada. No hay etiqueta para su música. Un cóctel de influencias difícil de destilar: folk, "ochentas" y "noventas", rock progresivo, extremo cuidado de las armonías vocales. Tantos saltos de página en cada canción.
Todo eso se pone de manifiesto durante el concierto  e intuyes que el grupo está tan trabajado que tenemos el privilegio de asistir a  la época de la recolección de la fruta madura, el mejor momento de una banda, el del verdero diálogo entre los nueve músicos en escena. Dos baterías y toda clase de vientos complementan el diseño clásico. Difícil llevar al directo el entramado que es su música. Por encima, siempre la voz de Justin, esos domados agudos que lo dominan todo.
Por si fuera poco, la puesta en escena, el manto de luces que envolvía lo que parecía una cueva era de un gusto exquisito fuera de lo común. Sólo con Sigur Rós vi algo comparable; donde el artificio y el añadido casara y tuviera tanto sentido. Justin luce trazas de abandonado pero estos detalles me lo presentan como perfeccionista.


Desde el interior de aquella cueva surgía esa magia especial que solo muy de vez en cuando llega en algunos conciertos (todavía me siguen sobrando cuatro dedos de mis dos manos). Y me dio por pensar en esas bandas que George Lucas disfrazaba en sus películas de galaxias, tratando de imaginar la música del futuro. Hoy el futuro estaba presente, sin trampa ni cámaras. A los mandos una mente preclara con el talento para ser capaz de abrir nuevos caminos dentro de un mundo, por esencia y concepto, inmovilista y condenado a repetirse, el de ese rock and roll que tanto amamos. Terreno pantanoso donde lo más fácil es despeñarse, donde solo los más grandes sobreviven.
Y termina una y vuelve con otra y parece que esos sonidos de la pequeña cueva de tela no podrían disfrutar de mejor caverna para albergarlos que el impresionante Palacio Euskalduna. Yo estaba en lo alto del edificio, lejos del escenario y la acústica (a la que se refiere en un par de ocasiones el propio músico) es asombrosa. Y los músicos y Justin disfrutan y se gustan y  atrona el martillo pilón de las dos baterías contándonos historias que ocurren cuando vas a donar sangre en "Blood Bank" o asistimos a la invocación de los demonios de antaño cuando interpreta un aún más austero, sincero, escalofriante -sí, era posible- "Re: Stacks".
En el mundo de la música pop, todos los grandes lo tienen o lo han tenido, tal vez solo durante unos meses. Después "eso" a lo que nunca le encontraremos nombre, se comienza a esfumar aunque muchos son capaces de disfrazarlo a base de trabajo y oficio.  El pasado domingo asistimos al milagro. Fuimos verdaderamente afortunados.


jueves, 26 de julio de 2012

Crónicas de palacio: Capítulo I



Escribo porque me gusta, escribo porque cuando a veces, cuadro lo que cuento con lo que quiero contar, me provoca ese adictivo bienestar tan difícil de explicar, el que  nace de todo aquello que merece la pena, todo aquello que no se puede medir, contar, encajar en frascos o categorías.

Si vendiera líneas, sería franquicia de bajo coste. No merezco precio alto y de lejos se ve que gusto regalar, que prefiero ser asaltado.

Pero he aquí que de forma inesperada, unos párrafos me concedieron un presente. Grande para ser llave, pequeño para ser cosa. 

(José Castillo)

Una llave al pasado, al de un crío que cuando paseaba por la muralla,  con esfuerzo se encaramaba a la tapia de un jardín, reino de mastines que pareciendo tiernos y achuchables, amedrentaban con ladrido fiero.


Entonces pensaba qué sería caminar,  descubrir, atrapar el interior del palacio tan cercano e inalcanzable.


 Muchos años después, he recorrido estancias nobles de la mano del corazón más noble y puro, pétrea fuerza de voluntad en cuerpo menudo, la persona que se cruzó en mi vida en el momento justo. Una llave al futuro.


 Un palacio parece grande para dos personas, más si te deslumbras al traspasar cada quicio; aun tratando de detenerla, la noche transcurre rauda, abrazados al silencio de un patio mágico.

Y entonces piensas que no estaría mal elegir alguna de esas canciones tan importantes en tu vida, esas que el escenario te obliga a elegir con mimo y veneración.

Y llega el amanecer de un sábado enredado en la sinceridad de un lugar que invita a proyectos y confesiones.


Duermes apenas un ratito, abres la que crees ventana y que no es más que otra puerta que traspasas de un salto a otro mundo, el del jardín más hermoso de Ciudad Rodrigo, ya sin aquellos guardias peludos.

Un desayuno, una despedida, un "volveremos".


Gracias a los dueños por ese regalo desmedido e inmerecido, gracias a Carmen y Sheila por todos esos detallas que convirtieron una noche especial en inolvidable. 


La primera canción que sonó en ese patio del Renacimieto es la de ya un clásico moderno, una música extraña que parte del pasado para crear su propio lenguaje. Como  un edificio que se adaptó al presente sin perder la gracia y el donaire que proporciona la aristocracia real, la del ser. A Justin lo vi al día siguiente en otro palacio pero eso es otra historia, otro capítulo.


viernes, 23 de septiembre de 2011

Tempus fugit

Poca gana de escribir. Cansado y sin tiempo. No soy hombre que envidie nada material. A cada paso me conformo con menos. La envidia no se cuenta entre mis pecados. Sólo algo anhelo de verdad, más tiempo, más horas cada día, más trecho para completar las tareas de mi agenda, la obligada y la mía, la que es más yo que yo. Milagros ruego, milagros no tengo.

Bien es cierto que el tiempo da y el tiempo quita. Aunque si paras y mueres por un instante, miras a tu alrededor,  hacia atrás -muy importante- y hacia adelante, cierras los ojos y eres honesto, lo que pierdes siempre es más valioso. Quevedo decía que sólo lo fugitivo permanece y dura. Pessoa que sólo se tiene lo que se ha perdido. ¿Quién para rebatir mentes preclaras? Voilá, quiero conseguir para perder para tener.


Estoy generoso y os voy a contar un sencillo remedio para todos los males, los de verdad y que nos obligan a inventar cada día. Receta de Cioran, "Vaya veinte minutos a un cementerio y verá que sus preocupaciones no desaparecen, desde luego, pero casi son superadas. Es mucho mejor que ir a un médico. Un paseo por el cementerio es una lección de sabiduría casi automática". 

Yo te susurro: "No protestes, no postergues". Te digo algo tan sencillo que dos mil años no han cambiado, te  cuento palabras de Horacio, "Aprovecha el día, desconfía del mañana".

Y si lo quieres de otra forma, de otra forma te lo doy, en versos que amontonan palabras de las hermosas y de las vulgares, aunque disfrazadas para fiesta. Melosa cantinela del uruguayo.

"Después"

El cielo de veras que no es este de ahora
el cielo de cuando me jubile
durará todo el día
todo el día caerá
como lluvia de sol sobre mi calva.
Yo estaré un poco sordo para escuchar los árboles
pero de todos modos recordaré que existen
tal vez un poco viejo para andar en la arena
pero el mar todavía me pondrá melancólico
estaré sin memoria y sin dinero
con el tiempo en mis brazos como un recién nacido
y llorará conmigo y lloraré con él
estaré solitario como una ostra
pero podré hablar de mis fieles amigos
que como siempre contarán desde Europa
sus cada vez más tímidos contrabandos y becas.
Claro estaré en la orilla del mundo contemplando
desfiles para niños y pensionistas
aviones
eclipses 
y regatas
y me pondré sombrero para mirar la luna
nadie pedirá informes ni balances ni cifras
y sólo tendré horario para morirme
pero el cielo de veras que no es éste de ahora
ese cielo de cuando me jubile
habrá llegado demasiado tarde.

Y para postre del menú, no tenemos a elegir. Sólo nos servía Justin, la belleza del misterio.

Poetas, fotografías, filósofos y músicos parieron un post que casi es aborto y del que yo sólo ejercí de alquimista. 

Agradecido a Salieri, Santo Patrón de los mediocres.

viernes, 16 de septiembre de 2011

De letras


Normalmente disfruto con las charlas de política seria y con sesudos textos sobre el tema. Una buena tertulia política, con opiniones fundadas y de interés,  con mentes preparadas a la vez que reveladoras o arriesgadas, me parece la mar de  entretenida. Supongo que es una afición que me viene de mi gusto por la historia desde siempre y de mi formación jurídica.

Sin embargo no sé qué me ocurre en los últimos tiempos que el tema está perdiendo su atractivo. Mañana tras mañana todo está tan mal, la situación es tan caótica, todos los mensajes resultan tan desesperanzadores, todo es tan incomprensible que a veces siento la tentación de apagar la radio y olvidarme de los periódicos. Me gusta escuchar  ambos extremos de la escena y últimamente todo parece tan estúpido que siento que pierdo el tiempo.  En ocasiones me resulta hasta sonrojante formular una opinión sobre algún tema al recordar  determinados personajes que se expresaron de igual forma. Me siento tan mediatizado, tan carente de los verdaderos elementos de juicio que me da que ni al más avispado se le alcanzan, que simplemente prefiero callarme. Me intuyo tan impotente y utilizado que a veces pienso que no es mi voz la que habla, que me estoy convirtiendo en un ridículo títere.

Progresivamente voy soportando o deseando cada vez más frecuentes, cómodos y extraños periodos de aislamiento en los que  me aparto de la "vida real", que paradójicamente viene siendo  la que se emite a través de un monitor o se lee en artículo, obra de un asalariado con ciertas luces. Es entonces cuando me refugio en la música, en las películas, en los libros, sobre todo los libros por los que, a pesar de no tener tiempo, estoy recuperando voracidad. Desconecto de la actualidad, me marcho de la realidad.

Estoy empezando a sentir lo que me ocurrió hace unos años con el fútbol  y las retransmisiones deportivas. Yo era, como tantos millones de personas, futbolero militante; no me perdía ni un partido de mi equipo hasta que un día, de pronto, me olvidé del tema. Todo me parecía un ingente despilfarro de mi tiempo y energía al servicio de la nada. Ahora no es que no vea fútbol, es que no veo nada. A día de hoy, me parece increíble que yo, que jugué a baloncesto toda mi vida, no haya visto ni un partido del "Europeo".

Algo similar me está ocurriendo con la escena política y económica. Estoy entrando en un estado que básicamente se traduce en que casi todo me da lo mismo. Creo que ni siquiera votaré el 20 de Noviembre. Entre la "I" de “Indignados” y la "I" de “Interconomía” hay un trecho que yo ya no recorreré. Sé que es una actitud censurable en muchos sentidos pero cada uno es como es. Me siento fuera, ajeno a este mundo y a la mayoría de sus motivaciones.

No aspiro a gran cosa, me basta con sentir mi cuerpo sumergido en un río helado,  sentarme  melancólico frente al mar, buscar el horizonte en la cima de una montaña esperando a que mi cuerpo recupere el reposo tras una dura ascensión. Me basta con centrarme en mi gente, con intentar hacerlo bien con los que me rodean. Se me está acabando la capacidad para escuchar, para hablar en abstracto, para discutir sobre generalidades, para hacer afirmaciones de las que no estoy seguro.

Estoy de acuerdo en que la única revolución posible es la de uno mismo. Soy escéptico con los movimientos sociales, con la masa. No sé quién dijo aquello de “Que paren el mundo, que yo me bajo”. Me gusta. Cada vez tengo más claro que estoy a punto de ver el último telediario de mi vida. Creo que no tienen nada que ver conmigo. Definitivamente estoy por abandonar los asuntos de la "res publica". Cuando estudiábamos, yo siempre fui de letras. Tal vez ése sea hoy el único refugio sensato y seguro. Una especie de cabaña de cartón piedra fabricada con haces de versos y notas, a salvo del temporal.

Mi patria no es una bandera, mi patria está formada por todo lo que se expresa en esos pequeños hallazgos que nunca se agotan, que siguen apareciendo cada día, sean de ayer o de hace quinientos años y ésos casi siempre están en las páginas de los libros, en las líneas que expresaron las ideas de un autor.

Os dejo el último, la versión de “I can´t make you love me” de Bonnie Raitt a cargo de Bon Iver que me descubrió ayer Joserra. Lo mejor del desamor es que puedes componer, interpretar, entender, gozar o auto compadecerte sin pudor con una de estos tesoros.

El amigo Justin lo ha vuelto a conseguir –y van unas cuantas-. Me ha vuelto a emocionar hasta el tuétano.

Como sé que  muchos la ibais a volver a escuchar, os dejo también la misma canción con la letra. Era necesario que se la vierais tocar y cantar. Seguro que me comprendéis.

lunes, 11 de julio de 2011

Retos domésticos


Afinando a las puertas de Ehunmilak. A última hora del viernes preparamos un entrenamiento de calidad para el sábado. Algo que hace años tenía ganas de intentar. La subida al Jálama desde Extremadura, desde San Martín de Trevejo.

Hasta el límite provincial con Salamanca se sube por el precioso pasillo entre castaños que es el "Puerto de Santa Clara" y que conocen todos los participantes en el "Ruéu del Jálama" que repetiremos en Otoño. Después, tras el descansillo de la carretera, se asciende propiamente la pirámide del Jálama por una pista. Cuando se acaba la pista comienza lo duro de verdad. Me puse buuuurro y conseguí llegar a la cima sin parar de correr aunque casi echando literalmente el bofe. Muy orgulloso -lástima, se nos olvidó la foto-. Me lo cuentan hace unos años, cuando subí andando por primera vez y no me lo creo.

Desde la cima del Jálama, enlazamos con el Ruéu propiamente dicho. Al final más de cuatro horas bien aprovechadas. Me gusta la foto de abajo. Se nos ve contentos y satisfechos después del trabajo. Ahora tocaba la comida a la que sí se apuntaron más jaramugos. Gastamos muchas calorías pero entre la comida en San Martín y la cena en la Huerta del Ciego, no sé yo si el día cundió mucho.

Para este verano y a efectos de que el post sirva de primera convocatoria ya tenemos otras jaramugadas en marcha:

La clásica jornada "¡¡En todus lus frentis!!", sábado, 23 de Julio. Muchos ya sabéis. Comilona en El Maíllo para todo el que se apunte. Requisito previo es subir a La Peña de Francia, bien sea corriendo, andando o en bici o repitiendo como hacemos alguno los últimos años.

2ª Travesía Mirriobrigense, sábado 13 de Agosto. Alrededor de 4,5 kilómetros en el Pantano del Águeda, concretamente desde el Risco de Martiago hasta el propio pantano. El próximo año trataremos de celebrarlo en el nuevo Pantano de Irueña donde podremos ampliar bastante la longitud de la prueba. Por la noche, participantes, colaboradores y demás "arrimaos" cenaremos en la caseta de la alameda del río.

Ya como reto personal aunque aquí lo dejo por si alguien se anima, antes de que se pase el verano me gustaría acercarme a Gredos para intentar algo que se me ha ocurrido. Marchar desde la Plataforma de Gredos hasta el Refugio Elola, ida y vuelta, sin parar de correr. Como me ocurría con el ascenso al Jálama, hace unos años me hubiera parecido utópico pero ahora sé que lo puedo hacer sin problemas. Me hace ilusión cambiar la perspectiva de aquel niño de quince años que, cargado con una tienda, llegó por primera vez a Gredos como si hubiera conseguido alcanzar los confines del mundo.

De música un primer aperitivo de un disco que ya trataré. Ya sabéis que uno de los discos que más me ha impresionado en los últimos años fue el de Bon Iver. Recientemente ha publicado continuación. La relación con el post viene porque el primero lo grabó aislado en una cabaña en solitario, roto por el dolor físico y espiritual fruto de la enfermedad y el desamor. No necesitó nada más para componer una obra maestra. Para hacer deporte y plantearte retos tampoco necesitas mucho más que una idea y que a unos cuantos chalados le parezca brillante. Todavía no lo he escuchado pero ya veo que está bastante más trabajado y cuidado. Espero que a pesar de ello, no baje el nivel.


miércoles, 11 de agosto de 2010

Bon Iver


Como "decíamos ayer", este post se lo dedico a Bon Iver. Metidos en el tema de la soledad y sirviéndome de puente ideal para el próximo texto sobre el libro y la película donde se relatan las andanzas del extraño y fascinante Alex Supertramp, os voy a dejar unas canciones de uno de los discos que más dentro me ha llegado en los últimos tiempos.

Lo curioso es que me pilló por sorpresa, no me lo esperaba. Hay obras que las sientes crecer poco a poco. Ésas son los mejores. Tras las primeras escuchas me pareció un buen disco, sin más. Sin embargo, durante mi estancia en los Alpes el pasado año, fui consciente que no hacía más que escucharlo una y otra vez de forma adictiva. No me cansaba, los matices y el mensaje no hacían más que agigantarse.

Más tarde, ya como consagrado devoto de Bon Iver, me enteré de las circunstancias de la grabación. El disco fue elaborado en una cabaña de Wisconsin a la que marchó Justin Vernon tras sufrir la separación de su banda, una dolorosa ruptura sentimental y una grave enfermedad. El lote completo. Él cuenta que sólo quería estar solo en un lugar donde hiciera mucho frio. En tres meses grabó lo que sería el disco "For Emma, Forever Ago". Cual "Nebraska", las piezas, en un principio, se consideran bocetos para ser adaptados posteriormente a la personalidad de una banda, pero al igual que su hermano "springstiniano", triunfó el sentido común. Hijas del dolor y la verdad, esas canciones se habían parido completas. No necesitaban más.

Os dejo un par de ellas. La primera es una curiosa versión "a capela" de "For Emma", improvisada en lo que parece un portal de edificio francés o alemán. Una situación muy curiosa con los vecinos y hasta perro incluido. Además os enlazo la original para que apreciéis la diferencia.

Aparte, "Re: stacks", quizá mi canción favorita del disco. Como me ocurrió con éste, no detecté su grandeza hasta tiempo después. Espero que a alguno os guste aunque ya os digo, esto no son "hits" instantáneos. Como casi todo lo verdaderamente bueno y sincero en el arte, hay que trabajarlo, poner un poco de tu parte.








lunes, 9 de agosto de 2010

Cuando un eremita baja del monte

El sábado pasado dormí solo, bajo las estrellas, junto al mar. Este sábado me quedé en un prado de montaña de la Sierra de Béjar con la única compañía de unas vacas avileñas, desconfiadas e interesadas en mi trajín antes de la puesta de sol. Ningún lugar me hace sentir como las montañas. Tras hacer la marcha a más de treinta grados, resultaba extraño tener los pies helados antes de meterme en el saco.

Recuerdo cuando fui la primera vez a las Lagunas del Trampal con dicieséis años, recuerdo el mismo itinerario no hace tantos años. El recorrido desde la plataforma donde se acaba la carretera hasta las lagunas me parecía casi una larga expedición llena de penalidades. Ahora, sumergido en el mundo de trail de ultrafondo, casi todo se hace pequeño. Apenas una hora y cuarto de marcha sin poder correr en los descensos por una herida en el pie que arrastro de la Ultramaratona. Apurando se puede estar allí en menos de una hora. Hace poco tiempo me hubiera parecido increíble.


"Ambientazo" en la laguna con varias familias acampadas. Me sorprendió que el agua no estaba muy fría. Me la crucé en unas pocas brazadas y también recordé la proeza que me pareció hacer lo mismo de dagal, siguiendo la estela del mayor de los Villares.

Tras el baño y siesta reparadoras, subí a la Ceja -primera foto-, a buen ritmo. Tras la cena y seguir con las andanzas de Alex Supertramp -insisto, lectura ideal para estas aventuras-, al saco con la caída de la noche. Despertar con el sol, desayunar mientras se extiende la luz por ese vasto mundo que se divisa desde las montañas proporciona unas sensaciones difíciles de explicar. Sólo existe el silencio, nada más.

Pero el eremita tiene que volver a la tarea. Tocaba entrenamiento de calidad en la "I Subida a las Hermanitos". Allí me entontraría con el Doctor Ironman, que debutaba en carreras de montaña, aunque ésta no es propiamente una prueba montañera, ya que la mayor parte del recorrido son pistas, con un par de kilómetros de ascensión muy duros. David pasó con nota, le gustó y no será la última. El principio de quién sabe qué retos por llegar.



Ya os comenté que ahora me encuentro bien. Entreno, no tengo ninguna molestia y me noto tanto con fondo como con chispa. Esta carrera es muy explosiva, sabes que es de las de ir a saco. Éramos poca gente y me pongo casi en cabeza, formada por un grupo de ocho atletas, demasiado lanzado para mí. Voy rápido pero me encuentro cómodo. No os quiero aburrir. Más o menos es la tónica de toda la carrera. Donde yo mejor me desenvuelvo y donde puedo marcar diferencias es en los repechos y cuestas. Poco antes de comenzar la ascensión propiamente dicha, de alrededor de dos kilómetros, observo que tengo un par de corredores pisándome los talones. Yo sigo a lo mío, con el mismo ritmo, a la espera de qué ocurre en la zona clave. Ahí me vuelvo a marchar.


Yo y ¿mi estilo? El chico que entró noveno detrás de mí, me dijo que se veía que yo era correrdor de montaña, que los de adelante eran "asfalteros" pero que yo tenía un estilo peculiar subiendo. Me llamó la atención que David, que también me iba viendo mientras subía, también me lo dijera. Se descendía por una pista muy rápida. Ahí tuve problemas de flato y no pude ir con todas las marchas metidas. LLegando al pueblo, me percaté de que había otros dos corredores que en la zona de descenso me habían recortado mucha diferencia. Sin embargo, cuando comenzamos a callejear, tenemos que lidiar con una complicada zona de curvas y repechos que te ponen a prueba y te hacen echar el bofe, pero que me sirvieron para guardar mi valioso octavo puesto. Lo que más gracia me hizo fue un comentario que le oí a un hombre tras un salto que di desde una zona de tierra para entrar en el asfalto y que debió quedar "muy aparente": "Tiene pinta de corredor, pero luego ná". La afición de la meseta siempre tan exigente.


Aunque no debíamos correr más de sesenta personas y el puesto no dice mucho, sé que hice una bonita carrera y he acabado con mucha fuerza en cincuenta y siete minutos. Estoy muy satisfecho. Los siete primeros eran máquinas. Al sexto, Rubén, lo conozco de un curso de entrenador y creo que tenía menos de 2:50 en Nueva York. Y qué coño, me hizo mucha ilusión subir a podio a que me entregaran premio aunque fuera una gorra, una bolsa de deporte y un libro de montaña...¡en catalán!


Respecto a la carrera, ya que es la primera edición, para contribuir a difundirla, un pequeño comentario sobre la ilusión, las ganas y el buen hacer de la organización. Evidente que la carrera nace con vocación de hacerse grande. Se cuidan todos los detalles. A destacar la amabilidad de los voluntarios, el "super pincho" tras la prueba, la bolsa del corredor y hasta algo que me sorprendió, cómo se implicó el pequeño pueblo de Nava de Béjar en el proyecto, sin parar de animar durante toda la prueba.



Tras un encuentro de blogueros con David, al que en su día, también llegué a través del blog, me quedaba otro aún más especial porque todavía no lo conocía en persona. El amigo Joserra, uno de los tipos que más sabe de música de la red y suyos conocimientos, sólo él sabe transmitir con esa pasión tan especial, visitaba Ciudad Rodrigo camino de Portugal y no podíamos dejar pasar la ocasión. Mientras dábamos buena cuenta de huevos con farinato, paseábamos por el pueblo y disfrutábamos de las terrazas de nuestras plazas, transcurrieron tres horas que se me hicieron muy cortas. No podía ser de otra forma. Tanto Joserra como Cristina y Jon son una familia cercana y encantadora. Sólo espero que todas esas conversaciones que quedan pendientes, continúen más pronto que tarde, en el mismo Bilbao.

Hablamos de la vida y hablamos de música, claro. No sabía qué canción elegir. Escojo una de los discos que nos llegó más adentro y del que ayer hablamos con más pasión. Además casa muy bien con el tema "eremita". En la próxima entrada, dedicada a Bon Iver, explicaré por qué.

La actuación es en un programa de televisión pero es ciertamente escalofriante. Este "amor descarnado" pone los pelos de punta. A ver si os gusta.

"¡¡YO SOY ESPARTACO!!"