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miércoles, 25 de junio de 2014

I Kilómetro Vertical de Las Hurdes


Casi seis meses para la primera carrera del de año y en menos de una semana, encaraba la segunda.  Seis días desde la santa paliza del ironman gallego y aún no sintiéndome completamente recuperado, la ocasión merecía no faltar: Primer Kilómetro Vertical de Las Hurdes, un tierra encantada que ya  considero muy mía.

Poco que contar. Salida prevista a las seis de la tarde desde Ladrillar en un horario que no me parece el más adecuado, ya que a pesar de que tuvimos suerte con el tiempo, un valle de Hurdes en una tarde de junio, perfectamente podía haberse convertido en un infierno.

Se partía del pueblo y se ascendía hasta el Cerro Mingorro, a más de 1.600 metros, la cumbre más alta de Hurdes. Nunca había corrido un kilómetro vertical y como siempre que voy a una carrera, no me había informado sobre el recorrido. Sabía que existía la opción de correr 10 o 16 kilómetros y pensé que la longitud de la ascensión era la primera. Aunque había corrido el jueves 14 kilómetros de pistas y no me sentí mal, empecé prudente, casi a cola, y durante toda la primera mitad de la subida he estado pasando corredores, más debido al afogonamiento de los que me precedían que a mi ritmo, que traté de mantener constante hasta arriba. Siempre digo que en una carrera de este tipo -tienes muy claro dónde hay que subir-, hay que ser prudente para disfrutar de la prueba, sobre todo gente sin experiencia.


Como decía, pensando que la cima distaba 10 kilómetros, poco antes del tres comienzo a caminar rápido en las partes más duras para ahorrar fuerzas.  Me he encontrado bastante bien y fácil, siempre guardándo algo de gasolina. Por eso, cuando he llegado arriba, a la meta del campeonato del kilómetro vertical, colocada en el kilómetro 6 con un tiempo de 58 minutos y en el puesto 34 (casi 100 participantes), me he quedado un poco desconsolado porque de haber sabido que era tan corta, la hubiera completado entera corriendo, no porque fuera a rebajar de forma relevante mi tiempo final sino por la bobada de decir que lo subí entero corriendo. En fin, ya me acercaré alguna mañana a hacer algún entreno y quitarme la espinita.

Después la carrera se convierte en cresteo a través de varias cumbres con la sorprendente cercanía de La Peña de Francia. Cuando en las zonas más fáciles acelero, tengo amagos de calambres en los gemelos -algo que casi nunca me ha ocurrido-. He aquí las secuelas del ironman. A pesar de que ello me obliga a ir más lento, en un instante que aparto los ojos del suelo, tropiezo y me  caigo, haciéndome un largo y profundo corte en la palma de una mano con una lancha que me cubre de sangre un cuadriceps, convirtiendo el percance en más aparatoso de lo que realmente es.


Como apenas he ido al monte este año, en el descenso me noto algo mas torpe de lo normal, sin esa familiar sensación de fluidez que se consigue con algo de práctica. Los kilómetros más fáciles, de senderos con algún duro repecho que nos conducen hasta meta, los hago con tiento por los avisos de mis castigadas piernas. Al final puesto 27; me hubiera gustado hacerla relamente a tope, sobre todo la segunda parte, con lo que creo que me hubiera metido fácilmente entre los 20 primeros, pero las circunstancias eran especiales y ya había firmado antes de salir una carrera como la del sábado.


Es cruzar la meta de un ironman y coger todas las manías del triatlón, como la de entrar andando en meta. El caso es que los últimos kilómetros vine charlando con un chaval de Montijo y tampoco era cuestión de ponernos a esprintar. En la foto me está llamando Isidro, el Alcalde de Azabal, con el que me hizo mucha ilusión coincidir y tomarme una cerveza.

Respecto a la carrera, el recorrido me pareció precioso, tanto la exigente ascensión al impornente Mingorro como la vuelta a Ladrillar a través de los senderos de la Ruta de Alfonso XIII,con algunos rincones espectaculares  que invitaban a recorrerlos caminando. Partes de nuestro futuro Ultratrail de Hurdes que se irá a septiembre u octubre, en función de mi examen.

De la organización, todo bueno: a pesar de que parece que habían quitado señales en el descenso, el camino tampoco daba lugar a mucho equívoco. Buena bolsa del corredor con productos de la zona, camiseta en meta y para los que se quedaron, merienda. Repetiremos.

"¡¡YO SOY ESPARTACO!!"

 Buena representación mirobrigense y algún arrimao

 Pablo.

Agus, que se fue en bici hasta Ladrillar y tuvo problemas con los calambres como bien se aprecia en la foto.

 Álvaro.

 Jesús San Matías

 Pedro.

Higinio y Titi Villares que se retiró en el km. 10 por esa dichosa lesión que le lleva años dándole la lata.

Imanol