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lunes, 26 de octubre de 2009

El mejor beso


Os voy a a hablar de mi beso preferido de la historia del cine...que yo conozco. Es de “Encadenados” de Hitchcock. Es una buena película pero no de las mejores del genio. Está en el minuto tres del vídeo que os pongo; previamente situación suspense ya que la pareja está haciendo “cosas de espías” cuando es sorprendida por el malo, además marido de Bergman. Es entonces cuando para disimular, deciden elegir el “mal menor” el que acarree la infidelidad para salvaguardar la misión secreta. Ya sé, ya sé que así en frío no dice mucho pero hay que seguir el desarrollo de la película para apreciarlo. El problema básico es que el amor a su país se interfiere entre el amor de ambos. Están mutuamente muertos por los huesos del otro pero la seguridad de Estados Unidos y la lucha contra el imperio del mal nazi provoca que durante toda la película se estén tirando los trastos a la cabeza y lanzándose dardos a cada cual más cruel. Por ello, ese beso “simulado” es tan intenso y ese “Oh, Dev” (pena de doblaje) de Ingrid no se olvida. Que sí, que la gente no besa así en la realidad pero cuando hay que hablar de “besos de película” hay que ir a los auténticos, a los de blanco y negro.

Cary Grant, el actor al que mejor le han sentado los trajes de la historia del cine al que yo prefiero en películas cómicas donde pueda desarrollar ese aplomo de “bon vivant” gracioso como en la perfecta “Historias de Filadelfia” o en “La fiera de mi niña”. Aquí está demasiado serio y no convence.

Ingrid Bergman. Grande. Como imagináis, para mí la reina siempre será Katherine Hepburn (de las actuales sin duda la mejor es la portentosa Meryl Streep), pero Ingrid juega en la división de honor. Podía ser pizpireta, podía ser gélida. Siempre convincente. Hitchcock criticaba que sólo pretendiera participar en obras maestras, lo que a priori puede resultar más bien un lastre. Por ello acabó con Rosellini. Muy buenos ratos me ha dado y me seguirá dando con “Recuerda”, “Luz que agoniza”, “Casablanca” o “¿Por quién doblan las campanas?”...

Esa crítica que hacía Hithcock es de alguien capaz de facturar un buen puñado de ellas aunque lo que siempre me dejó alucinado es que entre 1958 y 1966 fuera capaz de estrenar de un tirón, como un martillo pilón maravilla tras maravilla: “Vértigo”, “Con la muerte en los talones”, “Psicosis”, “Los pájaros”, “Marnie la ladrona” y “Cortina rasgada”. Ahí es nada, como si fuera lo más fácil del mundo. Lo curioso es que la crítica obviaba estas películas porque las consideraba demasiado ligeras, comerciales. Tuvieron que llegar los jóvenes cineastas franceses de la “Nouvelle Vague” a deshacer el entuerto pero esa es otra historia que algún día trataré.