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martes, 24 de enero de 2012

El libro favorito de las SS



Hace unos meses leí un artículo en El País de título similar al post. El libro es "Germania", el autor Tácito, escritor latino que vivió entre los siglos I y II. Comprobé que era pequeñito y estaba disponible en internet y me lancé a por él.


¿Qué le gustaba a los alemanes de este libro? Obsesionados por la pureza de la raza aria, gozaban con párrafos como éste: "Soy de la opinión de que los germanos nunca se unieron en casamiento con otras naciones, y que así se han conservado puros y sencillos, sin parecerse sino a ellos mismos. De donde procede que un número tan grande de gente tienen casi todos la misma disposición y talle, los ojos azules y fieros, los cabellos rubios, los cuerpos grandes y fuertes sólo para el ataque violento, pero no tienen el mismo sufrimiento en el trabajo y fatigas; no son sufridos de calor y sed; pero llevan bien el hambre y el frío, como acostumbrados a la aspereza e inclemencia de tal suelo y cielo."

Himmler buscaba con ahínco las primeras ediciones del libro de marras.

No se trata más que de un pequeño tratado en el que Tácito relata las costumbres de las distintos pueblos que integran la misteriosa Germania. Independientemente del pueblo del que se trate, es interesante la descripción de las costumbres que realiza un coetáneo. La globalización estaba muy lejana y las fuentes de información eran escasas y dudosas; por eso resulta tan curioso el fresco de primera mano de sus formas de gobierno o de lucha, sus castigos o sanciones religiosas, sus formas de comercio, de relacionarse o celebrar tratados.

"Eligen sus reyes por la nobleza, pero sus capitanes por el valor. El poder de los reyes no es absoluto ni perpetuo. Y los capitanes, si se muestran más prontos y atrevidos y son los primeros que pelean delante del escuadrón, gobiernan más por el ejemplo que dan de su valor y admiración de esto, que por el imperio o autoridad del cargo: mas el castigar, prender y azotar no se permite sino a los sacerdotes."

Combaten junto a sus familias.

"Al entar en batalla tienen cerca sus prendas más queridas, para que puedan oír los alaridos de las mujeres y los gritos de los niños: y éstos son los fieles testigos de sus hechos, y los que más alaban y engrandecen. Cuando se ven heridos, van a enseñar sus heridas a sus madres y a sus mujeres, y ellas no tienen pavor de verlas ni de chuparlas, y en medio de la batalla les llevan alimentos y los animan con exhortaciones". 

Aman la guerra.

"Cuando su ciudad está largo tiempo en paz y ociosidad, muchos de los mancebos nobles de ella se van a otras naciones donde saben que hay guerra porque esta gente aborrece el reposo, y en las ocasiones de mayor peligro se hacen más fácilmente hombres esclarecidos. (...) Y aún les parece flojedad y pereza adquirir con sudor lo que se puede alcanzar con sangre. Cuando no tienen guerras se ocupan mucho en cazar, pero más en la ociosidad y en comer y dormir, a que son muy dados. Ningún hombre belicoso y fuerte se inclina al trabajo, sino que dejan el cuidado de la casa y hacienda y campos a las mujeres y viejos y a los más flacos de la familia".

"Andan los niños en todas las casas sucios y desnudos y vienen a tener aquellos miembros y cuerpos tan grandes de que nos admiramos".

La cerveza, claro:

"No tienen por deshonroso pasar el día y la noche bebiendo. Son muy ordinarias las riñas y pendencias como entre borrachos, que pocas veces se suelen acabar con palabras, y las más con heridas y muertes. Y también tratan en los banquetes de reconciliarse los enemigos, de hacer casamientos y elegir príncipes; y en fin, muchas veces de las cosas de la paz y de la guerra; como si en ningún otro tiempo estuviera el ánimo más capaz de buenos y sencillos pensamientos, ni más pronto y encendido para grandes empresas.(...) Hacen una bebida de cebada y trigo que quiere parecerse en algo al vino.(...) Y si se le diese a beber cuanto ellos quiesieran, no sería menos fácil vencerlos con el vino que con las armas."

Entre los Catos se dejan crecer el cabello y la barba, y no se quitan aquella figura de la cara y cabeza, como voto y obligación que hacen a la virtud, sino es habiendo muerto algún enemigo."

Estoicos integristas:

Los Fennos tienen una horrible fiereza y una pobreza cruel. No tienen armas, ni caballos, ni casas; susténtanse con hierba, vístense de pieles y la tierra les sirve de cama. Consiste toda su esperanza en las flechas, las cuales, a falta de hierro, arman con huesos. Los hombres y mujeres se sustentan de la caza; que ellas de ordinario los acompañan y les piden que les den parte. Los niños no tienen otro refugio ni acogida contra el agua y las fieras, sino algunas enramadas con que se cubren y amparan y a ellas acuden los mozos y a ellas se recogen los viejos. Y les parece esto mayor felicidad que cansarse y gemir labrando los campos y fabricando las casas y cuidar entre la esperanza y el miedo los bienes propios y ajenos. Y viviendo seguros para con los hombres y seguros para con los dioses, han alcanzado una cosa dificultosísima, o sea que ni tengan necesidad del deseo."

La admiración y el temor por su rival más poderoso y que finalmente encarnará el ocaso del imperio tres siglos después:

"Y entre tan largo tiempo ha habido grandes daños y pérdidas de una parte y de otra. De manera que ni los samnitas, ni los cartagineses, ni las provincias de España, ni las de las Galias, ni aún los partos, nos dieron tan frecuentes advertencias de la flaqueza humana ni nos mostraron más veces que no éramos invencibles"

En el fondo, Tácito trataba de reivindicar las virtudes romanas antiguas de la austeridad y la templanza que progresivamente se habían ido olvidando para convertir a la sociedad romana en decadente y débil. Esas motivaciones, casi dos mil años después, también servían para reivindicar la construcción de un Estado pretendidamente monolítico e invulnerable, agresivo y despiadado con sus enemigos. Si Tácito levantara la cabeza. Da que pensar.



Música alemana. De Berlín. Los Einstürzende Neubauten de Blixa Bargeld. No es un grupo que haya seguido. Vi un concierto suyo en el último Benicassim al que acudí y me pareció de lo mejor del festival, pero poco más. A Blixa lo conozco porque probablemente era el miembro más ilustre de las ilustres y míticas "Malas semillas" que acompañan a mi idolatrado Nick Cave. Sé que se trataba de un grupo de vanguardia, amante del ruido y de utilizar el sonido originado por los más peculiares y ordinarios cachivaches. Os dejo una canción más convencional.

Vale.