Escribo mientras ceno en un banco junto al Valle de Chamonix, con el sonido de los cencerros de las vacas de fondo, solo... bueno solo no, acompañado de un perro y un gato que se han acercado a ver si hay suerte...que la habrá, pero al final; mientras el frío y la humedad de la noche que tan bien conozco, envuelven los Alpes, uno de los lugares más impresionantes que he conocido. Ya conocía la zona más al sur, la de Bourg D´Oisans cuando hice el Triatlón del Alpe D´Huez (muy recomendable, tan duro como especial) pero lo que he visto y he vivido durante la carrera definitivamente va a otra dimensión.
Ya en faena, ya en el salón del albergue y todavía estoy dudando si hacer una crónica de la carrera al uso o centrarme en sensaciones, en otros puntos de vista. Ya sabéis que soy un poco raro para estas cosas así que quizá opte por una entrada más "de mi estilo". No os voy a aburrir con una mermelada de topónimos de montes, caminos, refugios que a esta hora, incluso para mí son difíciles de identificar, sino que os voy a aburrir aún más de otra manera, intentando explicar "lo esencial" de esta carrera.
Tras subir del bullicioso Chamonix, después de hacer unos pocos kilómetros en bicicleta y unos largos en su piscina, tras tomarme una cerveza leyendo en una terraza de una calle vencida por el turismo, al encontrarme ahora en silencio, reflexionas sobre esa tormenta de ruido y agitación que es Chamonix y reflexionas sobre esa tormentade sueños y miedos que es la salida del UTMB. LLevo años compitiendo (como popular...y a mucha honra) y sinceramente os digo que en ninguna salida he palpado tal tensión en el atleta, reventando de ilusión y al mismo tiempo atemorizado como nunca por la magnitud del reto, preguntándose si tendrá el temple necesario para acabar.
Vuelvo al mismo planteamiento. Tras la locura de la carrera, las prisas, los jadeos, el dolor, la emoción, con la calma quizá busques qué hay realmente detrás de lo que nos gusta, que hay detrás del Ultra Traildel Mont Blanc, sin duda una carrera especial.
Muchos de los que nos rodean, muchos de los que incluso leen qué escribimos no entienden la razón por la que nos dedicamos a pruebas de larga distancia en triatlón o pruebas de ultrafondo. Yo no soy nadie para explicarlo porque francamente no lo sé. Algo prende en nuestro interior, a veces se domestica pero difícilmente se extingue.¿Es la búsqueda de los límites? ¿Es un ansia de autodestrucción? Ya lo mencioné en alguna ocasión pero para mí el montañismo y la escalada, aunque no lo reconozcamos, son nuestro espejo.
Desde el principio, cuando se afronta la primera subida eres consciente de que lo fundamental aquí , será tu fuerza de voluntad, tu decisión. Si albergas la más mínima duda, si muestras una pequeña fisura en tu determinación, estás muerto. Nunca acabarás.Quieres terminar, sabes que ello va a suponer un esfuerzo extremo, tanto físico como mental, pero tu ilusión, tu deseo es, debe ser, un acorazado indestructible.
Salimos a las 18:30 por las calles de Chamonix, con el vello literalmente de punta, entre el ánimo de un público volcado e inundados ya para el resto de la carrera por la música de Vangelis de "1492. La conquista del paraíso". Ese fragmento se interioriza, no se pierde porque sabemos que volverá a atronar y nos hará levitar en el momento de nuestra entrada en meta.
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La noche llega pronto, es la primera noche, un aperitivo. Todos sabemos que debe pasar rápido porque el muro será la segunda. En estas carreras las noches son extrañas. De pronto te encuentras subiendo montes o corriendo entre senderos de bosques que nunca conocerás, que nunca recordarás. Por ahora todos vamos fuertes. Km. 31. Les Contamines, punto crítico. Si no estás convencido, plegarás velas. Nos encontramos con un ilustre como Berrio que dice basta. Un año ya muy cargado, sin la motivación necesaria, le empuja a decir adiós. Jaume Terés, otro ilustre, lo explicó perfectamente. Él conoce bien la carrera y renunció a ir a pesar de estar inscrito; sabía que no tenía la ilusión suficiente para soportarla.
En los esfuerzos iniciales las magnitudes, las cifras, los tiempos, altitudes, desniveles son tan inabarcables que,en lo posible, evitas pensar en ello y sigues adelante.Antes del Km. 60, subimos de noche, en dos ocasiones, a 2.500metros. La segunda ascensión se hace muy dura y larga.
Al llegar a la cima, comienza a amanecer. Es en estas ocasiones cuando el humor de todos los participantes,inconscientemente mejora. Hace frío pero la luz nos arropa mientras nos muestra uno de los sitios más hermososque he visto, el Valle de los Glaciares.
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UNos pocos kilómetros llanos junto a las vacas. Se permite sonreir.
¡QUIERO UNA SOPA!
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Un diez para los avituallamientos y la organización. Simplemente perfecta. Sin escatimar medios personales y materiales en una prueba difícil. De verdad que nunca una cuota de inscripción me pareció más justa.
Las piernas duelen pero estamos con ánimo. No es lo mismo dudar si serás capaz de terminar que dudar si continuar.La primera inquietud es lógica y sana. Hasta bien entrados los 100 o 120 kms. yo no estaba seguro de que, salvo accidente o fuerza mayor, llegaría como fuera. Antes todo era preguntarme cómo respondería mi cuerpo a un esfuerzo tan prolongado y cómo reaccionaría a una segunda noche sin dormir. Todavía restaba tiempo para ello. Un toque de atención sobre nuestro estado fue la subida al Refugio Bertone tras el avituallamiento de Courmayeur en el ecuador de la carrera. Mediodía y plato de pasta. Me enrolo en una penosa caravana que asciende a un ritmo patético bajo un sol de justicia. Temores a una progresiva bajada de ritmos en el desarrollo de la carrera.Txeroki, "finisher" este año por segunda vez ya me había avisado sobre el peligro de esta ascensión.
Afortunadamente llegamos a una zona de tregua, enmarcado en el Valle de Aosta. Tremendo.
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Después se afronta la subida al techo de la prueba, el Grand Col Ferret. Más tarde supimos que Luis (LUdevu) se había retirado antes de la ascensión. Casi km. 100, otro punto crítico donde muchos se rinden.Estoy seguro de que si lo decide, hubiera llegado. Nosotros manejábamos un margen de alrededor de 2 horas para evitar el fuera decontrol.
La segunda noche está cerca. Km 116 y restan cuatro ascensiones. Es algo que nunca había experimentado pero realmente nunca sentí la necesidad imperiosa de dormir aunque sí es cierto que a veces me sorprendía pensando qué hacía allí, de noche, detrás de otra persona que avanzaba rauda en la oscuridad. Semejaban apagones y sí era consciente de que no manejaba o recordaba datos con soltura. Ya comenté que es entonces cuando abundan las personas que deciden hacer un alto en el camino, enroscarse literalemente en cualquier sitio y probablemente renunciar a su sueño. No se puede olvidar que para participar en esta carrera te exigen un "currículum de tarado" considerable, una seriede puntos logrados en pruebas muy duras. Toda esta gente sabe a que viene y son tíos duros. Por eso sorprende aún más ver gente totalmente derrotada y en algún estado lamentable.
No estoy acostumbrado a tomar mucho café así que con tres vasos de solo me bastó hasta que a partir de las siete de la mañana del último día sí me sentí muy extraño y tiré del Red Bull que tenía guardado. Gasolina suficiente hasta meta además de una aspirina para aliviar la retahíla de dolores varios y que la verdad no causó gran efecto.
A lo largo de la carrera la ingesta de calorías es continua en los abundantes y bien surtidos avituallamientos. Aún así, hay ocasiones en que tras un buen esfuerzo notas el estómago vacío y tienes que tirar de geles o de lo que lleves. Aquí una foto del avituallamiento de Champex (aproximadamente a las cuatro de la mañana,uno de los más grandes).
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Me he pasado toda la carrera diciendo que tenía que acabar. Esta es una de las pruebas más famosas del mundo y la quería. Al mismo tiempo, encadenaba esa afirmación a otra: esto es una salvajada completamente de locos. Cruzaré esa meta y no volveré en mi puta vida. Santo Tomás, una y no más.La mayoría ya sabéis como va esto, el iter es conocido.Bien,pues esta vez no fue necesario pasar el cuarto de hora de rigor para retractarse. Cuando volábamosa a meta, corriendo entre los aplausos del público, cuando David-Botón (retirado en el 31 por falta de entreno y motivación) le entrega al Ciego Sabino la bandera, cuando cruzas la pancarta entre felicitaciones mientras suena de nuevo Vangelis, emocionado hasta el tuétano ya has decidido que dentro de unos años volverás a arriesgar y a pulverizar ese tiempo de 44 horas y media.
Aunque también es muy tentadora esta iniciativa de un colectivo de Chamonix: "La Ultra Siesta del Mont Blanc", una simpática respuesta a toda esa tropa ávida de sufrimiento. Lo único que pedían era que llevaras hamaca.
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La sonrisa del día después. Misión cumplida.
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"¡¡YO SOY ESPARTACO!!"