
El último libro que he leido es "La carretera" de Cormac Mc Carthy.En situación: el mundo no es más que un paisaje apocalíptico teñido de cenizas, frío y sin sol, donde no hay nada, y cuando digo nada, quiero decir abasolutamente NADA. Los protagonistas se dedican a seguir la carretera, camino del sur, tras una quimérica esperanza que todos intuyen mentira. Los únicos seres humanos que habitan el planeta rivalizan por el calor y la escasa comida. El autor nos quiere colocar frente a un mundo sin salida, donde sólo esperas la muerte. ¿Qué camino tomarías? ¿Qué haría un padre con un hijo que sabe de antemano condenado?
La relación entre un hombre y su hijo sorprendentemente maduro da lugar a situaciones tiernas y emocionantes por una parte, terroríficas y truculentas por otra. Los recuerdos y las pesadillas se convierten en tenaces enemigos. El niño quiere olvidar y su padre le contesta: "Olvidas lo que quieres recordar y recuerdas lo que quieres olvidar". En esa situación, el tiempo, el pasado y el futuro carecen de sentido alguno. "¿En qué difiere lo que nunca será de lo que nunca fue?".
Todo el libro no sirve más que para preguntarnos si el hombre, luchando por su supervivencia con sus semejantes, es portador de algún código ético, si tiene sentido que el padre del niño, en un mundo de horror absoluto, inculque a su hijo qué esta bien y qué esta mal. Ellos son "los buenos", ellos llevan "el fuego". ¿Es esto real? ¿Puede un niño de diez años tener interiorizado esos valores hasta el punto de censurar a su padre por un comportamiento éticamente reprobable pero que asegura su supervivencia por unos días más? ¿Es creíble esa figura o es pura fantasía?
El libro es muy recomendable. A los que os guste leer, no os lo penséis, cortito, de lectura ágil y con un vocabulario muy rico. Premio Pulitzer. Tengo ganas de ver la película.

"Welcome" de Philippe Lioret. Ya la recomendó David en su día. Al igual que "Honeymoons", otra película serbia que vi este fin de semana, trata de mostrar el rostro e historia que hay detrás de todas esas cifras de personas que hipotecan su futuro y pierden su vida en busca del "dorado" estilo de vida occidental. Como el mejor cine francés, utiliza pequeñas historias de personajes cercanos para llegarnos dentro. A los franceses a veces se les va la mano con los remedos de "Amelié", cayendo en lo sentimental en el peor sentido del término, como utilización tramposa de las situaciones y las reacciones de los personajes para generar la emoción en el espectador. Cuando la tramoya se hace evidente, no sólo no consigue el objetivo, sino que deviene sonrojante.
No es el caso. La película fluye natural y cercana. No os voy a contar el argumento porque quiero que la veáis -además los triatletas tenéis el cebo de la travesía-. Sólo os digo una cosa, ¿Estarías dispuesto a arriesgar tu vida, cruzando el Canal de la Mancha a nado para reunirte con tu amada? De nuevo, ¿Te enrolarías en el Endurance? De nuevo, ¿Es creíble o es pura fantasía?
Sería reconfortante responder a las preguntas que plantean ambas obras pensando que somos seres especiales, inclinados por naturaleza, dotados de fábrica para hacer cosas no muy cabales, pero que nos hacen mejores, que nos elevan espiritualmente. Sería bonito pensar que realmente somos los portadores del "fuego". Lástima que no exista la justicia poética.
De música os dejo una banda que hacía tiempo tenía ganas de poner, una de las sensaciones de 2009, The XX, a los que en su día ya hizo referencia Popi. Un grupo de pipiolos londinenses de sonido minimalista con reconocibles influencias, desde las melodías de la música "ochentera" más hedonista hasta fraseos de guitarras anclados en Joy Division. Todos de negro, por supuesto. Es que somos chavales atormentados, oscuros, interesantes, muy "shoegazing"... ay madre, la edad. Ya tienen un sonido marca de fábrica, con esos susurros e intercambios de voces entre chico-chica. Suenan bien, pop agradable, veremos cómo evolucionan.