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viernes, 17 de mayo de 2013

Puño invisible: "Romance de Curro El Palmo"


Capítulo de Puño Invisible.

A Serrat lo descubrí a finales de los ochenta, cuando en un piso de estudiantes rockeros, Víctor nos llegó a calzar la discografía completa de Serrat. Por principios, no es una edad propicia para la apertura de miras, la de la Universidad. O lamentablemente no lo fue la mía. Quieres ser, quieres referencias claras, buscas adaptarte a algo que ya has elegido previamente y salirse del trayecto elegido viene a ser algo así como contemporizar con el enemigo. Planteamiento que más tarde entenderás absurdo ya que la vida en esquemas, sin fisuras y contaminación siempre será menos vida.

Y hoy sé que Serrat, si decidiéramos sacar canciones de un cesto, y colocarlas en un plato de la balanza, no habría autor en español que soportara el peso de ¿diez? de sus mejores piezas, esas fugaces obras maestras de apenas un puñado de minutos capaces de desbordar corazones.

Por entonces, todos conocíamos muchas canciones de Serrat aunque jamás te pararas a escucharlas y prestarles la atención que merecían. El Romance de Curro El Palmo no. Y me llamó la atención. Pese a que me costara reconocerlo me pareció una maravilla. Supongo que debido a su peculiar estilo y tono, creía que se trataba de una versión. Víctor me dijo que era original y ya ahí se fue ganando mi respeto el amigo. Ahora tengo la impresión de que esta canción es más reconocida y tiene el prestigio que se merece, entre  lo mejor del catalán.

La dura travesía en una España de malos tiempos para un desgraciado traspasado por la  fatalidad, por la peor condena, la  de un amor de película sin principio ni final feliz, irrenunciable y cruel por imposible, un amor insano y autodestructivo, un amor que sin embargo, revienta de limpio en cada estribillo

Una suerte de homenaje a la copla clásica española -hay unas cuantas joyas por ahí rondando que seguro algún día aparecen por aquí- con alguno de esos versos que lo dicen todo en un par de líneas, de los que solo son dueños los maestros de verdad, capaces de dibujar desde el amor más puro y loco a la gracia triste del desprecio por una Carmen de posguerra.

En primer plano una templada y tranquila voz con la difícil misión de retratar las emociones más intensas, por un lado la pena, por otra la pasión. Detrás, una austeridad formal que es menos de la que parece.  Pocas veces un autor se acerca tanto a lo que pretende, los más grandes más a menudo.  Es una complicada tarea la de casi parar el mundo con una historia inventada. 

Vale.

martes, 15 de marzo de 2011

Anotando la vida


Una de las funciones de mi trabajo es la de inscribir en los libros de Registro Civil, nacimientos, matrimonios y defunciones. Siempre he trabajado en pueblos pequeños. Por lo tanto no es algo que haga muy a menudo y nunca se podrá convertir en una labor mecánica. Sobre todo con las defunciones, trato de hacerlo con respeto y durante los minutos que invierto en la tarea, me gusta pensar en el difunto al que casi siempre conocí. Transcribes la causa de la muerte sabiendo que en numerosas ocasiones se trató de una gran condena, que otras veces se presentó súbita y en las menos y más desgraciadas, atacó cruelmente, prematura e inmerecida.

En armarios de todos los pueblos y ciudades, en estos instantes duermen miles de hojas en blanco aguardando despertar para reflejar los acontecimientos vitales, relevantes jurídicamente, de todos esos inconscientes que a estas horas viven tranquilos y a salvo en el cálido y confortable útero materno. Pronto llegará su hora y entre dolores terribles, saldrán a la luz. Es entonces cuando personas como yo, anotarán en una página en blanco su nombre, el nacimiento de su personalidad jurídica. Es el comienzo.

Has nacido a la vida, también has nacido en el mundo legal. En principio, por delante tienes un montón de días por llenar, una página en blanco parecida a la que completo. Muchos afortunados tenemos la libertad para decidir qué hacer con nuestra vida, bien para construir ladrillo a ladrillo el muro de ese modelo al que siempre tratamos de aproximarnos, bien para desbaratar una existencia en una suerte de estéril estancamiento sin sentido, bien para arrojarla en una cloaca pestilente de amargura y maldad. Sin embargo, la mayoría de las personas de este mundo no disfrutan de ese derecho. Están amarrados a unas circunstancias vitales extremas que imponen un camino de vida y muerte.

Yo sólo inscribiré los acontecimientos que a efectos de seguridad jurídica, serán importantes para el Estado: si contraes matrimonio, si te separas o divorcias, si de alguna forma devienes incapaz para representarte o para administrar tus bienes o si cambias de nacionalidad.

Y anotaré el fin. A veces pienso que me gustaría confeccionar un anexo con la pequeña historia de esa persona, pero desde otro punto de vista más humano. Un legajo con todas esas vivencias que íntimamente o a la vista de todos, sí determinaron realmente la vida de un hombre o una mujer. Esos logros o desgracias, miserias o pequeñas hazañas, sueños cumplidos o cuya irrealización les marcaron para siempre. Poder preguntarle a alguien que lo conociera de verdad o incluso fantasear con preguntarle al finado. Entonces, tal vez me respondiera, ya con la sonrisa del que está vuelta de todo: "Aquel beso, aquella meta, aquel adiós, aquella nota, aquella sonrisa, aquel amanecer, aquel monte, aquel perro, aquella noche".

En “Princesas”, la película de León de Aranoa, hay una escena donde Candela Peña , incapaz de encontrar una razón para apreciar su existencia, anhela morir y no volver a una vida como ésta. Me gustaría preguntarle al que marchó por esa razón por la que de verdad mereció la pena luchar y vivir.

Varias canciones retratan una vida. Quizá ninguna tan genial como ésta, una de las mejores canciones escritas en castellano.

viernes, 20 de agosto de 2010

Menos tu vientre


"Menos tu vientre
todo es confuso.

Menos tu vientre
todo es futuro
fugaz, pasado
baldío, turbio.

Menos tu vientre
todo es oculto,
menos tu vientre
todo inseguro,
todo postrero,
polvo sin mundo.

Menos tu vientre
todo es oscuro,
menos tu vientre
claro y profundo."

(Miguel Hernández)