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lunes, 9 de agosto de 2010

Cuando un eremita baja del monte

El sábado pasado dormí solo, bajo las estrellas, junto al mar. Este sábado me quedé en un prado de montaña de la Sierra de Béjar con la única compañía de unas vacas avileñas, desconfiadas e interesadas en mi trajín antes de la puesta de sol. Ningún lugar me hace sentir como las montañas. Tras hacer la marcha a más de treinta grados, resultaba extraño tener los pies helados antes de meterme en el saco.

Recuerdo cuando fui la primera vez a las Lagunas del Trampal con dicieséis años, recuerdo el mismo itinerario no hace tantos años. El recorrido desde la plataforma donde se acaba la carretera hasta las lagunas me parecía casi una larga expedición llena de penalidades. Ahora, sumergido en el mundo de trail de ultrafondo, casi todo se hace pequeño. Apenas una hora y cuarto de marcha sin poder correr en los descensos por una herida en el pie que arrastro de la Ultramaratona. Apurando se puede estar allí en menos de una hora. Hace poco tiempo me hubiera parecido increíble.


"Ambientazo" en la laguna con varias familias acampadas. Me sorprendió que el agua no estaba muy fría. Me la crucé en unas pocas brazadas y también recordé la proeza que me pareció hacer lo mismo de dagal, siguiendo la estela del mayor de los Villares.

Tras el baño y siesta reparadoras, subí a la Ceja -primera foto-, a buen ritmo. Tras la cena y seguir con las andanzas de Alex Supertramp -insisto, lectura ideal para estas aventuras-, al saco con la caída de la noche. Despertar con el sol, desayunar mientras se extiende la luz por ese vasto mundo que se divisa desde las montañas proporciona unas sensaciones difíciles de explicar. Sólo existe el silencio, nada más.

Pero el eremita tiene que volver a la tarea. Tocaba entrenamiento de calidad en la "I Subida a las Hermanitos". Allí me entontraría con el Doctor Ironman, que debutaba en carreras de montaña, aunque ésta no es propiamente una prueba montañera, ya que la mayor parte del recorrido son pistas, con un par de kilómetros de ascensión muy duros. David pasó con nota, le gustó y no será la última. El principio de quién sabe qué retos por llegar.



Ya os comenté que ahora me encuentro bien. Entreno, no tengo ninguna molestia y me noto tanto con fondo como con chispa. Esta carrera es muy explosiva, sabes que es de las de ir a saco. Éramos poca gente y me pongo casi en cabeza, formada por un grupo de ocho atletas, demasiado lanzado para mí. Voy rápido pero me encuentro cómodo. No os quiero aburrir. Más o menos es la tónica de toda la carrera. Donde yo mejor me desenvuelvo y donde puedo marcar diferencias es en los repechos y cuestas. Poco antes de comenzar la ascensión propiamente dicha, de alrededor de dos kilómetros, observo que tengo un par de corredores pisándome los talones. Yo sigo a lo mío, con el mismo ritmo, a la espera de qué ocurre en la zona clave. Ahí me vuelvo a marchar.


Yo y ¿mi estilo? El chico que entró noveno detrás de mí, me dijo que se veía que yo era correrdor de montaña, que los de adelante eran "asfalteros" pero que yo tenía un estilo peculiar subiendo. Me llamó la atención que David, que también me iba viendo mientras subía, también me lo dijera. Se descendía por una pista muy rápida. Ahí tuve problemas de flato y no pude ir con todas las marchas metidas. LLegando al pueblo, me percaté de que había otros dos corredores que en la zona de descenso me habían recortado mucha diferencia. Sin embargo, cuando comenzamos a callejear, tenemos que lidiar con una complicada zona de curvas y repechos que te ponen a prueba y te hacen echar el bofe, pero que me sirvieron para guardar mi valioso octavo puesto. Lo que más gracia me hizo fue un comentario que le oí a un hombre tras un salto que di desde una zona de tierra para entrar en el asfalto y que debió quedar "muy aparente": "Tiene pinta de corredor, pero luego ná". La afición de la meseta siempre tan exigente.


Aunque no debíamos correr más de sesenta personas y el puesto no dice mucho, sé que hice una bonita carrera y he acabado con mucha fuerza en cincuenta y siete minutos. Estoy muy satisfecho. Los siete primeros eran máquinas. Al sexto, Rubén, lo conozco de un curso de entrenador y creo que tenía menos de 2:50 en Nueva York. Y qué coño, me hizo mucha ilusión subir a podio a que me entregaran premio aunque fuera una gorra, una bolsa de deporte y un libro de montaña...¡en catalán!


Respecto a la carrera, ya que es la primera edición, para contribuir a difundirla, un pequeño comentario sobre la ilusión, las ganas y el buen hacer de la organización. Evidente que la carrera nace con vocación de hacerse grande. Se cuidan todos los detalles. A destacar la amabilidad de los voluntarios, el "super pincho" tras la prueba, la bolsa del corredor y hasta algo que me sorprendió, cómo se implicó el pequeño pueblo de Nava de Béjar en el proyecto, sin parar de animar durante toda la prueba.



Tras un encuentro de blogueros con David, al que en su día, también llegué a través del blog, me quedaba otro aún más especial porque todavía no lo conocía en persona. El amigo Joserra, uno de los tipos que más sabe de música de la red y suyos conocimientos, sólo él sabe transmitir con esa pasión tan especial, visitaba Ciudad Rodrigo camino de Portugal y no podíamos dejar pasar la ocasión. Mientras dábamos buena cuenta de huevos con farinato, paseábamos por el pueblo y disfrutábamos de las terrazas de nuestras plazas, transcurrieron tres horas que se me hicieron muy cortas. No podía ser de otra forma. Tanto Joserra como Cristina y Jon son una familia cercana y encantadora. Sólo espero que todas esas conversaciones que quedan pendientes, continúen más pronto que tarde, en el mismo Bilbao.

Hablamos de la vida y hablamos de música, claro. No sabía qué canción elegir. Escojo una de los discos que nos llegó más adentro y del que ayer hablamos con más pasión. Además casa muy bien con el tema "eremita". En la próxima entrada, dedicada a Bon Iver, explicaré por qué.

La actuación es en un programa de televisión pero es ciertamente escalofriante. Este "amor descarnado" pone los pelos de punta. A ver si os gusta.

"¡¡YO SOY ESPARTACO!!"