Mostrando entradas con la etiqueta Madeira. Mostrar todas las entradas
Mostrando entradas con la etiqueta Madeira. Mostrar todas las entradas

jueves, 25 de septiembre de 2008

Aguaceiros fracos

Ultratrail de Madeira. 20/21 de Septiembre.

Sabor agridulce. La carrera me gustó pero el tiempo no acompañó. Una pena. Aunque el parte meteorológico anunciaba “Aguaceiros Fracos” la realidad fue que estuvimos mojados durante gran parte de la prueba y sobre todo en las cumbres pasamos frío. Las incomodidades (frío, cansancio, dolor) generalmente las suelo llevar con entereza y en este tipo de pruebas en las que ya me estoy convirtiendo en veterano, ya se sabe a qué se viene, a buscar el deterioro físico total. Sí es más triste el hecho de que el tiempo nos impidiera disfrutar de una isla preciosa e impresionante por sus parajes. Cuando a lo largo de la carrera el tiempo daba una tregua y despejaba se veían verdaderas maravillas por la configuración del relieve y la vegetación.
Comenzamos a la 6:30 desde un extremo de la isla donde se asienta un romántico faro. Como es habitual, la gente nerviosa. Por delante 100 kms de montaña. Las “Nutrias Pantaneras” de Ubrique, pocos pero aguerridos, animan el ambiente.

La salida. Por ahora muy sonrientes

Nada más salir, en cuanto dejamos atrás las primeras casas, primera incidencia. No llevamos ni cinco kilómetros y ya no vemos balizas. Estamos perdidos. Cuando somos conscientes de ello, comienzan las discusiones acerca de qué debemos hacer. Al final nos guía Rogerio, un decidido portugués que valiéndose de GPS nos vuelve a colocar en la ruta realizando un extraño y duro bucle de 6 kms de propina. Esto quema. Bastante más de una hora a descontar al final. Hay gente que lo lleva mejor y hay otros que no paran de protestar afectando a la moral del grupo.


Aquí los debates de la “España Plural” de Zápaterrr: canarios, manchegos, castellanos, catalanes, andaluces decidiendo qué camino tomar. Vamos, una metáfora de España.

Tras volver al camino recto, corremos por una zona de pistas, acompañados de Rogelio que nos cuenta cómo es uno de los pioneros del triatlón en Portugal (algo así como el Ricoy o el Alix luso). Comenzó a practicarlo hace 16 años y había sido Ironman en Niza. Justo antes del primer avituallamiento sólido comienza a llover de forma torrencial lo que nos hace parar más de lo previsto y devorar alimento como perros hambrientos. Ascenso a la primera dificultad seria del día en torno al kilómetro 30, ya empapados pero contentos.
Después llega la zona de las “levadas”. Madeira está completamente herida por las cicatrices que recorren toda la orografía de la isla para el abastecimiento de agua. Sin apenas desnivel, prácticamente la hacemos todo corriendo, concentrados por el borde de las acequias que se extienden a los pies de escarpadas paredes de roca.


Kilómetros y kilómetros de "levadas"

En pocas ocasiones las nubes nos permitían disfrutar del paisaje

Atravesamos varios túneles aunque hay uno destacable porque mide alrededor de 3 kms por el que hay que discurrir con los frontales, muy alerta ya que te puedes abrir la cabeza con los salientes del techo. Bien, pues cuando quedan cinco metros para salir, me relajo y me apresto a sacar la cámara...PUMMMM…..Mi cabeza contra el techo. Horas después alguno me comentó que varios del grupo oyeron el golpe y se asustaron. Esta foto está tomada a la salida a toda velocidad ya que notaba que la sangre iba a empezar a resbalar. En fin, otra más que probable cicatriz a la colección. Si no fuera por mi tupida cabellera… Hasta el siguiente avituallamiento tengo que correr presionando la herida.
Km. 47. Sopita calentita antes de que empiece lo bueno. Subida total de dieciocho kilómetros al Pico Ruivo y al Areeiro. De 1.000 a 1.800 metros de altura con algunas bajadas y sobre todo con muchas y pronunciadas subidas. Hay más de cinco mil escalones tallados en la roca o hechos con pizarra. En Ruivo llegamos en medio de un aguacero tremendo, rodeados de niebla y helados lo que nos hizo descansar demasiado. Más arriba, en Areeiro (km. 67), comienza a anochecer y las condiciones se repiten: fuerte viento frío, lluvia y niebla. Éste es el punto crítico. Aquí hay carretera, hay autobús. Los jaramugos no somos muy dados a la retirada pero la tentación, de existir, aquí es donde reina. A otros los retiran por llegar fuera de control. Gracias a Dios que se me ocurrió meter en el último momento la chaqueta de la bici para la bolsa de este punto de control. Me salvó la vida.

Algunos de los más de cinco mil escalones. Más de tres horas de ascenso.


Aquí los pies del Ciego en Areeiro (km. 67)...¡y lo que queda! ¿A que da cosa?

Bajada nocturna con frontales. Los que sabéis de esto os lo podéis imaginar. Cada vez más cansado, cada vez más jodido, con dolores en todos los lados de mi cuerpo, los pies machacados, resbalones, culetazos. Bajadas, subidas. Algún kilómetro corriendo por pistas o carretera hasta el puesto del km 92.
En uno de los últimos puestos. No os imagináis lo bien que sabe un té calentito.
La última etapa de 8 kms merece mención aparte. Cuando imaginas que ya está todo prácticamente acabado, te encuentras con una sorpresa de las buenas. Nos avisan de que la zona es peligrosa. Habíamos visto fotos de los acantilados. Pasamos de noche. A la luz de las estrellas oyes el bramido del mar y te asomas desde una altura increíble. Yo no tengo vértigo pero sí es cierto que te sientes un poco extraño por dentro. Es impresionante. Antes y después hay que hacer unas bajadas imposibles que provocan continuas caídas y acentúan los abundantes dolores. Decido que a la próxima me traigo un frontal decente y no el más barato del mercado. A la salida de las montañas nos vamos acercando a las luces de Machico, lugar de meta, con nuestro hotel, con nuestra ducha, con nuestra cama,…ay madre (ya voy soñando despierto). Cuando ya tocas con los dedos el final nos dan una vuelta tremenda alrededor de las montañas que rodean el pueblo para subir a la zona de las antenas y bajar por un sendero jodidísimo. Aquí sí que mi entereza se evaporó. Me cagué en todo con cada punzada de dolor de mis maltrechos deditos. Llegamos en 23 horas y 3 minutos. Puesto 48 y 49 de los 69 llegados a meta. Como en la Hiru, abandonos a cascoporro.
Conclusiones:
1ª. Aunque alguno me lo discutía, esta carrera es bastante menos dura que la Hiru o la Trans.
2ª. Aunque parezca lo contrario, me gustan estas carreras, me gusta el ambiente montañero y correr por la montaña. Supongo que es un tema más sentimental que otra cosa.
3º. El desarrollo de la prueba te permite entrar en contacto con un montón de personas y conocer gente que probablemente vuelvas a encontrar en otras citas. Al día siguiente se nos conoce bien: todos vamos arrastrándonos, cojeando por los múltiples dolores. Aunque hay triatletas, el ambiente es distinto.
4º. El Ultra Trail del Mont Blanc o el Marathon des Sables. Para ser alguien en este mundo tienes que hacerlos una vez en la vida. Complicadísimo apuntarse. Este año lo intentaremos con el UTMB. Han cambiado el sistema. Será sorteo. Si consigo plaza será el objetivo prioritario del año, el más duro. Ése y acercarme a las doce horas en ironman, el que yo, hoy por hoy, considero que debería ser mi sitio natural. A ver si consigo solucionar mis problemas de estómago. Además, de obtener plaza en el UTMB, me apuntaría al Duatlón de Zofingen la semana siguiente.
5º. En la próxima ocasión que participe en una prueba de este tipo, voy a salir a degüello, corriendo todo lo que pueda y sin apenas parar en avituallamientos a ver qué pasa. O bajo un montón de horas o me llevan al hospital. Yo creo que a mí esto no se me va a dar mal.
6º. Si yo tuviera una compañía de seguros, no aseguraría este tipo de pruebas. Espero que me equivoque, pero al final van a pasar cosas graves, irreparables.


Además de la carrera, Madeira precioso.Aparte de la isla que es impresionante y un paraíso para los senderistas, Funchal es muy bonito. Estuvimos una tarde y sobre todo la vista nocturna de la ladera iluminada desde el puerto es preciosa. Aunque yo me quedo con Machico, el pueblecito en el que viviamos. Tenía una pequeña calita toda de cantos rodados donde colocaban unos tablones para las toallas. Yo, como a medida que me voy haciendo mayor, me gusta más la soledad y la tranquilidad, era feliz como una perdiz con mis libros. Además era un lugar ideal para nadar de un lado a otro, sin apenas olas. Aquí unas fotos.

Aquí el Ciego haciendo el jili delante de Funchal. Ya sabéis. Un niño con barba.

La foto artística. El día antes. El Ciego mirando el avión, queriéndose largar asustado al ver las montañas de Madeira.

Chavales en el puerto. Escena muy pintoresca. Al loro con el Luganis y sus picados desde la grúa.

La "playa" de cantos de Machico se las traía. Menos mal que todavía teníamos los pies sanos.

Ale, espero que os haya gustado.

Para acabar, ya sabéis que ¡¡YO SOY ESPARTACO!!

P.S. Una pena la suspensión del Jabalí.