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domingo, 26 de noviembre de 2017

Raros


Las propuestas de caminar al margen del flujo principal y obligatorio son terreno fértil y periódicamente utilizado por películas y libros, ya que el conflicto, nudo de cualquier obra dramática, surge temprano e incontenible. 

Los planteamientos pueden ser más o menos arriesgados, el de la película “Captain Fantastic” creo que peca de extremista, quedando lo de la suspensión de la incredulidad, digamos que en suspenso, por lo increíble de mucho de lo expuesto, aunque la peli se deja ver bien, es entretenida y da que pensar.

Un tema interesante es la necesidad de un poder casi dictatorial para vigilar que la tribu no se desmande, lo que implica el inevitable cuestionamiento de cualquier poder autoarrogado.
Al final resulta curioso que la misma sociedad que te programa desde niño en una dirección, a la vez se encargue de advertir de los peligros que conllevan muchas de las metas y mundos a los que conduce seguir el rebaño

Inmediatamente surge la conexión con Alex Supertramp que ya ha pasado por aquí varias veces, hasta puede que el autobús funcione hasta como nexo simbólico.

Dejo la versión de “Sweet Child of Mine”, que en la película funciona al estar bien engarzada en la historia y encontrarse el espectador implicado emocionalmente, mas al volver a verla ahora me ha parecido demasiado sentimental, creo que si la veo una vez más, probablemente me parezca un horror.

jueves, 26 de abril de 2012

Tertulia, Jack London




“Sabía que no podía arrastrarse ni medio kilómetro. Y sin embargo quería vivir. Era irrazonable morir después de todo lo que había sufrido. El destino le pedía demasiado. Y agonizante, se oponía a morir. Quizá fuese demencia, pero en las garras mismas de la muerte la desafió, y se negó a desaparecer.”

La vida en el filo. La vida a prueba.  La vida queriendo ser un instante más. 

El autor coloca a sus personajes en el centro de un decorado formado por una naturaleza inmisericorde y extrema encarnada por Alaska, donde las cuitas y motivaciones de sus personajes, animales o seres humanos, se antojan ridículas. Curioso como hasta en las puertas de la muerte, en la agonía más extrema, sigue persistiendo el instinto de consevación y esperanza reflejada también en el comportamiento de los animales antes de morir. 

La vida cumple su misión, la de contribuir al mantenimiento de la especie. “Era la ley de toda la carne. La naturaleza no era bondadosa con la carne. No le preocupaba esa cosa concreta que se denomina individuo. Su interés se concentraba en la especie, la raza”. 

Parece un punto de vista frío y quirúrjico pero especialmente en “La ley de la vida” , London consigue transmitir un tono hermosamente humano y emocionante poniendo voz a los pensamientos y recuerdos del anciano indio abandonado para morir. Impone su marcial resignación.

Retrato de la futilidad de los anhelos humanos, el del desafío a la naturaleza confiando en las propias fuerzas (“Encender una hoguera”) o el de las pasiones humanas más pedestres (el saco de oro en “El amor a la vida”).  La naturaleza es indomable y sólo somos títeres en sus manos. Su domesticación es vana ilusión.

Intención moral, la de intentar transmitir el valor real de lo que nos rodea y de lo que somos.

El lenguaje y el estilo es muy sencillo. De hecho, leí un par de ellos en inglés sin tener que acudir apenas a la traducción. Aunque tal vez un poco duros, me parecen ideales para niños. Son entretenidos y tienen fuerza. Fácilmente exportables a imágenes. De ahí las películas basadas en algunas de sus obras con historias y lenguajes ciertamente cinematográficos.

Una curiosidad. Sin llegar a los extremos que se recogen en sus páginas, a cualquiera que haya hecho ultrafondo de verdad, seguro que le traen a la memoria esos “buenos ratos” perdidos en el monte, emborrachados por esa bruma mental que te envuelve cuando llevas varias noches sin dormir en medio del esfuerzo.

Sorprendente que el autor de palabras que tan bien retrataban el instinto de supervivencia, terminara suicidándose con poco más de cuarenta años. Tal vez pesaron más otras palabras:
“Así era la vida, ¿eh? Una cosa vana y fugaz. Sólo dolía la vida. No existía dolor en la muerte. Morir era dormir. Representaba cesación, descanso. Y entonces, ¿por qué no se conformaba con morir?”

De música, Eddie, claro. Hablamos de Alaska, hablamos de Chris.

Para el próximo día, un relato sobre Charlie Parker de Julio Cortázar, "El perseguidor" de Julio Cortázar.  (Pinchad en el título). 1 de Junio.