Después de muchos años años de experimentar, creo que al final, di con el desayuno perfecto:
Una montaña de rebanadas de pan tostadas, aceite, tomate triturado, zumo de naranja, nocilla, café con leche, (sin azúcar, claro; como el chocolate, siempre negro). El kiwi no es habitual pero tocaba porque al pobre le faltaba poco.
Listo para casi diez horas de trabajo, dos horas de coche y, cuando entrenaba, una nocturna carrera simbólica de media horita.
No sé si hoy la energía me llegará para la cita de esta noche. De San Vicente de la Barquera a Espinama, del mar al corazón de los Picos de Europa, donde ya ha nevado. Más de 80 kms, más de 6.000 metros de desnivel positivo.
En Tilenus fui más entrenado que nunca, arriesgué y me estrellé, más por mala suerte que otra cosa. Aquí llego con un mes vacío, sin entrenos, ni de monte ni de nada. Demasiado trabajo y líos. Espero que conserve algo de la forma de hace un mes. En estas condiciones, la prueba solo depende de mi fortaleza mental. Me lo tomaré con calma con el objetivo de terminar y ya se verá. Por lo menos parece que ya ha parado de llover y no hay malas previsiones.
Sin entrenos, acabe o me retire, las agujetas del domingo serán de las inolvidables. Al menos,la mayoría del recorrido es en ascensión. Donde más se sufre muscularmente es en los descensos. Aunque lo que más me anima es reencontrarme con amigos y tratar de completar la prueba con Asís.
Sí, el desayuno es perfecto, pero lo que de verdad me suministra la energía para todo el día es ese último abrazo antes de salir de casa de SuperSusa, mi superhéroe favorito. Esta noche, a partir de las doce, me toca cumplir a mí. Smash it up!