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domingo, 16 de noviembre de 2014

Sasoon, declaración contra la guerra.


Enlazando con el artículo arnterior, Sigfried Sasson no solo conoció a Wilfred Owen en un hospital de guerra, sino que le llegó a corregir su "Himno a la juventud condenada". Como su colega escritor, también denunció el sinsentido de la carnicería. Finalmente tuvo más suerte, la de sobrevivir.

“Habiendo acabado con la Guerra, hago esta declaración como un acto de desafío a la autoridad militar, porque creo que la guerra está siendo deliberadamente prolongada por los que tienen el poder de terminarla. Soy un soldado, convencido de actuar de parte de los  soldados. Creo que esta guerra, en la cual entré creyendo que era una guerra de defensa y liberación, se ha convertido en una guerra de agresión y conquista. Creo que los objetivos por los cuales yo y mis camaradas habíamos entrado en esta guerra deberían haber sido tan claramente declarados que hubiera hecho imposible  cambiarlos, y que, como esto ha ocurrido, los objetivos que nos obligaron a actuar ahora deberían ser alcanzados por la negociación.
He visto y he aguantado el sufrimiento de las tropas, y no puedo por más tiempo ser partidario de prolongar estos sufrimientos para unos fines que creo son malos e injustos. No protesto contra la dirección de la guerra, pero sí contra los errores políticos y la falta de sinceridad con los combatientes que están siendo sacrificados. De parte de los que sufren hago esta protesta contra el engaño de que están siendo víctimas; también creo que puedo ayudar a destruir la complacencia insensible con la cual la mayoría de aquellos que en casa apoyan la continuación de las agonías que no conocen, y que ellos no tienen la imaginación suficiente de advertir.”

(Carta al Parlamento. 1917)

viernes, 14 de noviembre de 2014

Himno a la juventud condenada


Wilfred Owen, soldado inglés y aunque parezca imposible, poeta en la guerra.

Cambiamos la preposición; ahora sí es más ajustado el retrato: Wilfred Owen, poeta de la guerra, de una de las peores. Muerto en combate una semana antes del fin de la Primera Guerra Mundial.

HIMNO A LA JUVENTUD CONDENADA

¿Doblarán las campanas por aquellos que mueren como ganado?
Sólo la rabia monstruosa de los cañones
el rápido tartamudeo de los fusiles
pueden rezarles una breve plegaria.

Para ellos, no más ceremonias, oraciones ni campanas
ni voces de luto o salvas en coros,
Sólo el agudo, rabioso gemido de coros de obuses
y clarines llamándolos desde dolientes condados.

¿Qué candelabros pueden encenderse para ellos?
No en sus manos de niños sino en sus ojos
brillará la sagrada luz de los adioses.

La pálida mirada de las muchachas serán sus mortajas;
Sus ofrendas, la ternura de dolidos recuerdos
y cada lento atardecer se inclinará ante sus memorias.