Es nuestro día a día marcha marcial. Desbordar días menguantes, la condena de nuestros propósitos. La calma apenas existe y cuando aparece, no es más que espacio abocado a distracciones que nos obligan a acelerar de nuevo porque buscamos la evasión exótica y deslumbrante, siempre nueva. Por ello, resulta aún más sorprendente la existencia de juglares modernos a los que les basta levantar la voz y contarnos un cuento para divertir y enseñar.
Escuchando a Eugenia Manzanera entiendes ese pequeño y gran milagro que es la capacidad del hombre para narrar historias.
Leyendo a Savater comprendes mejor el poder de fascinación de un simple cuento.
"Porque los cuentos y con los cuentos viaja nuestra alma, y también se arriesga, se compromete, se regenera. El niño o el adolescente que se entregue al embrujo de la narración está desafiando en su camino lo inexorable y abriéndose a las promesas de lo posible. De ese insustituible aprendizaje del valor y la generosidad por vía fantástica depende en buena medida el posterior temple de su espíritu, la opción que determinará sus vidas hacia la servidumbre resignada o hacia la enérgica libertad".
Siempre las palabras, siempre el lenguaje.¿Acaso se necesita más para crecer cada día?