Aprovechando prueba a la puerta de casa, no tardé en volver a competir y lo hice en mi tipo de carrera favorita, dura y de poca participación. Media Maratón de Cuatro Calzadas. A pesar de estar junto a Salamanca, no llegamos a 150 los participantes. Terreno complicado, todo el circuito son pistas llenas de irregularidades donde es fácil caerse si vas deprisa y no estás atento. Muchos repechos que te ponen a tono. Buen entreno de fondo y de calidad.
Solo buscaba disfrutar haciendo deporte, librarme del recuerdo de mi penosa experiencia en Cantabria. Solo y tanto. No iría a morir pero tampoco lento. Buenas sensaciones, más rápido de lo que pensaba y siempre entero. Llevo unos días entrenando a diario y se va notando. Imagino que en asfalto ya estoy listo para correr por debajo de cuatro minutos el kilómetro. Lo mejor de la carrera es ir charlando con la gente. De los que conocí el nombre y a los que seguro volveré a ver: Ramón de los "Cazabaches" con quien ya compartí parte del maratón de Riki Abad en Salamanca y Luis Miguel Cáceres del Triatlón Salamanca. A propósito, en la crónica del Soplao no hice referencia a Daniel, un chaval muy majete, lector asturiano del blog. Abrazo, dagal. ¿Nos vemos en El Soplao 2013, ya con dorsal 77?
Al final 1:32. Puesto 43. Enterito. En el buen camino.
De todas formas, lo mejor del fin de semana fue asistir el sábado por la noche al concierto de la Orquesta Sinfónica de Castilla y León. No soy un experto pero sí he visto bastantes conciertos de música clásica aunque nunca una sinfónica con cien músicos. Tocaron dos sinfonías, la quinta de Schubert, la cuarta de Shostakovich. Interpretando esta última, con toda la orquesta al completo, aquello era sencillamente brutal. Volumen rockero para la perfección. Reunión de voluntades y talentos para construir algo único durante apenas un par de horas, una gigantesca catedral que se desvanece un instante antes del comienzo del aplauso.
Estábamos en segunda fila. Algunos músicos muestran un entusiasmo contenido imposible de disfrazar al realizar su trabajo, es fantástico ser testigo de cómo vibran con algún pasaje, con la magia que nace de sus manos o de la de sus compañeros. Seres afortunados los que pueden dedicarse a aquello que aman con pasión, pagando el duro peaje de una dedicación obsesiva.
Os dejo la creciente parte final del primer movimiento de la Sinfonía número 7 de Shostakovich, "Leningrado", el disco que yo tenía del compositor ruso. Desde que la escuché, detecté el ascendiente sobre la banda sonora de Alex North en "Espartaco". La Cuarta Sinfornía que escuchamos el sábado no se llegó a estrenar en vida del autor. Intimidado por las críticas a anteriores composiciones por considerarse demasiado audaces o fuera del canon de lo que el régimen soviético consideraba como cultura edificante, decidió prescindir de una obra con demasiados elementos vanguardistas o rompedores. El asfixiate clima de compañeros intelectuales perseguidos por sus obras, le hizo desistir. Se estrenó después de su muerte. Seguro que nuestro experto en estas materias, Phaeton, que supongo que aunque no lo viera, andaría por allí, aporta algo.
Vale.
"¡¡YO SOY ESPARTACO!!"