miércoles, 28 de febrero de 2018

¡Embriagaos!


"Hay que estar siempre borracho. Todo consiste en eso: es la única cuestión. Para no sentir la carga horrible del Tiempo, que os rompe los hombros y os inclina hacia el suelo, tenéis que embriagaros sin tregua.
Pero ¿de qué? De vino, de poesía o de virtud, de lo que queráis. Pero embriagaos.
Y si alguna vez, en las gradas de un palacio, sobre la hierba verde de un foso, en la tristona soledad de vuestro cuarto, os despertáis, disminuida ya o disipada la embriaguez, preguntad al viento, a la ola, a la estrella, al ave, al reloj, a todo lo que huye, a todo lo que gime, a todo lo que rueda, a todo lo que canta, a todo lo que habla, preguntadle la hora que es; y el viento, la ola, la estrella, el ave, el reloj, os contestarán: «¡Es hora de emborracharse! Para no ser esclavos y mártires del Tiempo, embriagaos, embriagaos sin cesar. De vino, de poesía o de virtud; de lo que queráis.» 

(Charles Baudelaire)

lunes, 26 de febrero de 2018

HUMANIDADES: SE TRASPASA

Comparto una carta de Alberto Santamaría, profesor de Análisis del discurso artístico y literario de Susana, a cuenta del concurso para el diseño de una etiqueta de Mahou por los alumnos de Bellas Artes de Salamanca con motivo del VIII Centenario de la Universidad. Una propuesta que define a la perfección el valor y precio de las Humanidades y hasta de la Universidad, Salamanca en particular: el de un sexteto cervezil que decía Homer, que para algo somos gente de letras estudiá.


Queridas alumnas y alumnos.
Este no es un mensaje académico. Ni está relacionado con ninguna asignatura. O sí. No lo sé.
            Os escribo estas palabras con un objetivo bien claro: no aceptar lo intolerable. Estar en una facultad de Bellas Artes supone muchas cosas, unas mejores y otras peores, pero la esencia de todo es entender que la práctica artística y la formación académica y el fomento de un espíritu crítico debe estar unido a la pulsión creativa que está en cada uno de vosotras y de vosotros. Vivimos, y os toca de cerca, una realidad en la que a los raperos se les condena a la cárcel por las letras de sus canciones o se censuran obras de arte por el simple hecho de que el discurso de estas obras no casa con la lógica de la clase dominante. Esto es lo intolerable. Y a ello hay que oponerse porque si no el panorama es aterrador.
            Pero hay otro tipo de “lo intolerable” del cual os quiero hablar y por eso os escribo estas líneas. Es un “intolerable” que pasa más desapercibido, que es menos visible y que incluso, por su cercanía, puede parecer hasta entrañable, pero que es, a la larga, si lo aceptáis, igualmente peligroso. Me refiero al modo en el que la universidad abandona esa veta de formación académica y fomento del espíritu crítico y se vende a las dinámicas de un mercado que defiende abiertamente la precariedad. Estoy hablando en concreto del concurso que la Universidad, en complicidad con la marca de cerveza Mahou, y el VIII centenario de la USAL han puesto en funcionamiento. Se trata de un concurso en apariencia inofensivo, pero del cual deberíais defenderos, cuando no protestar. Se trata de invitar a los alumnos de esta facultad a diseñar la etiqueta para los botellines de esa marca de cerveza, hasta ahí todo bien. Sin embargo, el premio o el pago recibido son 12 packs de cerveza y una ayuda económica para la formación (que una vez indagado son 500 euros, algo ridículo).  La idea que se deduce de esto es que vuestro futuro laboral será así; la precariedad, el pago en cerveza. Esto perjudica fuertemente vuestra propia profesionalización. La falta de respeto hacia vuestro trabajo, para algunos vuestra verdadera vocación, es increíble. Para entenderlo mejor, baste una comparación. Durante estos días, habrá también premios y concursos en facultades de ciencias, ¿creéis que a ellos les pagan con cerveza? Por supuesto que no. El desprecio a las humanidades es radicalmente visible en este caso, y en muchos otros. Os invito a NO aceptar este juego. Os invito a NO aceptar lo intolerable.
            Esta carta es simplemente la carta de uno de vuestros profesores que a título personal ve una ofensa radical a vuestro quehacer diario, a vuestra forma de entenderos y entender el mundo. Una ofensa también a vuestro futuro. Os animo simplemente a no entrar en su juego, o a señalar que esa no es la forma en la que se recompensa el trabajo de unos estudiantes.
            Nada más, podéis compartir estas líneas con compañeros y compañeras de otros cursos, difundir, tirar a la papelera o hacer lo que queráis con esta carta. Simplemente quería exponeros estas ideas.
            Recibid un cordial saludo.
            Alberto Santamaría.

miércoles, 21 de febrero de 2018

Jesús Coyto, retrato de interiores


Resulta imposible para el espectador o receptor de la obra artística el colocarse en el contexto de la creación, en todo lo íntimamente asociado al proceso de formación, al porqué del nacimiento de la obra, en este caso la pintura de Jesús Coyto.

Si además la exposición se encuentra articulada en forma de retrospectiva, abarcando casi una vida, parece que la desconexión se ha de acentuar aún más, por la necesaria contaminación del recuerdo de unas vivencias, las de la propia creación, las que dieron origen a la misma, a las que el transcurso del tiempo ha de convertir en algo distinto hasta para el mismo autor.

Es habitual ese empeño del espectador inseguro, el de buscar un significado a lo que no persigue únicamente un ideal de representación o la búsqueda de belleza. Asociar significados puros y claros es elegir un rumbo equivocado, tarea fútil por principio en nuestro enfrentamiento con lo enunciado por el artista.

La excepcional exposición de Jesús Coyto que acoge el Palacio de los Águila hasta el próximo domingo nos ofrece testimonios en forma de ventanas que coinciden con distintas etapas vitales del autor, reflejando los cambios que todo ser humano experimenta a lo largo de su existencia. La ventaja del artista, aquí pintor, ocasionalmente escultor, es su capacidad para contarlo valiéndose de armas y canales de los que la mayoría carece, o que simplemente decidieron, por acción u omisión, sellar para no escuchar la profundidad de los misterios que nos requieren de continuo.

Coyto, tras esos cristales a los que él alude frecuentemente, nos ofrece la interpretación del testigo de su propia experiencia, elude la figuración con el resultado siempre espectacular de una masa informe en la que el empleo de las gamas de colores y técnicas son cambiantes, siempre en pos de describir entornos a los que su ojo atribuye connotaciones mágicas, sea la naturaleza, el mar, la albufera, sean pueblos recordados, sea el poder del viento soplando en las velas, sean las ciudades pobladas de existencias encarnadas en sombras, tal vez la definición más ajustada del ser humano, sean las vigilantes arquitecturas y esculturas creadas por el hombre en su ansia de imposible eternidad, como Saint Michelle o Salamanca, deformadas por la naturaleza y el ojo del artista.

De fondo el tiempo, motivo constante que se repite implícita o expresamente, la imposibilidad de asirlo, líneas fragmentadas en compartimentos, en formas geométricas, en ventanas y destellos de fotografías de protocolo, de ritos y convenciones pasadas tan ajenas, de vivencias olvidadas siempre misteriosas.

El tiempo fluyente como la cera empleada justo un instante antes de detenerse en forma ya inmutable, en los recios empastes o en el óxido congelado en nuevas formas de movimiento y vida, en las que algo se adivina a través de las pistas dejadas por el autor, por las letras, los símbolos, las leyendas, la llamada a la encerrado en nosotros mismos, que ya hacía la mitología también presente en esta celebración de la pintura.

Un hombre que de niño sufrió la maldición del mal de ojo solo podía convertirse en artista maldito, con una temprana descripción de la laguna Estigia con ecos de los infiernos del Bosco. Tal vez por eso se retrata a él mismo tirando del manual del lado oscuro, de imágenes de libros de conjuros como murciélagos y gatos negros.

Un proceso que sigue en marcha, lejos de las grandes metrópolis de antaño, el proceso que es el vivir, el crear, la condena de encontrar la forma de seguir contando lo mismo, los misterios del existir a través de la íntima ensoñación, búsqueda sin fin del nuevo, del verdadero camino.

Se dice que la Historia no se puede contar por los protagonistas de los acontecimientos, al estar demasiado implicados. En esta exposición asistimos a mucho de la historia de Jesús Coyto de una forma distinta a lo que él nos contaría con palabras, distinto a lo que plasma en sus pinturas, distinto a lo que nosotros vemos, sin saber nunca cuál será el verdadero camino, porque no existe una forma correcta de ver, de leer, de vivir, solo nos queda rastrear sus huellas colgadas en paredes tratando de explicar.

viernes, 16 de febrero de 2018

¿Conocéis el lugar llamado Urueña?


Ese pueblo de Valladolid enredado en la inabarcable eternidad del páramo castellano, como tantos otros, de doscientos habitantes; como unos pocos, con las mismas razones que nosotros, entre los pueblos más bonitos de España; como bastantes menos, con galerías y museos para chicos y grandes; como casi ninguno, con doce librerías especializadas de nuevo y de viejo, donde los tesoros para iniciados aparecen en cada rincón. 

La nuestra era una cita anual por Navidad pero este año hemos decidido regresar en verano, como todos deberíais hacer algún día. 

"¿Conocéis el lugar?"
(Poema de Antonio Colinas dedicado a Ureña)

¿Conocéis el lugar donde van a morir
las arias de Händel?
Creo que es aquí, en este espacio
donde se inventa la infinitud de los amarillos;
un espacio en el centro del centro de Castilla
en el que nuestros cuerpos podrían sanar para siempre
si tus ojos y mis ojos
mirasen estos páramos
con piedad absoluta
y en donde hasta el espíritu suele arrodillarse
para hacernos su ofrenda
en rosales de sangre.
En este espacio hay un fuego blanco
en el que viene a expirar esa música
que nos llega de lejos, ¡de tan lejos!


¿Conocéis el lugar donde van a morir
las arias de Händel?
Está aquí, en una tierra con más cielo que tierra,
donde los ruiseñores serenan la alameda
y la alameda serena a los ruiseñores,
y con la emanación
húmeda del tomillo más nocturno,
acude un enjambre de estrellas
a venerar la última espina de Cristo.
Es el lugar donde la luz
llora luz,
y la catedral de los cardos
alza su grito de silencio,
y están solas, muy solas, las vírgenes anunciadas,
y el pueblo amurallado y muerto
asciende vivo sobre un horizonte de lágrimas,
no sé si como un salmo
o como una corona de piedras inciertas.


¿Conocéis el lugar donde van a morir
las arias de Händel?
Está aquí, en el centro del centro de Castilla,
donde por los linderos morados
se tensa, como un arco, la luz;
es un espacio en que la nada es todo
y el todo es la nada,
y en el que junio joven viene por los montes
vertiendo de su copa oro líquido.
Es un lugar en el que el espacio y el tiempo
sólo son una hoguera
que arde y que mantiene su combustión
gracias a nuestras vidas
(quiero decir:gracias a nuestras muertes).

La música que más amáis
aquí tiene su tumba.
Es la música que, a través de la respiración de las espigas,
viene a morir en la luz que respiran nuestros pechos.



miércoles, 14 de febrero de 2018

El cerebro de Emily Dickinson


El cerebro - es más amplio que el cielo -
-colócalos juntos-
contendrá uno al otro
holgadamente - y a ti - también


El cerebro es más hondo que el mar -
retenlos -  azul contra azul -
absorberá el uno al otro -
como la esponja - al balde -


El cerebro es el mismo peso de Dios -
pésalos libra por libra -
hallarás la misma diferencia -si la hubiere-
que separa a una sílaba del sonido

viernes, 2 de febrero de 2018

La tortuosa redacción del nuevo Index librorum prohibitorum


Caro Baroja llamaba socilogistmo a esa absurda práctica consistente en enjuiciar con criterios actuales fenómenos y productos generados en contextos históricos pasados. 

A cuenta de las últimas decisiones sobre retirada de cuadros de museos por no adaptarse a los cánones de lo tolerable según la mentalidad actual, me pregunto si con el tiempo y el progresivo rigor de los criterios que definen lo correcto, podrá quedar algo que se salve de la quema, si permanecerá algún museo abierto . Y es que el mundo de la cultura está poblado de personajes y autores miserables, temáticas y discursos hoy no entendibles o de simples exponentes de otro tiempo, que nunca podremos llegar a comprender al haber sido programados en ambientes muy distintos.

Querer reducir el arte a lo edificante o a lo tolerable es sencillamente matarlo, es hurtarle su inherente factor de provocación. Realmente me admira  que la poderosa mayoría de zoquetes integristas que promueven estos sinsentidos son gente leída y estudiá, lo que hace preguntarme por la orientación del sistema educativo vigente.

Me resulta difícil marcar fronteras con  las actitudes de otros ilustres chalados en estos ámbitos,  la del ISIS, las de los movimientos iconoclastas, la que encarna nuestro clásico Índice de libros prohibidos o las recurrentes pilas de libros que se han amontando a lo largo de la Historia; puede que hasta ahora sea una simple diferencia de grado en la respuesta. Mas al final acaberemos como los de las runas, haciendo ferias de arte degenerado. Al tiempo.

jueves, 1 de febrero de 2018

Qué bien que ya se murió Delibes


Una de las joyas de mi humilde biblioteca es el regalo de un amigo, el discurso de entrada de Miguel Delibes en la Real Academia de la Lengua en 1975, dedicado por el propio autor. Bajo el título de "El sentido del progreso desde mi obra" se articula un poderoso manifiesto ecologista de exaltado amor a la naturaleza. 

Después de leerlo, pensaba yo cómo en estos tiempos el cada día más poderoso comisariado político de lo correcto, cercenador de libertades, especialmente vigilante en el campo de cualquier manifestación artística, le hubiera negado el salvoconducto no solo de expresión, sino del casi existir a un castellano serio algo rancio, de bella y profunda prosa mas carente de glamour, y además cazador. 

Comparto estas inspiradoras líneas sobre la educación, seguro formadas a la luz del faro de Montaigne que contaba aquella gran verdad de "Lo más maravilloso del mundo es saber pertenecer a uno mismo". En ello estamos.

"La felicidad no consiste en ganar mucho dinero, sino en que la tarea que se hace se haga con gusto. El día que cada niño, al llegar a hombre, pueda llegar a ser aquello que desea y para lo que está dotado, habremos conseguido un  mundo feliz. El niño no perderá su alegría al transformarse en hombre si ante el haz de oportunidades que se le ofrecen, acierta a elegir la buena, esto es, la adecuada a su manera de ser.

Claro que para poder acertar tenéis que informaros antes de lo que es una cosa y de lo que es otra cosa. Formar a los niños debe ser un sucesivo despertar de curiosidades que luego, a lo largo de la vida, se irán saciando con la lectura y la experiencia"

Yo ya no soy un niño, pero insisto: en ello estamos.