
Se acaba el verano. Se acaba el río. Por un lado alivia la huida de las hordas de turistas de agosto, cuando a pesar del buen tiempo, el paraje pierde parte de su encanto por el guirigay que se monta; por otra parte todos sabemos que eso es señal de que el fin está cerca. Todavía tenemos que disfrutar de uno de los mejores meses del año, cuando ya somos pocos los que bajamos para bañarnos y sentarnos a leer o charlar o simplemente escuchar el río. Sin embargo, ya dependemos del tiempo y la espada de Damocles, en forma de cuatro días malos que supongan la clausura definitiva de la temporada, se cierne peligrosa.
Y poco queda para que también se acabe la natación de verdad y comencemos a dar giros (no muchos, la verdad) a la horrible piscina cual hamster enjaulado. Aguantaremos algo con el neopreno aunque no es lo mismo.
En “Roma”, la película de Adolfo Aristarain, el padre del protagonista niño, le cuenta a éste como al río se va a contar las penas, las tristezas para que se lleve lejos todo lo que nos hace mal. Desde que la escuché siempre me ha gustado esa imagen. Desde crío, mi río me ha escuchado contarle penas aunque afortunadamente en más ocasiones ha sido testigo de mis besos o de mis risas en conversaciones nocturnas memorables
Comienza el largo invierno y aunque el paseo esporádico calme la comezón, sabemos que hasta primavera y el buen tiempo no volveremos a hablar y a escuchar ese canto eterno de nuestro Río Águeda.
Y poco queda para que también se acabe la natación de verdad y comencemos a dar giros (no muchos, la verdad) a la horrible piscina cual hamster enjaulado. Aguantaremos algo con el neopreno aunque no es lo mismo.
En “Roma”, la película de Adolfo Aristarain, el padre del protagonista niño, le cuenta a éste como al río se va a contar las penas, las tristezas para que se lleve lejos todo lo que nos hace mal. Desde que la escuché siempre me ha gustado esa imagen. Desde crío, mi río me ha escuchado contarle penas aunque afortunadamente en más ocasiones ha sido testigo de mis besos o de mis risas en conversaciones nocturnas memorables
Comienza el largo invierno y aunque el paseo esporádico calme la comezón, sabemos que hasta primavera y el buen tiempo no volveremos a hablar y a escuchar ese canto eterno de nuestro Río Águeda.
Sin embargo no hay pena; el año que viene todos los jaramugos nos volveremos a encontrar, como desde hace tantos años, como nuestro nombre indica, en nuestro sitio, en el río. Y seguro que Javier, el benjamín de la panda, ya habrá comenzado a correr y charlar y nos volverá a todos un poco locos. Pero bueno, el sector radical aguantará mientras se pueda, a oscuras, con el farol, con unas botellas de vino, con música. ¡Cómo olvidar esa mítica noche de despedida el día de la muerte de Johnny Cash!
Disfrutaremos mientras se pueda. Hay que reconocer que las últimas semanas las puestas de sol y las cervezas a oscuras en la pesquera han sido de las mejores.
Disfrutaremos mientras se pueda. Hay que reconocer que las últimas semanas las puestas de sol y las cervezas a oscuras en la pesquera han sido de las mejores.

Como un miembro del club es un entusiasta de Pessoa, aquí le pongo unos versos que no se si conocerá, y que el genio, medio hermafrodita él, dedicaba a su “amada” Ofelia cuando le requería amores. Él prefería ver correr el río.
“Amémonos tranquilamente, pensando y podríamos
si quisiéramos , cambiar besos, abrazos y caricias,
pero que más vale estar sentado uno junto al otro
oyendo correr el río y viéndolo”.
(En portugués seguro que suena mejor)
P.S. Para que veáis de que guisa se pasea el Ironmanu por el río. Si es que lleva fatal lo de haber vendido la Harley. David, ¿a qué se la cambiabas por tu P3 sin dudar?
Y para acabar un “pata negra” del incipiente castellano, un fragmento donde compara la vida de los hombres con los ríos. Seguro que todos los mayorcitos recordamos del instituto las “Coplas a la Muerte de mi Padre” de Jorque Manrique. Aunque supongo que lus dagalis esta cosas las seguirán estudiando. Vamos, digo yo.
Nuestras vidas son los ríos
que van a dar en la mar,
qu´es el morir;
allí van los señoríos
derechos a se acabar
e consumir;
allí los ríos caudales,
allí los otros medianos
e más chicos,
allegados, son iguales
los que viven por sus manos
e los ricos.
que van a dar en la mar,
qu´es el morir;
allí van los señoríos
derechos a se acabar
e consumir;
allí los ríos caudales,
allí los otros medianos
e más chicos,
allegados, son iguales
los que viven por sus manos
e los ricos.