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jueves, 27 de septiembre de 2012

Yo fui hincha de River



Alguna noche, entre bromas, le planteaba a algún amigo futbolero una ocurrencia absurda, como siempre son las de madrugada entre cervezas: la de poner en marcha una tertulia sobre fútbol en la que requisito imprescindible para participar fuera el de no ver fútbol. La atención,  la sobreexposición, la cobertura es tan asfixiante y  desmedida que no es necesario ver partido alguno para defenderse charlando sobre el tema e incluso hasta pasar por experto.

Desarrollando la idea, se me ha ocurrido crear una sección en el blog: "Yo fui hincha de River".  Cuando se tercie, escribiré sobre deporte profesional, el que la sociedad considera deporte de verdad pero que yo entiendo más alejado del real, para mí, siempre el popular. Sinceramente, el deportista que más admiro es este.

Durante los últimos años he cambiado mucho en mi forma de pensar en muchos ámbitos, espero que para bien. Uno de los cambios más drásticos fue el de mi relación con el fútbol y  en los últimos tiempos, con cualquier retransmisión deportiva. Hace ya más de una década yo fui forofo al uso, blanco, para más señas. No me perdía ni un partido y siempre estaba pensando en el siguiente compromiso. Por eso entiendo perfectamente la creciente histeria colectiva y esas reacciones desaforadas que a veces sorprenden pero que la sociedad ha terminado por aceptar como normales.  No sé muy bien cuál fue la tecla que me apartó de ese absorbente mundo. Paradójicamente, cuanto más deporte practicaba, menos veía. Lo que cada día tengo más claro es que el tiempo del que dispongo lo prefiero emplear en otras aficiones por las que sí siento realmente pasión.

Durante los últimos tiempos, no es que no vea fútbol, es que el proceso se ha agudizado. Ya no veo nada. Yo procedo del baloncesto, en teoría estoy enamorado de este deporte y nunca creí que me desvincularía por completo de sus competiciones. Ni ciclismo, ni atletismo, ni tenis. No os digo ya de deportes de motor. En las Olimpiadas vi los 100 metros lisos porque menos de diez segundos efectivamente no te hacen perder mucho tiempo y la final de baloncesto. El último partido de fútbol, la final del Campeonato de Europa porque te sientes casi obligado. He de reconocer que disfruté porque ambos equipos jugaron como nunca imaginé que vería a selecciones españolas. 

Sin embargo, a pesar de situarme al margen, estoy al tanto.  Francamente es imposible no estarlo. No leo artículos de prensa deportiva forofa (tipo Marca y demás) cuyo sesgo en los últimos tiempos se me antoja hasta peligroso pero disfruto de verdad con artículos sobre el tema de gente que respeto, como Segurola o John Carlin.  Por no hablar de Nick Hornby, escritor alma gemela y que me hizo pasar tan buenos ratos con ese biblia del ultra futbolero que es "Fiebre en las gradas". Y es que el deporte es terreno fértil para extraer buen material o debería serlo. Es curioso que en el cine, si exceptuamos el subgénero del boxeo -que bien merecería un post-, no se hayan facturado grandes obras de verdad. 

A lo que iba, en esta sección escribiré sobre lo que me apetezca o lo que me sugiera alguna competición, deportista, cuestión, aunque siempre desde un punto de vista tramposo, sin haber sido testigo directo sino a partir de lo que me llega a cómo percibo algún sucedido, de esos que tienen tanto eco en nuestros medios periódicamente. Así que bien me podéis decir que no tengo ni idea y que no sé de qué hablo, aunque yo creo que la cosa puede dar juego.

Os dejo a un verdadero militante de trinchera, un vídeo descacharrante que la mayoría habéis visto pero con el que es imposible no reírse una vez más.

Vale.