Solo puedo comenzar con un "gracias". LLevaba meses buscando recuperar la pasión por lo que yo entiendo como el deporte real, el de fondo. El que por definición es más simple y básico. Las esencias han de ser puras. Toqué fondo en "El Soplao", donde un poco harto de todo y de mí mismo por no entrenar y no ser capaz de recordar las razones que te empujan a luchar, decidí tomarme un descanso en la carrera y en mi carrera globeril, sentarme a esperar si ocurría algo o nada para intentar volver al redil poco a poco.
Y he aquí que este primer sábado de Agosto, entre los Picos de Europa, me di de bruces con lo que había perdido. Un parto que vino a durar unas nueve horas para recuperar ese hambre que, en tantas ocasiones, la vida real trata de arrebatarte.
Cuando derrotado, vences.
No llegué si quiera a completar un tercio del desafío y me sentí tan o más feliz que en cualquiera de las carreras de más fuste que he completado. Me vencí a mí mismo, encontré algo que había perdido hace tiempo, eso tan difícil de encontrar porque hasta es difícil de explicar. Los sueños, la ilusión por continuar. Sin ello, todo lo demás, cada meta, no puede resultar más que gris, no puede estar más que coja, los objetivos tienden a difuminarse en el horizonte por falta de compromiso. Curioso que alimentara mis ganas de competir fuera de una carrera propiamente dicha, en lo que venía a ser en una tremenda jaramugada. Cada día tengo más claro que las metas y las normas las pones tú.
El escenario. Cada día tengo más claro que "Picos de Europa" son mis montañas preferidas. Hermosas y difíciles, misteriosas porque asustan y porque, aunque paso por allí prácticamente cada año, me sigo sintiendo un intruso pidiendo permiso. Me traen recuerdos, me resultan acogedoras y sobrecogedoras a la vez, accesibles e inabarcables a un tiempo.
La compañía. Gente con clase, algunos élites de los de verdad, con galones intimidantes -no figurines con ínfulas-, que ajustaron sus ritmos a los clases medias, que en este banda éramos los menos. Tipos duros y sencillos que saben disfrutar de lo que les gusta, de la montaña, del deporte, de crearse y superar dificultades. Del Estado Mayor encarnado por Pablo y Nerea, a la ilusión del que recoge los primeros frutos del trabajo reciente, la de un Antonio que probablemente estuviera más satisfecho que alguno de los cinco "finishers"
El reto. Me sobran dedos en las manos para contar a las personas que han completado esta ruta en España. Más de 9.000 metros de desnivel positivo y 125 kms.que unen todos los refugios de Picos de Europa a través de sendas que solo puede reconocer el ojo experto.
La tensión. El estímulo de saberse importante en el humilde y ambicioso fin de tratar de no estorbar, no ralentizar al grupo. Buen ritmo -siempre con adelanto respecto a la estimación prevista por Pablo-, continuo y sin apenas pausas. Ascensiones largas y cortas, descensos técnicos o más fáciles, canchales o pasos peligrosos; un verdadero parque de atracciones para el corredor de montaña. La responsabilidad de formar parte de una suerte de unidad de destino que te obliga a estar siempre alerta, a no descuidarte.
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Me sentí bien, cómodo. Acabé entero, sin asomarme a límite alguno. Descarté seguir en Poncebos porque sabía que mi cuerpo no estaba preparado para la distancia, el desnivel y las horas que restaban. No quería convertirme en un lastre para mis compañeros. En una zona que no conozco y sin marcas, me daba miedo palmar y que los males llegaran de pronto y sin avisar, como ocurre a veces. Las vías de escape eran escasas y me quedaba largo Lagos. En una carrera al uso, con la ruta marcada, hubiera seguido seguro. De hecho, me volví a Ciudad Rodrigo el sábado por la noche. Al final algo menos de 40 kilómetros, algo más de 2.700 de positivo.
Solo puedo terminar con otro "gracias". A Miguel, Manuel, Raúl, Jorge, David, Pablo, Nerea, Antonio, a "los Moncheta", Valentín y Óscar -a ver si no tardamos tanto en volver a vernos y empollamos nuevos proyectos en común-, a ese maravilloso equipo de apoyo siempre dispuesto y comandado por Roberto y al que se unió Maika, Encarni y Ana además de a Jesús "Remoña" por sus atenciones y detalles en Espinama, a Chelis por ese espectacular reportaje fotográfico del que ya pondré más fotos mañana. Nos volveremos a ver, seguro.
Espero que en el futuro lo vuelvan a intentar. Entonces volveré seguro, más fuerte y preparado y sobre todo más de seguro de mí mismo y entonces lo conseguiré.
Una de las cosas buenas del fin de semana fue conocer personalmente a Chelis. Aparte de ser el gran tipo que se intuía tras sus líneas, fui testigo de lo que es bajar montañas como si fueras dibujo animado, tal como una cabritilla. Impresionante, de verdad.
Los cinco magníficos, los verdaderos señores del Anillo. Algo más de 30 horas.
Renacimiento. "Born Again". Black Sabbath. Ni Ozzy, ni Dio. La voz es de Ian Gillan de Deep Purpple.
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