Mostrando entradas con la etiqueta Roma. Mostrar todas las entradas
Mostrando entradas con la etiqueta Roma. Mostrar todas las entradas

martes, 26 de junio de 2018

Lucrecio, "La herida oculta"


Tras elegir mi camino, sigo ahí dale que te pego a la cultura clásica, tratando de ponerme en la medida de la posible en situación,  de "pensar y sentir de un modo distinto al que lo hacemos", que decía Inglis para definir el camino de la Historia. Además de historiadores, sigo visitando y revisitando obras de autores clásicos. La herida oculta, maravilloso poema de Lucrecio (I a.C.), extraído de la Antología de poesía latina de Luis Alberto de Cuenca y Antonio Alvar.

"La herida oculta" 

Al poseerse, los amantes dudan.
No saben ordenar sus deseos.
Se estrechan con violencia,
se hacen sufrir, se muerden
con los dientes los labios,
se martirizan con caricias y besos.
Y ello porque no es puro su placer,
porque secretos aguijones los impulsan
a herir al ser amado, a destruir
la causa de su dolorosa pasión.
Y es que el amor espera siempre
que el mismo objeto que encendió la llama
que lo devora, sea capaz de sofocarla.
Pero no es así. No. Cuanto más poseemos,
más arde nuestro pecho y más se consume.
Los alimentos sólidos, las bebidas
que nos permiten seguir vivos,
ocupan sitios fijos en nuestro cuerpo
una vez ingeridos, y así es fácil
apagar el deseo de beber y comer.
Pero de un bello rostro, de una piel suave,
nada se deposita en nuestro cuerpo, nada
llega a entrar en nosotros salvo imágenes,
impalpables y vanos simulacros,
miserable esperanza que muy pronto se desvanece.
Semejantes al hombre que, en sueños,
quiere apagar su sed y no encuentra
agua para extinguirla, y persigue
simulacros de manantiales y se fatiga
en vano y permanece sediento y sufre
viendo que el río que parece estar
a su alcance huye y huye más lejos,
así son los amantes juguete en el amor
de los simulacros de Venus.
No basta la visión del cuerpo deseado
para satisfacerlos, ni siquiera la posesión,
pues nunca logran desprender ni un ápice
de esas graciosas formas sobre las que discurren,
vagabundas y erráticas, sus caricias.
Al fin, cuando, los miembros pegados,
saborean la flor de su placer,
piensan que su pasión será colmada,
y estrechan codiciosamente el cuerpo
de su amante, mezclando aliento y saliva,
con los dientes contra su boca, con los ojos
inundando sus ojos, y se abrazan
una y mil veces hasta hacerse daño.
Pero todo es inútil, vano esfuerzo,
porque no pueden robar nada de ese cuerpo
que abrazan, ni penetrarse y confundirse
enteramente cuerpo con cuerpo,
que es lo único que verdaderamente desean:
tanta pasión inútil ponen en adherirse
a los lazos de Venus, mientras sus miembros
parecen confundirse, rendidos por el placer.
Y después, cuando ya el deseo, condensado
en sus venas, ha desaparecido, su fuego
interrumpe su llama por un instante,
y luego vuelve un nuevo acceso de furor
y renace la hoguera con más vigor que antes.
Y es que ellos mismos saben que no saben
lo que desean y, al mismo tiempo, buscan
cómo saciar ese deseo que los consume,
sin que puedan hallar remedio
para su enfermedad mortal:
hasta tal punto ignoran dónde se oculta
la secreta herida que los corroe.

lunes, 25 de junio de 2018

Centum Cellas (Belmonte)


Una de las construcciones más alucinantes que podemos visitar en nuestras tierras es la torre conocida como Centum Cellas en Belmonte (Portugal). De lo apropiado del adjetivo da cuanta la segura primera reacción del visitante al encontrarse el edificio, sorprendente por lo inusual, imponente por su tamaño.

Hay autores que se inclinan por una función original de mansio, lo que hoy consideraríamos una posada para descansar durante al viaje, debido a su ubicación en las cercanías de la vía que unía Emerita y Bracara Augusta, además de encontrarse a los pies de la subida a la sierra de la Estrella. Sin embargo, la que parece tesis más correcta es la de que se trató de la villa de una familia, los Caecilii, del siglo I al IV, dedicados a la explotación agrícola y minera. 

Existen varias fases en la construcción durante la época romana, pero lo que la caracteriza es su idea de simetría, funcionalidad y buen hacer, siguiendo en cuanto a la técnica constructiva, desde la misma base y asentamiento, en lo referido a distribución, tallaje y ubicación de los sillares, los mandamientos y recomendaciones del ilustre arquitecto y teórico Vitrubio, lo que por otra parte, ha logrado que llegue en pie hasta hoy.


En todo el complejo hay sucesivas ampliaciones ya durante la Edad Media, cuando se utiliza como atalaya, se amplía el poblado y  se incluye una capilla con un pequeño ábside. 

El paraje no dispone de una señalización e información dignas del motivo,  pero de verdad que merece la pena dar un paseo para contemplar la maravilla.

jueves, 15 de septiembre de 2016

Donde el arte queda vencido por su misma materia


"Por si los viajeros desean saber por quien

y por qué se fabricó este puente gigantesco y

este templo cavado en la misma peña del Tajo

lleno de la majestad de los dioses y del Cesar

en donde el arte queda vencido por su misma materia

sepan que Lacer, hombre esclarecido en

el arte divino de la arquitectura, hizo este puente, 

que durará mientras dure el mundo" 
Puede que la pregunta del caminante, la del viajero en el tiempo, siempre sea la misma del interesado por la Historia,tratando de entender el carácter de la relación con su tierra de los que le precedieron, seguro no tan alejada de la suya como piensa. 
Me pregunto si no resulta aún más intimadante que cualquier victoria militar el que un pueblo dominador sea capaz de construir algo tan impresionante y abrumador como el puente de Alcántara. 
"Donde el arte queda vencido por su misma materia", poética forma de describir una obra de ingeniería, bella en su persecución de lo práctico y duradero.
 

miércoles, 31 de julio de 2013

"Julio César". Una noche mágica en el Teatro de Mérida


El sábado  fue uno de esos escasos días en la vida en que se tacha un deseo de esa lista imaginaria y tan cambiante con los años, que todos guardamos bajo el título: "Cosas que me gustaría hacer en la vida".

El sábado asistí a una obra de teatro en el Teatro Romano de Mérida.



Aprovechando que Susana es una entusiasta del teatro, hace tiempo nos planteamos acudir y la fecha que cuadró fue este fin de semana. Menú de gourmet:  era Shakespeare, era "Julio César".

"Julio César" lo leí de chaval, en una época en que todo lo relacionado con Roma, ejercía un extraño magnetismo en mí. Muchos años después, sigo en las mismas, pero más selectivo. Admiro todo lo romano pero me interesa más el proceso que lleva a un pequeño pueblo, en apenas  quinientos años, a dominar el mundo conocido; no solo militarmente, lo que resulta más admirable. La etapa imperial -lo que casi todo el mundo entiende por romano- es un largo estertor de casi quinientos años de decadencia con sus etapas y personajes brillantes pero los cimientos vienen de mucho más atrás, de unas virtudes que proporcionaron a este pueblo una fuerza ineluctable, poco a poco erosionada por la tentación del placer y el abandono de la austeridad y los modelos de vida de sus antepasados republicanos.

Cuando leí la obra,  me voló la cabeza. Volví a ella mayor y más formado sin rastro de esa habitual decepción que acompaña al que revisita pasiones pasadas. Es más, la encontré aún mejor porque estaba más preparado para apreciarla. Es inevitable abusar del calificativo pero aquí no cabe otra: un clásico. La mejor prueba es su vigencia. Está tan vivo que tristemente asusta. La eterna lucha entre poder y libertad. 

No soy mitómano. A casi todos los grandes nombres de la Historia, como por otra parte es de sentido común, le encuentro sombras. Si tuviera que elegir, podría elegir a  Bruto, cuyo honor y virtud le obligan a convertirse en asesino, en asesino del que ama. Claro, es el Bruto al que pone voz Shakespeare. Al llenarlo de las dudas y  lucha interior que debería albergar un hombre decente, al inventarse un Bruto henchido de la bella dignidad que le proporciona la pluma de Shakespeare, puede que lo deshumanice para convertirlo en un símbolo irreal. Siendo su compromiso con el bien común absoluto, la naturaleza de su decisión es tan grave que él mismo duda sobre su procedencia, lo que da al personaje cierto halo de tristeza, motivo de compasión. La fatalidad que se adivina desde el principio de la obra.

El sábado por la noche todo cuadró. Un marco incomparable (sin que sirva de precedente, por primera y última vez utilizaré la dichosa expresión), todo majestad y elegancia. Un monumento a la cultura donde precisamente el día anterior se había abucheado a emisarios del Emperador, a esos a los que se le llena la boca de  "Marca España", pero que aparcan nuestra esencial seña de identidad, nuestra cultura, en una loca carrera por hipotecar nuestro futuro. 

Me pierdo. Continúo. El sábado todo encajó porque ahí estaban algunos de los mejores mimbres creados por el hombre: un teatro romano de dos mil años,  la voz de Shakespeare en los labios de Bruto, interpretada con convicción por unos magníficos actores que me abrieron las puertas de una de las historias más famosas jamás contadas. Un complicado lenguaje lleno de imágenes que disfruté con fruición, devorando cada línea con avaricia, como creo nunca me había ocurrido. Todo encajó en una mágica noche de verano extremeña.

Gracias. 



martes, 24 de enero de 2012

El libro favorito de las SS



Hace unos meses leí un artículo en El País de título similar al post. El libro es "Germania", el autor Tácito, escritor latino que vivió entre los siglos I y II. Comprobé que era pequeñito y estaba disponible en internet y me lancé a por él.


¿Qué le gustaba a los alemanes de este libro? Obsesionados por la pureza de la raza aria, gozaban con párrafos como éste: "Soy de la opinión de que los germanos nunca se unieron en casamiento con otras naciones, y que así se han conservado puros y sencillos, sin parecerse sino a ellos mismos. De donde procede que un número tan grande de gente tienen casi todos la misma disposición y talle, los ojos azules y fieros, los cabellos rubios, los cuerpos grandes y fuertes sólo para el ataque violento, pero no tienen el mismo sufrimiento en el trabajo y fatigas; no son sufridos de calor y sed; pero llevan bien el hambre y el frío, como acostumbrados a la aspereza e inclemencia de tal suelo y cielo."

Himmler buscaba con ahínco las primeras ediciones del libro de marras.

No se trata más que de un pequeño tratado en el que Tácito relata las costumbres de las distintos pueblos que integran la misteriosa Germania. Independientemente del pueblo del que se trate, es interesante la descripción de las costumbres que realiza un coetáneo. La globalización estaba muy lejana y las fuentes de información eran escasas y dudosas; por eso resulta tan curioso el fresco de primera mano de sus formas de gobierno o de lucha, sus castigos o sanciones religiosas, sus formas de comercio, de relacionarse o celebrar tratados.

"Eligen sus reyes por la nobleza, pero sus capitanes por el valor. El poder de los reyes no es absoluto ni perpetuo. Y los capitanes, si se muestran más prontos y atrevidos y son los primeros que pelean delante del escuadrón, gobiernan más por el ejemplo que dan de su valor y admiración de esto, que por el imperio o autoridad del cargo: mas el castigar, prender y azotar no se permite sino a los sacerdotes."

Combaten junto a sus familias.

"Al entar en batalla tienen cerca sus prendas más queridas, para que puedan oír los alaridos de las mujeres y los gritos de los niños: y éstos son los fieles testigos de sus hechos, y los que más alaban y engrandecen. Cuando se ven heridos, van a enseñar sus heridas a sus madres y a sus mujeres, y ellas no tienen pavor de verlas ni de chuparlas, y en medio de la batalla les llevan alimentos y los animan con exhortaciones". 

Aman la guerra.

"Cuando su ciudad está largo tiempo en paz y ociosidad, muchos de los mancebos nobles de ella se van a otras naciones donde saben que hay guerra porque esta gente aborrece el reposo, y en las ocasiones de mayor peligro se hacen más fácilmente hombres esclarecidos. (...) Y aún les parece flojedad y pereza adquirir con sudor lo que se puede alcanzar con sangre. Cuando no tienen guerras se ocupan mucho en cazar, pero más en la ociosidad y en comer y dormir, a que son muy dados. Ningún hombre belicoso y fuerte se inclina al trabajo, sino que dejan el cuidado de la casa y hacienda y campos a las mujeres y viejos y a los más flacos de la familia".

"Andan los niños en todas las casas sucios y desnudos y vienen a tener aquellos miembros y cuerpos tan grandes de que nos admiramos".

La cerveza, claro:

"No tienen por deshonroso pasar el día y la noche bebiendo. Son muy ordinarias las riñas y pendencias como entre borrachos, que pocas veces se suelen acabar con palabras, y las más con heridas y muertes. Y también tratan en los banquetes de reconciliarse los enemigos, de hacer casamientos y elegir príncipes; y en fin, muchas veces de las cosas de la paz y de la guerra; como si en ningún otro tiempo estuviera el ánimo más capaz de buenos y sencillos pensamientos, ni más pronto y encendido para grandes empresas.(...) Hacen una bebida de cebada y trigo que quiere parecerse en algo al vino.(...) Y si se le diese a beber cuanto ellos quiesieran, no sería menos fácil vencerlos con el vino que con las armas."

Entre los Catos se dejan crecer el cabello y la barba, y no se quitan aquella figura de la cara y cabeza, como voto y obligación que hacen a la virtud, sino es habiendo muerto algún enemigo."

Estoicos integristas:

Los Fennos tienen una horrible fiereza y una pobreza cruel. No tienen armas, ni caballos, ni casas; susténtanse con hierba, vístense de pieles y la tierra les sirve de cama. Consiste toda su esperanza en las flechas, las cuales, a falta de hierro, arman con huesos. Los hombres y mujeres se sustentan de la caza; que ellas de ordinario los acompañan y les piden que les den parte. Los niños no tienen otro refugio ni acogida contra el agua y las fieras, sino algunas enramadas con que se cubren y amparan y a ellas acuden los mozos y a ellas se recogen los viejos. Y les parece esto mayor felicidad que cansarse y gemir labrando los campos y fabricando las casas y cuidar entre la esperanza y el miedo los bienes propios y ajenos. Y viviendo seguros para con los hombres y seguros para con los dioses, han alcanzado una cosa dificultosísima, o sea que ni tengan necesidad del deseo."

La admiración y el temor por su rival más poderoso y que finalmente encarnará el ocaso del imperio tres siglos después:

"Y entre tan largo tiempo ha habido grandes daños y pérdidas de una parte y de otra. De manera que ni los samnitas, ni los cartagineses, ni las provincias de España, ni las de las Galias, ni aún los partos, nos dieron tan frecuentes advertencias de la flaqueza humana ni nos mostraron más veces que no éramos invencibles"

En el fondo, Tácito trataba de reivindicar las virtudes romanas antiguas de la austeridad y la templanza que progresivamente se habían ido olvidando para convertir a la sociedad romana en decadente y débil. Esas motivaciones, casi dos mil años después, también servían para reivindicar la construcción de un Estado pretendidamente monolítico e invulnerable, agresivo y despiadado con sus enemigos. Si Tácito levantara la cabeza. Da que pensar.



Música alemana. De Berlín. Los Einstürzende Neubauten de Blixa Bargeld. No es un grupo que haya seguido. Vi un concierto suyo en el último Benicassim al que acudí y me pareció de lo mejor del festival, pero poco más. A Blixa lo conozco porque probablemente era el miembro más ilustre de las ilustres y míticas "Malas semillas" que acompañan a mi idolatrado Nick Cave. Sé que se trataba de un grupo de vanguardia, amante del ruido y de utilizar el sonido originado por los más peculiares y ordinarios cachivaches. Os dejo una canción más convencional.

Vale.