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viernes, 11 de septiembre de 2009

A punto de perder la fe


La foto es de la medalla del Powerman de Zofingen y de la camiseta del Ultra Trail del Mont Blanc.
El texto es sobre las sensaciones que nos inundan cuando las cosas salen bien o salen mal. Hace poco, muy poco tiempo, después de Niza, todo lo veía negro, me veía incapaz de cualquier reto de entidad y me encontraba inmerso en un dinámica de falta de ganas, de falta de entrenos. A pesar de estar inscrito en el Jabalíman, ni siquiera me decidí a marchar por falta de decisión, por inseguridad.
Sin embargo, después de esta semana, después de cumplir mis ambiciosos objetivos, me siento fuerte, me siento seguro, simplemente me siento bien.

Creo que, a poco que nos paremos a pensar, todos somos conscientes de que tanto en los buenos como en los malos momentos, en el deporte o en la vida, deberíamos ser capaces de distanciarnos, de relativizar nuestros logros o fracasos, de analizar con mayor frialdad todo lo que sucede a nuestro alrededor. Pero claro, somos seres esencialmente emocionales y resulta utópico intentar observar nuestra vida desde el punto de vista adecuado. Tal vez si tuviéramos la posibilidad de visionar nuestra vida en una pantalla o gozáramos de la opción ensayo-error, todo sería más sencillo

Cada uno tiene su temple para encajar los reveses. Hoy ha sucedido algo extraño en un pueblo vecino, una desgracia, una persona de mi edad, con mujer y dos niños pequeños y sin aparentes problemas graves de ningún tipo, se ha suicidado. Son noticias que te afectan, sobre las que piensas a lo largo del día. No sé que puede llevar a una persona a cometer un acto así. Por otro lado todos conocemos personas que golpeadas por sucesos terribles, por avatares insoportables, le echan un coraje tremendo a la vida y luchan contra un cáncer o contra la pérdida del ser más querido sin tregua, sin desánimo, hasta el final.

Quizá todo sea cuestión de intentar mantener la fe en uno mismo y trabajar con ahínco para seguir adelante. Quizá el domingo o en el próximo Ironman me vuelva a estrellar, quizá la vida me tenga reservadas unas buenas hostias pero espero ser capaz siempre de seguir adelante y de luchar por mis sueños.

Ya decía Boecio que la mutabilidad del ser humano es su tragedia y su esperanza. Tanto lo bueno como lo malo, acaba pasando.

Hace bastante que no dejo un poema. Hoy no arriesgo. Dejo un pata negra, una de las cumbres del castellano, equiparable al monólogo de Hamlet más famoso de la escena mundial. Es Calderón, es Segismundo. No estaría de más releerlo de vez en cuando. En esas pocas líneas se puede resumir nuestra vida. No hay para tanto. Ni lo bueno, ni lo malo.




Sueña el rey que es rey, y vive
con este engaño mandando,
disponiendo y gobernando;
y este aplasuo, que recibe
prestado, en el viento escribe,
y en cenizas le convierte
la muerte, ¡desdicha fuerte!
¿Que hay quien intente reinar,
viendo que ha de despertar
en el sueño de la muerte?


Sueña el rico con su riqueza,
que más cuidados le ofrece;
sueña el pobre que padece
su miseria y su pobreza;
sueña el que a medrar empieza,
sueña el que afana y pretende,
sueña el que agravia y ofende,
y en el mundo, en conclusión,
todos sueñas lo que son,
aunque ninguno lo entiende.



Yo sueño que estoy aquí
destas prisiones cargado,
y soñé que en otro estado
más lisonjero me vi.
¿Qué es la vida? Un frenesí.
¿Qué es la vida? Una ilusión,
una sombra, una ficción,
y el mayor bien es pequeño:
que toda la vida es sueño,
y los sueños, sueños son.

Y para terminar, aprovechando que el verano se cierra y los jaramugos, desde que se nos murió el amigo hace unos años, celebramos la despedida oficial del verano con "La noche de Johnny Cash" en la cual nos bebemos unas botellas de vino mientras escuchamos los discos más tristes del maestro, ahí os dejo una canción de la que ya hablé en su día, el escalofriante espiritual donde él se enfrenta a la muerte y le suplica que no quiere morir solo. Esto hay que oirlo a oscuras. Sobrecogedor. Parece que le está hablando a Jesús realmente. La fotos retratan su vida junto a June Carter, una verdadera historia de amor, de las de toda una vida. Ella marchó unos meses antes que él. Al final sí murió solo.


miércoles, 9 de septiembre de 2009

Powerman de Zofingen


Una crónica al uso. Aprendiendo a conocerme.

Ahí va una crónica sin fotos del que la organización te vende continuamente como el duatlón más duro del mundo. 10-150-30. Hombre, tal y como está el patio, no sé yo si esto será verdad. Sí había imaginado que, dada su fama, seríamos más. Este año había record de participación, 300 hombre y 85 mujeres. Por supuesto “sin drafting”.

A diferencia del año pasado disfrutamos de un domingo radiante, un día perfecto para competir. Soleado pero fresquito.

El inicio de la carrera es muy “mosqueante”. Prácticamente un kilómetro de subida continua y muy dura donde cada uno ya se adapta al ritmo que considera más cómodo. Esto es muy largo. Se continua subiendo y bajando entre las pistas de un bosque y se vuelve a descender al inicio para dar una segunda vuelta. Un aperitivo.

Cogemos las bicis. Tres vueltas a un circuito de 50 kms. Tres dificultades: Richenthalhöhe (5 kms.), Bodenberg (5 kms.), con temibles tramos del 16 % y Boowald (3 kms.). Dados mis escasos entrenamientos en bicicleta, me acomodo a un buen ritmo, me alimento bien y ruedo con solvencia.

Voy confiado y me digo a mí mismo que en cuanto supere Bodenberg por segunda vez, poco más queda ya. Sin embargo, cuando voy finalizando la segunda vuelta, con 100 kms, en las piernas, me noto flojo, medio “apajarado” y con poca fuerza. Tengo hambre, me como una bolsa de frutos secos, un gel y una barra y parece que me siento algo mejor. Sin embargo, dados mis antecedentes en el ironman, ya se me instala la “nube negra” en la cabeza. Pensamientos negativos surgen por doquier: si es que después del UTMB esto era una temeridad, si es que no se puede venir sin montar en bici, si es que te va a tocar a volver retirarte.... Bueno, la bici hay que acabarla como sea. Bodenberg se me atraganta de mala manera. Debo ser el único triatleta que tengo tres platos. El plato pequeño de 30 dientes lo uso un par de veces al año, en puertos como La Covatilla o Marie Blanque. Bueno, pues aquí, en los tramos duros, me salva la vida. Encaro meta raro, sin saber qué voy a hacer.

Entro en T2 pensando en una barra de turrón que tengo preparada. Está en una mochila y sin embargo un ejército de hormigas se han abierto paso hasta la misma. Empiezo a retirarlas para devorar la barra. Me acuerdo de “El último superviviente” y me digo nada, para dentro todo.

Comienzo a correr pendiente de mis sensaciones. Cuando me bajé de la bici estaba derrotado. Sin embargo comienzo a trotar y ... coño... voy bien. Casi tres kilómetros cuesta arriba.... ¡pero este circuito es de locos! Al llegar arriba hay un sube-baja continuo por pistas. Se trata más de un circuito de carrera de montaña que el de un duatlón de carretera.

Voy feliz. En un medio ironman intentaría correr rápido. Aquí simplemente quiero acabar. Voy corriendo, disfrutando. Paso el km. 10. No me duele el estómago. Voy sonriendo, disfrutando. Esa meta no me la va a quitar nadie. Al pasar por meta e iniciar la segunda vuelta, noto que me estoy quedando vacío. Tanto disfrutar, tanto disfrutar y no me he preocupado ni de comer. Me tomo un gel y los primeros tramos de subida los hago caminando deprisa intentado imitar la gente que sabe andar y subir en ultrafondo.
Poco a poco voy notando que mi cuerpo asimila el gel y puedo volver a trotar. Sigo para adelante con ánimos. La gasolina no me dura ni media hora. Vuelvo a notar desfallecer. Otro gel y al poco tiempo puedo volver a darle al tema hasta la entrada en meta. Subidón. Diferente pero igual de bueno al de hace siete días en Chamonix. Pufff... ahora sé porqué me dedico a esto.

Lo necesitaba, necesitaba conocer mi cuerpo, controlarlo, no tener problemas de estómago. Espero haber aprendido lecciones cara a la meta del ironman. Es un verdadero placer no tener ganas de vomitar y notar cómo asimilas cada alimento que tomas.

Al final 9:40. Estoy en el camino.

domingo, 6 de septiembre de 2009

Volvemos a casa


Volvemos a la realidad, volvemos al verdadero ultrafondo. Zofingen conquistado.

9:40. Muy duro. Ya os contaré.

"¡¡YO SOY ESPARTACO!!"

viernes, 4 de septiembre de 2009

Desde Suiza


Zofingen. Pueblo bonito, de postal, cuidado, lleno de vecinos amables, caro. Se ve que esto es más europeo, más civilizado. La frase del amigo de Perico sobre Francia, con mayor razón se le puede aplicar a Suiza: "Se nota que es un país acabado, rematado", no como el nuestro, hecho de jirones, de retales, parcheado en cuerpo y lo que es peor y sin solución, en alma, en espíritu.

Puede que la razón de tal perfección es que, al igual que en Francia, antes de las diez, todo el mundo en cama. Tal vez ése sea el secreto, la poción mágica gracias a la cual Talín y Tante no paran de devorar ironmanes con aparente facilidad. Aunque España no es la de antaño que vivía en la calle, aunque a mi pesar, todo está cada vez más regulado y compartimentado, es difícil privarnos del gusto de vivir, de una forma u otra,la noche.

Respecto a la carrera, partiendo de la base de que ya de por sí resulta bastante temerario conseguir dos pruebas de esta entidad en la misma semana, que "es mucho pan pa la perrina" (un saludo a Bienvescribe), espero haber recuperado bien del UTMB. Bici he entrenado muy poco así que los 150 kms. habrá que tomárselos con calma e intentar terminar.Después, Dios dirá. Espero que el tiempo mejore; la lluvia de los últimos días truncó mis planes de subir puertos en los Alpes e incluso esta tarde ya en Zofingen, se ha levantado un vendaval de agua y viento increíble que me ha hecho revivir la temible crónica de Talín de 2008.

Ya se verá. Vamos con ganas a disfrutar de esta nueva experiencia y a por esa medalla. Ya os contaré.