Como en casa, por la ciudad y por la carrera. Por Sevilla y por el maratón. La quinta ocasión que participo, alguna más que visito la ciudad.
Ya sabéis que mis crónicas de carreras, sobre todo maratones, son bastante breves. Básicamente se reducen a que vas de puta madre, vas a comerte el mundo hasta que te metes el hostión. Esta es del mismo palo. En definitva, 3:10. Quería correr entre 3:05 y 3:10. Contento aunque cada vez tengo más claro que puedo hacerlo mucho mejor lo que motiva y jode a partes iguales.
Algo de prolegómenos. Una ciudad tan especial como Sevilla lo merece. Mañana de "turisteo" de manual. Temperaturas para manga corta. El invierno aquí es un privilegio. Giralda, Catedral, Plaza de España, Guadalquivir, cañita en Triana.

España, Andalucía...Tópicos. No nos quejamos, los vendemos.

Desde el cuartel del ejército británico en "Lawrence de Arabia", desde la Corte de la Reina Amidala.


Ay, su Menorca.
Más tarde atascos en la comida de la pasta. La última vez que voy. La carrera, como no podía ser de otra forma -para mí el mejor maratón de España-, sigue creciendo. Casi éramos 5.000 y eso se nota en las cada vez más pobladas colas.
Una extraña tarde pre maratón. Alicia había quedado con Pilar de Córdoba -un beso, guapa, ¿nos vemos en carnaval?-, que me descubrió una ciudad nueva. Nos llevó a una fiesta de cumpleaños en un extraño barrio de una Sevilla bohemia, moderna y alternativa de la que no tenía noticia. Me recordó a los "espacios culturales" de los portugueses, también muy dados a inquietudes artísticas de todo género. Viejas viviendas y corralones habilitados como estudios o lugares de reunión. La fiesta se celebraba en un enorme local, con buena y variada música de la que no perdía detalle. A Popita y Ladyolé le hubiera encantado.

"¡I love 80!"

En otras circunstancias, allí me hubiera quedado hasta que me echaran pero ahora soy responsable, me conformé con tomarme un par de cervezas.
Más tarde nos llevaron al un espectáculo que me definieron como "Cabaret Flamenco" (?). Ahí os dejo el cartel. Un ambiente del que, como imagináis los que me conocéis, quedé prendado. Espectáculos cómicos, de cante y baile flamenco, bossa, acrobacia... Tenía una imagen de Sevilla bastante pija. Nunca creí que existiera una escena de este tipo. Una nave atestada de público con los niños en primera fila, tirados en el suelo, pasándoselo bomba. Todo muy sanote, divertido y con algún participante de tremendo talento. Probablemente lo único que eche de menos de vivir en un pueblo es tener acceso a manifestaciones culturales de las que aquí lamentablemente carezco aunque ya sabéis que yo soy un poco rarito.
Ya sabéis que mis crónicas de carreras, sobre todo maratones, son bastante breves. Básicamente se reducen a que vas de puta madre, vas a comerte el mundo hasta que te metes el hostión. Esta es del mismo palo. En definitva, 3:10. Quería correr entre 3:05 y 3:10. Contento aunque cada vez tengo más claro que puedo hacerlo mucho mejor lo que motiva y jode a partes iguales.
Algo de prolegómenos. Una ciudad tan especial como Sevilla lo merece. Mañana de "turisteo" de manual. Temperaturas para manga corta. El invierno aquí es un privilegio. Giralda, Catedral, Plaza de España, Guadalquivir, cañita en Triana.
España, Andalucía...Tópicos. No nos quejamos, los vendemos.
Desde el cuartel del ejército británico en "Lawrence de Arabia", desde la Corte de la Reina Amidala.
Ay, su Menorca.
Más tarde atascos en la comida de la pasta. La última vez que voy. La carrera, como no podía ser de otra forma -para mí el mejor maratón de España-, sigue creciendo. Casi éramos 5.000 y eso se nota en las cada vez más pobladas colas.
Una extraña tarde pre maratón. Alicia había quedado con Pilar de Córdoba -un beso, guapa, ¿nos vemos en carnaval?-, que me descubrió una ciudad nueva. Nos llevó a una fiesta de cumpleaños en un extraño barrio de una Sevilla bohemia, moderna y alternativa de la que no tenía noticia. Me recordó a los "espacios culturales" de los portugueses, también muy dados a inquietudes artísticas de todo género. Viejas viviendas y corralones habilitados como estudios o lugares de reunión. La fiesta se celebraba en un enorme local, con buena y variada música de la que no perdía detalle. A Popita y Ladyolé le hubiera encantado.
"¡I love 80!"
En otras circunstancias, allí me hubiera quedado hasta que me echaran pero ahora soy responsable, me conformé con tomarme un par de cervezas.
Más tarde nos llevaron al un espectáculo que me definieron como "Cabaret Flamenco" (?). Ahí os dejo el cartel. Un ambiente del que, como imagináis los que me conocéis, quedé prendado. Espectáculos cómicos, de cante y baile flamenco, bossa, acrobacia... Tenía una imagen de Sevilla bastante pija. Nunca creí que existiera una escena de este tipo. Una nave atestada de público con los niños en primera fila, tirados en el suelo, pasándoselo bomba. Todo muy sanote, divertido y con algún participante de tremendo talento. Probablemente lo único que eche de menos de vivir en un pueblo es tener acceso a manifestaciones culturales de las que aquí lamentablemente carezco aunque ya sabéis que yo soy un poco rarito.
Algunas imágenes de "Barvariedades"
Casi tres horas de actuaciones. Después, mientras marchábamos al hotel, casi a las doce de la noche, me comí un trozo de pizza y un croissant. Cena escasa para correr un maratón al día siguiente. En fin, el clásico día previo de un atleta jaramugo.
En las tripas del estadio, dentro de la ya familiar pista de calentemiento interior.
Ah, la carrera. Salí bastante adelante. No había liebre de tres horas. Me descolocó un poco porque mi idea era marchar tras una referencia. Corrí por sensaciones sin forzar nunca al límite. La primera media marché muy cómodo, disfrutando como pocas veces en una carrera. Traté de concentrarme y ejecutar los movimientos de forma correcta, eficaz, deslizarme, ampliar la zancada, ayudarme de los brazos. Gastar el mínimo posible de energía. En 1:32 llegué a la media casi sin enterarme. Hasta el kilómetro 33 marché de la misma forma. A partir de ahí tuve que bajar el ritmo porque vislumbraba "el muro" en lontananza. Parecía que no faltaba nada pero me atasqué de mala manera. Por otra parte, tengo la impresión de que no le eché el suficiente coraje para haber arañado algún minutillo más. ¿Por qué? Porque aunque no podía con el "arma", iba con la sonrisa en la cara, animando al que me adelantaba, animando al que adelantaba, sin parar de dar gracias al público y sin embargo, deseando acabar de una santa vez. Y sobre todo pienso que podía haber hecho algo más porque cuando iba llegando fundido al kilómetro cuarenta, me di cuenta de que si quería bajar de 3:10 tenía que apretar y apreté -si realmente estuviera vacío, esa decisión sirve de poco porque no te meneas-. Quizá perdí la concentración y me fui de carrera aunque también es fácil pensar sobre esos kilómetros sentado delante del ordeandor. Entré en esa preciosa meta del Estadio Olímpico con 3:10:04. 4:31 de media el kilómetro. Ahora es cuando siempre me tiro de los pelos que no tengo y me digo: "Joder, Abelín, a ver si una año de estos te medio preparas un plan con algo de criterio para intentar bajar las tres horas". En fin, cada uno es como es.
Hay algo que me asombró. Justo cuando bajaba por la rampa que te conduce al interior del estadio después de la carrera, me emocioné y se me escapó alguna lagrimilla. Supongo que a la consecución del reto, se une el hecho de que estás más vulnerable por la debilidad. Lo bonito de todo esto es que a pesar de tener 43 en el saco, esta extraña historia te sigue arreando un subidón natural difícil de explicar para el profano. Que siga.
Termina la primera parte de la temporada. Comenzamos a coger la flaca con vistas a Mayo y Junio donde se encuentran gran parte de los objetivos más importantes del año. No es mal punto de partida. Creo que ahora misma estoy en un estado de forma más que aceptable y lo más importante -toco madera-, no me duele nada.
Nunca creía que escucharía una canción de My Bloody Valentine en una fiesta... y menos en una sevillana. El muro de sonido que abría una década, que arropaba la melodía con mantos de distorsión y ruido. Las señas de identidad que marcarían a cientos de bandas.
Además el vídeo de entrada en meta. Entro por la derecha justo después del chico gordo de mallas piratas. Yo llevo gorra y camiseta blanca, pantalón y medias negras. Al loro con el tipo que se pone a hacer flexiones antes de entrar... Ha gente pa tó.
CorriendoVoy.com | Videos gratis de Maratón de Sevilla [Sevilla]
"¡¡YO SOY ESPARTACO!!"