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martes, 15 de febrero de 2011

Maratón de Sevilla, como en casa



Como en casa, por la ciudad y por la carrera. Por Sevilla y por el maratón. La quinta ocasión que participo, alguna más que visito la ciudad.

Ya sabéis que mis crónicas de carreras, sobre todo maratones, son bastante breves. Básicamente se reducen a que vas de puta madre, vas a comerte el mundo hasta que te metes el hostión. Esta es del mismo palo. En definitva, 3:10. Quería correr entre 3:05 y 3:10. Contento aunque cada vez tengo más claro que puedo hacerlo mucho mejor lo que motiva y jode a partes iguales.

Algo de prolegómenos. Una ciudad tan especial como Sevilla lo merece. Mañana de "turisteo" de manual. Temperaturas para manga corta. El invierno aquí es un privilegio. Giralda, Catedral, Plaza de España, Guadalquivir, cañita en Triana.



España, Andalucía...Tópicos. No nos quejamos, los vendemos.



Desde el cuartel del ejército británico en "Lawrence de Arabia", desde la Corte de la Reina Amidala.





Ay, su Menorca.
Más tarde atascos en la comida de la pasta. La última vez que voy. La carrera, como no podía ser de otra forma -para mí el mejor maratón de España-, sigue creciendo. Casi éramos 5.000 y eso se nota en las cada vez más pobladas colas.

Una extraña tarde pre maratón. Alicia había quedado con Pilar de Córdoba -un beso, guapa, ¿nos vemos en carnaval?-, que me descubrió una ciudad nueva. Nos llevó a una fiesta de cumpleaños en un extraño barrio de una Sevilla bohemia, moderna y alternativa de la que no tenía noticia. Me recordó a los "espacios culturales" de los portugueses, también muy dados a inquietudes artísticas de todo género. Viejas viviendas y corralones habilitados como estudios o lugares de reunión. La fiesta se celebraba en un enorme local, con buena y variada música de la que no perdía detalle. A Popita y Ladyolé le hubiera encantado.



"¡I love 80!"



En otras circunstancias, allí me hubiera quedado hasta que me echaran pero ahora soy responsable, me conformé con tomarme un par de cervezas.

Más tarde nos llevaron al un espectáculo que me definieron como "Cabaret Flamenco" (?). Ahí os dejo el cartel. Un ambiente del que, como imagináis los que me conocéis, quedé prendado. Espectáculos cómicos, de cante y baile flamenco, bossa, acrobacia... Tenía una imagen de Sevilla bastante pija. Nunca creí que existiera una escena de este tipo. Una nave atestada de público con los niños en primera fila, tirados en el suelo, pasándoselo bomba. Todo muy sanote, divertido y con algún participante de tremendo talento. Probablemente lo único que eche de menos de vivir en un pueblo es tener acceso a manifestaciones culturales de las que aquí lamentablemente carezco aunque ya sabéis que yo soy un poco rarito.




Algunas imágenes de "Barvariedades"









Casi tres horas de actuaciones. Después, mientras marchábamos al hotel, casi a las doce de la noche, me comí un trozo de pizza y un croissant. Cena escasa para correr un maratón al día siguiente. En fin, el clásico día previo de un atleta jaramugo.



En las tripas del estadio, dentro de la ya familiar pista de calentemiento interior.

Ah, la carrera. Salí bastante adelante. No había liebre de tres horas. Me descolocó un poco porque mi idea era marchar tras una referencia. Corrí por sensaciones sin forzar nunca al límite. La primera media marché muy cómodo, disfrutando como pocas veces en una carrera. Traté de concentrarme y ejecutar los movimientos de forma correcta, eficaz, deslizarme, ampliar la zancada, ayudarme de los brazos. Gastar el mínimo posible de energía. En 1:32 llegué a la media casi sin enterarme. Hasta el kilómetro 33 marché de la misma forma. A partir de ahí tuve que bajar el ritmo porque vislumbraba "el muro" en lontananza. Parecía que no faltaba nada pero me atasqué de mala manera. Por otra parte, tengo la impresión de que no le eché el suficiente coraje para haber arañado algún minutillo más. ¿Por qué? Porque aunque no podía con el "arma", iba con la sonrisa en la cara, animando al que me adelantaba, animando al que adelantaba, sin parar de dar gracias al público y sin embargo, deseando acabar de una santa vez. Y sobre todo pienso que podía haber hecho algo más porque cuando iba llegando fundido al kilómetro cuarenta, me di cuenta de que si quería bajar de 3:10 tenía que apretar y apreté -si realmente estuviera vacío, esa decisión sirve de poco porque no te meneas-. Quizá perdí la concentración y me fui de carrera aunque también es fácil pensar sobre esos kilómetros sentado delante del ordeandor. Entré en esa preciosa meta del Estadio Olímpico con 3:10:04. 4:31 de media el kilómetro. Ahora es cuando siempre me tiro de los pelos que no tengo y me digo: "Joder, Abelín, a ver si una año de estos te medio preparas un plan con algo de criterio para intentar bajar las tres horas". En fin, cada uno es como es.

Hay algo que me asombró. Justo cuando bajaba por la rampa que te conduce al interior del estadio después de la carrera, me emocioné y se me escapó alguna lagrimilla. Supongo que a la consecución del reto, se une el hecho de que estás más vulnerable por la debilidad. Lo bonito de todo esto es que a pesar de tener 43 en el saco, esta extraña historia te sigue arreando un subidón natural difícil de explicar para el profano. Que siga.


Termina la primera parte de la temporada. Comenzamos a coger la flaca con vistas a Mayo y Junio donde se encuentran gran parte de los objetivos más importantes del año. No es mal punto de partida. Creo que ahora misma estoy en un estado de forma más que aceptable y lo más importante -toco madera-, no me duele nada.

Nunca creía que escucharía una canción de My Bloody Valentine en una fiesta... y menos en una sevillana. El muro de sonido que abría una década, que arropaba la melodía con mantos de distorsión y ruido. Las señas de identidad que marcarían a cientos de bandas.



Además el vídeo de entrada en meta. Entro por la derecha justo después del chico gordo de mallas piratas. Yo llevo gorra y camiseta blanca, pantalón y medias negras. Al loro con el tipo que se pone a hacer flexiones antes de entrar... Ha gente pa tó.

CorriendoVoy.com | Videos gratis de Maratón de Sevilla [Sevilla]

"¡¡YO SOY ESPARTACO!!"

martes, 16 de febrero de 2010

Ana la friolera no hizo "Pi" en el Maratón de Sevilla

Ya en casita, de descanso después de dos maratones, el de Sevilla y el de carnaval, vamós allá con una pequeña crónica de la carrera. Mañana ya pondré algo de la fiesta.

Poco que relatar. La carrera perfecta, conseguí justo lo que pretendía. Apenas tres semanas de entrenamiento. No iba a arriesgar, no tenía sentido apostar de farol ya que no tenía jugada, 129 kms en mis piernas definitivamente no eran una buena mano. Consideraba que sí me podría mover con solvencia en torno a los 3:15. Tenía la intención de irme con la liebre pero sólo había de 3 horas ó 3:30, así que decidí ir con un ritmo cómodo, sin la respiración alterada y programando el piloto automático.

Son ya muchos años juntos, muchas batallas. Mi cuerpo y yo nos conocemos bien, adivino que le puedo exigir sin que proteste. Sé cómo es el circuito, los kilómetros pasan rápido y mantengo un ritmo de algo más de 4:30 min/km. Paso la media con 1:36.

Me acerco al km. 30, voy feliz porque me veo entero, sin dolores y sin síntomas de agotamiento. Qué sensaciones tan distintas a las del año pasado, cuando justo aquí, en el 28, me adelantó la liebre de 3 horas, mientras yo iba muerto y lesionado en un gemelo. De motor (pulmones y corazón), perfecto, de combustible (fuerzas) en la reserva pero sin caídas alarmantes de ritmo. Buena señal, la mejor es que casi calco el tiempo de las dos medias. Me duelen los cuadriceps pero se trata simplemente de la falta de entrenamiento, es soportable, ya voy volando y emocionado hasta meta, como siempre que acabo una maratón. Al final 3:14. No importa cuántos tengas en el zurrón, a los "cuarenta y dos" siempre hay que tenerles respeto; si te depistas, te pueden dar un buen revolcón. No fue el caso. Después de las amargas y previsibles malas sensaciones de Zaragoza, balance totalmente positivo. Pista de despegue perfecta para objetivos más ambiciosos.

36 maratones y todavía puedo cometer errores de pardillo. Olvidé ponerme vaselina y me despellejé la piel de los brazos y de otro lugar más íntimo cuya ubicación ha dado mucho juego, para mucho cachondeo estos carnavales.



En la foto estoy con Michel, un habitual del blog. Cruzar la meta de un maratón siempre es una victoria pero esos "3:55", no hacen justicia a su calidad. Los calambres le volvieron a atormentar durante la parte final de la carrera. No hay que perder la perspectiva y analizar seriamente el problema al que hay que dar una solución, que seguro la tiene. Los calambres se suelen producir por la deshidratación y la pérdida de sales. Además de intentar beber "isotónico" durante la carrera, otra opción puede ser que el día anterior, ingieras bastante líquido con sales o incluso galletitas saladas. Un verdadero placer el paseo que compartimos por Sevilla junto a Susana y esas dos joyitas, la serena Cecicilia y la pilluela de María.


El otro mirobrigense, Manu, aprovechó el maratón para marcarse un entreno largo. Saliendo de una lesión y sin entrenamiento, hablando con él minutos antes de la salida, aún no tenía claro qué distancia iba a hacer. Al final 30 kilometrazos se metió "pal cuerpo". Y sé yo que tentado, tentadísimo de seguir hasta el final. Mejor así, aunque te lo diga un cafre, más sensato no forzar ese pie. Ahora a asimilar y a entrenar de verdad para la próxima cita.

Enhorabuena a Antonio, el extremeño; no sabía que corría y me sorprendió verlo después de la carrera pero me sorprendió más aún el tiempazo que se nos marcó el amigo: ¡¡2:56!! Ya me confirmó que vamos a tener representación extremeña en la Verracada Nui!!

Ale, os dejo una canción que me mata, "Añada de Ana la friolera" de Nachito Vegas. No escribiré nada sobre él porque esta semana le voy a dedicar una entrada con el único objetivo de que Bienvescribe haga su primer comentario "internético". Ya está bien de tanto "mezuconear". El descubrimiento de su inesperada condición de fan del cantautor apocalíptico asturiano, obrará el milagro.... según juró y perjuró. ¿A que es bonita? Una cucada.




Vivían en Norteña,
una ciudad costera
donde la mar era gris
y la lluvia eterna.

Ella pasaba frío
apenas la noche llegaba.
Con una manta a cuadros
él la arropaba.

Prometieron quererse
mientras el frío existiera.
Él la llamaba
Ana La Friolera.

Tuvieron un riña
y él la dejó marchar.
Supo que no volvería,
no vuelve la ola al mar.

Ella pudo llevarse
todo lo que tenía
pero dejó olvidado
el frío que sentía.

Ahora, bajo la manta a cuadros,
él trata de coger el sueño.
Desde que ella se marchó
allí siempre es invierno.

Y la buscó sin descanso
desde San Pedro a Las Mestas.
Teme morir congelado
una noche de éstas.

La gente me llama insensato,
yo aún doy mi vida entera
por sólo una noche
con la chica friolera.

Ana La Friolera,
Ana La Friolera,
Ana La Friolera,
Ana La Friolera.

miércoles, 25 de febrero de 2009

"Catacrocker" en Sevilla


De los prolegómenos y demás, pues como no podía ser de otra manera contar que fue un verdadero placer compartir estos días con un superclase como Clemente y ser testigo en primera fila del éxito en su debut en maratón (sexto en Campeonato de España) y sobre todo constatar cómo sus problemas físicos han desaparecido. Para mí ha sido toda una experiencia observar a un atleta que va a disputar la carrera, disfrutar de cómo afronta esos momentos y cómo se prepara para ello. Como además él es un tío tan comunicativo, pues la verdad que he aprendido muchas cosas, no sólo de deporte.

Por otro lado, también conocí a Santi Pons, otro fenómeno, éste sí que de alma jaramuguil, un catalán empeñado en un objetivo descomunal, el doble ironman de Austria al que acudirá con Josef y Ochoa, esa gente que parece que últimamente pone tan nervioso a algunos foreros (no me extraña, es un impresentable). Espero volver a verlo en el Ironcat y repetir esa cena. En el maratón tuvo mala suerte con un dolor en la pierna, lo que le obligó a retirarse y no comprometer su preparación

De Sevilla, qué os voy a decir, que sigue tan hermosa como siempre, que es un placer pasear por sus calles y tomarse una cañita en la ciudad española con más chicas bonitas por metro cuadrado.

La Carrera.

Esa mañana tenía yo ganas de correr, estaba yo motivado, hombre. Los días previos dudaba si marchar con la liebre de 3 horas o con la de 3:15. Era consciente de que no podía correr una maratón a ese ritmo, que al final la cosa se torcería pero finalmente decidí marchar con el grupo de 3 horas, intentar llegar a la media y después a aguantar el “hostión”. Dicho y hecho. La salida resultó complicada por la aglomeración y para conseguir llegar al fulano del globo hay que echarse un buen sprint. En el primer kilómetro a este hombre el pedazo de globo se le marcha volando ante el “ohhhhh” general del nutrido grupo aspirante a “sub3”. Me da por pensar que se lo ató mal a propósito porque correr con ese trasto gigante atado a la camiseta debe ser una verdadera coña. Marcho a gusto, “cardiovascularmente” me siento cómodo aunque algo agobiado por la aglomeración de gente. Me enciendo y tiro para delante solo, disfrutando, corriendo entre 4:00 y 4:10… hasta que me estrelle. Objetivo la media. Llego en 1:28. Conseguido. Ahora ya me digo a mí mismo que la cuenta atrás ha comenzado, que con mi preparación, el ritmo inevitablemente va a ir bajando, como efectivamente ocurre, aunque más lentamente de lo esperado. A ver si llego al km. 25 antes de que me caze la liebre de 3 horas. Al final me coge en el 28. Ya voy más lento. Hace tiempo que notaba el gemelo cargado pero nunca pensé que se me iba a romper. Como ya he comprobado en otras ocasiones, si voy más lento, se me carga más. Al final en el 32 me arrea un buen pinchazo y adiós. A caminar, llego a un puesto de asistencia donde me aplican reflex y masaje, operación que repetiré dos veces más. Voy cojeando, corriendo y andando. No tengo claro si debería seguir o retirarme; en el 36 me paro antes de cruzar el puente al otro lado del río. Si paso, es para acabar sea como sea. Si no, puedo llegar a la meta, al estadio andando que debe estar a dos kilómetros. El público me anima a que siga… bueno, bueno, pues “palante”. Penando los últimos kms hasta el estadio donde llego con 3:19. En la entrada al mismo me encuentro con Rocío y Ángel, dos “robreanos” que andaban por Sevilla, que sabían que corría y se acercaron a vernos, lo que me hace mucha ilusión.

He decidido que el próximo año vuelvo, pero voy a venir a bajar las 3 horas. A estas alturas de la temporada no hay otros objetivos y el recorrido no es bueno sino ideal. Es la tercera vez que corría pero lo han mejorado, descartando incluso el callejeo por el centro con piso irregular. Una más al bote…y van 33.

“¡¡YO SOY ESPARTACO!!”