jueves, 28 de febrero de 2013

Ocho


Un ocho es buen punto de partida para volver a comenzar mi aventura universitaria. Un ocho como una estupenda forma de vencer a una primera asignatura compleja y extensa. Un chute de uranio enriquecido para comenzar a elevar un "Kursk" encallado hace años en el fondo del océano. Ni siquiera haber perdido el sobresaliente por falta de agilidad y concentración al comienzo del examen, logra empañar mi alegría.  Ahora sé que hacer exámenes, como estudiar, como entrenar, requiere adaptación y evitar dispersarse. 

Vi la nota el miércoles por la noche antes de acostarme. Inmediatamente después leí que el Madrid había eliminado al Barça en Copa y pensé que ninguno de los blancos estaría tan feliz como yo. Busqué quién era el "ocho" blanco para ilustrar el  artículo y me hizo gracia que fuera KakÁ, que con Prosinecki, probablemente sea el fichaje más ruinoso de la historia del Real Madrid. Siempre a punto de volver, siempre a punto de remontar el vuelo. Espero que no sea mal augurio.

No es más que un escalón de los pocos que me faltan para cerrar una puerta y abrir otra etapa a la que si me lanzaré a saco pero como en el deporte, elegir reto de entidad y ser capaz de prepararlo, encararlo y superarlo, te proporciona una satisfacción mágica y  ya inextinguible. Me basta recordar ese libraco y ese ocho para volver a sonreír. 

Ya lo sabéis, a todos nos gustaría volver atrás para cambiar mucho de nuestra vida pero también es indiscutible que dentro de unos años, seguro que desearemos encontrarnos exactamente aquí, ahora. Este simple ocho me ha servido de máquina del tiempo para regresar a sensaciones de veinte años atrás y a la vez, para sentirme feliz conmigo mismo justo hoy, sin "pero" alguno. Y eso hace casi una vida que no me ocurría

Para celebrarlo, ese miércoles por la noche escuché una pequeña pieza sencilla y escondida, dejada de lado hasta por el propio autor, pero que a mí me chifla.

Ya sabéis cuál es mi frase para terminar las crónicas de las carreras pero hoy sí que la grito más convencido y orgulloso que nunca. Y solo es el comienzo.

"¡¡YO SOY ESPARTACO!!"

martes, 26 de febrero de 2013

"Oscars" de medio pelo



Anda uno muy atareado en mil frentes a la vez y aunque en los últimos tiempos perdí mucho interés por el tema, por darle algo de  vidilla al blog, un somero análisis de algunas de las películas nominadas que he visto.

La que para mí y para muchos fue la mejor película del año al menos se llevó uno. "Amor" ya pasó por aquí para recibir su merecida retahíla de parabienes.

"Argo" es una buena película. Al menos consiguió mantenerme atento y entretenido durante todo el metraje; a veces se nos olvida que ese debía ser el gran objetivo del cine . Ahora bien, calificar eso de la mejor película del año o es una broma o es muy triste.

"Lincoln". Una clase de historia. Si te interesa el tema, te gustará, si no, te aburrirá hasta morir. 

"Los miserables" . Soy un entusiasta defensor de varios musicales pero no conseguí entrar en la historia, requisito imprescindible para disfrutar este tipo de obra. No sé si para mí es demasiado arntinatural que toda la película se desarrolle en ese extraño recitado o simplemente fue que aquel día tenía yo la cabeza muy alejada de la pantalla por cuestiones que no vienen al caso. Le daré otra oportunidad.



El mejor guion original, uno de los premios que más valoro, se fue para "Django desencadenado". Me alegro. Una vez más, el mejor Tarantino atenta con gracia contra uno de mis géneros favoritos. Sergio Leone pasado de revoluciones. Hay cosas que Tarantino sigue haciendo muy bien. Buenas interpretaciones, la música brillante, sorprendiendo y utilizándola cuando toca -a veces se nos olvida que una banda sonora no es escoger cuatro canciones chulas-. Una violencia disparatada más de tebeo que real. Quizá le sobran minutos y tiros.


"El lado bueno de las cosas". Se ha abusado tanto de las comedias románticas, se le ha echado encima tanta basura que a veces hay que intentar disfrazarlas de otra cosa. Que la película tenga ocho nominaciones, incluidas todas las de categorías principales, simplemente me parece  alucinante. Tiene sus momentos y hasta puedo disfrutar de su almibarado final, al fin y al cabo un fusilamiento de tantas viejas películas que adoro. 


"El vuelo". También tenía alguna nominación y cojea de lo mismo que la anterior. El clásico binomio autodestrucción + redención al que solo le falta la temible leyenda: "basado en hechos reales",no se renueva porque metas señores drogándose y haciendo cosas malas. La supuesta historia de amor es un postizo sin el menor atisbo de verdad.


"La vida de Pi". No la he visto. Que alguien se anime a contar algo.


Una canción de Stevie Wonder que juega un papel muy importante en la "El lado bueno de las cosas". Al loro con el vídeo de la bailarina que se las trae. Más heavy que trash.

viernes, 22 de febrero de 2013

Kill Your Idols

 
 
La casualidad ha hecho que hayan coincidido en el tiempo la publicación de dos discos que esperaba con ganas: "Delantera Mítica" de Quique González y "Push The Sky Away" de Nick Cave.
 
En los últimos años, mi relación con mis "ídolos", con esas imágenes que hemos creado, mezcla entre personajes y personas ha cambiado. Unos tipos que no conoces pero que sientes cercanos porque lo que te cuentan te ha llegado dentro, porque supieron expresar algo que tú sentias y no acabas de entender, porque te abrieron caminos o mostraron nuevos mundos. Aunque Quique me prestó el título del blog, mi pasión por Nick Cave viene de más antiguo. Hace unos años recuerdo que aguardaba con nerviosa ilusión la publicación de cada nuevo disco del australiano para lanzarme de inmediato a la tienda. LLegaba a casa, lo escuchaba hasta agotarlo, me aprendía las letras, trataba de volver a encontrar el brillo de aquellos versos o estribillos que en años anteriores me habían cautivado.
 
Ahora es diferente. Hace tiempo que no idealizo. Sí, hay autores a los que admiro pero no me parecen tan especiales como antaño. Además, cuando comienzo a examinar sus nuevas obras, mi entusiasmo es mucho más contenido. Me muestro más crítico y en lugar de todo lo bueno, me centro en los puntos débiles, en si todo eso que me cuentan, no son más que refrito, en si no me lo habían contado antes de forma más certera y hermosa.
 
Supongo que ese cambio de perspectiva te lo dan los años. Antes regalabas barato el adjetivo "genial". Ahora sabes que genios hay muy pocos. Hay gente más dotada que otra para el arte pero más que nada, lo que hay detrás son artesanos con bagaje y dedicación. Nick Cave lo explica muy bien. Desde que se domestícó y se transformó en un tipo respetable, acude a su rincón de trabajo a diario con la disciplina de un oficinista. Te cuenta que el tema de las musas es un camelo. Lo que cuenta es el trabajo. La vida salvaje y los arrebatos hace tiempo que quedaron atrás.
 
¿Qué me parecen los discos? Ya volveré a ellos cuando los haya escuchado muchas veces más. Me cuesta analizarlos al detalle hasta hasta entonces. Tienen que crecer... si pueden. En principio me parecen obras muy dignas, tal vez mejor la del australiano. Bien es cierto que con él siempre he mantenido una sintonía especial, tal vez por esa pasión común por el blues, el western o la religión.
 
Probablemente algún día vuelva a verlos en directo. Os doy un consejo gratis: si queréis ser testigos de un gran espectáculo de rock and roll, acudid a un concierto de las "Malas semillas";un verdadero lujo poder disfrutar de esos grandes músicos al mando de uno de los tipos con más carisma y magnetismo de la escena rockera.
 
Vale.

martes, 19 de febrero de 2013

Esos andaluces tan raros



Cada uno tiene sus señas y querencias. Unos tiran más por la música de frontera, otros por la psicodelia, unos por el blues más sucio y sincero, otros por lo mestizo. Sin embargo, con la valiente actitud de hacer lo que les llena y les da la real gana, todos nos acercan aires de aquellos francotiradores de una tierra donde, aún luciendo tiento desde antaño para mezclar, se sabe que las raíces son más que religión y que el rock fue consagrado en unos ya lejanos, ya cercanos setenta.


sábado, 16 de febrero de 2013

Los "Azarías" de Oriente



 "Las baladas del ajo" de Mo Yang no es más que un atajo entre mundos,  desde la lejana China de los ochenta a otro lugar, a mi lugar. Pero esos grupos de gente triturada hasta límites casi insoportables que acepta su suerte estoicamente porque es su destino, existen y existirán siempre y en cualquier lugar. El tema es el tema de tantos otros libros, el de una sociedad  en la que víctimas y verdugos asumen el orden como natural. Unos nacen ricos y felices, otros pobres y desafortunados. Tal vez en la próxima vida todo sea distinto.



"Los seres humanos podemos soportar toda clase de cosas"
"Seguiremos siendo pobres miles de años"
"Es mejor ir por ahí con ropas raídas que con el culo desnudo"
"Si todo el mundo estuviera en la cima, ¿quién iba a sujetar la base?Si todo el mundo fuera a la ciudad a divertirse, ¿quíén se quedaría en casa plantando las cosechas?"
"Deberías haberme arrojado a la fosa séptica cuando nací y haber dejado que me ahogara. De este modo, podrías haberme ahorrado muchos años de sufrimiento".

Al despiadado yugo estacional de depender del fruto de la tierra se le añaden otros que convertirán el clima en tan asfixiante -ese eterno olor a ajo-, que hasta la gente más curtida y dotada para aguantar lo inaguantable estallará.

Uncidos además a ese otro yugo que siempre estuvo ahí, con esas inhumanas costumbres de una China ancestral que esclavizan mujeres o martirizan al débil: matrimonios entre cadáveres, matrimonios concertados, el mal fario de ver nacer una hija, despreciada de inmediato como una carga absurda, incluso motivo de chanza.

Aplastados por otro nuevo yugo representado por un régimen comunista lleno de buenas intenciones y palabras vacías que solo esconden corrupción e injusticia y toneladas de irracionalidad disfrazada de razón.


 ¿Qué más toca hacer que abandonar el mundo? ¿Qué gesto más contundente que suicidarse embarazada para evitar que un niño llegue a este mundo de horror donde solo cabe sobrevivir?

Se ha criticado mucho a Mo Yang por mostrarse tibio en sus críticas al gobierno chino. No me gusta formarme opiniones apresuradas sobre temas que no conozco en profundidad y hoy por hoy, los periódicos no son fuente fiable. A la administración que se describe en el libro se le da más palos que a una estera, pero ya sabemos cómo funcionan los totalitarismos que perduran, siempre marcados por periódicas purgas y caídas en desgracia de  líderes que de un día para otro pasan de intocables a despreciables.

Vías de escape solo pueden ser la naturaleza como señora todopoderosa, indulgente o implacable , el amor o la magia ingobernable que se presenta a través de sueños y pesadillas  en una suerte de importación del Realismo Mágico sudamericano.

martes, 12 de febrero de 2013

De vuelta al serial: "Walter y el mal"


Aquí me veis,  desembarcando en un planeta desconocido al que he permanecido ajeno por no tener  fácil acceso ni ganas de buscarme la vida. 

Aparte de "Band of Brothers", "A dos metros bajo tierra" "Mad Men" -a la que dediqué un artículo hace tiempo-, y últimamente "Boadkwalk Empire", creo que no me había vuelto a enganchar a ninguna serie.  He leído y escuchado mucho sobre todo lo bueno que me estaba perdiendo, más si tienes en cuenta el lodazal festivo deportivo que vienen a ser los infinitos canales de la gran ciénaga. Por otra parte, hace años que no dispongo de la energía suficiente al final del día para soportar una película completa después de cenar. Un capítulo de serie sería el formato ideal por aguantar el tipo e incluso, en los días inspirados, poder leer algo antes de acostarme. 

Voilá! Encontramos ese fácil acceso y ahí estamos.  Como casi no sabía ni por dónde empezar, probemos con el ABC.  Me dejo guiar y ahí podemos colocar a "Breaking Bad" y agotar "Mad Men", a la que ya volveré en su día.

Breaking Bad era la serie favorita de Susana y sí, es brillante por muchas razones, pero la que más me atrae es su reflexión sobre el mal.

El lado correcto, el de la gente como Dios manda, podría estar encarnado por un cuñado pistolero, un rico amigo triunfador (de izquierda exquisita, eso sí),  las fariseas y pacatas reuniones de padres de alumnos o un sistema sanitario tan avanzado y justo como para ser capaz de discriminar el enfermo recuperable.

Pero también existe el lado oscuro. El mal también tiene sus señas y reglas que necesariamente has de conocer  para sobrevivir. En ese sentido no es muy diferente de nuestro lado. Tal vez el problema sea ser capaz de discernir si existen aspectos en los que sí lo sea. Descubrir si la ética no es más que un producto cultural interiorizado pero sin valor en sí mismo.

Estamos en la segunda temporada y siempre está presente la coartada que justifica cambiar de bando pero  extrañas disfunciones aparecen: Walter se siente más vivo que nunca al transformarse en un fuera de la ley o el espectador, de entre todos los personajes y situaciones imposibles que tejen el entramado de la serie, percibe a la pareja protagonista, Walter y Jesse, como los realmente puros, como simplemente buena gente haciendo cosas malas.

Si a todo ello le unes situaciones descacharrantes con un toque negro e insano delicioso, las previsibles situaciones de suspense y el creíble, tierno y tenso retrato del verdadero amor de Walter por su familia, acabas de facturar un producto perfecto. De esos que desde acabas el capítulo, estás deseando saber qué ocurre en el siguiente. Pero eso será mañana. No, pasado manaña, ya que se trata de ir alternando. 

De música, Antonio Arias, el único músico español que luce un sombrero como el de Heisenberg.

viernes, 8 de febrero de 2013

Carretera del trueno


En la Escuela de Idiomas hay un concurso de redacción. Tema: "Mi canción favorita". Una excusa para unas líneas  que no son más que saldar una deuda con algo más que una canción para mí. Ahora se trata de pasarlo a inglés, al menos de forma aproximada. 

Os dejo dos vídeos con una diferencia de casi treinta años, una versión más fiel al original y otra más íntima. 

"Thunder Road" ya pasó por aquí en palabras de Nick Hornby.

"THUNDER ROAD"

Un tenue  prólogo de armónica y piano andante que pronto cambiará a trotón para  subir el telón y presentarnos a una chica bailando en el umbral de su casa frente a un chico en un coche con el motor en marcha. Bien podría tratarse de una escena capturada por el objetivo de Scorsese en Little Italy cualquier tarde de verano.
Y sí, como casi todo el rock and roll, la película va de amor mas no hay dama y galán al uso sino dos figuras, física y sobre todo espiritualmente apaleadas para los que hace tiempo pasó su mejor momento, quedando sus sueños rotos muy lejanos ya. Y sí, la película va de amor, pero también de mucho más.

Sobrevuela ese tema siempre presente en la obra del Bruce más inspirador, el de la forma de enfrentarse al dolor,  la derrota, el fracaso. Aparecen sus, por entonces, no tan clásicas imágenes de fe, magia, redención o tierra prometida para encarnar la idea de la nueva oportunidad, la eterna posibilidad de recomenzar, de dejar atrás el pasado, de entender el mañana como el primer día del resto de tu vida.

En la canción solo se escucha una voz, la del chico al volante, para contarnos lo que siente y, en un arriesgado salto al vacío para sus propósitos, tratar de enseñarle el camino a su amada para que sea capaz de entender su pasado y sus sueños.

Esa serie de imágenes recargadas de las que se nutría la poesía de Bruce en sus inicios, nos seguirá explicando que puede que la salida esté ahí, pero que nunca la victoria es fácil. Arriesgarse a luchar y a encarar la vida puede ser la empresa más dura y él no tiene nada que ofrecer más que su convicción y  amor, tal vez el único combustible de valor para el último y más difícil camino que solo será capaz de recorrer con ella a su lado. Una canción traspasada por esa sospechosa épica acartonada solo aceptable si es una voz íntegra la que te engaña, si la contraseña para bajar la guardia es de nuevo una Telecaster.

“Y  me voy de aquí para vencer”. Canta Bruce con convicción el último verso porque ahora es él mismo el personaje. Siempre creyó en sí mismo, pero después de fracasar comercialmente con sus dos primeros discos, parecía su última oportunidad para triunfar, para conseguir demostrar a la CBS y a todos los demás, que no se había equivocado, que  realmente tenía el talento del que unos pocos hablaban. Y efectivamente, “Born tu Run”, su primera obra maestra, le colocó a la altura de los grandes de la Historia del rock and roll.

Es mi canción favorita, probablemente la que más veces he escuchado, pero es la canción de muchos y puede ser la canción de todos. Todos arrastramos derrotas y curamos heridas. Me sirvió cuando tenía catorce años, cuando no  entendía qué significan los sueños porque entonces desconoces lo que cuestan y me sigue siendo útil treinta años después, sin que para mí haya perdido un ápice de su brillante pátina o capacidad para emocionar.

Esa carretera del trueno a la que no se ve el final es esa dirección que todos buscamos en la vida. Hasta el más satisfecho y autocomplaciente, tiene una carretera del trueno hacia el horizonte que se atreverá o no a recorrer. La carretera y el coche en marcha siempre estarán ahí y son todo lo que necesitas. “Estos dos carriles nos llevarán a cualquier parte”. Nunca sabremos si Mary subió al coche. ¿Lo hiciste tú? ¿Lo harías tú?