miércoles, 3 de agosto de 2016

Una mañana de julio de 1898




"A las nueve y media de una mañana soleada de julio, con perfecta visibilidad, empezaron a salir de la boca del canal que comunica el puerto de Santiago de Cuba con el océano los barcos que formaban la escuadra española al mando del almirante Cervera. Esperándolos en un gran arco se habían situado los buques de guerra norteamiericanos: el Vixen, el Brooklyn, el Iowa, el Texas, el Oregon, el Indiana, el Gloucester y, un poco alejados, el Erikson y el New York. La escuadra española llevaba encerrada en Santiago desde el 19 de mayo. El almirante Cervera no había querido aprovechar ninguna de las ocasiones de salir que se le habían presentado. Solo lo hizo aquel 3 de julio, urgido por una orden terminante del capitán general de Cuba. 
Apareció primero el María Teresa, un crucero de siete mil toneladas que fue incendiado por el Brooklyn y el Iowa. Los demás fueron destruidos a medida que iban apareciendo, uno tras otro. La batalla, escribió un almirante norteamericano, "degeneró en partida de caza" en la que quedaron hundidas todas las naves españolas: además del María Teresa, el Cristóbal Colón, el Pizarro, el Almirante Oquendo, el Plutón y el Furor. Ninguno de los barcos americanos resultó seriamente dañado y entre sus tropas hubo que lamentar un solo muerto y un herido. Por parte española, hubo 383 marinos mueros y 150 heridos"

Hace unos días compartía en facebook un artículo sobre el desastre de Annual. Leyendo anoche este fragmento de "La libertad traicioinada. Siete ensayos españoles" de José María Marco, se volvieron a presentar las mismas incómodas preguntas y emociones: ¿Por qué apenas estudiamos estos episodios durante los años de estudiante? ¿Por qué nos los hurtaron si, partiendo de sus causas y el sano encabronamiento revertiano, son más propicias para el aprendizaje de nuestra historia que muchas glorias, reales o supuestas? 

Walter Benjamin, supongo que citando a Hegel, oponía a la historia como narración del devenir de los acontecimientos determinados por los poderosos, el relato real de un gran matadero de gentes de baja condición, siglo tras siglo. Toda esa pobre gente, antepasados condenados de antemano, muriendo sin saber muy bien por qué, ahogados en el lejano Caribe o degollados en un perdido desierto de África

3 comentarios:

c dijo...
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
Anónimo dijo...

Joder, qué extraña casualidad. Mira que hace poco descubrí una historia sobre la misma guerra hispano-estadounidense, que iba a publicar, pero he utilizado para escribirle algo a un amigo. Búscate la Toma de Guam. La historia, de tan cándida y bisoña respecto a los españoles, es hasta bonita. Supongo que esos decrépitos y últimos coletazos post-coloniales no quedan muy bien en nuestra historia, y por eso hacen por obviarla, jeje.
Un fuerte abrazo, Abel.
Humberto.

Atalanta dijo...

Muy bueno el episodio, no lo conocía, guerra de Gila en estado puro. Abrazo Humber