Aquí me veis, desembarcando en un planeta desconocido al que he permanecido ajeno por no tener fácil acceso ni ganas de buscarme la vida.
Aparte de "Band of Brothers", "A dos metros bajo tierra" , "Mad Men" -a la que dediqué un artículo hace tiempo-, y últimamente "Boadkwalk Empire", creo que no me había vuelto a enganchar a ninguna serie. He leído y escuchado mucho sobre todo lo bueno que me estaba perdiendo, más si tienes en cuenta el lodazal festivo deportivo que vienen a ser los infinitos canales de la gran ciénaga. Por otra parte, hace años que no dispongo de la energía suficiente al final del día para soportar una película completa después de cenar. Un capítulo de serie sería el formato ideal por aguantar el tipo e incluso, en los días inspirados, poder leer algo antes de acostarme.
Voilá! Encontramos ese fácil acceso y ahí estamos. Como casi no sabía ni por dónde empezar, probemos con el ABC. Me dejo guiar y ahí podemos colocar a "Breaking Bad" y agotar "Mad Men", a la que ya volveré en su día.
Breaking Bad era la serie favorita de Susana y sí, es brillante por muchas razones, pero la que más me atrae es su reflexión sobre el mal.
El lado correcto, el de la gente como Dios manda, podría estar encarnado por un cuñado pistolero, un rico amigo triunfador (de izquierda exquisita, eso sí), las fariseas y pacatas reuniones de padres de alumnos o un sistema sanitario tan avanzado y justo como para ser capaz de discriminar el enfermo recuperable.
Pero también existe el lado oscuro. El mal también tiene sus señas y reglas que necesariamente has de conocer para sobrevivir. En ese sentido no es muy diferente de nuestro lado. Tal vez el problema sea ser capaz de discernir si existen aspectos en los que sí lo sea. Descubrir si la ética no es más que un producto cultural interiorizado pero sin valor en sí mismo.
Estamos en la segunda temporada y siempre está presente la coartada que justifica cambiar de bando pero extrañas disfunciones aparecen: Walter se siente más vivo que nunca al transformarse en un fuera de la ley o el espectador, de entre todos los personajes y situaciones imposibles que tejen el entramado de la serie, percibe a la pareja protagonista, Walter y Jesse, como los realmente puros, como simplemente buena gente haciendo cosas malas.
Si a todo ello le unes situaciones descacharrantes con un toque negro e insano delicioso, las previsibles situaciones de suspense y el creíble, tierno y tenso retrato del verdadero amor de Walter por su familia, acabas de facturar un producto perfecto. De esos que desde acabas el capítulo, estás deseando saber qué ocurre en el siguiente. Pero eso será mañana. No, pasado manaña, ya que se trata de ir alternando.
De música, Antonio Arias, el único músico español que luce un sombrero como el de Heisenberg.
4 comentarios:
No suelo ver muchas series, por tiempo, pereza o que se yo, estas navidades varias personas me recomendaron Homeland y la verdad que
Susana y yo nos hemos visto las dos temporadas en unas noches. Nos ha gustado y atrapado a los dos.
Terrorismo islamico, la CIA, son sus ingredientes, si tenéis un rato ver el primer capítulo, luego no la podréis dejar.
The Office. Comedia absurda en una oficina, y no digo más.
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Tomo nota de las dos.
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