Tras lesión, boda, exámenes y vacaciones, recién aterrizado en la vuelta al trabajo físico, los entrenamientos duros se hacen más cuesta arriba de lo normal pero si me garantizan días tan completos y redondos como el sábado, no hay problema en repetir cada fin de semana.
Si después a la ascensión al Travieso desde Béjar, que ciertamente se me atragantó porque no tengo yo todavía el cuerpo para ello, me engancho a jornada montañera al uso hasta las Lagunas ya en buena compañía; si después de los bañitos de rigor junto a los neveros de El trampal, en Candelario probamos el agua de la Poza del El Canalizo increíblemente aún más fría; si después toca disfrutar de la Feria del Pincho en Candelario, para terminar en el Festival de Blues de Béjar donde coincidimos en el integrismo rockero de Ciudad Rodrigo, me pregunto qué más se le puede pedir a un día perfecto.
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